miércoles, 30 de diciembre de 2020

Striking to Renew: Basque Unions’ Organizing Strategies and Use of the Strike‐Fund. British Journal of Industrial Relations - LSE

Enlazo a continuación el resumen del articulo con Jon Las Heras que se publicará en la revista British Journal of Industrial Relations de la London School of Economics, cuyo resumen reproduzco a continuación. Versión borrador anterior se puede descargar desde aqui.


Cover image

Striking to Renew: Basque Unions’ Organizing Strategies and Use of the Strike‐Fund

‘There is no union renewal without striking’ has been the underlying logic driving collective bargaining and union renewal dynamics in the Basque Country. This article shows how the Basque sovereigntist unions ELA (Euskal Langileen Alkartasuna) and LAB (Langile Abertzaleen Batzordeak) have formed a ‘counterpower’ bloc, in opposition to CCOO (Comisiones Obreras) and UGT (Union General de Trabajadores) that are more prone to engage into social dialogue. The formers’ renewal strategy based on organizing workers ‘deeply’ — especially with ELA's recurrent use of a strike‐fund that fosters membership participation and affiliation through confederal solidarity — has altered union politics in the Basque Country. This has produced very high strike rates since the 2000s, perhaps the highest in Europe, and a ‘spill over’ effect that polarizes union alliances substantially. The article brings out the question of how unions could possibly locate industrial conflict within their renewal strategies and transform their organizations accordingly. Methodologically, the article contributes to the literature on strikes by underlining the importance of studying strikes critically, as a conscious collective process, in order to understand that their uneven development also derives from concrete unions’ strategies. 

British Journal of Industrial Relations
Una tentativa de traducción al castellano es la siguiente:

Hacer huelga para renovar: las estrategias de organización de los sindicatos vascos y el uso de la caja de resistencia

“No hay renovación sindical sin huelga” ha sido la lógica subyacente que impulsa la dinámica de la negociación colectiva y la renovación sindical en el País Vasco. Este artículo muestra cómo los sindicatos soberanistas vascos ELA (Euskal Langileen Alkartasuna) y LAB (Langile Abertzaleen Batzordeak) han formado un bloque de 'contrapoder', en oposición a CCOO (Comisiones Obreras) y UGT (Unión General de Trabajadores) que son más propensos a participar en el diálogo social. La estrategia de renovación basada en la organización "profunda" de los trabajadores - especialmente con el uso recurrente de ELA de la caja de resistencia que fomenta la participación y afiliación de los miembros a través de la solidaridad confederal - ha alterado la política sindical en el País Vasco. Esto ha producido tasas de huelga muy altas desde la década de 2000, quizás las más altas de Europa, y un efecto de "desbordamiento" que polariza sustancialmente las alianzas sindicales. El artículo plantea la cuestión de cómo los sindicatos podrían ubicar el conflicto industrial dentro de sus estrategias de renovación y transformar sus organizaciones en consecuencia. Metodológicamente, el artículo contribuye a la literatura sobre huelgas al subrayar la importancia de estudiar las huelgas de manera crítica, como un proceso colectivo consciente, para entender que su desarrollo desigual también se deriva de estrategias sindicales concretas.

domingo, 5 de abril de 2020

El cierre temporal de la producción en época de pandemia

El cierre temporal de la producción en época de pandemia

Cuarentena Iruñea

El Gobierno español decretó el pasado domingo el cierre por dos semanas de las actividades  no esenciales. El colapso de los hospitales en algunas comunidades autónomas, y su proximidad en otras, exige la parada cuasi general de la producción. El precedente italiano de paralización tardía y la cercanía de la Semana Santa han servido para adelantar la decisión. Muchas vidas humanas pueden perderse por demorar decisiones en favor de intereses económicos. La prioridad es frenar la pandemia y el esfuerzo que está realizando la población confinada le corresponde también al mundo empresarial, con ocho o siete días de “permiso retribuido recuperable”. Muchos consideran que esa paralización debía haberse acordado antes, sin especular sobre una evolución positiva del número de contagios detectados, mientras lo peor en términos de desborde sanitario y drama social está por llegar con el posible aumento los próximos días de los decesos diarios.

En Euskalerria la exigencia de cierre total la han realizado los partidos y sindicatos abertzales, contra la posición del Gobierno vasco que sigue defendiendo que la industria debe seguir funcionando, mientras el Gobierno navarro ha reclamado “flexibilidad” en la aplicación de la medida. A pesar de las dificultades derivadas del confinamiento, convocaron una jornada de protesta el viernes 27 de marzo para exigirlo, bajo el lema “Haserre Gaude”.

“Mientras que la reducción drástica de la movilidad es clave para contener la propagación de la pandemia, el Gobierno vasco se ha opuesto con contundencia a la paralización de los sectores productivos no esenciales”  

Así mismo, más de 1.600 sanitarias vascas realizaron una petición con firmas al Gobierno vasco para la paralización de las actividades no esenciales, con el objetivo de reducir la presión sobre el sector hospitalario y que pueda mejorarse su seguridad ante el contagio. Conviene no olvidar que la falta de material de protección ha derivado en 1.145 trabajadoras del servicio vasco de salud positivas por coronavirus a fecha 31 de marzo, lo que ha supuesto una decisión judicial que insta, tras la solicitud de ELA, a que Osakidetza lo provea de forma inmediata. Las patronales, en la misma línea que el Gobierno vasco, han criticado la decisión del parón cuasi total de la producción.

martes, 28 de enero de 2020

Hacia la huelga general en Euskal Herria

Hacia la huelga general en Euskal Herria

Reproduzco a continuación el artículo publicado con Jon Las Heras en el blog Lanaren Ekonomia

Asimismo ha sido reproducido en Instituto de Ciencias Económicas y de la Autogestión - ICEA , Economía Crítica y Crítica de la Economía , Viento Sur , Meneame ,

Greba Iruñean 

La Carta de Derechos Sociales de Euskal Herria convoca el próximo 30 de enero huelga general en las comunidades autónomas del País Vasco y Navarra bajo la consigna “pensiones, salarios y vida digna”. La plataforma agrupa a los sindicatos ELA, LAB, ESK, Steilas, EHNE, Etxalde e Hiru, así como movimientos sociales impulsados por organizaciones juveniles, feministas, ecologistas o de pensionistas. A esta huelga también se adhiere el sindicato CNT. Todas estas organizaciones sindicales y movimientos sociales agrupan y representan a por lo menos 200.000 militantes en Euskal Herria.

