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miércoles, 30 de diciembre de 2020

Striking to Renew: Basque Unions’ Organizing Strategies and Use of the Strike‐Fund. British Journal of Industrial Relations - LSE

Enlazo a continuación el resumen del articulo con Jon Las Heras que se publicará en la revista British Journal of Industrial Relations de la London School of Economics, cuyo resumen reproduzco a continuación. Versión borrador anterior se puede descargar desde aqui.


Cover image

Striking to Renew: Basque Unions’ Organizing Strategies and Use of the Strike‐Fund

‘There is no union renewal without striking’ has been the underlying logic driving collective bargaining and union renewal dynamics in the Basque Country. This article shows how the Basque sovereigntist unions ELA (Euskal Langileen Alkartasuna) and LAB (Langile Abertzaleen Batzordeak) have formed a ‘counterpower’ bloc, in opposition to CCOO (Comisiones Obreras) and UGT (Union General de Trabajadores) that are more prone to engage into social dialogue. The formers’ renewal strategy based on organizing workers ‘deeply’ — especially with ELA's recurrent use of a strike‐fund that fosters membership participation and affiliation through confederal solidarity — has altered union politics in the Basque Country. This has produced very high strike rates since the 2000s, perhaps the highest in Europe, and a ‘spill over’ effect that polarizes union alliances substantially. The article brings out the question of how unions could possibly locate industrial conflict within their renewal strategies and transform their organizations accordingly. Methodologically, the article contributes to the literature on strikes by underlining the importance of studying strikes critically, as a conscious collective process, in order to understand that their uneven development also derives from concrete unions’ strategies. 

British Journal of Industrial Relations
Una tentativa de traducción al castellano es la siguiente:

Hacer huelga para renovar: las estrategias de organización de los sindicatos vascos y el uso de la caja de resistencia

“No hay renovación sindical sin huelga” ha sido la lógica subyacente que impulsa la dinámica de la negociación colectiva y la renovación sindical en el País Vasco. Este artículo muestra cómo los sindicatos soberanistas vascos ELA (Euskal Langileen Alkartasuna) y LAB (Langile Abertzaleen Batzordeak) han formado un bloque de 'contrapoder', en oposición a CCOO (Comisiones Obreras) y UGT (Unión General de Trabajadores) que son más propensos a participar en el diálogo social. La estrategia de renovación basada en la organización "profunda" de los trabajadores - especialmente con el uso recurrente de ELA de la caja de resistencia que fomenta la participación y afiliación de los miembros a través de la solidaridad confederal - ha alterado la política sindical en el País Vasco. Esto ha producido tasas de huelga muy altas desde la década de 2000, quizás las más altas de Europa, y un efecto de "desbordamiento" que polariza sustancialmente las alianzas sindicales. El artículo plantea la cuestión de cómo los sindicatos podrían ubicar el conflicto industrial dentro de sus estrategias de renovación y transformar sus organizaciones en consecuencia. Metodológicamente, el artículo contribuye a la literatura sobre huelgas al subrayar la importancia de estudiar las huelgas de manera crítica, como un proceso colectivo consciente, para entender que su desarrollo desigual también se deriva de estrategias sindicales concretas.

domingo, 5 de abril de 2020

El cierre temporal de la producción en época de pandemia

El cierre temporal de la producción en época de pandemia

Cuarentena Iruñea

El Gobierno español decretó el pasado domingo el cierre por dos semanas de las actividades  no esenciales. El colapso de los hospitales en algunas comunidades autónomas, y su proximidad en otras, exige la parada cuasi general de la producción. El precedente italiano de paralización tardía y la cercanía de la Semana Santa han servido para adelantar la decisión. Muchas vidas humanas pueden perderse por demorar decisiones en favor de intereses económicos. La prioridad es frenar la pandemia y el esfuerzo que está realizando la población confinada le corresponde también al mundo empresarial, con ocho o siete días de “permiso retribuido recuperable”. Muchos consideran que esa paralización debía haberse acordado antes, sin especular sobre una evolución positiva del número de contagios detectados, mientras lo peor en términos de desborde sanitario y drama social está por llegar con el posible aumento los próximos días de los decesos diarios.

En Euskalerria la exigencia de cierre total la han realizado los partidos y sindicatos abertzales, contra la posición del Gobierno vasco que sigue defendiendo que la industria debe seguir funcionando, mientras el Gobierno navarro ha reclamado “flexibilidad” en la aplicación de la medida. A pesar de las dificultades derivadas del confinamiento, convocaron una jornada de protesta el viernes 27 de marzo para exigirlo, bajo el lema “Haserre Gaude”.

“Mientras que la reducción drástica de la movilidad es clave para contener la propagación de la pandemia, el Gobierno vasco se ha opuesto con contundencia a la paralización de los sectores productivos no esenciales”  

Así mismo, más de 1.600 sanitarias vascas realizaron una petición con firmas al Gobierno vasco para la paralización de las actividades no esenciales, con el objetivo de reducir la presión sobre el sector hospitalario y que pueda mejorarse su seguridad ante el contagio. Conviene no olvidar que la falta de material de protección ha derivado en 1.145 trabajadoras del servicio vasco de salud positivas por coronavirus a fecha 31 de marzo, lo que ha supuesto una decisión judicial que insta, tras la solicitud de ELA, a que Osakidetza lo provea de forma inmediata. Las patronales, en la misma línea que el Gobierno vasco, han criticado la decisión del parón cuasi total de la producción.

martes, 28 de enero de 2020

Hacia la huelga general en Euskal Herria

Hacia la huelga general en Euskal Herria

Reproduzco a continuación el artículo publicado con Jon Las Heras en el blog Lanaren Ekonomia

Asimismo ha sido reproducido en Instituto de Ciencias Económicas y de la Autogestión - ICEA , Economía Crítica y Crítica de la Economía , Viento Sur , Meneame ,

Greba Iruñean 

La Carta de Derechos Sociales de Euskal Herria convoca el próximo 30 de enero huelga general en las comunidades autónomas del País Vasco y Navarra bajo la consigna “pensiones, salarios y vida digna”. La plataforma agrupa a los sindicatos ELA, LAB, ESK, Steilas, EHNE, Etxalde e Hiru, así como movimientos sociales impulsados por organizaciones juveniles, feministas, ecologistas o de pensionistas. A esta huelga también se adhiere el sindicato CNT. Todas estas organizaciones sindicales y movimientos sociales agrupan y representan a por lo menos 200.000 militantes en Euskal Herria.

