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viernes, 25 de octubre de 2019

Economía capitalista: conflicto y poder sindical

Economía capitalista: conflicto y poder sindical


Reproduzco a continuación el artículo publicado con Jon Las Heras en el blog Economía para todas en El Salto

Asimismo ha sido reproducido en Avantar - Diario dixital de Confederacion Intersindical Galega , Economía Crítica y Crítica de la Economía , Viento Sur , Borroka Garaia da! , RebelionKaosenlared , GREPA - Grupo de Economía Política Alternativa 



No hay que fiarse de los discursos económicos dominantes

Si al estudiantado de economía se le pide que defina conceptos como explotación, capitalismo, sistemas económicos, crisis económica, poder económico o clases sociales nos encontraremos con un gesto de total confusión, si no de indiferencia: “pero si a mí solo me enseñan a hacer derivadas ¿de qué me hablas?” Con toda probabilidad las estudiantes desconocerán corrientes de análisis económico y corrientes de la economía política alternativa o radical: las perspectivas kaleckiana y postkeynesiana, regulacionista, institucionalista, ecologista y feminista, las múltiples formas de entender el marxismo o las concepciones de economía socialista y autogestionaria, impulsadas por economistas de ámbito nacional e internacional [1].

Esto es, sin duda, una muy mala noticia. Sin embargo, y pese a la tenaz voluntad de quienes detentan el poder académico y político por marginar, esconder y silenciar dichas corrientes, la realidad es que la economía capitalista real y, desde luego, las relaciones laborales existentes se entienden principalmente con los conceptos antedichos. Estos conceptos también han dado lugar a cursos de introducción a la economía política como base de planes de estudios e investigación alternativos pero, y a pesar de la necesidad de ampliar las miras, el sistema económico dominante y sus aparatos políticos e ideológicos se reproducen a través de lo que algunos autores denominan como la “dimensión vertical” o el “poder de clase”.

El poder de clase en el capitalismo puede entenderse como la autoridad y poder que ejercen desde las empresas, propietarios, directivos o perfiles de supervisores y responsables sobre trabajadoras con, por ejemplo, la amenaza de sanción o despido; la forma en la que intelectuales y tecnócratas de diversa índole argumentan para deliberadamente desposeer a personas “no expertas” de cualquier conciencia crítica, evitar preguntas indeseadas, siquiera realizar propuestas alternativas; así como el poder institucional de la patronal, gobiernos y, eventualmente, algunas organizaciones obreras conservadoras sobre el resto de segmentos de la clase trabajadora, en contraposición con aquella más combativa y organizada en sindicatos de contrapoder, a la hora de establecer el “modelo de país”. Todos estos aspectos condicionan y determinan las decisiones sobre la organización del trabajo y la producción, el intercambio o comercio, la inversión, la explotación, el excedente y los procedimientos a seguir para distribuir ese valor económico producido entre salarios y beneficios. En definitiva, no hay que fiarse de los discursos económicos dominantes, porque la ideología y política liberales determinan la forma en la que nuestra sociedad capitalista se reproduce materialmente y ésta condiciona, a su vez, nuestra forma de pensar e interactuar con el prójimo.

Esta explicación quizás pueda parecer demasiado teórica o abstracta. Quizás con un par de ejemplos concretos derivados de procesos de crisis empresarial, enmarcados en los ciclos y crisis económicas recurrentes en el capitalismo, sea posible engarzar el discurso académico con la realidad económica y de las relaciones laborales, apuntando así a la necesidad imperiosa de desarrollar una actitud crítica para organizar prácticas más subversivas y emancipadoras de la realidad que nos rodea.

El pasado año 2018 en un grupo empresarial en Euskalerria dedicado a la fabricación de tubo industrial de acero, la dirección del mismo presentó un plan de reestructuración que buscaba “asegurar la viabilidad empresarial” afectando principalmente a la planta productiva situada en Sestao y Trapagaran, en Bizkaia. Este plan consistía en aplicar un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) para el despido colectivo de 157 trabajadores de un total de 420 (mayoría hombres), la reducción de un 25% de los salarios para aquellos que no fueran despedidos, y el cierre de la acería de la planta que implicaba a medio plazo el cierre de la misma en la comarca. La plantilla, organizada en varios sindicatos, planteó una oposición razonada en la ausencia de causa económica y productiva para el despido colectivo y el cierre de la acería. Durante el proceso exigió la documentación e información necesaria para realizar, por medio de sus gabinetes técnicos, un análisis económico de viabilidad industrial que resultó certero y permitió mantener el empleo y la industria, como se demostró posteriormente. A su vez pese a la cobertura legal, por las reformas laborales de PSOE y PP (2010-2012), y la voluntad del grupo empresarial de despedir a la gente y cerrar la planta, situada en una comarca de permanente desindustrialización, los trabajadores organizaron una huelga indefinida de jornada completa que se alargó 43 días hasta que la dirección cedió y retiró el ERE, hecho muy poco habitual en este tipo de procesos, sin imponer posteriormente medidas de despido o reducción salarial. Esta huelga, secundada por toda la plantilla e impulsada principalmente por los sindicatos vascos ELA, LAB y ESK, de un perfil reivindicativo, de contrapoder, tuvo el apoyo de las respectivas cajas de resistencia para que los trabajadores pudieran mantener un nivel suficiente de ingresos pese a la pérdida de salario por ejercer el derecho a huelga. De otra forma y con otros planteamientos sindicales, hubiera sido imposible el mismo resultado.

