viernes, 25 de octubre de 2019

Economía capitalista: conflicto y poder sindical

Economía capitalista: conflicto y poder sindical


Reproduzco a continuación el artículo publicado con Jon Las Heras en el blog Economía para todas en El Salto

Asimismo ha sido reproducido en Avantar - Diario dixital de Confederacion Intersindical Galega , Economía Crítica y Crítica de la Economía , Viento Sur , Borroka Garaia da! , RebelionKaosenlared , GREPA - Grupo de Economía Política Alternativa 



No hay que fiarse de los discursos económicos dominantes

Si al estudiantado de economía se le pide que defina conceptos como explotación, capitalismo, sistemas económicos, crisis económica, poder económico o clases sociales nos encontraremos con un gesto de total confusión, si no de indiferencia: “pero si a mí solo me enseñan a hacer derivadas ¿de qué me hablas?” Con toda probabilidad las estudiantes desconocerán corrientes de análisis económico y corrientes de la economía política alternativa o radical: las perspectivas kaleckiana y postkeynesiana, regulacionista, institucionalista, ecologista y feminista, las múltiples formas de entender el marxismo o las concepciones de economía socialista y autogestionaria, impulsadas por economistas de ámbito nacional e internacional [1].

Esto es, sin duda, una muy mala noticia. Sin embargo, y pese a la tenaz voluntad de quienes detentan el poder académico y político por marginar, esconder y silenciar dichas corrientes, la realidad es que la economía capitalista real y, desde luego, las relaciones laborales existentes se entienden principalmente con los conceptos antedichos. Estos conceptos también han dado lugar a cursos de introducción a la economía política como base de planes de estudios e investigación alternativos pero, y a pesar de la necesidad de ampliar las miras, el sistema económico dominante y sus aparatos políticos e ideológicos se reproducen a través de lo que algunos autores denominan como la “dimensión vertical” o el “poder de clase”.

El poder de clase en el capitalismo puede entenderse como la autoridad y poder que ejercen desde las empresas, propietarios, directivos o perfiles de supervisores y responsables sobre trabajadoras con, por ejemplo, la amenaza de sanción o despido; la forma en la que intelectuales y tecnócratas de diversa índole argumentan para deliberadamente desposeer a personas “no expertas” de cualquier conciencia crítica, evitar preguntas indeseadas, siquiera realizar propuestas alternativas; así como el poder institucional de la patronal, gobiernos y, eventualmente, algunas organizaciones obreras conservadoras sobre el resto de segmentos de la clase trabajadora, en contraposición con aquella más combativa y organizada en sindicatos de contrapoder, a la hora de establecer el “modelo de país”. Todos estos aspectos condicionan y determinan las decisiones sobre la organización del trabajo y la producción, el intercambio o comercio, la inversión, la explotación, el excedente y los procedimientos a seguir para distribuir ese valor económico producido entre salarios y beneficios. En definitiva, no hay que fiarse de los discursos económicos dominantes, porque la ideología y política liberales determinan la forma en la que nuestra sociedad capitalista se reproduce materialmente y ésta condiciona, a su vez, nuestra forma de pensar e interactuar con el prójimo.

Esta explicación quizás pueda parecer demasiado teórica o abstracta. Quizás con un par de ejemplos concretos derivados de procesos de crisis empresarial, enmarcados en los ciclos y crisis económicas recurrentes en el capitalismo, sea posible engarzar el discurso académico con la realidad económica y de las relaciones laborales, apuntando así a la necesidad imperiosa de desarrollar una actitud crítica para organizar prácticas más subversivas y emancipadoras de la realidad que nos rodea.