“La huelga debe entenderse en clave ofensiva, va más allá de las anteriores huelgas generales que solo buscaban aplacar reformas neoliberales”

La convocatoria de huelga se anunció el pasado 23 de octubre de 2019, es decir mucho antes que estuviera conformado ningún gobierno en el estado, ni tan solo celebradas las últimas elecciones. Por lo tanto, la huelga debe entenderse en clave ofensiva, pues va más allá de las dinámicas de las anteriores huelgas generales en el Estado que solo buscaban aplacar reformas neoliberales. Esta vez, la tenacidad del movimiento de pensionistas ha sido el motor de la mayoría sindical y militancia social vasca, uniendo las diferentes reivindicaciones bajo un marco común determinado: impulsar un cambio de política económica para la redistribución de renta y riqueza, así como una defensa firme de la igualdad de género y sostenibilidad de las condiciones de trabajo y vida. Quizás sea el hecho de que esta huelga no espera a que los gobiernos de turno decidan cuál es el rumbo que nuestra sociedad debe seguir lo que ha generado mayor crispación y rechazo entre ciertos actores sociales. Entender el programa y su trascendencia es necesario para disipar cualquier duda al respecto.

viernes, 25 de octubre de 2019

Economía capitalista: conflicto y poder sindical

Economía capitalista: conflicto y poder sindical


Reproduzco a continuación el artículo publicado con Jon Las Heras en el blog Economía para todas en El Salto

Asimismo ha sido reproducido en Avantar - Diario dixital de Confederacion Intersindical Galega , Economía Crítica y Crítica de la Economía , Viento Sur , Borroka Garaia da! , RebelionKaosenlared , GREPA - Grupo de Economía Política Alternativa 



No hay que fiarse de los discursos económicos dominantes

Si al estudiantado de economía se le pide que defina conceptos como explotación, capitalismo, sistemas económicos, crisis económica, poder económico o clases sociales nos encontraremos con un gesto de total confusión, si no de indiferencia: “pero si a mí solo me enseñan a hacer derivadas ¿de qué me hablas?” Con toda probabilidad las estudiantes desconocerán corrientes de análisis económico y corrientes de la economía política alternativa o radical: las perspectivas kaleckiana y postkeynesiana, regulacionista, institucionalista, ecologista y feminista, las múltiples formas de entender el marxismo o las concepciones de economía socialista y autogestionaria, impulsadas por economistas de ámbito nacional e internacional [1].

Esto es, sin duda, una muy mala noticia. Sin embargo, y pese a la tenaz voluntad de quienes detentan el poder académico y político por marginar, esconder y silenciar dichas corrientes, la realidad es que la economía capitalista real y, desde luego, las relaciones laborales existentes se entienden principalmente con los conceptos antedichos. Estos conceptos también han dado lugar a cursos de introducción a la economía política como base de planes de estudios e investigación alternativos pero, y a pesar de la necesidad de ampliar las miras, el sistema económico dominante y sus aparatos políticos e ideológicos se reproducen a través de lo que algunos autores denominan como la “dimensión vertical” o el “poder de clase”.

El poder de clase en el capitalismo puede entenderse como la autoridad y poder que ejercen desde las empresas, propietarios, directivos o perfiles de supervisores y responsables sobre trabajadoras con, por ejemplo, la amenaza de sanción o despido; la forma en la que intelectuales y tecnócratas de diversa índole argumentan para deliberadamente desposeer a personas “no expertas” de cualquier conciencia crítica, evitar preguntas indeseadas, siquiera realizar propuestas alternativas; así como el poder institucional de la patronal, gobiernos y, eventualmente, algunas organizaciones obreras conservadoras sobre el resto de segmentos de la clase trabajadora, en contraposición con aquella más combativa y organizada en sindicatos de contrapoder, a la hora de establecer el “modelo de país”. Todos estos aspectos condicionan y determinan las decisiones sobre la organización del trabajo y la producción, el intercambio o comercio, la inversión, la explotación, el excedente y los procedimientos a seguir para distribuir ese valor económico producido entre salarios y beneficios. En definitiva, no hay que fiarse de los discursos económicos dominantes, porque la ideología y política liberales determinan la forma en la que nuestra sociedad capitalista se reproduce materialmente y ésta condiciona, a su vez, nuestra forma de pensar e interactuar con el prójimo.

Esta explicación quizás pueda parecer demasiado teórica o abstracta. Quizás con un par de ejemplos concretos derivados de procesos de crisis empresarial, enmarcados en los ciclos y crisis económicas recurrentes en el capitalismo, sea posible engarzar el discurso académico con la realidad económica y de las relaciones laborales, apuntando así a la necesidad imperiosa de desarrollar una actitud crítica para organizar prácticas más subversivas y emancipadoras de la realidad que nos rodea.

El pasado año 2018 en un grupo empresarial en Euskalerria dedicado a la fabricación de tubo industrial de acero, la dirección del mismo presentó un plan de reestructuración que buscaba “asegurar la viabilidad empresarial” afectando principalmente a la planta productiva situada en Sestao y Trapagaran, en Bizkaia. Este plan consistía en aplicar un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) para el despido colectivo de 157 trabajadores de un total de 420 (mayoría hombres), la reducción de un 25% de los salarios para aquellos que no fueran despedidos, y el cierre de la acería de la planta que implicaba a medio plazo el cierre de la misma en la comarca. La plantilla, organizada en varios sindicatos, planteó una oposición razonada en la ausencia de causa económica y productiva para el despido colectivo y el cierre de la acería. Durante el proceso exigió la documentación e información necesaria para realizar, por medio de sus gabinetes técnicos, un análisis económico de viabilidad industrial que resultó certero y permitió mantener el empleo y la industria, como se demostró posteriormente. A su vez pese a la cobertura legal, por las reformas laborales de PSOE y PP (2010-2012), y la voluntad del grupo empresarial de despedir a la gente y cerrar la planta, situada en una comarca de permanente desindustrialización, los trabajadores organizaron una huelga indefinida de jornada completa que se alargó 43 días hasta que la dirección cedió y retiró el ERE, hecho muy poco habitual en este tipo de procesos, sin imponer posteriormente medidas de despido o reducción salarial. Esta huelga, secundada por toda la plantilla e impulsada principalmente por los sindicatos vascos ELA, LAB y ESK, de un perfil reivindicativo, de contrapoder, tuvo el apoyo de las respectivas cajas de resistencia para que los trabajadores pudieran mantener un nivel suficiente de ingresos pese a la pérdida de salario por ejercer el derecho a huelga. De otra forma y con otros planteamientos sindicales, hubiera sido imposible el mismo resultado.