Durante el conflicto, el Gobierno Vasco, con competencias tanto en Industria (PNV) como en Trabajo (PSOE), trató de “mediar” en clave de dialogo social ante la solicitud del grupo empresarial acorralado por la presión sindical de huelga, con la intención de debilitar la posición de poder sindical y las reivindicaciones planteadas. Sin embargo, la mediación no fue aceptada y no consiguieron sus objetivos. La expresión del conflicto en este caso, en un sector industrial masculinizado, se centró en quien paga la contracción económica cuando ha existido un abundante reparto de beneficios en años anteriores. La defensa del empleo, la actividad industrial y del salario resultó efectiva gracias a la oposición de estos sindicatos a los planes del grupo empresarial, en contraposición a un grupo empresarial que piensa primordialmente en maximizar rentabilidad y beneficios, o a un gobierno que trata de intervenir en defensa de los intereses de sus empresarios. La lógica de concertación social, la mediación del gobierno entre el trabajo y el capital, perseguía con la falaz búsqueda del “término medio”, permitir que se impusieran los objetivos empresariales [2].

sábado, 22 de junio de 2019

Amazon trae a Ezkerraldea más economía de servicios y desmantelamiento industrial


El articulo ha sido reproducido en Borroka Garaia Da

El gigante del comercio se instala en Trapagaran con su modelo de salarios bajos, temporalidad y externalización. Los sindicatos anuncian que le harán frente. SINDIKALAGENDA ekainak 22-27.


Amazon abre las puertas de su centro en Trapagaran, “a la conquista de los barrios obreros de la margen izquierda”. El gigante del comercio en red se asienta en Bizkaia, agudizando la crisis de modelo que vive la industria y el comercio tradicional del territorio. La noticia puede parecer positiva, porque genera actividad y empleo, pero consolida un modelo productivo nefasto para los intereses de personas trabajadoras y empresas locales. Las prácticas laborales asociadas a este modelo se sustentan en bajos salarios, contratos temporales y a tiempo parcial y externalización abusiva, afectando en especial a jóvenes y mujeres. 

Amazon se ha instalado en 8.000 metros cuadrados de los antiguos terrenos de la Babcock Wilcox, empresa centenaria cerrada en 2011, gracias a la recalificación del Ayuntamiento y el apoyo del alcalde de Trapagaran. Tras años de desatención urbanística, la zona pasará a ser un centro empresarial que generará desplazamientos, necesidades de aparcamiento y servicios auxiliares. Amazon se caracteriza por un sistema productivo altamente automatizado, de trabajo flexible y estresante, suponiendo cambios importantes respecto al modelo laboral que anteriormente se ha desarrollado en la zona. El sindicato ELA ha manifestado que “no van a permitir que ninguna empresa aplique modelos precarios, y estará al servicio de las trabajadoras y trabajadores para organizarse y luchar contra ello”.

El modelo laboral de Amazon se basa en trocear y fragmentar el empleo para dominar a la fuerza de trabajo favoreciendo su mayor explotación. Su modus operandi es claro : mientras la plantilla directa es sometida a una gran carga de trabajo y jornadas excesivas con salarios bajos, la plantilla flotante de ETTs funciona con contratos por días u horas. Además, de sustenta en el abuso de figuras laborales fraudulentas, como los falsos autónomos.

El sindicalismo vasco anuncia que no va a permitir abusos y está por ver si los responsables políticos continúan del lado de la multinacional o si, por el contrario, impulsan que la Inspección de Trabajo de Bizkaia intervenga ante los desmanes del gigante global. En esa misma orientación, el movimiento sindical y social de la comarca, se movilizó el pasado sábado 14 de junio y por vigésimo año consecutivo, con la “Marcha por Ezkerraldea” con el objetivo de denunciar el paro y la precariedad laboral. 

viernes, 21 de junio de 2019

Makinen ondorengo produktuak

Reproduzco a continuación el artículo que ha hecho la periodista Uxue Gutierrez en Berria, dónde recoge algunas consideraciones que hacemos al hilo de la instalación de la empresa Amazon en Ezkerraldea.


Amazon AEBetako banaketa enpresak gune logistiko berria irekiko du Trapagaranen datozen egunetan. Proiektu horrek eztabaida asko piztu ditu; sindikatuek salatu dute Amazonek «lan prekarioa» sortzen duela; enpresaburuek, berriz, uste dute Amazonek sortuko duen aberastasuna atzerrian islatuko dela.
 

(...)

Euskal Herriko industriaren behinolako epizentroan kokatuko da banatzailea, zerbitzuen aroa bete-betean besarkatu duen eremuan. «Fabrika industrialen itxieren ondotik heldu dira zerbitzu enpresak, eta batez ere banaketa enpresak eta enpresa komertzialak». Lluis Rodriguez ekonomistak azaldu du fenomeno hori industrialde izandako eremu askotan gertatzen ari dela. Aldaketak bainoago, ezartzen ari diren merkataritza ereduek kezkatzen dute: «Amazonen eta merkataritza gune erraldoien ereduak ekonomia eta bizitza botere transnazional oligopolikoen menpe uzten du, eta kontrakoa sustatu behar da».

(...)

Rodriguezek, berriz, argi du tokian tokiko merkataritzaren aldeko apustua egin beharko litzatekeela. «Tokiko saltokiek auzoen bizitza elikatzen dute, eta jendea espazio publikoetara erakartzen. Merkataritza tradizionalak enplegu gehiago eta hobea sortzen du».

Bada, Amazonek piztu dituen kezken artean ageri dira sortuko dituen lanpostuen kopurua eta mota. 50 lanpostu iragarri ditu, aurretik lur horretan zegoen enpresak sortzen zituen baino nabarmen gutxiago. «BabcockWilcox 5.500 langile izatera iritsi zen 70eko hamarkadan, eta 2011n, ixteko prozesua hasi zuenean, 400 behargin inguru zituen. Amazonek 50 lanpostu sortuko ditu; nahiko eskasa dirudi, herriaren eta inguruko eremuen egoera ikusita».

(...)

