martes, 23 de julio de 2013

A la clase media no le gustan los sindicatos. Prácticas de apoyo mutuo proletario

Reproduzco a continuación un extracto del artículo de David Garcia Aristegui publicado en Nodo 50 y titulado "Bienvenida a la lucha, clase media. Por una revolución cultural dentro y fuera del sindicalismo", donde se hace una buena síntesis histórica del papel jugado por el anarcosindicalismo en la cobertura de las necesidades sociales, en implementar una política social más allá de la laboral y económica ante la crisis, el desempleo y la pobreza.

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A la clase media no le gustan los sindicatos

Pablo Iglesias no es el único que ha realizado críticas poco rigurosas al sindicalismo desde el ámbito del 99% o los de abajo -no nos atrevemos a calificarles ya simplemente como "izquierda"-. En el texto ¿Son las Mareas un nuevo Sindicalismo? se planteaba que "se da la paradoja de que cuanto más estructurada y potentes son las estructuras sindicales tradicionales en los servicios públicos, más difícil es que estas dinámicas de las Mareas se desarrollen por completo". Pero la realidad es muy tozuda y ha desmentido esa peculiar caraterización de la realidad sindical de las Mareas: la huelga que convocó CGT al margen de CCOO y UGT en el sector de la Educación se suponía que iba a ser la oportunidad de la Marea Verde para demostrar su fuerza. Pero por desgracia el resultado de la huelga fue un fracaso absoluto, produciéndose una huelga testimonial y sin ninguna repercusión. Y si hablamos de la Marea Blanca (Sanidad) quien ha convocado las huelgas y ha marcado los tiempos de estas ha sido una nueva organización, AFEM, que aunque sea la Asociación de Facultativos Especialistas de Madrid es en realidad... un sindicato. Precisamente por ser una organización sindical (corportativista eso sí) es por lo que puede convocar huelgas.

Para hablar de las organizaciones sindicales puede ser muy útil leer un poco de historia. Y además para ello no es necesario irse muy lejos, de hecho, basta con un ejemplo muy cercano, que es recuperar la historia de la antes aludida CNT. Es totalmente recomendable la lectura del libro de Chris Ealham “La lucha por Barcelona - Clase, cultura y conflicto 1898-1937” (hay un buen resumen en Diagonal). En sus páginas Ealham nos recuerda como la CNT controlaba las bolsas de trabajo para las personas en paro. La CNT, con un 40% de paro entre su afiliación, intentaba en los sectores donde tenía poder el forzar a los patronos la contratación de parados de sus bolsas de trabajo, o bien remuneraba con una paga diaria de un obrero manual semi-cualificado actividades como la pegada de carteles o la participación en piquetes. Estas actividades suponían toda una escuela de activismo, con las que la CNT ganaba enorme influencia en los barrios y conseguía que los parados no hicieran de esquiroles durante las huelgas.

Además, la propia CNT amparaba e impulsaba la incautación o robo (según se mire) de frutas, verduras y pan para las personas sin recursos. Estas incautaciones podían hacerse de manera más o menos pactada a plena luz del día o bien se organizaban asaltos a almacenes y depósitos del puerto. Por último, la CNT creó un Sindicato de Inquilinos dentro de la organización y apoyó diversas huelgas y movilizaciones relacionadas con la vivienda, siendo la más grande la huelga de inquilinos de 1931 en la que participaron más de 100.000 personas (tengamos presente la demografía de la época). ¿Era más o menos difícil afiliarse a un sindicato como la CNT y hacer huelgas en los años 20 y 30 o hacerlo ahora?