Durante el conflicto, el Gobierno Vasco, con competencias tanto en Industria (PNV) como en Trabajo (PSOE), trató de “mediar” en clave de dialogo social ante la solicitud del grupo empresarial acorralado por la presión sindical de huelga, con la intención de debilitar la posición de poder sindical y las reivindicaciones planteadas. Sin embargo, la mediación no fue aceptada y no consiguieron sus objetivos. La expresión del conflicto en este caso, en un sector industrial masculinizado, se centró en quien paga la contracción económica cuando ha existido un abundante reparto de beneficios en años anteriores. La defensa del empleo, la actividad industrial y del salario resultó efectiva gracias a la oposición de estos sindicatos a los planes del grupo empresarial, en contraposición a un grupo empresarial que piensa primordialmente en maximizar rentabilidad y beneficios, o a un gobierno que trata de intervenir en defensa de los intereses de sus empresarios. La lógica de concertación social, la mediación del gobierno entre el trabajo y el capital, perseguía con la falaz búsqueda del “término medio”, permitir que se impusieran los objetivos empresariales [2].

sábado, 30 de junio de 2018

[Reseña] Joxe Elorrieta. Echando leña al fuego de la mirada sindical contracorriente. Clase, territorio y nuevas alianzas (2017)

Joxe Elorrieta; ECHANDO LEÑA AL FUEGO DE LA MIRADA SINDICAL CONTRACORRIENTE. CLASE, TERRITORIO Y NUEVAS ALIANZAS, Icaria Editorial, 2017 (296 pp.), ISBN 978-8498887617



http://www.revistaeconomiacritica.org/sites/default/files/revistas/Revista_Economia_Critica_25.pdf


Jon Las Heras Cuenca
University of Manchester y Mondragón Unibertsitatea

 

Lluís Rodríguez Algans
Asociación de Economía Crítica e Instituto de Ciencias Económicas y de la Autogestión

 

Jon Bernat Zubiri Rey
Euskal Herriko Unibertsitatea y Centre de Recherche en Économie de Grenoble

 
Este artículo expone de forma sintética y constructiva el análisis que Joxe Elorrieta nos presenta en Una Mirada Sindical Contracorriente (Elorrieta 2017), interpretando el mismo con ayuda de lecturas complementarias.
 

El libro busca enardecer el debate sobre el posicionamiento que los sindicatos han tomado con respecto a los procesos neoliberales y de globalización capitalista. Desde una perspectiva de clase, explica cómo la clase trabajadora y sus organizaciones sindicales han sido "desempoderadas" durante las últimas décadas. A su vez, y de manera muy cuidadosa, escapa de cualquier lectura estructuralista o inmovilista que reniegue o empequeñezca la acción de la clase trabajadora en la transformación del capitalismo y su sustitución por un sistema más justo y sostenible. Joxe Elorrieta hace uso en este libro de una vasta literatura académica de economía política radical y relaciones laborales, problematizando la acción estratégica de los sindicatos en Euskalerria, especialmente la de ELA – Euskal Langileen Alkartasuna (Dufour y Hege 2017; 2013; 2009; Giménez 2012; Iriarte 2017; Kortabarria 2016; Letamendia 2004). El libro es pues rico en contenido histórico y teórico, y, por tanto, no dejará al lector impasible ante los argumentos que presenta. La doble formación y experiencia del autor cómo economista sindical y doctor en Ciencia Política (Elorrieta 2011), pone el colofón a sus 20 años de Secretario General del sindicato, aportando una mirada rica en matices y poniendo el foco de atención en los temas tratados, de máxima conexión práctica.
 
Una Mirada Sindical Contracorriente está estructurado en cuatro capítulos, y sigue una lógica clara para que el lector entienda los procesos de acumulación y lucha de clases más generales, así como la forma concreta en la que se plasman en Euskalerria. Por lo tanto, podemos entender que el libro tiene como objetivo situar a la clase trabajadora y al sindicalismo como sujetos transformadores dentro de una economía globalizada. Los dos primeros capítulos nos presentan una revisión histórica y teórica de los procesos que llevaron al surgimiento del neoliberalismo y la globalización capitalista como proyectos de renovación y relocalización de la dominación de clase; mientras que los dos últimos capítulos son una revisión de los problemas y dilemas estratégicos a los que el sindicalismo occidental y vasco, respectivamente, se han enfrentado durante las últimas décadas. A lo largo de todo el libro se complementa la exposición con numerosas notas complementarias, 573 en total a lo largo de las casi 300 páginas, dando pistas de profundización, también accesibles en la extensa bibliografía utilizada.


Desde la introducción se apela a una renovación del sindicalismo, así como del resto de fuerzas sociales y políticas, frente a "la pasión verdaderamente delictiva" del capitalismo (Badiou 2012), que hace uso de la austeridad, la deuda y la regresión social para lograr sus objetivos lucrativos. Remarcando que vivimos gobernados por "la ética o política de las bandas de ladrones" (Sarrionandia, 2015), la relaciona con Tolstoi (1900) en su alegato de que "en nuestra sociedad se ha constituido un grupo de individuos que desposee a los trabajadores, mediante actos de verdadero bandolerismo, de todo el producto de su trabajo" (citado en Elorrieta 2017: 49). En un "sistema que es anti-nosotros" tal y como planteó 15-M, entiende que el proceso de globalización capitalista "ha procedido, sin resistencia organizada, a la individualización de toda la biografía laboral" (Elorrieta 2017: 20). El autor hace un llamamiento a una alianza para salir de la actual situación, que en el contexto vasco debería alejarse de la "vía Maltzaga" (unión del PNV y la izquierda abertzale, propuesta de Telesforo Monzón en la Transición), dada la "inequívoca opción neoliberal del PNV" (22).


(...) http://revistaeconomiacritica.org/sites/default/files/revistas/n25/18-LasHeras-Rodriguez-Bernat_Clase-Territorio-NuevasAlianzas.pdf


Sin embargo, en el libro hemos encontrado a faltar algunas cuestiones que consideramos cruciales al abordar las materias tratadas en general y también en el marco propio de Euskalerria.
 