Aldaketaren itzala

Eraldatu ala hil. Egoera hori du Ezkerraldeak aurrean, lantokien itxiera geldiezinaren poderioz. Amaiera orok beste hasiera bat ekarri ohi du, eta oraina ulertzeko atzera begira jartzea ere beharrezkoa izaten da askotan; dagoenaren eta datorrenaren bilakaera ez baita kasualitate hutsa izaten. Bilbo ezkerraldea osatzen duten herriak industria handien itxieren lekuko izan dira azken hamarkadetan, eta horrek eragina izan du lurraldearen paisaia ekonomikoan eta sozialean. Hala dio Rodriguezek: «80ko hamarkadatik, PSOEk eta EAJk ehun industrialaren desegituraketa bultzatu dute euren gobernu arduretatik. Nazioarteko lehiakortasunaren ondorioz, deslokalizazioari bidea eman diote horrela». Logika horren azken adibidea da Naval ontziola, baina baita aurretik erori ziren industria astuneko erreferenteak ere: Euskalduna, Bizkaiko Labe Garaiak, Aurrera eta Mecanica de la Peña 1980ko eta 90eko hamarkadetan desagertu ziren. Eta 2008ko krisiaren bete-betean hondoratu zen, hain zuzen ere, Babcock Wilcox.

(...)

Enpleguari dagokionez, Rodriguez ez dator bat eskualdea berpizteko proposatutako soluziobidearekin. «Eredu malgua duten enpresetan langileria askoz kolektibo hauskorragoa da, eta enpresek mekanismoak dituzte tranpak egiteko: negoziazio kolektiborako espaziorik ez dago, lan hitzarmenetako zirrikituak bilatzen dituzte eta euren etekinak areagotuz ezinezkoa da bizi baldintza oneko eredua sustatzea». Amazon enpresa eredu hori ezartzeko gai da.

(...)

Lan baldintzen kezka

Lanpostu kopuruaz, zerbitzu motaz eta zerga ereduaz gain, sortuko duen enplegu motak ere haserrea piztu du. «Amazon eredua lanaren zatiketan eta fragmentazioan oinarritzen da, langileen esplotazio are handiagoan; esklabotza da kasik. Halere, Euskal Herrian sindikatuen erresistentzia hasi da enpresen estrategia berri horren aurka borrokatzeko prest agertzen», ziurtatu du ekonomistak.

sábado, 8 de junio de 2019

“La política industrial del Gobierno Vasco es nefasta, fraudulenta y, en el mejor de los casos, negligente”

Reproduzco por su interés la entrevista realizada a Jon Bernat Zubiri en ALDA num 7




Jon Bernat Zubiri Rey, doctor en Economía y profesor de la facultad de Relaciones Laborales de la UPV
 
Asistimos al proceso de liquidación de La Naval. ¿Hay alternativas al cierre?

Inequívocamente sí. Una primera opción es que los gobiernos intervengan en dos fases: por un lado, comprando los activos industriales (terrenos, construcciones e instalaciones) por medio de un fondo público, blindándolos ante especuladores, mientras en una fase en paralelo, impulsan una empresa pública vasca desarrollando un plan de viabilidad industrial a medio plazo recuperando la carga de trabajo que tenía La Naval antes de entrar en concurso. No hay limitación europea a que haya capital mayoritario público mientras exista un plan de viabilidad industrial a medio plazo (3-5 años de carga de trabajo/pedidos).

La segunda opción sería que la empresa pública “Navantia” recuperase la negociación de la draga y, alquilando a la administración concursal las instalaciones del astillero, retomara la actividad. Son alternativas factibles desde todos los puntos de vista (legal-juridico, económico-financiero y laboral), pero exigen la implicación del sector público, algo que tanto PNV como PSOE han rechazado.
 
¿Qué razones esgrimen para su inacción?

Es una cuestión de modelo. La Consejería de Industria ha apostado por liquidar la actividad de manera que la empresa pueda ser más atractiva a un capital que no busque el relanzamiento de la actividad a nivel local, sino que busque absorber a la empresa en sus bienes intangibles. Esta opción es claramente antisocial y profundiza el desmantelamiento del tejido industrial de la comarca.
 
Euskal enpresak atzerriko kapitalei saltzen ari zaizkie (Gamesa eta Euskaltel) eta enpresaburu eta kapitalista pribatuen interesak lehenesten ari dira, ixteko zorian edo kinka larrian diren enpresetako langileen interesen gainetik.

El cierre de esta emblemática empresa vuelve a poner en la palestra el imparable proceso de desindustrialización que sufre la Margen Izquierda, Zona Minera y Encartaciones... ¿Qué diagnóstico haces de la situación?

Esta comarca forma parte de un país que ha vivido un proceso de desindustrialización muy fuerte durante las últimas décadas. La situación de la industria vizcaína es muy grave. Según datos del INE, en los dos últimos años -con crecimiento económico- se han destruido más de 13.000 empleos industriales; y Ezkerraldea está muy insertada en esa caída del tejido industrial.

Un dato que refleja claramente la desindustrialización que sufre el país: la industria de Bizkaia, Gipuzkoa y Araba ha pasado de suponer un 49% del Producto Interior Bruto en 1977, a un 29% en 2007; situándose en el 24% en 2018. El empleo industrial ha ido reduciéndose de manera imparable: de 423.000 empleos en 1975, a 274.000 en 1986, y a 188.000 en marzo de 2019.


miércoles, 17 de abril de 2019

Industria vasca, el naufragio permanente


La industria vasca ha pasado de 423.000 empleos en 1975 a 194.000 en la actualidad. Una pérdida del 54% que continúa ahogando al sector con políticas neoliberales. Fagor, Xey, CEL y La Naval son ejemplos recientes de mala gestión del Gobierno y las diputaciones vascas.

El articulo ha sido reproducido en Economía Critica y Crítica de la Economía , Instituto de Ciencias Económicas y de la Autogestión , Viento Sur , Kaosenlared , Rebelión , Borroka Garaia Da , Aporrea , Lucha de Clases , Voz de América , Blog Antiimperialista , CGT-LKN Euskal Herria , LAB Industry

Protesta en La Naval, en Sestao. Ecuador Etxea

Euskal Herria es a veces considerada un referente en relación a la forma de articular la política industrial, lo que se supone que atañe a la intervención de los gobiernos forales y autonómico en el apoyo a las actividades industriales. Pero la crisis industrial de las últimas cuatro décadas es un proceso inequívoco, y algunos casos recientes de gestión por parte del Gobierno Vasco demuestran que la inacción y la defensa patronal son la norma de actuación.