“La huelga debe entenderse en clave ofensiva, va más allá de las anteriores huelgas generales que solo buscaban aplacar reformas neoliberales”

La convocatoria de huelga se anunció el pasado 23 de octubre de 2019, es decir mucho antes que estuviera conformado ningún gobierno en el estado, ni tan solo celebradas las últimas elecciones. Por lo tanto, la huelga debe entenderse en clave ofensiva, pues va más allá de las dinámicas de las anteriores huelgas generales en el Estado que solo buscaban aplacar reformas neoliberales. Esta vez, la tenacidad del movimiento de pensionistas ha sido el motor de la mayoría sindical y militancia social vasca, uniendo las diferentes reivindicaciones bajo un marco común determinado: impulsar un cambio de política económica para la redistribución de renta y riqueza, así como una defensa firme de la igualdad de género y sostenibilidad de las condiciones de trabajo y vida. Quizás sea el hecho de que esta huelga no espera a que los gobiernos de turno decidan cuál es el rumbo que nuestra sociedad debe seguir lo que ha generado mayor crispación y rechazo entre ciertos actores sociales. Entender el programa y su trascendencia es necesario para disipar cualquier duda al respecto.

viernes, 25 de octubre de 2019

Economía capitalista: conflicto y poder sindical

Economía capitalista: conflicto y poder sindical


Reproduzco a continuación el artículo publicado con Jon Las Heras en el blog Economía para todas en El Salto

Asimismo ha sido reproducido en Avantar - Diario dixital de Confederacion Intersindical Galega , Economía Crítica y Crítica de la Economía , Viento Sur , Borroka Garaia da! , RebelionKaosenlared , GREPA - Grupo de Economía Política Alternativa 



No hay que fiarse de los discursos económicos dominantes

Si al estudiantado de economía se le pide que defina conceptos como explotación, capitalismo, sistemas económicos, crisis económica, poder económico o clases sociales nos encontraremos con un gesto de total confusión, si no de indiferencia: “pero si a mí solo me enseñan a hacer derivadas ¿de qué me hablas?” Con toda probabilidad las estudiantes desconocerán corrientes de análisis económico y corrientes de la economía política alternativa o radical: las perspectivas kaleckiana y postkeynesiana, regulacionista, institucionalista, ecologista y feminista, las múltiples formas de entender el marxismo o las concepciones de economía socialista y autogestionaria, impulsadas por economistas de ámbito nacional e internacional [1].

Esto es, sin duda, una muy mala noticia. Sin embargo, y pese a la tenaz voluntad de quienes detentan el poder académico y político por marginar, esconder y silenciar dichas corrientes, la realidad es que la economía capitalista real y, desde luego, las relaciones laborales existentes se entienden principalmente con los conceptos antedichos. Estos conceptos también han dado lugar a cursos de introducción a la economía política como base de planes de estudios e investigación alternativos pero, y a pesar de la necesidad de ampliar las miras, el sistema económico dominante y sus aparatos políticos e ideológicos se reproducen a través de lo que algunos autores denominan como la “dimensión vertical” o el “poder de clase”.

El poder de clase en el capitalismo puede entenderse como la autoridad y poder que ejercen desde las empresas, propietarios, directivos o perfiles de supervisores y responsables sobre trabajadoras con, por ejemplo, la amenaza de sanción o despido; la forma en la que intelectuales y tecnócratas de diversa índole argumentan para deliberadamente desposeer a personas “no expertas” de cualquier conciencia crítica, evitar preguntas indeseadas, siquiera realizar propuestas alternativas; así como el poder institucional de la patronal, gobiernos y, eventualmente, algunas organizaciones obreras conservadoras sobre el resto de segmentos de la clase trabajadora, en contraposición con aquella más combativa y organizada en sindicatos de contrapoder, a la hora de establecer el “modelo de país”. Todos estos aspectos condicionan y determinan las decisiones sobre la organización del trabajo y la producción, el intercambio o comercio, la inversión, la explotación, el excedente y los procedimientos a seguir para distribuir ese valor económico producido entre salarios y beneficios. En definitiva, no hay que fiarse de los discursos económicos dominantes, porque la ideología y política liberales determinan la forma en la que nuestra sociedad capitalista se reproduce materialmente y ésta condiciona, a su vez, nuestra forma de pensar e interactuar con el prójimo.

Esta explicación quizás pueda parecer demasiado teórica o abstracta. Quizás con un par de ejemplos concretos derivados de procesos de crisis empresarial, enmarcados en los ciclos y crisis económicas recurrentes en el capitalismo, sea posible engarzar el discurso académico con la realidad económica y de las relaciones laborales, apuntando así a la necesidad imperiosa de desarrollar una actitud crítica para organizar prácticas más subversivas y emancipadoras de la realidad que nos rodea.

El pasado año 2018 en un grupo empresarial en Euskalerria dedicado a la fabricación de tubo industrial de acero, la dirección del mismo presentó un plan de reestructuración que buscaba “asegurar la viabilidad empresarial” afectando principalmente a la planta productiva situada en Sestao y Trapagaran, en Bizkaia. Este plan consistía en aplicar un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) para el despido colectivo de 157 trabajadores de un total de 420 (mayoría hombres), la reducción de un 25% de los salarios para aquellos que no fueran despedidos, y el cierre de la acería de la planta que implicaba a medio plazo el cierre de la misma en la comarca. La plantilla, organizada en varios sindicatos, planteó una oposición razonada en la ausencia de causa económica y productiva para el despido colectivo y el cierre de la acería. Durante el proceso exigió la documentación e información necesaria para realizar, por medio de sus gabinetes técnicos, un análisis económico de viabilidad industrial que resultó certero y permitió mantener el empleo y la industria, como se demostró posteriormente. A su vez pese a la cobertura legal, por las reformas laborales de PSOE y PP (2010-2012), y la voluntad del grupo empresarial de despedir a la gente y cerrar la planta, situada en una comarca de permanente desindustrialización, los trabajadores organizaron una huelga indefinida de jornada completa que se alargó 43 días hasta que la dirección cedió y retiró el ERE, hecho muy poco habitual en este tipo de procesos, sin imponer posteriormente medidas de despido o reducción salarial. Esta huelga, secundada por toda la plantilla e impulsada principalmente por los sindicatos vascos ELA, LAB y ESK, de un perfil reivindicativo, de contrapoder, tuvo el apoyo de las respectivas cajas de resistencia para que los trabajadores pudieran mantener un nivel suficiente de ingresos pese a la pérdida de salario por ejercer el derecho a huelga. De otra forma y con otros planteamientos sindicales, hubiera sido imposible el mismo resultado.

Durante el conflicto, el Gobierno Vasco, con competencias tanto en Industria (PNV) como en Trabajo (PSOE), trató de “mediar” en clave de dialogo social ante la solicitud del grupo empresarial acorralado por la presión sindical de huelga, con la intención de debilitar la posición de poder sindical y las reivindicaciones planteadas. Sin embargo, la mediación no fue aceptada y no consiguieron sus objetivos. La expresión del conflicto en este caso, en un sector industrial masculinizado, se centró en quien paga la contracción económica cuando ha existido un abundante reparto de beneficios en años anteriores. La defensa del empleo, la actividad industrial y del salario resultó efectiva gracias a la oposición de estos sindicatos a los planes del grupo empresarial, en contraposición a un grupo empresarial que piensa primordialmente en maximizar rentabilidad y beneficios, o a un gobierno que trata de intervenir en defensa de los intereses de sus empresarios. La lógica de concertación social, la mediación del gobierno entre el trabajo y el capital, perseguía con la falaz búsqueda del “término medio”, permitir que se impusieran los objetivos empresariales [2].

sábado, 22 de junio de 2019

Amazon trae a Ezkerraldea más economía de servicios y desmantelamiento industrial


El articulo ha sido reproducido en Borroka Garaia Da

El gigante del comercio se instala en Trapagaran con su modelo de salarios bajos, temporalidad y externalización. Los sindicatos anuncian que le harán frente. SINDIKALAGENDA ekainak 22-27.