El pasado año 2018 en un grupo empresarial en Euskalerria dedicado a la fabricación de tubo industrial de acero, la dirección del mismo presentó un plan de reestructuración que buscaba “asegurar la viabilidad empresarial” afectando principalmente a la planta productiva situada en Sestao y Trapagaran, en Bizkaia. Este plan consistía en aplicar un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) para el despido colectivo de 157 trabajadores de un total de 420 (mayoría hombres), la reducción de un 25% de los salarios para aquellos que no fueran despedidos, y el cierre de la acería de la planta que implicaba a medio plazo el cierre de la misma en la comarca. La plantilla, organizada en varios sindicatos, planteó una oposición razonada en la ausencia de causa económica y productiva para el despido colectivo y el cierre de la acería. Durante el proceso exigió la documentación e información necesaria para realizar, por medio de sus gabinetes técnicos, un análisis económico de viabilidad industrial que resultó certero y permitió mantener el empleo y la industria, como se demostró posteriormente. A su vez pese a la cobertura legal, por las reformas laborales de PSOE y PP (2010-2012), y la voluntad del grupo empresarial de despedir a la gente y cerrar la planta, situada en una comarca de permanente desindustrialización, los trabajadores organizaron una huelga indefinida de jornada completa que se alargó 43 días hasta que la dirección cedió y retiró el ERE, hecho muy poco habitual en este tipo de procesos, sin imponer posteriormente medidas de despido o reducción salarial. Esta huelga, secundada por toda la plantilla e impulsada principalmente por los sindicatos vascos ELA, LAB y ESK, de un perfil reivindicativo, de contrapoder, tuvo el apoyo de las respectivas cajas de resistencia para que los trabajadores pudieran mantener un nivel suficiente de ingresos pese a la pérdida de salario por ejercer el derecho a huelga. De otra forma y con otros planteamientos sindicales, hubiera sido imposible el mismo resultado.

Durante el conflicto, el Gobierno Vasco, con competencias tanto en Industria (PNV) como en Trabajo (PSOE), trató de “mediar” en clave de dialogo social ante la solicitud del grupo empresarial acorralado por la presión sindical de huelga, con la intención de debilitar la posición de poder sindical y las reivindicaciones planteadas. Sin embargo, la mediación no fue aceptada y no consiguieron sus objetivos. La expresión del conflicto en este caso, en un sector industrial masculinizado, se centró en quien paga la contracción económica cuando ha existido un abundante reparto de beneficios en años anteriores. La defensa del empleo, la actividad industrial y del salario resultó efectiva gracias a la oposición de estos sindicatos a los planes del grupo empresarial, en contraposición a un grupo empresarial que piensa primordialmente en maximizar rentabilidad y beneficios, o a un gobierno que trata de intervenir en defensa de los intereses de sus empresarios. La lógica de concertación social, la mediación del gobierno entre el trabajo y el capital, perseguía con la falaz búsqueda del “término medio”, permitir que se impusieran los objetivos empresariales [2].

sábado, 22 de junio de 2019

Amazon trae a Ezkerraldea más economía de servicios y desmantelamiento industrial


El articulo ha sido reproducido en Borroka Garaia Da

El gigante del comercio se instala en Trapagaran con su modelo de salarios bajos, temporalidad y externalización. Los sindicatos anuncian que le harán frente. SINDIKALAGENDA ekainak 22-27.


Amazon abre las puertas de su centro en Trapagaran, “a la conquista de los barrios obreros de la margen izquierda”. El gigante del comercio en red se asienta en Bizkaia, agudizando la crisis de modelo que vive la industria y el comercio tradicional del territorio. La noticia puede parecer positiva, porque genera actividad y empleo, pero consolida un modelo productivo nefasto para los intereses de personas trabajadoras y empresas locales. Las prácticas laborales asociadas a este modelo se sustentan en bajos salarios, contratos temporales y a tiempo parcial y externalización abusiva, afectando en especial a jóvenes y mujeres. 

Amazon se ha instalado en 8.000 metros cuadrados de los antiguos terrenos de la Babcock Wilcox, empresa centenaria cerrada en 2011, gracias a la recalificación del Ayuntamiento y el apoyo del alcalde de Trapagaran. Tras años de desatención urbanística, la zona pasará a ser un centro empresarial que generará desplazamientos, necesidades de aparcamiento y servicios auxiliares. Amazon se caracteriza por un sistema productivo altamente automatizado, de trabajo flexible y estresante, suponiendo cambios importantes respecto al modelo laboral que anteriormente se ha desarrollado en la zona. El sindicato ELA ha manifestado que “no van a permitir que ninguna empresa aplique modelos precarios, y estará al servicio de las trabajadoras y trabajadores para organizarse y luchar contra ello”.