Por un lado, el debate sobre la renovación y revitalización sindical pasa obligadamente por las experiencias y formas de implantación efectiva del sindicato en el centro de trabajo, la organización de la sección sindical. Elorrieta no trata este aspecto en el libro, pese a tener ELA una aproximación interesante al modelo organizativo de centro de trabajo y empresa, llegándose incluso a teorizar una "estrategia de sustitución" de la representación unitaria por la sindical, con el objetivo de reforzar el sindicalismo en los centros de trabajo. De esta forma se pretende hacer frente a los problemas que plantea la representación unitaria, especialmente el desincentivo de la afiliación y militancia sindical (ELA, 1991)8. La capacidad organizativa de las secciones sindicales es sin embargo una cuestión crucial en el marco del capitalismo postfordista, puesto que la organización de una sección sindical con presencia en un centro de trabajo con varias empresas, en varios centros de trabajo de una misma empresa o incluso en varias empresas de un mismo grupo, permite la negociación de convenios que puedan incluir empresas matrices y subcontratadas, empresas con varios centros de trabajo o los grupos de empresas mercantiles. Cuando hablamos del "lugar" la sección sindical en los centros de trabajo es un elemento crucial a tener en cuenta y, por tanto, unas referencias a las experiencias sobre cómo se interviene sindicalmente en estos parámetros hubieran sido necesarias, atendiendo a las propuestas de renovación existentes, tales como la de impulsar secciones multi-sectoriales o multi-profesionales arraigadas en el territorio (Béroud et al. 2008; 2009; 2013; Zubiri 2011).

Más allá de la escala micro-empresarial, la participación sindical en aspectos de política económica, industrial o fiscal se ha venido canalizando en el denominado "dialogo social" o "concertación social", si bien éste ha demostrado limitaciones en cuanto a una efectiva influencia sindical en dichas materias, que ha sido menor y muchas veces para validar las políticas neoliberales, además de las ya citadas contraindicaciones de las que es objeto el propio sindicalismo. Pero si el "diálogo social" no es la vía adecuada, ¿cual es o puede ser la alternativa para influir sindicalmente en la política económica, industrial y laboral? La alternativa "macrosindical" para influir en las políticas públicas no es un planteamiento genérico de contrapoder. Algunas vías de intervención alternativas exploradas por el sindicalismo europeo pasan por incrementar la participación y control sindical de los procesos productivos, económicos y de inversión en empresas y sectores vía negociación colectiva, con participación sindical (o no) en el accionariado y la dirección. Este aspecto en tanto se extiende por ley, acuerdo colectivo o de facto a toda la estructura económica, supone sin duda un elemento que configura el poder en las relaciones laborales hacia una nueva democracia industrial con participación de las personas trabajadoras (Baylos 1992; Poole 1995; Landa 2004; Fernández Steinko 2000).


La aplicación de una democracia industrial de este tipo en España se podría canalizar por una ampliación de los derechos sindicales de información, consulta y participación, vía cambio legislativo o en su introducción en la negociación colectiva, en materias contable, mercantil y económica, productiva, organizativa y laboral, fundamentales también para la preparación, seguimiento del cumplimiento de acuerdos en la negociación colectiva y anticipación a eventuales reestructuraciones empresariales (AA.VV 2017). Lo anterior es si cabe más necesario en los importantes procesos de reestructuración y crisis empresarial que se han dado en el marco temporal que analiza Elorrieta de crisis económica, y dónde la recuperación de empresas para su posterior transformación en sociedad laboral o cooperativa se torna cómo acción estratégica imprescindible para defender las condiciones y nivel de empleo, así como la estructura industrial del país. La práctica sindical previa es imprescindible para acometer con garantías dichas experiencias de control obrero, además de requerir de un apoyo técnico especializado para evaluar las alternativas de inversión y la viabilidad económica de la transformación (Iriarte 2017; Mata y Rodríguez 2016), respecto a lo cual ELA también tiene ejemplos que aportar (Villarreal 2016). Hubiera sido necesario un análisis y crítica de estas cuestiones, así como de las posibles contradicciones y dificultades del sindicalismo combativo para impulsar experiencias de control sindical, como alternativa al diálogo social, y teniendo en cuenta que en el ámbito vasco empiezan a elaborarse reflexiones en este sentido vinculando relaciones laborales y modelo de desarrollo, análisis de algunas experiencias europeas de relaciones laborales, inversiones, desarrollo tecnológico, asignación de ganancias y formación (LAB 2015).


A su vez, hubiera sido oportuno citar las contradicciones y dificultades que los sindicatos encuentran a la hora de defender conjuntamente, también en un plano de sindicalismo internacional, el empleo y sus condiciones en empresas multinacionales o con capacidad de trasladar producción, inversiones y excedentes financieros a su antojo, alterando datos y contabilidades y, por tanto, condicionando sobremanera el terreno de disputa sindical, generando así causas económicas y productivas justificativas -legalmente- de reestructuraciones laborales. Estos fenómenos se acentúan en el marco de la financiarización de las estructuras de capital de las empresas y de la economía en general (Albarracín y Gutierrez 2012). En relación a ello, también hubiera sido interesante la cita de las contradicciones sistémicas y sindicales respecto al empleo, vinculadas a la necesidad de defender una política económica y ecológica que respete los derechos humanos y la sostenibilidad del ecosistema, como puede ser en los casos de las industrias de acero y energéticas vinculadas con los combustibles fósiles o las industrias armamentísticas.


El libro apunta hacia la necesidad de optar por un sindicalismo estrechamente vinculado a otras organizaciones de clase y movimientos sociales, con dos objetivos interdependientes: (i) tejer nuevas alianzas con nuevos actores sociales, ya sean sindicatos o movimientos sociales, para demandar transformaciones y mejoras socioeconómicas, enmendando así la traición de los partidos socialdemócratas tras haberse posicionado en defensa del capital; (ii) poder plantear problemas políticos, económicos y sociales a la sociedad en su conjunto desde una perspectiva de "contrapoder" y, más importante, desde una posición de igualdad con los movimientos sociales, y no de subordinación como ocurrió anteriormente con los partidos políticos (Elorrieta 2017 : 33-38, 45-46, 64-72, 135-38, 171-75, 205-10, 217-219). En esta línea de renovación estratégica hemos echado de menos un análisis, ni que fuera sucinto, de los ejemplos de alianzas sindicales y sociales, como la organización con otras organizaciones del proceso que culminó en la "Carta de Derechos Sociales de Euskalerria"9, de "Alternatiben Herria"10 junto con el movimiento cooperativista y de la economía social y solidaria o el impulso y participación en espacios de análisis y debate cómo los Encuentros Ecosocialistas Internacionales11 o el Euskal Gune Ekosozialista12, cómo ejemplos de programas de actuación con participación sindical y social alternativos también al dialogo social y concertación neoliberal.