Amazon abre las puertas de su centro en Trapagaran, “a la conquista de los barrios obreros de la margen izquierda”. El gigante del comercio en red se asienta en Bizkaia, agudizando la crisis de modelo que vive la industria y el comercio tradicional del territorio. La noticia puede parecer positiva, porque genera actividad y empleo, pero consolida un modelo productivo nefasto para los intereses de personas trabajadoras y empresas locales. Las prácticas laborales asociadas a este modelo se sustentan en bajos salarios, contratos temporales y a tiempo parcial y externalización abusiva, afectando en especial a jóvenes y mujeres. 

Amazon se ha instalado en 8.000 metros cuadrados de los antiguos terrenos de la Babcock Wilcox, empresa centenaria cerrada en 2011, gracias a la recalificación del Ayuntamiento y el apoyo del alcalde de Trapagaran. Tras años de desatención urbanística, la zona pasará a ser un centro empresarial que generará desplazamientos, necesidades de aparcamiento y servicios auxiliares. Amazon se caracteriza por un sistema productivo altamente automatizado, de trabajo flexible y estresante, suponiendo cambios importantes respecto al modelo laboral que anteriormente se ha desarrollado en la zona. El sindicato ELA ha manifestado que “no van a permitir que ninguna empresa aplique modelos precarios, y estará al servicio de las trabajadoras y trabajadores para organizarse y luchar contra ello”.

El modelo laboral de Amazon se basa en trocear y fragmentar el empleo para dominar a la fuerza de trabajo favoreciendo su mayor explotación. Su modus operandi es claro : mientras la plantilla directa es sometida a una gran carga de trabajo y jornadas excesivas con salarios bajos, la plantilla flotante de ETTs funciona con contratos por días u horas. Además, de sustenta en el abuso de figuras laborales fraudulentas, como los falsos autónomos.

El sindicalismo vasco anuncia que no va a permitir abusos y está por ver si los responsables políticos continúan del lado de la multinacional o si, por el contrario, impulsan que la Inspección de Trabajo de Bizkaia intervenga ante los desmanes del gigante global. En esa misma orientación, el movimiento sindical y social de la comarca, se movilizó el pasado sábado 14 de junio y por vigésimo año consecutivo, con la “Marcha por Ezkerraldea” con el objetivo de denunciar el paro y la precariedad laboral. 

viernes, 21 de junio de 2019

Makinen ondorengo produktuak

Reproduzco a continuación el artículo que ha hecho la periodista Uxue Gutierrez en Berria, dónde recoge algunas consideraciones que hacemos al hilo de la instalación de la empresa Amazon en Ezkerraldea.


Amazon AEBetako banaketa enpresak gune logistiko berria irekiko du Trapagaranen datozen egunetan. Proiektu horrek eztabaida asko piztu ditu; sindikatuek salatu dute Amazonek «lan prekarioa» sortzen duela; enpresaburuek, berriz, uste dute Amazonek sortuko duen aberastasuna atzerrian islatuko dela.
 

(...)

Euskal Herriko industriaren behinolako epizentroan kokatuko da banatzailea, zerbitzuen aroa bete-betean besarkatu duen eremuan. «Fabrika industrialen itxieren ondotik heldu dira zerbitzu enpresak, eta batez ere banaketa enpresak eta enpresa komertzialak». Lluis Rodriguez ekonomistak azaldu du fenomeno hori industrialde izandako eremu askotan gertatzen ari dela. Aldaketak bainoago, ezartzen ari diren merkataritza ereduek kezkatzen dute: «Amazonen eta merkataritza gune erraldoien ereduak ekonomia eta bizitza botere transnazional oligopolikoen menpe uzten du, eta kontrakoa sustatu behar da».

(...)

Rodriguezek, berriz, argi du tokian tokiko merkataritzaren aldeko apustua egin beharko litzatekeela. «Tokiko saltokiek auzoen bizitza elikatzen dute, eta jendea espazio publikoetara erakartzen. Merkataritza tradizionalak enplegu gehiago eta hobea sortzen du».

Bada, Amazonek piztu dituen kezken artean ageri dira sortuko dituen lanpostuen kopurua eta mota. 50 lanpostu iragarri ditu, aurretik lur horretan zegoen enpresak sortzen zituen baino nabarmen gutxiago. «BabcockWilcox 5.500 langile izatera iritsi zen 70eko hamarkadan, eta 2011n, ixteko prozesua hasi zuenean, 400 behargin inguru zituen. Amazonek 50 lanpostu sortuko ditu; nahiko eskasa dirudi, herriaren eta inguruko eremuen egoera ikusita».

(...)

Aldaketaren itzala

Eraldatu ala hil. Egoera hori du Ezkerraldeak aurrean, lantokien itxiera geldiezinaren poderioz. Amaiera orok beste hasiera bat ekarri ohi du, eta oraina ulertzeko atzera begira jartzea ere beharrezkoa izaten da askotan; dagoenaren eta datorrenaren bilakaera ez baita kasualitate hutsa izaten. Bilbo ezkerraldea osatzen duten herriak industria handien itxieren lekuko izan dira azken hamarkadetan, eta horrek eragina izan du lurraldearen paisaia ekonomikoan eta sozialean. Hala dio Rodriguezek: «80ko hamarkadatik, PSOEk eta EAJk ehun industrialaren desegituraketa bultzatu dute euren gobernu arduretatik. Nazioarteko lehiakortasunaren ondorioz, deslokalizazioari bidea eman diote horrela». Logika horren azken adibidea da Naval ontziola, baina baita aurretik erori ziren industria astuneko erreferenteak ere: Euskalduna, Bizkaiko Labe Garaiak, Aurrera eta Mecanica de la Peña 1980ko eta 90eko hamarkadetan desagertu ziren. Eta 2008ko krisiaren bete-betean hondoratu zen, hain zuzen ere, Babcock Wilcox.

(...)

Enpleguari dagokionez, Rodriguez ez dator bat eskualdea berpizteko proposatutako soluziobidearekin. «Eredu malgua duten enpresetan langileria askoz kolektibo hauskorragoa da, eta enpresek mekanismoak dituzte tranpak egiteko: negoziazio kolektiborako espaziorik ez dago, lan hitzarmenetako zirrikituak bilatzen dituzte eta euren etekinak areagotuz ezinezkoa da bizi baldintza oneko eredua sustatzea». Amazon enpresa eredu hori ezartzeko gai da.