La crisis económica de finales de los 70 y 80, unido a las imposiciones de la Unión Europea, llevaron a los gobiernos del PSOE y PNV a impulsar un perfil de política industrial neoliberal acelerando la destrucción de empleo y reestructuración de grandes sectores industriales y empresas emblemáticas, con fortísimo impacto sobretodo en Bizkaia. Los sectores más afectados fueron la siderurgia integral (Altos Hornos de Vizcaya), aceros especiales (Echevarría, Olarra, Aceros de Llodio, Pedro Orbezogo, Forjas Alavesas, Tubacex y Tubos Reunidos), construcciones mecanicas (Babcock Wilcox, Mecánica La Peña), construcciones eléctricas (Westinghouse, General Eléctrica), construcción naval (astilleros Euskalduna, La Naval, Astilleros Reunidos del Nervión), química (Dow Chemical), electrodomésticos línea blanca (Fabrelec, entre otras). En muchos de estos casos los despidos o cierres estuvieron sujetos a políticas estatales, por ser grandes sectores del Estado, que perjudicaron mucho más al tejido empresarial vasco frente al de otros territorios.

Según datos del último trimestre de 2018 del Instituto Nacional de Estadística (INE), la industria de Bizkaia, Gipuzkoa y Araba ha pasado de suponer un 49% del Producto Interior Bruto (PIB) en 1977 a un 29% en 2007, situándose en el 24% en 2018. El empleo industrial pasó de 423.000 empleos en 1975 a 274.000 en 1986 y 194.000 en 2018, lo que supone una pérdida de 229.000 empleos netos en este periodo. Desde entonces, los niveles de paro oficial y ampliado —los desempleados que ya no buscan trabajo—, el subempleo, la exclusión social y la pobreza se mantienen estructuralmente altos, a falta de tomar medidas más allá de leves paliativos.

Al inicio de la última crisis, la industria vasca se encontraba ya en un naufragio permanente, con causas que van más allá de una política gubernamental que no ha implementado acciones eficaces para detener el proceso de desindustrialización. De hecho, la última década perdida se salda con 24.000 personas ocupadas menos en la industria gipuzkoana, 20.000 en la bizkaina, 10.000 en la alavesa y 12.000 en la navarra. Habiéndose dado una mayor pérdida de empleos hasta 2014, la mitad de los puestos de trabajo industriales se recuperaron en 2015 y 2016, inducidos por la demanda internacional, el relajo de la austeridad troikana y el bloqueo legislativo y gubernamental. En 2017 y 2018, sin embargo, la industria bizkaína ha vuelto a perder 16.000 puestos de trabajo, siempre según el INE, anulando buena parte de la recuperación en solo dos años, mientras que Navarra sumaba casi 8.000 empleos industriales adicionales en el mismo periodo. Las recientes caídas en Gipuzkoa y Araba han sido más moderadas, como también lo fue la mejora anterior.

viernes, 16 de diciembre de 2016

Recuperación de empresas y negociación colectiva hacia la autogestión






            Para empezar, nos presentamos. Somos una cooperativa formada por asesores laborales, abogados y economistas. Nos dedicamos al asesoramiento individual y colectivo de trabajadores y trabajadoras en negociación colectiva, huelga y procesos judiciales (colectivos de trabajadores/as y sindicatos). Realizamos asesoramiento económico y jurídico en otros ámbitos que no son el laboral. Nuestra perspectiva profesional está orientada al apoyo del contrapoder sindical y la autogestión económica. Creemos que es fundamental que se priorice la acción colectiva frente a la lucha judicial, aunque la segunda suele ser crucial en muchos de los procesos laborales que se dan hoy en día. Nuestra pelea es en diferentes frentes para expandir derechos de trabajadores y trabajadoras, lo que incluye intervenir también en ámbito mercantil -derecho societario, concurso de acreedores y quiebras- o penal -delitos económicos- de los empresarios en procesos de descapitalización y fraude económico. También asesoramos procesos de transformación, recuperación y cooperativización autogestionada de empresas por parte de sus trabajadores y trabajadoras.


            Hemos impulsado y colaborado en la organización de los Encuentros del asesoramiento laboral y social en la Facultad de Relaciones Laborales y Trabajo Social de la Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibersitatea (UPV/EHU), cuya II edición este año trató precisamente sobre negociación colectiva y control sindical, en relación a la ampliación de derechos de información económica y laboral para los trabajadores y trabajadoras en las empresas capitalistas, con la participación de jueces de lo social, investigadoras de la universidad y diferentes profesionales -abogados, economistas-, además de una nutrida intervención de comunicaciones al encuentro sobre estas cuestiones. Participamos también en Koop57 Euskal Herria. Coop57 es una cooperativa de finanzas que se creó con indemnizaciones obtenidas por el cierre de una empresa y  que recoge ahorros de particulares para financiar proyectos cooperativos y autogestionarios, a la vez que con ello va tejiendo una red de economía social y transformadora.