(...)


8 ELA en sus congresos se expresaba en este sentido: "La vitalidad de las secciones sindicales es la cuestión prioritaria del sindicalismo que quiere ser reivindicativo. El poder sindical está en relación directa con nuestra capacidad de sindicalizar empresas y, desde ahí, extender la acción sindical a otros ámbitos. Allí donde hay secciones sindicales que se organizan hay resultados: afiliación, representación, formación, negociación colectiva y participación en la vida federal, comarcal y confederal." (ELA, 2008); "La Sección Sindical, impulsada, liderada y dinamizada por el Delegado o Delegada Sindical, necesita compartir responsabilidades siendo imprescindible para ello el reparto de tareas. La clave de la sindicalización son las personas militantes que convierten en objetivo estratégico la afiliación conscientes de que es lo único que nos da correlación de fuerzas". (ELA, 2013).


9 http://www.eskubidesozialenkarta.com
 

10 http://alternatibenherria.eus
 

11 http://2016.alterecosoc.org
 

12 https://guneekosozialista.noblogs.org
 
http://revistaeconomiacritica.org/sites/default/files/revistas/n25/18-LasHeras-Rodriguez-Bernat_Clase-Territorio-NuevasAlianzas.pdf

jueves, 10 de mayo de 2018

[Manifiesto] Participación de l@s trabajador@s en las empresas: trazando una nueva senda para Europa


trazando una nueva senda para Europa

[Trazando una nueva senda para europa, eldiario.es]
[La CES lanza la campañá "Más democracia en el trabajo"]

Algo se ha torcido en la Unión Europea. Cuatro ejemplos dan testimonio de esta disfunción. ¿Cómo justificar que se haya permitido el desarrollo de cientos de miles de empresas ficticias, cuando el objetivo de dichas empresas “fantasma” no es otro que el evadir impuestos y normas laborales? ¿Cómo explicar que las decisiones del Tribunal Europeo de Justicia autorizaran la restricción de derechos fundamentales de las/os trabajadoras/es para apoyar estrategias empresariales cuyo único objetivo era eludir la protección de los empleados y las empleadas? ¿Cómo es posible que revelaciones recurrentes como las realizadas por los Papeles de Panamá y los Papeles del Paraíso queden sin consecuencias, mostrando la incapacidad de la UE para evitar la elusión fiscal por parte de personas adineradas y de las grandes empresas? Finalmente, ¿cómo podemos aceptar que, a pesar de grandes escándalos como el colapso de la fábrica Rana Plaza en Bangladesh, muchas empresas sigan haciendo la vista gorda ante proveedores que ignoran los derechos sociales, ambientales y humanos más básicos?

La Comisión Europea ha promovido la teoría de la “primacía accionarial”, mientras la economía real y las/os trabajadoras/es eran olvidados en el proceso. Como resultado, los beneficios empresariales vienen creciendo a expensas de los salarios desde los años noventa. Esto no tiene sentido. Las/os trabajadoras/es son parte integrante y central de las empresas: los accionistas aportan capital, pero las/os trabajadoras/es contribuyen con su tiempo, habilidades y vida. Por eso, es hora de revisar la situación de las/os más de 140 millones de empleadas/os que trabajan en empresas en la UE. Las elecciones al Parlamento Europeo se celebrarán dentro de un año, y deseamos marcar el paso de cara al próximo debate.

Estamos firmemente convencidas/os de que es vital que las siguientes cinco reformas se lleven a cabo:

- Elegir la economía real. Deben imponerse fuertes restricciones a las empresas ficticias y a los traslados de sede social: debe autorizarse el registro a las empresas solo en el país donde tengan actividades comerciales reales. Deberían también establecerse normas para evitar que las empresas puedan eludir el pago de impuestos allí donde crean el valor real, incluyendo en particular un sistema de información pública país por país, una base impositiva armonizada y una política de ‘tolerancia cero’ para todos los paraísos fiscales.

- Crear una autoridad independiente sobre movilidad de las/os trabajadoras/es. Suficientemente dotada de personal y financiación. Esta autoridad debe tener poderes efectivos, en particular para proponer y hacer cumplir las normas que protegen a las/os trabajadoras/es de la UE cuando se requiera coordinación a nivel comunitario.

- Fortalecer la participación de las/os empleadas/os en las empresas. Las/os empleadas/os deberían tener derecho a elegir representantes en los consejos de administración de las empresas, como ya es el caso en 18 de los 28 Estados miembros y en el 44% de las empresas más grandes de la UE. Para los países que integrasen este nuevo derecho, esto debería hacerse de acuerdo con sus tradiciones y prácticas de relaciones industriales. En términos generales, los derechos de los sindicatos y de los comités de empresa también deberían mejorarse.

- Crear un deber de vigilancia en relación a (empresas) subcontratistas. Las nuevas reglas deben obligar a las grandes empresas a cuidar y responsabilizarse de toda su cadena de suministro a fin de evitar la violación de derechos humanos y sociales básicos por parte de sus subcontratistas.

- Crear un marco de información vinculante adaptado a los desafíos del siglo XXI. Las normas contables no deberían dejarse en manos de un organismo privado (el Consejo de Normas Internacionales de Contabilidad) principalmente interesado en el valor para el accionista; deben tener en cuenta la sostenibilidad. Deben seguir desarrollándose informes extra-financieros que proporcionen más transparencia en asuntos sociales y medioambientales, incluidas las cuestiones de igualdad de género, que deben abordarse de manera mucho más enérgica.

Las reformas mencionadas no son exhaustivas, pero muestran la dirección que deberían tomar las nuevas medidas: las/os trabajadoras/es de la UE no deben quedar fuera de la construcción de la UE por más tiempo. Estas vitales reformas -que sientan las bases de nuevos derechos, y obligaciones para las empresas- proporcionan una impronta para un nuevo modelo europeo a la vez capaz de aunar a Estados cuyos derechos están demasiado fragmentados, y de distinguirnos de los modelos anglosajones y del capitalismo asiático. Este nuevo modelo europeo se basa en el legado de un humanismo que ha de convertirse en una fuerza en la globalización. ¡

Ha llegado la hora del cambio!