(...)

Lan baldintzen kezka

Lanpostu kopuruaz, zerbitzu motaz eta zerga ereduaz gain, sortuko duen enplegu motak ere haserrea piztu du. «Amazon eredua lanaren zatiketan eta fragmentazioan oinarritzen da, langileen esplotazio are handiagoan; esklabotza da kasik. Halere, Euskal Herrian sindikatuen erresistentzia hasi da enpresen estrategia berri horren aurka borrokatzeko prest agertzen», ziurtatu du ekonomistak.

sábado, 8 de junio de 2019

“La política industrial del Gobierno Vasco es nefasta, fraudulenta y, en el mejor de los casos, negligente”

Reproduzco por su interés la entrevista realizada a Jon Bernat Zubiri en ALDA num 7




Jon Bernat Zubiri Rey, doctor en Economía y profesor de la facultad de Relaciones Laborales de la UPV
 
Asistimos al proceso de liquidación de La Naval. ¿Hay alternativas al cierre?

Inequívocamente sí. Una primera opción es que los gobiernos intervengan en dos fases: por un lado, comprando los activos industriales (terrenos, construcciones e instalaciones) por medio de un fondo público, blindándolos ante especuladores, mientras en una fase en paralelo, impulsan una empresa pública vasca desarrollando un plan de viabilidad industrial a medio plazo recuperando la carga de trabajo que tenía La Naval antes de entrar en concurso. No hay limitación europea a que haya capital mayoritario público mientras exista un plan de viabilidad industrial a medio plazo (3-5 años de carga de trabajo/pedidos).

La segunda opción sería que la empresa pública “Navantia” recuperase la negociación de la draga y, alquilando a la administración concursal las instalaciones del astillero, retomara la actividad. Son alternativas factibles desde todos los puntos de vista (legal-juridico, económico-financiero y laboral), pero exigen la implicación del sector público, algo que tanto PNV como PSOE han rechazado.
 
¿Qué razones esgrimen para su inacción?

Es una cuestión de modelo. La Consejería de Industria ha apostado por liquidar la actividad de manera que la empresa pueda ser más atractiva a un capital que no busque el relanzamiento de la actividad a nivel local, sino que busque absorber a la empresa en sus bienes intangibles. Esta opción es claramente antisocial y profundiza el desmantelamiento del tejido industrial de la comarca.
 
Euskal enpresak atzerriko kapitalei saltzen ari zaizkie (Gamesa eta Euskaltel) eta enpresaburu eta kapitalista pribatuen interesak lehenesten ari dira, ixteko zorian edo kinka larrian diren enpresetako langileen interesen gainetik.

El cierre de esta emblemática empresa vuelve a poner en la palestra el imparable proceso de desindustrialización que sufre la Margen Izquierda, Zona Minera y Encartaciones... ¿Qué diagnóstico haces de la situación?

Esta comarca forma parte de un país que ha vivido un proceso de desindustrialización muy fuerte durante las últimas décadas. La situación de la industria vizcaína es muy grave. Según datos del INE, en los dos últimos años -con crecimiento económico- se han destruido más de 13.000 empleos industriales; y Ezkerraldea está muy insertada en esa caída del tejido industrial.

Un dato que refleja claramente la desindustrialización que sufre el país: la industria de Bizkaia, Gipuzkoa y Araba ha pasado de suponer un 49% del Producto Interior Bruto en 1977, a un 29% en 2007; situándose en el 24% en 2018. El empleo industrial ha ido reduciéndose de manera imparable: de 423.000 empleos en 1975, a 274.000 en 1986, y a 188.000 en marzo de 2019.


viernes, 3 de mayo de 2019

A dose of strategic realism? Or how a strike-fund can be effective


Jon Las Heras (@jonlhc) & Lluís Rodríguez (@lluisraeco), political economists and members of the Institute of Economics and Self-Management.


Is capitalism built through class oppression? Of course. Although it seems that as we keep talking about how things are so bad, even, about how worse they are getting with the rise of proto-fascist governments across the world – despite all these (new?) phenomena – it is obvious that nothing is really changing, or at least in our favor. To such pessimist answer, we should dare to make a provocative extension and state the following: yes, capitalism is disgustingly built by putting us against each other but WITH OUR INVOLVEMENT, with us being necessary accomplices of its hegemony and of its ugly transformation.

To our mind, we need to start changing our object of attention and acknowledge that capitalism is ALSO the expression of labor’s incapacity to organize and strike back effectively. We should be more self-critical, which does not mean self-destructive and start trying new things. Don’t you feel we have had enough of compassion and that it is already the time for a recalcitrant dose of strategic realism? But when we talk about new “things”, new “methods”, we are not talking about “original” or “utterly new” forms of class struggle – as some may prefer to believe they do exist outside history –, but instead we conceive them as basic forms of class organization and solidarity that perhaps, in the right context and dose, can unfold a set of new events that surface underlying contradictions. To our mind, as it stands now, right-wing class movements are making “goals” while the radical-left remains in a sort of state of confusion, an impasse, in which the time is running against us. 

In such apparently gloomy landscape, and after seeing how European workers and class organizations have not managed to build effective transnational solidarity structures and discourses to counter-fight austerity and neoliberal regulation since 2008, a little country – Euskal Herria – in the Spanish state has provided us with renewed hopes. But these are not hopes of the kind in which the world is going to change to the much better very soon, but more realistically, that from the standpoint of an average Basque worker, there are some few things that one can do in order to make a step forward, no matter how small, but still, a step forward. A sort of successful incursion in a context of guerrilla-warfare perhaps?

More concretely, Euskal Langileen Alkartasuna (ELA), the largest and most representative trade union in the Basque Country, is a class organisation that, and from a position of ‘counter-power’, has sought to build organisational strength vis-à-vis the employers, the government and conservative unions, through the empowerment of its rank-and-file, predominantly, in collective bargaining and industrial conflict processes. Since the mid-1990s it opted to leave aside the historical turn that the rest of social-democratic unions were taking across the western world: to change from a position that seeks greater working conditions to that of conformism and micro-corporatism. A corporatist logic makes us think that the worse is to come and yet that it is better not to trigger the conflict, so we buy-into the enemy’s discourse and believe that by lowering the standards may be the explosion will put off. Ironically, such very strategy undermines all the conditions that once were gained and, at the same time, makes such actors to the eyes of the rest as accomplices of the course of history.

ELA has bet on gaining both political and financial autonomy (around 93% of its expenditures are self-covered) in order to be capable of setting some ‘red-lines’ that the rest of big unions are currently incapable of setting: not signing dual-wage-scales, not signing working-time and workload increases, not fostering calendar flexibility, not signing vacuous sector agreements that are not likely to be implemented at the workplace, and establishing new alliances with more confrontational unions and social organisations among other things. Or put it differently, this union has gained political and organizational autonomy and strength by rejecting social dialogue with the government and other conservative unions in order to establish a ‘counter-power’ strategy that seeks to protect and organize the whole Basque working class in and through their organization.