            En esta presentación vamos a resumir nuestra experiencia en diferentes casos asesorados para poner en común las conclusiones de la misma. Hemos analizado 7 casos asesorados dónde se ha planteado por los trabajadores y trabajadoras directamente y/o por parte de los sindicatos intervinientes, la recuperación y cooperativización autogestionada de empresas. No son casos de éxito en el sentido de ocupar y recuperar el activo de la empresa, aunque uno de ellos sí ha generado el impulso de una cooperativa de trabajo que está en proceso de ponerse a funcionar. Creemos que es necesario este análisis, porqué en el ciclo de crisis en el Estado español (2008-2016) ha habido algunos casos de éxito, pero muchos más de no éxito, por lo que es importante analizar el porqué, así como realizar un proceso propio de análisis y de mejora de la metodología en el asesoramiento (que tiene que ser compartido por todos los grupos intervinientes).

lunes, 24 de octubre de 2016

II Encuentro Euromediterraneo “La Economía de los trabajadores y trabajadoras” 28-30 Oct. 2016 Tessalonica – Grecia

En el siguiente link se puede encontrar el programa del II Encuentro Euromediterraneo “La Economía de los trabajadores y trabajadoras” que se celebrará los proximos 28-30 Oct. 2016 Tessalonica – Grecia:


Desde la Consultoría Primero de Mayo, participaremos en una mesa redonda junto a otros intervinientes de mucho interés:

Sabado 29 de Octubre

17:30 | SALA 1 | Panel | Estructuras políticas, sociales y legales para el apoyo de la autogestión y la recuperación de fábricas

Los sindicatos, las redes internacionales, las asesorías y los movimientos de solidaridad pueden jugar un papel crucial a la hora de conectar las luchas por la autogestión con su contexto político y social.

Integrante de Union Syndicale Solidaires (Francia) ¿Cómo puede el sindicalismo reivindicar y apoyar la autogestión?

Josette Combes (RIPESS Europe) Democracia en el lugar del trabajo y desarrollo local a través de la economía solidaria en Europa

Michel Mas (Les Amis de la Fabrique du Sud, Francia) Vinculando “La Fabrique du Sud” con la ciudadanía y las comunidades: hacia un proyecto de reapropiación social

Lluís Rodríguez y Héctor Mata (Consultoría Primero de Mayo, Euskal Herria, Estado español) Promoviendo los procesos de recuperación de empresas y las prácticas de negociación colectiva hacia la autogestión

Joseba Villarreal (ELA, Euskal Herria, Estado español) Experiencias de recuperación de empresas en Euskal Herria: el papel del sindicato de clase ELA

En la presentación que realizaremos, trataremos una clasificación de problemas/dificultades con las que nos hemos encontrado a día de hoy, a la hora de promover procesos de recuperación y cooperativización autogestionada de empresas en base a varios casos asesorados de crisis empresariales y procesos de reestructuraciones (reducción salarial y despido colectivo, parcial o de cierre de empresa, deslocalización, etc). Entre las dificultades detectadas se encuentra el de plantilla escasamente organizada o sindicalizada con instrumentos para la confrontación (caja de resistencia confederal), actividad productiva en clara recesión o inserta muy fuertemente en una cadena de valor específica con problemas para su reorientación productiva, dificultades de acceso a financiación y capitalización previa, dificultades en el proceso de transformación en el marco concursal (de articulación con viabilidad económica y de tiempos o legales) o necesidad de articular una más amplia estrategia sindical y juridica en base a la existencia de delitos económicos (delito contable y fiscal) en un grupo de empresas.

Por otra parte propondremos, ante las dificultades citadas, contenidos instrumentales y sustantivos de negociación colectiva de empresa y sectorial para que, en caso de tener que abordar procesos de recuperación de empresas, la praxis sindical y la capacitación colectiva facilite este tipo de acciones, así cómo para que pueda permitir avanzar en procesos de empoderamiento colectivo hacia un modelo socioeconómico autogestionario.

domingo, 25 de septiembre de 2016

Revitalización sindical: el pilar de la negociación colectiva y la política sindical

Reproduzco a continuación el artículo publicado en el blog Radicales Libres del Diario Público.

Asimismo ha sido reproducido en Economía Critica y Crítica de la Economía , Rebelion ,  

En un artículo anterior, hacía referencia a cuatro pilares dónde sustentar la revitalización sindical que dependen fundamentalmente del propio sindicalismo: negociación colectiva y política sindical; gestión del conflicto laboral, huelgas y repertorios de presión; política social, empleo y economía social; formación sindical, asesoría sindical y técnica, teniendo también cómo base de la arquitectura de un sindicalismo combativo, la financiación sindical. En este artículo voy a centrarme en el primero de ellos.

El primer pilar donde sustentar la revitalización sindical es la negociación colectiva y la política sindical, sin duda causa y efecto de las concretas relaciones de poder entre empresarios y trabajadores. Es el espacio dónde cristaliza la correlación de fuerzas sociales, patronales y sindicales, así como el punto de partida para sucesivas rondas de conflicto en empresas y sectores. El sindicalismo revitalizado es capaz de regular mejores condiciones sociales y de empleo gracias a su poder en la correlación de fuerzas, más allá e incluso pese a la voluntad legislativa de los gobiernos. Es en la negociación colectiva dónde se materializa la utilidad y legitimidad del sindicalismo para reclutar afiliación en tanto se mejoran -o empeoran menos en contextos de crisis económica y empresarial- las condiciones de empleo y vida. Además, la capacidad de sindicalizar la totalidad de la estructura económica y extender la cobertura de la negociación colectiva con contenidos a más ámbitos laborales, es clave para reforzar este pilar del sindicalismo revitalizado. No en vano la negociación colectiva es el eje central de las relaciones laborales, el ámbito de la primera distribución de la renta entre salarios en sentido amplio -incluidos indirectos y diferidos- y beneficios empresariales.

De entrada, muchas organizaciones sindicales coinciden en que es fundamental la potenciación de las Secciones Sindicales cómo espacio de trabajo sindical y reclutamiento de afiliación, fomento de la participación, movilización y militancia. El sindicato será en los centros productivos o no será, y el sindicato en los centros productivos son las Secciones Sindicales. Dicho planteamiento lo corrobora también Vidal, Jódar y Alós, en relación a la participación y militancia sindical en CCOO. Con éste objetivo de incrementar la afiliación, participación y militancia sindical, el uso de las asambleas de trabajadores y trabajadoras cómo espacio de debate y decisión, a la vez que generar espacios de participación y trabajo sindical impulsado por las Secciones Sindicales, se torna fundamental con ese objetivo de incrementar la ratio militantes/afiliadas tanto en los centros de trabajo cómo en las federaciones sindicales territoriales.