El modelo laboral de Amazon se basa en trocear y fragmentar el empleo para dominar a la fuerza de trabajo favoreciendo su mayor explotación. Su modus operandi es claro : mientras la plantilla directa es sometida a una gran carga de trabajo y jornadas excesivas con salarios bajos, la plantilla flotante de ETTs funciona con contratos por días u horas. Además, de sustenta en el abuso de figuras laborales fraudulentas, como los falsos autónomos.

El sindicalismo vasco anuncia que no va a permitir abusos y está por ver si los responsables políticos continúan del lado de la multinacional o si, por el contrario, impulsan que la Inspección de Trabajo de Bizkaia intervenga ante los desmanes del gigante global. En esa misma orientación, el movimiento sindical y social de la comarca, se movilizó el pasado sábado 14 de junio y por vigésimo año consecutivo, con la “Marcha por Ezkerraldea” con el objetivo de denunciar el paro y la precariedad laboral. 

viernes, 21 de junio de 2019

Makinen ondorengo produktuak

Reproduzco a continuación el artículo que ha hecho la periodista Uxue Gutierrez en Berria, dónde recoge algunas consideraciones que hacemos al hilo de la instalación de la empresa Amazon en Ezkerraldea.


Amazon AEBetako banaketa enpresak gune logistiko berria irekiko du Trapagaranen datozen egunetan. Proiektu horrek eztabaida asko piztu ditu; sindikatuek salatu dute Amazonek «lan prekarioa» sortzen duela; enpresaburuek, berriz, uste dute Amazonek sortuko duen aberastasuna atzerrian islatuko dela.
 

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Euskal Herriko industriaren behinolako epizentroan kokatuko da banatzailea, zerbitzuen aroa bete-betean besarkatu duen eremuan. «Fabrika industrialen itxieren ondotik heldu dira zerbitzu enpresak, eta batez ere banaketa enpresak eta enpresa komertzialak». Lluis Rodriguez ekonomistak azaldu du fenomeno hori industrialde izandako eremu askotan gertatzen ari dela. Aldaketak bainoago, ezartzen ari diren merkataritza ereduek kezkatzen dute: «Amazonen eta merkataritza gune erraldoien ereduak ekonomia eta bizitza botere transnazional oligopolikoen menpe uzten du, eta kontrakoa sustatu behar da».

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Rodriguezek, berriz, argi du tokian tokiko merkataritzaren aldeko apustua egin beharko litzatekeela. «Tokiko saltokiek auzoen bizitza elikatzen dute, eta jendea espazio publikoetara erakartzen. Merkataritza tradizionalak enplegu gehiago eta hobea sortzen du».

Bada, Amazonek piztu dituen kezken artean ageri dira sortuko dituen lanpostuen kopurua eta mota. 50 lanpostu iragarri ditu, aurretik lur horretan zegoen enpresak sortzen zituen baino nabarmen gutxiago. «BabcockWilcox 5.500 langile izatera iritsi zen 70eko hamarkadan, eta 2011n, ixteko prozesua hasi zuenean, 400 behargin inguru zituen. Amazonek 50 lanpostu sortuko ditu; nahiko eskasa dirudi, herriaren eta inguruko eremuen egoera ikusita».

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Aldaketaren itzala

Eraldatu ala hil. Egoera hori du Ezkerraldeak aurrean, lantokien itxiera geldiezinaren poderioz. Amaiera orok beste hasiera bat ekarri ohi du, eta oraina ulertzeko atzera begira jartzea ere beharrezkoa izaten da askotan; dagoenaren eta datorrenaren bilakaera ez baita kasualitate hutsa izaten. Bilbo ezkerraldea osatzen duten herriak industria handien itxieren lekuko izan dira azken hamarkadetan, eta horrek eragina izan du lurraldearen paisaia ekonomikoan eta sozialean. Hala dio Rodriguezek: «80ko hamarkadatik, PSOEk eta EAJk ehun industrialaren desegituraketa bultzatu dute euren gobernu arduretatik. Nazioarteko lehiakortasunaren ondorioz, deslokalizazioari bidea eman diote horrela». Logika horren azken adibidea da Naval ontziola, baina baita aurretik erori ziren industria astuneko erreferenteak ere: Euskalduna, Bizkaiko Labe Garaiak, Aurrera eta Mecanica de la Peña 1980ko eta 90eko hamarkadetan desagertu ziren. Eta 2008ko krisiaren bete-betean hondoratu zen, hain zuzen ere, Babcock Wilcox.