ELA has 100.000 members but it organizes just less than 10% of all the strikes taking place within the Spanish state (60 out of 600-800 per year approx.), and in the last years it has managed to organize, overall, more strikes than the second largest social-democratic trade union in Spain (Union General de Trabajadores, UGT) which has 10 times more affiliates than ELA. Moreover, the scope of action of the Basque union is smaller, i.e. the Basque Country only represents less than a 5% of the Spanish workforce, and this union only represents one-third of all Basque unionized workers. In other words, this union is the main force behind the fact that the Basque Country hosted 36% of all the strikes taking place in Spain between 2000-2017. This concretizes also in the statistical fact that a worker engaging in a strike organised by ELA loses at least 7 days more for every day lost by a strike organized by UGT. Therefore, and taking into consideration that Spain is already supposed to be one of the most conflictive countries in Europe, this Basque union is playing very tough. 

miércoles, 17 de abril de 2019

Industria vasca, el naufragio permanente


La industria vasca ha pasado de 423.000 empleos en 1975 a 194.000 en la actualidad. Una pérdida del 54% que continúa ahogando al sector con políticas neoliberales. Fagor, Xey, CEL y La Naval son ejemplos recientes de mala gestión del Gobierno y las diputaciones vascas.

El articulo ha sido reproducido en Economía Critica y Crítica de la Economía , Instituto de Ciencias Económicas y de la Autogestión , Viento Sur , Kaosenlared , Rebelión , Borroka Garaia Da , Aporrea , Lucha de Clases , Voz de América , Blog Antiimperialista , CGT-LKN Euskal Herria , LAB Industry

Protesta en La Naval, en Sestao. Ecuador Etxea

Euskal Herria es a veces considerada un referente en relación a la forma de articular la política industrial, lo que se supone que atañe a la intervención de los gobiernos forales y autonómico en el apoyo a las actividades industriales. Pero la crisis industrial de las últimas cuatro décadas es un proceso inequívoco, y algunos casos recientes de gestión por parte del Gobierno Vasco demuestran que la inacción y la defensa patronal son la norma de actuación.

La crisis económica de finales de los 70 y 80, unido a las imposiciones de la Unión Europea, llevaron a los gobiernos del PSOE y PNV a impulsar un perfil de política industrial neoliberal acelerando la destrucción de empleo y reestructuración de grandes sectores industriales y empresas emblemáticas, con fortísimo impacto sobretodo en Bizkaia. Los sectores más afectados fueron la siderurgia integral (Altos Hornos de Vizcaya), aceros especiales (Echevarría, Olarra, Aceros de Llodio, Pedro Orbezogo, Forjas Alavesas, Tubacex y Tubos Reunidos), construcciones mecanicas (Babcock Wilcox, Mecánica La Peña), construcciones eléctricas (Westinghouse, General Eléctrica), construcción naval (astilleros Euskalduna, La Naval, Astilleros Reunidos del Nervión), química (Dow Chemical), electrodomésticos línea blanca (Fabrelec, entre otras). En muchos de estos casos los despidos o cierres estuvieron sujetos a políticas estatales, por ser grandes sectores del Estado, que perjudicaron mucho más al tejido empresarial vasco frente al de otros territorios.

Según datos del último trimestre de 2018 del Instituto Nacional de Estadística (INE), la industria de Bizkaia, Gipuzkoa y Araba ha pasado de suponer un 49% del Producto Interior Bruto (PIB) en 1977 a un 29% en 2007, situándose en el 24% en 2018. El empleo industrial pasó de 423.000 empleos en 1975 a 274.000 en 1986 y 194.000 en 2018, lo que supone una pérdida de 229.000 empleos netos en este periodo. Desde entonces, los niveles de paro oficial y ampliado —los desempleados que ya no buscan trabajo—, el subempleo, la exclusión social y la pobreza se mantienen estructuralmente altos, a falta de tomar medidas más allá de leves paliativos.

Al inicio de la última crisis, la industria vasca se encontraba ya en un naufragio permanente, con causas que van más allá de una política gubernamental que no ha implementado acciones eficaces para detener el proceso de desindustrialización. De hecho, la última década perdida se salda con 24.000 personas ocupadas menos en la industria gipuzkoana, 20.000 en la bizkaina, 10.000 en la alavesa y 12.000 en la navarra. Habiéndose dado una mayor pérdida de empleos hasta 2014, la mitad de los puestos de trabajo industriales se recuperaron en 2015 y 2016, inducidos por la demanda internacional, el relajo de la austeridad troikana y el bloqueo legislativo y gubernamental. En 2017 y 2018, sin embargo, la industria bizkaína ha vuelto a perder 16.000 puestos de trabajo, siempre según el INE, anulando buena parte de la recuperación en solo dos años, mientras que Navarra sumaba casi 8.000 empleos industriales adicionales en el mismo periodo. Las recientes caídas en Gipuzkoa y Araba han sido más moderadas, como también lo fue la mejora anterior.

jueves, 6 de septiembre de 2018

Poder sindical, huelgas y negociación colectiva en el País Vasco (1995 - 2017)

A continuación reproduzco el resumen y presentación de la comunicación presentada con Jon Las Heras en el XI Congreso Vasco de Sociología y Ciencia Política el 6 de Septiembre de 2018 en Bilbao.


Según Richard Hyman, la huelga es una de las mayores expresiones de conflicto entre trabajo y capital: el proceso productivo y comercial se detiene, se activa la presión económica y financiera hacia las empresas y tanto la parte trabajadora como la empresarial consolidan sus posiciones alrededor de unos intereses estructuralmente diferenciados en la confrontación y el eventual acuerdo colectivo.

A pesar de que en Euskadi se organizan prácticamente un tercio de las huelgas de todo el Estado español, la influencia que tienen las estrategias organizativas sindicales en las dinámicas de negociación colectiva y en el desarrollo de los conflictos laborales no han sido objeto de estudio desde una perspectiva de Economía Política del Trabajo.

Así, este estudio analiza una realidad histórica particular, y arguye cómo la política sindical y los recursos de infraestructura del sindicalismo mayoritario del País Vasco, a diferencia del sindicalismo español en la CAPV, derivan en una mayor capacidad potencial de confrontación y uso de la huelga cómo herramienta central para la negociación colectiva. Los recursos de infraestructura cómo son las personas asesoras sindicales, los gabinetes económicos y jurídicos y sobre todo la caja de resistencia confederal, definen los contornos de las organizaciones y poder sindical vasco en la negociación colectiva, y explican sustancialmente esa proporción de huelgas sobre población asalariada. El uso extensivo de la caja de resistencia con un subsidio diario de huelga superior al SMI para cada huelguista, refuerza el poder laboral y sindical, permitiendo introducir en los convenios vascos ‘cláusulas anti-reforma laboral’ y en su caso, llegar a mayores niveles de confrontación para la consecución de mejores contenidos cuantitativos y cualitativos de negociación colectiva.