Es preciso recuperar salarios para recuperar empleo, fijando la subida agregada salarial, en relación al nivel agregado de producción y ventas -o mayores incluso-, sin que afecte a la viabilidad empresarial ni al margen financiero para la generación de empleo.

El uso de las Secciones Sindicales, además en ámbitos empresariales complejos (grupos de empresas, empresa principal – empresas externalizadas) o centros de trabajo (polígonos industriales, polígonos de oficinas, calles y centros comerciales, puertos, aeropuertos, autopistas y autovías, zonas turísticas, etc.), es imprescindible para intervenir de forma efectiva ante las estrategias empresariales postfordistas, generando unidades de negociación aparentemente imposibles, articulando de forma flexible la negociación colectiva integrándola: cómo Convenios colectivos de grupos empresariales, incluyendo las diferentes formas jurídicas con las que se fragmentan los grupos mercantiles, integrando también a empresas auxiliares, subcontratadas y proveedoras, o desde perspectiva de centro de trabajo, con convenios colectivos que consigan romper con las relaciones triangulares entre diferentes empresas en un mismo centro -ETTs, multiservicios, etc-. De esta forma se conecta con importantes colectivos de trabajadoras, que se afilian percibiendo el sindicalismo operativo para incidir en su realidad laboral [1]. Este aspecto se vincula además con la literatura y experiencias que se están dando sobretodo en países anglosajones de sindicalismo comunitario y sindicalismo de movimiento social, promoviendo estrategias de “organizing”, cómo forma de implicar a trabajadores y trabajadoras en las empresas, incrementar la militancia y poder sindical en la empresa, así como tejiendo alianzas con la comunidad -usuarias, clientes, ciudadanía- en las reivindicaciones laborales [2].

Asimismo, la necesidad de asentar negociación colectiva con mejoras tangibles en el actual contexto político y económico obliga a construir la negociación colectiva desde el poder sindical en los centros productivos y la pluralidad empresarial, es decir en aquellos ámbitos dónde la correlación de fuerzas unida a la capacidad de presión económica y de huelga permita ir a acuerdos que ganen terreno sustancialmente al capital. Los ámbitos que sin duda pueden ser punta de lanza son aquellos territorios -ya citados- y sectores estratégicos, tanto para la dinámica de valorización de la economía capitalista, cómo para el desarrollo del ciclo vital, siendo éstos últimos además especialmente precarios y feminizados. Dichos sectores y subsectores se ubican territorialmente y en los ámbitos del transporte, las comunicaciones y telecomunicaciones, finanzas, la energía, la limpieza, los cuidados, etc. Son sectores dónde se podría, desde una perspectiva de revitalizar el poder sindical, poner más énfasis en la afiliación, militancia y negociación colectiva. Tal cómo expresa Daniel Albarracín: “La lucha sindical puede ser muy efectiva reconociendo los puntos débiles de la cadena de valor, en los que interrumpiendo el proceso de valorización, se pueda anclar un poder tanto de negociación como de influencia en la dirección empresarial, hasta el punto de disputar el poder en las empresas”. La dificultad de un sindicalismo inclusivo y solidario, es combinar e integrar ámbitos laborales con mayor poder de negociación con aquellos que aún siempre teniéndolo, sean menores y requieran de mayor esfuerzo organizativo y de acción. Todo lo anterior es imprescindible enlazarlo con una buena política comunicativa de logros y defensa ante discursos de ataque antisindical.

En cuanto a contenidos propiamente, se empieza a socializar la perspectiva de poner en el eje principal, al inicio del debate y redactado de los convenios colectivos -no al final-, los derechos de información, consulta, participación y control sindical, puesto que para un sindicalismo de contrapoder real, no de acompañamiento a las decisiones del capital, supone ganar terreno a la incertidumbre generada por las decisiones empresariales, situándose en mucha mejor posición en sucesivas rondas de conflicto y negociación colectiva [3]. El acceso a la información empresarial -económica, productiva, organizativa-, es sin lugar a dudas uno de los principales elementos de resistencia por parte de la patronal en tanto supone acceder en igualdad de condiciones a una fuente crucial de poder en las relaciones laborales. Sin lugar a dudas “la información es poder”. El poder de dirección estratégica y operativa empresarial puede encontrar un contrapoder sindical real si se adopta cómo perspectiva táctica la de introducir en la negociación colectiva un control sindical en las diferentes áreas clave de las empresas: inversión –con fondos colectivos de asalariados-, planes de producción y organización del trabajo, políticas laborales de despido -limitándolo, incrementando indemnizaciones y fijando derecho de opción para la readmisión al trabajador/a en caso de improcedente- y contratación -con bolsas sindicales de empleo[4], y acceso completo a la información económico-financiera y productiva generada: documentación productiva y plan de producción, control administrativo de los ingresos y gastos en efectivo (libro de caja) o por medio de bancos, acceso a los libros contables y documentación que sustenta las partidas contables, así como a toda la demás documentación contractual, económica, fiscal y laboral, de género, ecológica y de salud laboral generada por las empresas. Es decir, lo que en otras épocas y sistemas de relaciones laborales como el inglés se ha venido a denominar contabilidad empresarial con “libros abiertos”. El control sindical (sobre la información empresarial, el proceso de trabajo, la distribución del valor generado y las decisiones estratégicas) permite andar el camino para ganar la democracia económica. Con un proceso gradual de agregación de objetivos e instrumentos de empresa a empresa, sector a sector, es factible construir los principales instrumentos y objetivos de la política económica, industrial y laboral para influir desde el sindicalismo en dichas políticas que son determinantes para el poder sindical: aplicación de políticas de pleno empleo, altos salarios, inversión productiva equilibrada y ecológicamente sostenible, consumo responsable, amplía la base social y potencialmente afiliativa del sindicalismo, a la vez que se reorientan los objetivos de política económica e industrial hacia objetivos realmente sociales y sostenibles [5]. Intervenir en éstos parámetros permite evitar ir a una devaluada, inoperante e incluso contraproducente concertación social con la patronal y unos gobiernos servidores de la misma, cuando se acuerdan y legitiman contenidos regresivos socialmente o que erosionan el propio poder sindical (aceptación de ETTs, temporalidad, paro masivo, etc.).