Algunos de los firmantes europeos son: 

Luca Visentini (ETUC SG), Peter Scherrer (ETUC deputy SG), the German DGB (Reiner Hoffmann, President), the Italian CGIL (Susanna Camusso, GS), the Spanish CCOO (Unai Sordo, GS), UGT (Pepe Álvarez), ELA (Adolfo Muñoz "Txiki"), the UK TUC (Frances O’Grady),  the French CFDT, CFE-CGC, UNSA, CFTC and a CGT federation, and SGs or Presidents of leading trade unions in other countries such as Switzerland, Portugal, Austria, Luxembourg and Bulgaria. It also has the support of Emilio Gabaglio, former ETUC General Secretary, and John Monks, former General Secretary TUC and ETUC, Member of House of Lords. Regarding politicians, it has the support of Enrico Letta (former prime minister of Italy), several MEPs (including Thomas Händel, chair of the European Parliament Committee on Employment and Social Affairs and Elmar Brok, former chairman of the European Parliament Committee on Foreign Affairs) and several MPs in various countries. Udo Bullmann (President of the S&D group in the European Parliament) has signed and circulated the Appeal to all S&D MEPs, proposing them to sign it. Many academics have signed it, including Sigurt Vitols (Germany), Thomas Piketty and Robert Boyer (France), Simon Deakin and Andrew Johnston (United Kingdom), Isabelle Ferreras (Belgium) and Adalberto Perulli (Italy).

Otros firmantes españoles:

Marcos de Castro Sanz. Ex Presidente de Cepes.  promotor Plataforma por la Democracia Económica;

Ignacio Muro Benayas Vocal de Economistas Frente a la crisis. Profesor Comunicacion univ Carlos III, promotor Plataforma por la Democracia Económica

Cristina Faciaben, Confederal Secretary for International and Cooperation in CCOO;

Begoña del Castillo, coordinator for European affairs at CCOO;

Miguel Martinez Lucio, Profesor titular en Work and Equalities Institute (University of Manchester);

Paloma López Bermejo, Eurodiputada en el Parlamento Europeo (GUE/NGL);

Ricard Bellera i Kirchhoff, Presidente del Comité de Coordinación de los Consejos Sindicales Interregionales Europeos (ETUC);

Sara Lafuente Hernández, Investigadora en el Instituto Sindical Europeo (ETUI) promotora Plataforma por la Democracia Económica;

Jose Angel Moreno. vicepresidente Economistas Sin Fronteras, promotor Plataforma por la Democracia Económica;

Jose Carlos Gonzalez, sindicalista de CCOO, promotor Plataforma por la Democracia Económica;

Bruno Estrada, economista, adjunto al SG de CCOO, promotor Plataforma por la Democracia Económica;

Félix Garcia Moriyón. Profesor honorario. UAM, promotor Plataforma por la Democracia Económica;

Diego Santos, economista;

Juan A. Gimeno Ullastres, catedrático de universidad y miembro del Patronato de Economistas sin Fronteras;

Miguel Moreno Torres, periodista y miembro de Economistas sin Fronteras;

Eusebio Pérez Viñas, sociólogo, experto en gestión y administración de empresas.

martes, 3 de octubre de 2017

Sindicalismo de contrapoder y autogestión

Reproduzco a continuación el artículo publicado en el blog Radicales Libres del Diario Público.

Asimismo ha sido reproducido en Borroka Garaia da! , Gune Ekosozialista , Viento Sur , Rebelion


Una de las cuestiones que creo suscita más interés en el debate de la renovación sindical, se refiere a la mirada respecto la capacidad de las organizaciones sindicales de favorecer el cambio socioeconómico. El sindicalismo puede y debe influir en la determinación de las políticas económicas, industriales y laborales, a la vez que puede y debe promover procesos de democratización en las empresas y la economía como parte de esa lucha de clases, de esa lucha de poder entre el trabajo y el capital o su eslabón dirigente, por el control de los medios de producción y la distribución de los excedentes económicos. Asimismo, esa lucha puede y debe permitir avanzar en los pasos necesarios para la transformación del modelo económico capitalista imperante en otro socialista autogestionario que sea más eficiente, justo y democrático.


En esa clave, vale la pena mirar los puntos en común entre el sindicalismo, la economía social y la orientación de cambio económico autogestionario que ambos instrumentos y movimientos pueden promover.

El sindicalismo puede y debe influir en la determinación de las políticas económicas, industriales y laborales, a la vez que puede y debe promover procesos de democratización en las empresas y la economía

El análisis de las interrelaciones entre sindicalismo y economía social debe empezar por remarcar la importancia de la economía social a la hora de prefigurar la economía que necesitamos la clase trabajadora a la vez que de establecer esas alternativas hoy mismo. Una transformación real y profunda del sistema económico capitalista por otro autogestionario necesariamente pasará por el impulso de muchas experiencias concretas y la integración de las mismas sustentadas en experiencias previas de cooperativismo y economía social [1].


Más allá de los grandes relatos, el cooperativismo y  la economía social en relación al movimiento sindical, ha sido una forma de generar autoocupación, ya sea en contextos de crisis empresarial con despido colectivo o cierre de empresa, ya sea en contextos de desempleo masivo dónde la patronal castiga la militancia sindical y la autoocupación se torna como alternativa imprescindible.


Asimismo la economía social se puede orientar a apoyar luchas sindicales, cómo el caso de la cooperativa de finanzas Coop57 ejerciendo como caja de resistencia para la huelga [2] en apoyo, entre otros, del conflicto de las empresas subcontratadas por Telefónica, un conflicto con una acción sindical diferente a la habitual tanto por los actores cómo los contenidos reivindicativos y los métodos de lucha [3]


A la inversa, el sindicalismo es clave para la economía social al sostener unos valores y prácticas que hacen de contrapeso a la dinámica que se genera por su inserción en una economía capitalista: la negociación colectiva de referencia permite una guía de mínimos en lo concreto de las relaciones laborales y condiciones de empleo en la economía social. Sucede lo mismo con la disputa por el salario social, indirecto -sanidad, educación- y diferido -pensiones, subsidio de desempleo, etc.- que afecta a toda la clase trabajadora incluidas cooperativistas o participantes de la economía social. El sindicalismo cómo organización de masas incide en ese ámbito en apoyo a las redes de economía social y transformadora.


Por último, desde una perspectiva de transformación social no todas las empresas pueden ser cooperativizadas o transformadas en modelos de economía social a corto plazo (por su tamaño, por las relaciones de poder social interno o de mercado externo imperantes, etc.), por lo que se requiere de un fuerte sindicalismo de contrapoder con capacidad de ejercer un control sindical y económico en toda la estructura empresarial y productiva para reorientar el modelo económico y social.


lunes, 11 de septiembre de 2017

Autogestión y sindicalismo de contrapoder


El análisis de las interrelaciones entre sindicalismo y economía social y cooperativa debe empezar por remarcar la importancia de la economía social a la hora de prefigurar la economía que necesita la clase trabajadora, y a la vez tiene que establecer alternativas hoy mismo. Una transformación del sistema económico necesariamente pasará por el impulso de muchas experiencias concretas y la integración de las mismas que se sustentarán en modelos de cooperativismo y economía social. 