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According to Richard Hyman, strikes are a radical expression of the underlying conflict between labour and capital: the labour and capital valorisation processes stop, and the economic and financial pressures towards corporations increase, while workers and employers consolidate their strategies around some structurally differentiated interests. Despite the fact that one third of all strikes in Spain take place in Euskadi, the influence that organising union strategies have in collective bargaining dynamics and in the development of industrial conflict has not been studied from a Political Economy of Labour perspective.

Thus, this study analyses a particular historical reality and it argues how union policy and infrastructural resources of the mayoritarian unions in the Basque Country, in contrast to the Spanish case, result in a greater capacity of confrontation and the use of the strike as a tool in collective bargaining. The infrastructural resources and supportive union officials, the economic and lawyer offices and, above all, the confederal resistance box explain the organisational boun daries and the power that Basque trade unionism has in collective bargaining; explaining the higher rates of strike activity in the economy. The extended use of the strike-box with a daily subsidy above the minimum income for each striker reinforces worker and union power, allowing to introduce in collective agreements ‘anti-labour-reform’ clasuses and, in many cases, better cuantitative and qualitative working conditions.

domingo, 1 de julio de 2018

Avanzando en la medición del paro real en el País Vasco



Reproduzco a continuación el artículo publicado en Sin Permiso junto a Julen Bollaín. El artículo ha sido difundido también en Rebelión y Economía Critica y Critica de la Economía 




Del paro en la historia...

La existencia de parte de la población que estando en edad, en condiciones y en disposición de trabajar remuneradamente que carece de un empleo no es un fenómeno surgido durante el siglo XX. Ya en la Edad Media había personas que estaban desocupadas, conocidas por aquel entonces como holgazanas o vagabundas. En este sentido, John Burnett en su libro “Idle Hands: The Experience of Unemployment, 1790-1990”[1], explicaba ya en 1994 cómo hasta el siglo XIX analistas ingleses “identificaban a los desempleados principalmente con los ‘inadaptados’ y trotamundos que dormían a la intemperie y deambulaban de noche por las calles”.

Así, no será hasta 1881 cuando por primera vez en el Reino Unido, y aunque no de manera coherente con la definición standard actual del desempleo, será medida la tasa de desempleo. Al principio el desempleo se basó en los datos de aquellos sindicatos ingleses que pagaban prestaciones de desempleo a sus miembros.

Más adelante, el 16 de diciembre de 1911, el Parlamento Británico aprobó el llamado “National Insurance Act 1911”. Éste iba más allá de las leyes sobre los seguros contra enfermedades, accidentes de trabajo, invalidez y vejez aprobadas y lideradas por Otto Von Bismarck en el Reichstag alemán entre 1883 y 1889, ya que otorgaba a los trabajadores británicos un plan nacional obligatorio de seguro contra el desempleo. De esta manera, el desempleo comenzó a medirse a raíz de datos de trabajadores registrados y que carecieran de un empleo. Pero en este artículo no entraremos a discutir los motivos que incitaron a Bismarck a llevar adelante esas leyes, ni por qué el Canciller de Hacienda y futuro primer ministro del Reino Unido, el liberal David Lloyd George, propuso el “National Insurance Act 1911” ante su Gobierno liberal, aun cuando sus políticas, a la vez de protección y legitimación social, se sustentaban en las mediciones de la situación laboral.

Dando un salto hasta el Estado español, no será hasta 1919 cuando, tras la Ley de 27 de febrero de 1908 del Instituto Nacional de Previsión (INP) y el Real Decreto de 11 de marzo de 1919 sobre intensificación de retiros obreros, se promulgue el Real Decreto de 18 de marzo de 1919 sobre el seguro de paro forzoso. Todo ello al calor de la Revolución Soviética y de las luchas sociales y sindicales que, como la huelga de “La Canadiense” en Catalunya, representaron un punto de inflexión en la efectividad sindical y en la consecución de derechos sociales como la jornada laboral de 8 horas, en la presión necesaria para la promulgación de otras leyes sociales[2], así como en la generación de normas protectoras del empleo por medio del conflicto, la huelga y la formalización de bases de trabajo (convenios colectivos) entre empresarios y sindicatos[3]. Sin embargo, el sistema de los Seguros Sociales en el Estado español no se consolidó hasta la instauración de la II República Española, cuya constitución de 1931 afirmaba en su artículo 46 que "la República asegurará a todo trabajador las condiciones necesarias de una existencia digna. Su legislación social regulará: los casos de seguro de enfermedad, accidente, paro forzoso, vejez, invalidez y muerte, (así como) la protección de la maternidad"[4].

Este sistema de Seguros Sociales fue convertido finalmente en 1963 en un sistema de Seguridad Social a través de la Ley de Bases de Seguridad Social de 28 de diciembre de 1963. Y fue en este marco cuando, por primera vez, el Instituto Nacional de Estadística (INE) creado en 1945, realizó la primera Encuesta de Población Activa en 1964.

…al paro en el capitalismo postfordista

Pero no cabe duda de que la realidad actual es muy distinta a la de hace más de medio siglo. En los países centrales de la economía mundial, se conformó un capitalismo industrial que generó mercados internos de trabajo y bajas tasas de desempleo, gracias también a políticas de regulación keynesiana donde primaba el pleno empleo como objetivo de política económica y un sistema de relaciones laborales con sindicatos fuertes en las empresas. El giro neoliberal y conservador en las políticas económicas en la década de 1980 asentaron, en un paulatino cambio de paradigma, un capitalismo desatado[5] donde la lógica financiera se impuso a la lógica industrial-productiva, y donde en esta última la norma del empleo ha pasado a ser la flexibilidad laboral, la externalización, subcontratación y precariedad laboral. A ello se ha unido el ataque contra el sindicalismo para destruir, debilitar o devaluar la influencia del mismo en la negociación colectiva y la huelga, desgastando sus recursos de poder y aislando también los elementos más combativos con la intención de limitar el contrapoder a las políticas empresariales que asientan este modelo de empleo, precariedad y desempleo[6].

Es necesario optimizar los indicadores que utilicemos en el presente para medir la precariedad y el desempleo. Debemos entender la realidad del siglo XXI, en la que el desempleo no puede ser medido como se hacía en el siglo XX. Porque en el siglo XXI deben darse respuesta a los problemas con métodos del siglo XXI.