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Enpleguari dagokionez, Rodriguez ez dator bat eskualdea berpizteko proposatutako soluziobidearekin. «Eredu malgua duten enpresetan langileria askoz kolektibo hauskorragoa da, eta enpresek mekanismoak dituzte tranpak egiteko: negoziazio kolektiborako espaziorik ez dago, lan hitzarmenetako zirrikituak bilatzen dituzte eta euren etekinak areagotuz ezinezkoa da bizi baldintza oneko eredua sustatzea». Amazon enpresa eredu hori ezartzeko gai da.

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Lan baldintzen kezka

Lanpostu kopuruaz, zerbitzu motaz eta zerga ereduaz gain, sortuko duen enplegu motak ere haserrea piztu du. «Amazon eredua lanaren zatiketan eta fragmentazioan oinarritzen da, langileen esplotazio are handiagoan; esklabotza da kasik. Halere, Euskal Herrian sindikatuen erresistentzia hasi da enpresen estrategia berri horren aurka borrokatzeko prest agertzen», ziurtatu du ekonomistak.

sábado, 8 de junio de 2019

“La política industrial del Gobierno Vasco es nefasta, fraudulenta y, en el mejor de los casos, negligente”

Reproduzco por su interés la entrevista realizada a Jon Bernat Zubiri en ALDA num 7




Jon Bernat Zubiri Rey, doctor en Economía y profesor de la facultad de Relaciones Laborales de la UPV
 
Asistimos al proceso de liquidación de La Naval. ¿Hay alternativas al cierre?

Inequívocamente sí. Una primera opción es que los gobiernos intervengan en dos fases: por un lado, comprando los activos industriales (terrenos, construcciones e instalaciones) por medio de un fondo público, blindándolos ante especuladores, mientras en una fase en paralelo, impulsan una empresa pública vasca desarrollando un plan de viabilidad industrial a medio plazo recuperando la carga de trabajo que tenía La Naval antes de entrar en concurso. No hay limitación europea a que haya capital mayoritario público mientras exista un plan de viabilidad industrial a medio plazo (3-5 años de carga de trabajo/pedidos).

La segunda opción sería que la empresa pública “Navantia” recuperase la negociación de la draga y, alquilando a la administración concursal las instalaciones del astillero, retomara la actividad. Son alternativas factibles desde todos los puntos de vista (legal-juridico, económico-financiero y laboral), pero exigen la implicación del sector público, algo que tanto PNV como PSOE han rechazado.
 
¿Qué razones esgrimen para su inacción?

Es una cuestión de modelo. La Consejería de Industria ha apostado por liquidar la actividad de manera que la empresa pueda ser más atractiva a un capital que no busque el relanzamiento de la actividad a nivel local, sino que busque absorber a la empresa en sus bienes intangibles. Esta opción es claramente antisocial y profundiza el desmantelamiento del tejido industrial de la comarca.
 
Euskal enpresak atzerriko kapitalei saltzen ari zaizkie (Gamesa eta Euskaltel) eta enpresaburu eta kapitalista pribatuen interesak lehenesten ari dira, ixteko zorian edo kinka larrian diren enpresetako langileen interesen gainetik.

El cierre de esta emblemática empresa vuelve a poner en la palestra el imparable proceso de desindustrialización que sufre la Margen Izquierda, Zona Minera y Encartaciones... ¿Qué diagnóstico haces de la situación?

Esta comarca forma parte de un país que ha vivido un proceso de desindustrialización muy fuerte durante las últimas décadas. La situación de la industria vizcaína es muy grave. Según datos del INE, en los dos últimos años -con crecimiento económico- se han destruido más de 13.000 empleos industriales; y Ezkerraldea está muy insertada en esa caída del tejido industrial.

Un dato que refleja claramente la desindustrialización que sufre el país: la industria de Bizkaia, Gipuzkoa y Araba ha pasado de suponer un 49% del Producto Interior Bruto en 1977, a un 29% en 2007; situándose en el 24% en 2018. El empleo industrial ha ido reduciéndose de manera imparable: de 423.000 empleos en 1975, a 274.000 en 1986, y a 188.000 en marzo de 2019.


viernes, 3 de mayo de 2019

A dose of strategic realism? Or how a strike-fund can be effective


Jon Las Heras (@jonlhc) & Lluís Rodríguez (@lluisraeco), political economists and members of the Institute of Economics and Self-Management.