Es precisa la reducción de jornada laboral sin reducción salarial y el reparto del empleo, para reducir el desempleo orientando desde la negociación colectiva la política económica hacia el pleno empleo.

Asimismo, también desde una perspectiva instrumental, la inclusión de cláusulas de blindaje contra las reformas laborales -ultraactividad indefinida, imposibilidad de descuelgue de convenios -salarios, jornada-, prohibición de despidos forzados e incremento de indemnizaciones para improcedentes- son un buen ejemplo de la posibilidad de legislar pro-operario desde el poder sindical dejando sin efecto las contrarreformas laborales de la derecha política y económica (PSOE y PP), a la par que asientan otro punto crucial del poder sindical, tal que el poder contractual del sindicato y su capacidad de hacer cumplir los acuerdos a la patronal. Algunos convenios colectivos acordados en Euskadi y Navarra son un ejemplo en este sentido, tanto sectoriales -alargando ultraactividad o haciéndola indefinida- y de empresa -con ultraactividad indefinida y cláusulas antidescuelgue por causas económicas, entre otras de las cláusulas citadas- [6].

Respecto a la negociación contractual y de empleo, solamente mediante la negociación colectiva es posible limitar la discrecionalidad legal en cuanto a contratación limitando o eliminando la contratación temporal, el uso de subcontratación y ETTs. Asimismo la extensión del empleo a tiempo parcial cómo ahorro empresarial y desempleo encubierto, obliga a limitar su uso. Por lo tanto la norma social debiera estar en coordenadas de contratación indefinida a tiempo completo cómo principal. Lo contrario supone no solamente precariedad sino dar todo el poder contractual a la patronal dividiendo el segmento asalariado y favoreciendo dicha división entre fijos, subcontratados, precarios y desempleados. Además, en esta área sería preciso implementar medidas de control sindical del empleo por medio de bolsas de empleo cómo las citadas en el apartado de contenidos instrumentales de negociación colectiva. Es evidente que cualquier política sindical que acepte el mantenimiento o empeoramiento de las condiciones legales o las políticas empresariales de contratación y empleo, está erosionando sus propias fuentes de poder sindical en el mercado de trabajo. Romper con la precariedad facilita la afiliación y participación sindical.

En cuanto a la negociación salarial, sin duda es preciso recuperar salarios para recuperar empleo, fijando la subida agregada salarial, en relación al nivel agregado de producción y ventas -o mayores incluso-, sin que afecte a la viabilidad empresarial ni al margen financiero para la generación de empleo. Lo anterior permite recuperar salarios perdidos que han ido a rentas del capital productivo o financiero, limitando dichas rentas y ampliando las laborales además del nivel de empleo. En palabras de Kaleckiun aumento salarial que refleje un mayor poder sindical conduce –contrariamente a los preceptos de la economía clásica– a un aumento del empleo. E inversamente, una reducción salarial que refleje un debilitamiento del poder de negociación de los sindicatos conduce a una reducción del empleo. La debilidad de los sindicatos en una etapa de depresión que se manifieste en la aceptación de reducciones salariales contribuye a profundizar el desempleo en lugar de mitigarlo.” Por la configuración de la economía española, el incremento salarial fuerte estimularía el crecimiento dado que cualquier posible perjuicio del aumento salarial sobre la inversión se compensaría con el aumento de la demanda agregada a él asociado (véase Naastepad, C.W.M. y Storm, S. (2007) “OECD demand regimes (1960-2000)”. Journal of PostKeynesian Economics, 29, 211-246). Sin duda también es imprescindible introducir en toda la negociación colectiva salarios mínimos dignos que permitan sostener la vida rompiendo la precariedad y el fenómeno “working poor” -trabajador/a pobre-, afectando los bajos salarios sobretodo a empleos feminizados [7]. Asimismo es necesario vincular las subidas al coste de vida con cláusula de salvaguarda de IPC real del territorio, que varía sustancialmente según el territorio de referencia. En cuanto al modo de las subidas, la negociación salarial reciente siempre ha referenciado las subidas al incremento de precios y/o a un porcentaje igual para todos los salarios, lo que supone el mantenimiento de abanicos con diferencias salariales muy amplias y por lo tanto mucha desigualdad de ingresos entre trabajadores y trabajadoras. Hay que tener en cuenta también que muchos altos salarios de cuadros superiores, gerentes, administradores y socios capitalistas, son en realidad beneficios o reparto de dividendos disfrazados en nómina fija, variable e incluso en especie. A este respecto, es necesario recoger la experiencia nórdica en la negociación colectiva para, por un lado integrar en los convenios colectivos y fiscalizar correctamente todo devengo salarial en las empresas estableciendo salarios máximos en relación al salario mínimo, e implementar subidas salariales lineales sobre el salario base, ya sea un montante igual en cada tramo de la estructura salarial o de forma inversamente proporcional, es decir mayor incremento lineal para los salarios más bajos, cómo forma de acelerar la reducción del abanico salarial en la negociación colectiva, reduciendo con ello de forma muy importante también la brecha salarial por género [8]. La experiencia Sueca impulsada por los economistas sindicales Gösta Rehn y Rudolf Meidner, trataba de implementar esta lógica de “a igual trabajo, igual salario”, lo que se vino a denominar “política salarial de solidaridad”. Por último, en relación a la desigualdad y a la imposición sistemática por parte de la patronal de una “política salarial de individualización y control” es imprescindible eliminar las dobles escalas salariales, toleradas por la jurisprudencia, así como los salarios variables vinculados a objetivos individuales que controlan los empresarios. Lo anterior permite reconfigurar las relaciones de poder al eliminar discrecionalidad empresarial a la vez que homogeneizar las condiciones de las plantillas eliminando divisiones al igualar condiciones salariales [9].