La dinámica de los mercados de trabajo actuales nos demuestra que existe una gran precariedad en el empleo, afectando en el Estado español a la mayoría de la población asalariada: menos de la mitad de la población afiliada al régimen general de la Seguridad Social en 2017 tenía un contrato indefinido a jornada completa (47,9%) y la mayoría (52,1%) presentaba algún tipo de precariedad: subiendo los contratos a tiempo parcial y fijos-discontinuos, contratos temporales y/o trabajo por horas, etc. A su vez, la Encuesta de Población Activa confirma la precariedad del empleo generado en la recuperación, en el periodo 2013-2017 con la creación de 1’86 millones de empleos, siendo 918.000 de éstos temporales e incrementando la tasa de temporalidad del 23,7% al 26,7%[7]. Para completar este mapa de precariedad, hay que sumar la temporalidad involuntaria, con pocas mediciones al respecto pero seguramente con una mayoría de contratos en esa situación. También las mediciones de contratación parcial involuntaria, que en el Estado español afecta a 2,8 millones de personas trabajadoras, de las cuales 1,2 millones de mujeres y 500.000 hombres lo hacen de forma no voluntaria. En términos porcentuales, según los datos de la OIT, el número de personas que trabajan a tiempo parcial de forma involuntaria es de alrededor del 60%[8].

sábado, 30 de junio de 2018

[Reseña] Joxe Elorrieta. Echando leña al fuego de la mirada sindical contracorriente. Clase, territorio y nuevas alianzas (2017)

Joxe Elorrieta; ECHANDO LEÑA AL FUEGO DE LA MIRADA SINDICAL CONTRACORRIENTE. CLASE, TERRITORIO Y NUEVAS ALIANZAS, Icaria Editorial, 2017 (296 pp.), ISBN 978-8498887617



http://www.revistaeconomiacritica.org/sites/default/files/revistas/Revista_Economia_Critica_25.pdf


Jon Las Heras Cuenca
University of Manchester y Mondragón Unibertsitatea

 

Lluís Rodríguez Algans
Asociación de Economía Crítica e Instituto de Ciencias Económicas y de la Autogestión

 

Jon Bernat Zubiri Rey
Euskal Herriko Unibertsitatea y Centre de Recherche en Économie de Grenoble

 
Este artículo expone de forma sintética y constructiva el análisis que Joxe Elorrieta nos presenta en Una Mirada Sindical Contracorriente (Elorrieta 2017), interpretando el mismo con ayuda de lecturas complementarias.
 

El libro busca enardecer el debate sobre el posicionamiento que los sindicatos han tomado con respecto a los procesos neoliberales y de globalización capitalista. Desde una perspectiva de clase, explica cómo la clase trabajadora y sus organizaciones sindicales han sido "desempoderadas" durante las últimas décadas. A su vez, y de manera muy cuidadosa, escapa de cualquier lectura estructuralista o inmovilista que reniegue o empequeñezca la acción de la clase trabajadora en la transformación del capitalismo y su sustitución por un sistema más justo y sostenible. Joxe Elorrieta hace uso en este libro de una vasta literatura académica de economía política radical y relaciones laborales, problematizando la acción estratégica de los sindicatos en Euskalerria, especialmente la de ELA – Euskal Langileen Alkartasuna (Dufour y Hege 2017; 2013; 2009; Giménez 2012; Iriarte 2017; Kortabarria 2016; Letamendia 2004). El libro es pues rico en contenido histórico y teórico, y, por tanto, no dejará al lector impasible ante los argumentos que presenta. La doble formación y experiencia del autor cómo economista sindical y doctor en Ciencia Política (Elorrieta 2011), pone el colofón a sus 20 años de Secretario General del sindicato, aportando una mirada rica en matices y poniendo el foco de atención en los temas tratados, de máxima conexión práctica.
 
Una Mirada Sindical Contracorriente está estructurado en cuatro capítulos, y sigue una lógica clara para que el lector entienda los procesos de acumulación y lucha de clases más generales, así como la forma concreta en la que se plasman en Euskalerria. Por lo tanto, podemos entender que el libro tiene como objetivo situar a la clase trabajadora y al sindicalismo como sujetos transformadores dentro de una economía globalizada. Los dos primeros capítulos nos presentan una revisión histórica y teórica de los procesos que llevaron al surgimiento del neoliberalismo y la globalización capitalista como proyectos de renovación y relocalización de la dominación de clase; mientras que los dos últimos capítulos son una revisión de los problemas y dilemas estratégicos a los que el sindicalismo occidental y vasco, respectivamente, se han enfrentado durante las últimas décadas. A lo largo de todo el libro se complementa la exposición con numerosas notas complementarias, 573 en total a lo largo de las casi 300 páginas, dando pistas de profundización, también accesibles en la extensa bibliografía utilizada.


Desde la introducción se apela a una renovación del sindicalismo, así como del resto de fuerzas sociales y políticas, frente a "la pasión verdaderamente delictiva" del capitalismo (Badiou 2012), que hace uso de la austeridad, la deuda y la regresión social para lograr sus objetivos lucrativos. Remarcando que vivimos gobernados por "la ética o política de las bandas de ladrones" (Sarrionandia, 2015), la relaciona con Tolstoi (1900) en su alegato de que "en nuestra sociedad se ha constituido un grupo de individuos que desposee a los trabajadores, mediante actos de verdadero bandolerismo, de todo el producto de su trabajo" (citado en Elorrieta 2017: 49). En un "sistema que es anti-nosotros" tal y como planteó 15-M, entiende que el proceso de globalización capitalista "ha procedido, sin resistencia organizada, a la individualización de toda la biografía laboral" (Elorrieta 2017: 20). El autor hace un llamamiento a una alianza para salir de la actual situación, que en el contexto vasco debería alejarse de la "vía Maltzaga" (unión del PNV y la izquierda abertzale, propuesta de Telesforo Monzón en la Transición), dada la "inequívoca opción neoliberal del PNV" (22).


(...) http://revistaeconomiacritica.org/sites/default/files/revistas/n25/18-LasHeras-Rodriguez-Bernat_Clase-Territorio-NuevasAlianzas.pdf


Sin embargo, en el libro hemos encontrado a faltar algunas cuestiones que consideramos cruciales al abordar las materias tratadas en general y también en el marco propio de Euskalerria.
 

Por un lado, el debate sobre la renovación y revitalización sindical pasa obligadamente por las experiencias y formas de implantación efectiva del sindicato en el centro de trabajo, la organización de la sección sindical. Elorrieta no trata este aspecto en el libro, pese a tener ELA una aproximación interesante al modelo organizativo de centro de trabajo y empresa, llegándose incluso a teorizar una "estrategia de sustitución" de la representación unitaria por la sindical, con el objetivo de reforzar el sindicalismo en los centros de trabajo. De esta forma se pretende hacer frente a los problemas que plantea la representación unitaria, especialmente el desincentivo de la afiliación y militancia sindical (ELA, 1991)8. La capacidad organizativa de las secciones sindicales es sin embargo una cuestión crucial en el marco del capitalismo postfordista, puesto que la organización de una sección sindical con presencia en un centro de trabajo con varias empresas, en varios centros de trabajo de una misma empresa o incluso en varias empresas de un mismo grupo, permite la negociación de convenios que puedan incluir empresas matrices y subcontratadas, empresas con varios centros de trabajo o los grupos de empresas mercantiles. Cuando hablamos del "lugar" la sección sindical en los centros de trabajo es un elemento crucial a tener en cuenta y, por tanto, unas referencias a las experiencias sobre cómo se interviene sindicalmente en estos parámetros hubieran sido necesarias, atendiendo a las propuestas de renovación existentes, tales como la de impulsar secciones multi-sectoriales o multi-profesionales arraigadas en el territorio (Béroud et al. 2008; 2009; 2013; Zubiri 2011).