Is capitalism built through class oppression? Of course. Although it seems that as we keep talking about how things are so bad, even, about how worse they are getting with the rise of proto-fascist governments across the world – despite all these (new?) phenomena – it is obvious that nothing is really changing, or at least in our favor. To such pessimist answer, we should dare to make a provocative extension and state the following: yes, capitalism is disgustingly built by putting us against each other but WITH OUR INVOLVEMENT, with us being necessary accomplices of its hegemony and of its ugly transformation.

To our mind, we need to start changing our object of attention and acknowledge that capitalism is ALSO the expression of labor’s incapacity to organize and strike back effectively. We should be more self-critical, which does not mean self-destructive and start trying new things. Don’t you feel we have had enough of compassion and that it is already the time for a recalcitrant dose of strategic realism? But when we talk about new “things”, new “methods”, we are not talking about “original” or “utterly new” forms of class struggle – as some may prefer to believe they do exist outside history –, but instead we conceive them as basic forms of class organization and solidarity that perhaps, in the right context and dose, can unfold a set of new events that surface underlying contradictions. To our mind, as it stands now, right-wing class movements are making “goals” while the radical-left remains in a sort of state of confusion, an impasse, in which the time is running against us. 

In such apparently gloomy landscape, and after seeing how European workers and class organizations have not managed to build effective transnational solidarity structures and discourses to counter-fight austerity and neoliberal regulation since 2008, a little country – Euskal Herria – in the Spanish state has provided us with renewed hopes. But these are not hopes of the kind in which the world is going to change to the much better very soon, but more realistically, that from the standpoint of an average Basque worker, there are some few things that one can do in order to make a step forward, no matter how small, but still, a step forward. A sort of successful incursion in a context of guerrilla-warfare perhaps?

More concretely, Euskal Langileen Alkartasuna (ELA), the largest and most representative trade union in the Basque Country, is a class organisation that, and from a position of ‘counter-power’, has sought to build organisational strength vis-à-vis the employers, the government and conservative unions, through the empowerment of its rank-and-file, predominantly, in collective bargaining and industrial conflict processes. Since the mid-1990s it opted to leave aside the historical turn that the rest of social-democratic unions were taking across the western world: to change from a position that seeks greater working conditions to that of conformism and micro-corporatism. A corporatist logic makes us think that the worse is to come and yet that it is better not to trigger the conflict, so we buy-into the enemy’s discourse and believe that by lowering the standards may be the explosion will put off. Ironically, such very strategy undermines all the conditions that once were gained and, at the same time, makes such actors to the eyes of the rest as accomplices of the course of history.

ELA has bet on gaining both political and financial autonomy (around 93% of its expenditures are self-covered) in order to be capable of setting some ‘red-lines’ that the rest of big unions are currently incapable of setting: not signing dual-wage-scales, not signing working-time and workload increases, not fostering calendar flexibility, not signing vacuous sector agreements that are not likely to be implemented at the workplace, and establishing new alliances with more confrontational unions and social organisations among other things. Or put it differently, this union has gained political and organizational autonomy and strength by rejecting social dialogue with the government and other conservative unions in order to establish a ‘counter-power’ strategy that seeks to protect and organize the whole Basque working class in and through their organization.

ELA has 100.000 members but it organizes just less than 10% of all the strikes taking place within the Spanish state (60 out of 600-800 per year approx.), and in the last years it has managed to organize, overall, more strikes than the second largest social-democratic trade union in Spain (Union General de Trabajadores, UGT) which has 10 times more affiliates than ELA. Moreover, the scope of action of the Basque union is smaller, i.e. the Basque Country only represents less than a 5% of the Spanish workforce, and this union only represents one-third of all Basque unionized workers. In other words, this union is the main force behind the fact that the Basque Country hosted 36% of all the strikes taking place in Spain between 2000-2017. This concretizes also in the statistical fact that a worker engaging in a strike organised by ELA loses at least 7 days more for every day lost by a strike organized by UGT. Therefore, and taking into consideration that Spain is already supposed to be one of the most conflictive countries in Europe, this Basque union is playing very tough. 

miércoles, 17 de abril de 2019

Industria vasca, el naufragio permanente


La industria vasca ha pasado de 423.000 empleos en 1975 a 194.000 en la actualidad. Una pérdida del 54% que continúa ahogando al sector con políticas neoliberales. Fagor, Xey, CEL y La Naval son ejemplos recientes de mala gestión del Gobierno y las diputaciones vascas.