El cooperativismo y la economía social son también formas de generar autoocupación, sea en contextos de crisis empresarial, que en el marco del conflicto capital/trabajo puede desembocar en un cierre de empresas, sea en contextos de desempleo masivo en que la patronal castiga a la militancia sindical y la autoocupación se torna una alternativa imprescindible. 

Asimismo, la economía social se puede orientar a apoyar luchas sindicales, cómo el caso de la cooperativa de finanzas Coop57 ejerciendo como caja de resistencia en apoyo al conflicto de las empresas subcontratadas por Telefónicaen Bizkaia en 2015. 

Por otra parte, el sindicalismo es clave para la economía social al sostener valores y prácticas que no deben abandonarse pese a la dinámica que se genera por la inserción en una economía capitalista: la negociación colectiva de referencia permite una guía de mínimos en lo concreto de las relaciones laborales y condiciones de empleo en la economía social. Sucede lo mismo con la disputa por el salario social, indirecto -sanidad, educación- y diferido -pensiones, subsidio de desempleo, etc.-, que afecta a toda la clase trabajadora incluidas cooperativistas o participantes de la economía social. El sindicalismo como organización de masas incide en ese ámbito en apoyo a las redes de economía social y transformadora. 

Por último, desde una perspectiva de transformación social no todas las empresas pueden ser cooperativizadas o transformadas en modelos de economía social a corto plazo (por su tamaño, por las relaciones de poder social interno o de mercado externo imperantes, etc.), por lo que se requiere de un fuerte sindicalismo de contrapoder con capacidad de ejercer un control sindical y económico en las empresas capitalistas para orientarse a otro modelo económico y social.

 

Del sindicalismo de contrapoder a la economía social
 
La acción sindical cotidiana, la de las secciones sindicales en los procesos de negociación colectiva, tiene muchos de los valores y fundamentos de la economía social y cooperativa. Los procesos de militancia sindical orientados a la expansión de derechos sociolaborales se cimientan en una adecuada recopilación de información económico-financiera, productiva y laboral de las empresas para sustentar los procesos negociadores, en una colectivización entre las plantillas de las reivindicaciones dirigidas a los empresarios y la patronal, así como en la articulación de fórmulas solidarias de acción colectiva y huelga indefinida con apoyo de caja de resistencia que es, sin lugar a dudas, un mecanismo financiero colectivo de solidaridad sindical. Ese poder sindical,como herramienta democratizadora de una empresa o sector, es la antesala a modelos de economía social y democracia económica. 

Esto, si cabe, es más evidente en procesos de reestructuración y crisis empresarial en que la recuperación de empresas para su posterior laboralización o cooperativización se torna una acción estratégica imprescindible para defender las condiciones y el nivel de empleo así como la estructura industrial del país, precisamente cuando los poderes político y económico están promoviendo todo lo contrario. Ahí la práctica sindical previa es imprescindible para acometer con garantías dichas experiencias. Parte de esa oposición y asesoramiento sindical y de los economistas de sindicatos de alternativas en procesos de reestructuración empresarial se circunscribe a la búsqueda y evaluación de las condiciones de viabilidad de inversores industriales frente a los financiero-especulativos que permitan recapitalizar las empresas en crisis para mantener o relanzar la producción, o alternativamente promover la transformación en empresas de economía social como sociedades laborales o cooperativas. La cuestión no tiene solo una dimensión micro, sino también macro, de modelo social y económico.
 
Del contrapoder sindical a la autogestión económica
 
¿Cómo puede el sindicalismo ayudar a construir otro modelo económico y social? Sin duda el núcleo vertebrador de la acción sindical es la negociación colectiva. Dos ideas al respecto. 

Por un lado, es fundamental la orientación de la política sindical y los contenidos sustantivos de negociación colectiva hacia objetivos de política económica de altos salarios y pleno empleo. Las dos reivindicaciones clave del movimiento sindical vasco, como salario mínimo de 1200 euros mensuales y jornada laboral máxima de 35 horas semanales, deben integrarse para mejorar las condiciones de vida con la generación y reparto del empleo, además de devenir en mecanismo de política industrial. 

Por otro lado, la introducción de contenidos de negociación colectiva instrumentales de control sindical económico en las empresas y sectores, esto es, promover la democracia económica en las empresas capitalistas con ampliación de derechos de información, consulta y control sindical de los procesos productivos, de inversión y posterior generación de empleo. Esta mirada hacia los contenidos instrumentales de la negociación colectiva permite avanzar hacia una mayor capacidad de control de los procesos de inversión, producción y distribución. Asimismo un mayor control sindical de la producción y finanzas empresariales permite limitar el fraude económico, fiscal y a la seguridad social en los que incurren las empresas capitalistas, cuyos impactos sociales son demoledores tal como vienen exponiendo estudios realizados por expertos economistas desde la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) para Euskadi, representando alrededor del 17,4% del PIB de la comunidad.

Por otra parte, la participación sindical en aspectos de política económica, industrial o fiscal se ha venido canalizando históricamente en el denominado “diálogo social”, los procesos de “concertación social” entre sindicatos, patronales y gobiernos. Pero estos procesos han demostrado limitaciones en cuanto a una efectiva influencia sindical en dichas materias y contraindicaciones al dar aval sindical a políticas públicas neoliberales, unido a una dependencia financiera de los propios sindicatos que han entrado en este tipo de procesos de concertación. 

Algunas vías de intervención alternativas exploradas por el sindicalismo europeo pasan por incrementar la antedicha participación y control sindical de los procesos productivos, económicos y de inversión en empresas y sectores en la negociación colectiva, lo que supone sin duda un elemento configurador del poder en las relaciones laborales hacia una nueva democracia industrial con participación de las personas trabajadoras. 

Su aplicación en el Estado español puede pasar a corto plazo por esa ampliación de los derechos sindicales de información, consulta y participación, vía cambio legislativo o en la negociación colectiva, en materias contable, mercantil y económica, productiva, organizativa y laboral. En relación a la inversión, como variable clave por determinar el nivel de producción y empleo así cómo su orientación sectorial o de actividad, históricamente la propuesta de implantación de Fondos de Inversión de Asalariados ha sido una vía para influir, desde el sindicalismo, en este elemento de política industrial. 