Más allá de la escala micro-empresarial, la participación sindical en aspectos de política económica, industrial o fiscal se ha venido canalizando en el denominado "dialogo social" o "concertación social", si bien éste ha demostrado limitaciones en cuanto a una efectiva influencia sindical en dichas materias, que ha sido menor y muchas veces para validar las políticas neoliberales, además de las ya citadas contraindicaciones de las que es objeto el propio sindicalismo. Pero si el "diálogo social" no es la vía adecuada, ¿cual es o puede ser la alternativa para influir sindicalmente en la política económica, industrial y laboral? La alternativa "macrosindical" para influir en las políticas públicas no es un planteamiento genérico de contrapoder. Algunas vías de intervención alternativas exploradas por el sindicalismo europeo pasan por incrementar la participación y control sindical de los procesos productivos, económicos y de inversión en empresas y sectores vía negociación colectiva, con participación sindical (o no) en el accionariado y la dirección. Este aspecto en tanto se extiende por ley, acuerdo colectivo o de facto a toda la estructura económica, supone sin duda un elemento que configura el poder en las relaciones laborales hacia una nueva democracia industrial con participación de las personas trabajadoras (Baylos 1992; Poole 1995; Landa 2004; Fernández Steinko 2000).


La aplicación de una democracia industrial de este tipo en España se podría canalizar por una ampliación de los derechos sindicales de información, consulta y participación, vía cambio legislativo o en su introducción en la negociación colectiva, en materias contable, mercantil y económica, productiva, organizativa y laboral, fundamentales también para la preparación, seguimiento del cumplimiento de acuerdos en la negociación colectiva y anticipación a eventuales reestructuraciones empresariales (AA.VV 2017). Lo anterior es si cabe más necesario en los importantes procesos de reestructuración y crisis empresarial que se han dado en el marco temporal que analiza Elorrieta de crisis económica, y dónde la recuperación de empresas para su posterior transformación en sociedad laboral o cooperativa se torna cómo acción estratégica imprescindible para defender las condiciones y nivel de empleo, así como la estructura industrial del país. La práctica sindical previa es imprescindible para acometer con garantías dichas experiencias de control obrero, además de requerir de un apoyo técnico especializado para evaluar las alternativas de inversión y la viabilidad económica de la transformación (Iriarte 2017; Mata y Rodríguez 2016), respecto a lo cual ELA también tiene ejemplos que aportar (Villarreal 2016). Hubiera sido necesario un análisis y crítica de estas cuestiones, así como de las posibles contradicciones y dificultades del sindicalismo combativo para impulsar experiencias de control sindical, como alternativa al diálogo social, y teniendo en cuenta que en el ámbito vasco empiezan a elaborarse reflexiones en este sentido vinculando relaciones laborales y modelo de desarrollo, análisis de algunas experiencias europeas de relaciones laborales, inversiones, desarrollo tecnológico, asignación de ganancias y formación (LAB 2015).


A su vez, hubiera sido oportuno citar las contradicciones y dificultades que los sindicatos encuentran a la hora de defender conjuntamente, también en un plano de sindicalismo internacional, el empleo y sus condiciones en empresas multinacionales o con capacidad de trasladar producción, inversiones y excedentes financieros a su antojo, alterando datos y contabilidades y, por tanto, condicionando sobremanera el terreno de disputa sindical, generando así causas económicas y productivas justificativas -legalmente- de reestructuraciones laborales. Estos fenómenos se acentúan en el marco de la financiarización de las estructuras de capital de las empresas y de la economía en general (Albarracín y Gutierrez 2012). En relación a ello, también hubiera sido interesante la cita de las contradicciones sistémicas y sindicales respecto al empleo, vinculadas a la necesidad de defender una política económica y ecológica que respete los derechos humanos y la sostenibilidad del ecosistema, como puede ser en los casos de las industrias de acero y energéticas vinculadas con los combustibles fósiles o las industrias armamentísticas.


El libro apunta hacia la necesidad de optar por un sindicalismo estrechamente vinculado a otras organizaciones de clase y movimientos sociales, con dos objetivos interdependientes: (i) tejer nuevas alianzas con nuevos actores sociales, ya sean sindicatos o movimientos sociales, para demandar transformaciones y mejoras socioeconómicas, enmendando así la traición de los partidos socialdemócratas tras haberse posicionado en defensa del capital; (ii) poder plantear problemas políticos, económicos y sociales a la sociedad en su conjunto desde una perspectiva de "contrapoder" y, más importante, desde una posición de igualdad con los movimientos sociales, y no de subordinación como ocurrió anteriormente con los partidos políticos (Elorrieta 2017 : 33-38, 45-46, 64-72, 135-38, 171-75, 205-10, 217-219). En esta línea de renovación estratégica hemos echado de menos un análisis, ni que fuera sucinto, de los ejemplos de alianzas sindicales y sociales, como la organización con otras organizaciones del proceso que culminó en la "Carta de Derechos Sociales de Euskalerria"9, de "Alternatiben Herria"10 junto con el movimiento cooperativista y de la economía social y solidaria o el impulso y participación en espacios de análisis y debate cómo los Encuentros Ecosocialistas Internacionales11 o el Euskal Gune Ekosozialista12, cómo ejemplos de programas de actuación con participación sindical y social alternativos también al dialogo social y concertación neoliberal.


(...)


8 ELA en sus congresos se expresaba en este sentido: "La vitalidad de las secciones sindicales es la cuestión prioritaria del sindicalismo que quiere ser reivindicativo. El poder sindical está en relación directa con nuestra capacidad de sindicalizar empresas y, desde ahí, extender la acción sindical a otros ámbitos. Allí donde hay secciones sindicales que se organizan hay resultados: afiliación, representación, formación, negociación colectiva y participación en la vida federal, comarcal y confederal." (ELA, 2008); "La Sección Sindical, impulsada, liderada y dinamizada por el Delegado o Delegada Sindical, necesita compartir responsabilidades siendo imprescindible para ello el reparto de tareas. La clave de la sindicalización son las personas militantes que convierten en objetivo estratégico la afiliación conscientes de que es lo único que nos da correlación de fuerzas". (ELA, 2013).


9 http://www.eskubidesozialenkarta.com
 

10 http://alternatibenherria.eus
 

11 http://2016.alterecosoc.org
 

12 https://guneekosozialista.noblogs.org
 
http://revistaeconomiacritica.org/sites/default/files/revistas/n25/18-LasHeras-Rodriguez-Bernat_Clase-Territorio-NuevasAlianzas.pdf