El articulo ha sido reproducido en Economía Critica y Crítica de la Economía , Instituto de Ciencias Económicas y de la Autogestión , Viento Sur , Kaosenlared , Rebelión , Borroka Garaia Da , Aporrea , Lucha de Clases , Voz de América , Blog Antiimperialista , CGT-LKN Euskal Herria , LAB Industry

Protesta en La Naval, en Sestao. Ecuador Etxea

Euskal Herria es a veces considerada un referente en relación a la forma de articular la política industrial, lo que se supone que atañe a la intervención de los gobiernos forales y autonómico en el apoyo a las actividades industriales. Pero la crisis industrial de las últimas cuatro décadas es un proceso inequívoco, y algunos casos recientes de gestión por parte del Gobierno Vasco demuestran que la inacción y la defensa patronal son la norma de actuación.

La crisis económica de finales de los 70 y 80, unido a las imposiciones de la Unión Europea, llevaron a los gobiernos del PSOE y PNV a impulsar un perfil de política industrial neoliberal acelerando la destrucción de empleo y reestructuración de grandes sectores industriales y empresas emblemáticas, con fortísimo impacto sobretodo en Bizkaia. Los sectores más afectados fueron la siderurgia integral (Altos Hornos de Vizcaya), aceros especiales (Echevarría, Olarra, Aceros de Llodio, Pedro Orbezogo, Forjas Alavesas, Tubacex y Tubos Reunidos), construcciones mecanicas (Babcock Wilcox, Mecánica La Peña), construcciones eléctricas (Westinghouse, General Eléctrica), construcción naval (astilleros Euskalduna, La Naval, Astilleros Reunidos del Nervión), química (Dow Chemical), electrodomésticos línea blanca (Fabrelec, entre otras). En muchos de estos casos los despidos o cierres estuvieron sujetos a políticas estatales, por ser grandes sectores del Estado, que perjudicaron mucho más al tejido empresarial vasco frente al de otros territorios.

Según datos del último trimestre de 2018 del Instituto Nacional de Estadística (INE), la industria de Bizkaia, Gipuzkoa y Araba ha pasado de suponer un 49% del Producto Interior Bruto (PIB) en 1977 a un 29% en 2007, situándose en el 24% en 2018. El empleo industrial pasó de 423.000 empleos en 1975 a 274.000 en 1986 y 194.000 en 2018, lo que supone una pérdida de 229.000 empleos netos en este periodo. Desde entonces, los niveles de paro oficial y ampliado —los desempleados que ya no buscan trabajo—, el subempleo, la exclusión social y la pobreza se mantienen estructuralmente altos, a falta de tomar medidas más allá de leves paliativos.

Al inicio de la última crisis, la industria vasca se encontraba ya en un naufragio permanente, con causas que van más allá de una política gubernamental que no ha implementado acciones eficaces para detener el proceso de desindustrialización. De hecho, la última década perdida se salda con 24.000 personas ocupadas menos en la industria gipuzkoana, 20.000 en la bizkaina, 10.000 en la alavesa y 12.000 en la navarra. Habiéndose dado una mayor pérdida de empleos hasta 2014, la mitad de los puestos de trabajo industriales se recuperaron en 2015 y 2016, inducidos por la demanda internacional, el relajo de la austeridad troikana y el bloqueo legislativo y gubernamental. En 2017 y 2018, sin embargo, la industria bizkaína ha vuelto a perder 16.000 puestos de trabajo, siempre según el INE, anulando buena parte de la recuperación en solo dos años, mientras que Navarra sumaba casi 8.000 empleos industriales adicionales en el mismo periodo. Las recientes caídas en Gipuzkoa y Araba han sido más moderadas, como también lo fue la mejora anterior.