En el ámbito vasco empiezan a elaborarse reflexiones en este sentido desde el EKAI Center, vinculando relaciones laborales, democracia económica y modelo de desarrollo, con el análisis de algunas experiencias europeas de relaciones laborales, inversiones, desarrollo tecnológico, asignación de ganancias y formación, abordando especialmente las relaciones laborales de empresa y el desarrollo económico

Euskal Herria tiene un privilegiado potencial, fraguado en décadas de luchas obreras y construcción de alternativas económicas con un asentado cooperativismo, para la configuración de un potente marco autónomo de economía autogestionaria y lucha de clases. En el marco de esa confrontación por el desacuerdo con el funcionamiento del sistema capitalista y como expresión de la conciencia colectiva de la clase trabajadora vasca, es imprescindible dirigirse a una sociedad de personas y pueblos libres articulada mediante un socialismo en el que los medios de producción, de consumo y de cultura estén en manos y al servicio de las personas trabajadoras, en una auténtica democracia económica. Ello pasa necesariamente por que el movimiento obrero y sindical establezca fuerte conexión entre la acción sindical y los procesos dirigidos a la socialización de los medios de producción y consumo, además de una alianza permanente entre la economía social y el sindicalismo de contrapoder. 

En palabras del sindicalista irlandés James Connolly, en un artículo de 1908 titulado Sindicalismo industrial y socialismo constructivo,“[…]a la vez que incrementa el poder de resistencia del trabajador contra los abusos actuales de la clase capitalista, lo familiariza con la idea de que el sindicato que contribuye a construir está destinado a suplantar aquella clase en el control de la industria dónde trabaja”.

sábado, 18 de febrero de 2017

Taula rodona: Economia social i cooperativa. “Avui com Ahir (1936-1939), construïm Poder Popular”










Moltes no oblidem aquell juliol de 1936 en el que una fracció de l’exèrcit, defensora dels interessos del feixisme nacional espanyol, de les classes benestants i de les elits de l’Església catòlica es va aixecar en armes contra el poble treballador i el Govern de la II República.
 
Començant pel sud de la península, els colpistes van prendre diverses ciutats i pobles amb la intenció de dur a terme un cop d’estat ràpid que reinstaurés l'”ordre nacional” i eliminés les conquestes socials del poble.

En molts territoris i ciutats el poble organitzat a través de sindicats, comitès de barri, organitzacions de dones, organitzacions polítiques.. va plantar cara als colpistes, sufocant temporalment el cop i iniciant, des d’aquell moment, un període de control popular i democràtic de l’economia i la política. Al mateix temps es lliurava una guerra oberta contra el feixisme en el front. Aquest procés revolucionari, que serveix encara avui com a referent per als pobles del món, va tenir un especial desenvolupament a Catalunya fruit de la seva experiència històrica de conformació de potents organitzacions populars (especialment, la CNT).

Ara bé, ni la insurrecció popular que va sufocar el cop d’estat militar, ni la posterior gestió de l’economia en mans dels treballadors i treballadores hagués estat possible sense el treball que les classes populars, de forma constant, havien estat duent a terme desde feia decàdes. Treball de formiga, però arrelat a la vida quotidiana, que va crear organitzacions (sindicats, cooperatives, escoles, xarxes de suport mutu,etc.) i va afrontar lluites sindicals i socials mitjançant les quals construir un poble fort i empoderat. Res d’allò hauria estat possible sense organització, lluita, estratègia, suport mutu i la concepció del poble com a subjecte actiu i en lluita.

Han passat gairebé 81 anys des del cop d’estat franquista i 40 des de la falsa transició que va mantenir i manté a les mateixes famílies e interessos en les altes instàncies dels poders empresarial, polític, judicial, militar, mediàtic..

Canvi de paradigma (de la dictadura a la democràcia) sense canvi de règim ni de sistema.

Avui, vivim una crisi sistèmica i un període de convulsions socials a escala mundial. Una crisi que empitjora dia rere dia les condicions de vida de les classes populars però que al mateix temps ha obert escletxes en la legitimitat del sistema econòmic i polític dominant.

A principis d’aquesta dècada vam viure un període on les lluites populars van poder expandir-se i avançar i recentment estem podent certificar els límits de “l’ assalt a les institucions” com a via per defensar els interessos de les classes populars i transformar la realitat.

Opinem doncs que, davant aquest escenari i avui més que mai, és necessari propiciar espais de trobada, entre aquells moviments socials que hem anat desenvolupant en les darreres dècades, que ens permetin el pas de la dispersió organitzativa vers una concepció de Moviment Popular.

Si bé creiem que hem de seguir enfortint i augmentant la densitat de les organitzacions de base (sindicats, associacions veïnals, ampas, moviments estudiantils, plataformes…) és igualment imprescindible que tota aquesta diversitat de moviments trobem la manera de bastir certa unitat d’anàlisi, d’estratègia, d’acció i mobilització si volem convertir-nos en un subjecte polític fort i capaç de forçar canvis substancials en la conquesta de drets, llibertats, sobiranies, autogestió… i milllorar les nostres condicions de vida.

És en aquest context i amb aquesta visió de fons, que des de fa alguns mesos treballem en les jornades que presentàvem fa unes setmanes i que, com vam anunciar, tindran lloc a l’Auditori de Can Batlló.

El divendres 17 de febrer, a les 18:30 h, repassarem alguns dels aspectes històrics més rellevants de la revolució social del 1936.

El dissabte 18 de febrer, al llarg de tota la jornada, quatre taules rodones temàtiques, en les quals participaran membres de moviments sindicals, comunitaris, feministes… i que repartirem de la següent forma:
  • De 10 a 12h, Precarietat laboral, social i econòmica i sindicalisme.
  • De 12 a 14 h, Economia social.
  • De 16 a 18 h, Feminismes
  • De 18 a 20 h, Lluites i organització als barris i localitats.
L’objectiu és que les taules rodones serveixin com a espai de posada en comú i trobada per debatre l’estat actual de la nostra lluita en cadascun dels Fronts i mirar de trobar línies de treball per enfortir-nos.

Per això, convidem a aquelles persones que participen en els moviments populars d’arreu del país a participar d’aquestes jornades per tal d’aportar la seva visió entorn a l’estat actual i en la definició de les possibles línies de millora i construcció del Moviment Popular de totes.