En cuanto a la negociación de la jornada laboral, es precisa la reducción de jornada laboral sin reducción salarial y el reparto del empleo, para reducir el desempleo orientando desde la negociación colectiva la política económica hacia el pleno empleo. Lo anterior implica la limitación y/o prohibición de horas extraordinarias y la limitación del uso de flexibilidad de jornada u horaria. Este tipo de medida favorece además la conciliación entre trabajo productivo, reproductivo y comunitario a la vez que centrando el objetivo en la creación de empleo, con una orientación hacia el pleno empleo, con contratación indefinida, se aborda la recomposición estratégica de la fractura desempleo-precariedad-empleo. Todo ello supone también incrementar la base social potencialmente afiliativa y militante sindical en el marco de esa “batalla política por el pleno empleo” [10].

Por último y cómo cierre de este apartado, sin duda es obvia la fuerte interrelación laboral, productiva y económica de las tres variables apuntadas, que por lo tanto se deben abordar en relación y coordinación para evaluar su impacto económico en las empresas. Esta coordinación de contenidos sustantivos permite, pese al discurso empresarial dominante, maximizar empleo y salarios. Acotando el debate, es factible en la negociación colectiva el establecimiento de salarios máximos (y control del gasto superfluo a la vez que de los ingresos fraudulentos) que permitirán a las empresas disponer de capacidad financiera para: incrementar salarios mínimos y más bajos de la estructura salarial, reducción de jornada laboral sin afectar el salario/hora, y consecuentemente la posibilidad de un incremento de la contratación y empleo. Por tanto, sí es posible articular una orientación de política económica de pleno empleo e incrementos salariales para la mayoría de trabajadores y trabajadoras desde la negociación colectiva. Quizás también es la única forma realmente efectiva de hacerlo.

En lo que respecta a la negociación colectiva defensiva, eso es, en los procesos de reestructuración empresarial con planteamiento de despidos colectivos o modificación sustancial de condiciones de trabajo, son si cabe más importantes las cláusulas de anticipación económica y control sindical citadas anteriormente desde una perspectiva instrumental. Además, una de las principales críticas que hacen los trabajadores y trabajadoras a las organizaciones sindicales se da precisamente en estos contextos, por el hecho de ceder en el mantenimiento del empleo y aceptar despidos forzados en caso de EREs. Por lo tanto una política sindical revitalizada debe poder rechazar, cuando no prohibir mediante negociación colectiva despidos forzados en procesos de reestructuración empresarial o en las administraciones públicas, siendo solamente posible el ajuste “por arriba” y frente al capital, así como implementando alternativas de menor a mayor impacto -movilidades y recolocaciones, reducción salarial, suspensión de contratos- y centradas en el reparto defensivo del empleo, siempre que exista causa económica y productiva proporcionada para ello y no se deba a descapitalización y fraude económico. Asimismo, con la inclusión de cláusulas de blindaje en la negociación colectiva sobre la imposibilidad de descuelgue de convenio colectivo (reducción de salario, aumento de jornada, etc.), puede permitir abordar con un control sindical potente procesos de este tipo cuando existan causa económicas y productivas suficientes para ello y no se deba, cómo en los procesos de despido, a descapitalización y fraude económico. Asimismo, un sindicalismo revitalizado es capaz de cubrir el flanco de la reinversión productiva y el apoderamiento de los medios de producción por parte de los trabajadores y trabajadoras, impulsando la recuperación y cooperativización autogestionada de empresas en crisis que se pueden insertar en el tejido de economía social del territorio, tal cómo se apunta más adelante. A ello se une la importancia de la generación de propuestas alternativas en ámbitos de política industrial y sectoriales globales, de forma que afrontar dichos procesos de desinversión empresarial con impacto laboral, se pueda contrarrestar con acciones de reinversión productiva y desarrollo económico. Para que dichas propuestas se puedan articular con implementación factible, son sin duda cruciales los instrumentos sindicales de política económica apuntados sobre control sindical de la inversión e información empresarial.

[1] Trabajos cómo el de Daniel Albarracín (“La acción sindical en “distritos laborales” y “cadenas de valor”. Una reflexión estratégica sobre experiencias sindicales concretas”), Lafuente, Jamar y Martínez (“Respuestas sindicales ante el desafío de la empresa-red: sector petroquímico y nuclear”) o Juan Hernández Zubizarreta y Pedro Ramiro (“El control de las cadenas mundiales de suministros y la acción sindical”) avalan con ejemplos estas posibilidades.

[2] Son precisamente organizaciones sindicales internacionales quienes han elaborado manuales al respecto cómo “Manual de Organización” y “Construyendo poder en el lugar de trabajo”.

[3] Estos, entre otros, serán temas que se tratarán en el II Encuentro de profesionales del asesoramiento laboral y social de la UPV/EHU, con el título de “Negociación colectiva y control sindical: aspectos laborales y económicos” que se celebrará en la Facultad de Relaciones Laborales y Trabajo Social de la UPV/EHU en el Campus de Leioa (Bizkaia) los días 29 y 30 de Septiembre de 2016. Evidentemente los cambios y transformaciones en las políticas económicas, empresariales y en las relaciones laborales son múltiples y complejas. Por ejemplo, las decisiones derivadas de la lógica capitalista de la financiarización de la economía o las empresas y la operativa impune de los grupos empresariales multinacionales tal cómo plantea Beverly Silver en “Fuerzas de trabajo: los movimientos obreros y la globalización desde 1870” o Daniel Albarracín y Eduardo Gutiérrez en “Financiarización, nuevos perímetros empresariales y retos sindicales”. También las estrategias empresariales postfordistas citadas en la nota [1].

[4] Ver por ejemplo los Convenios Colectivos de la empresa alavesa del metal Tubos Reunidos (art. 26 en adelante), la Residencia bizkaina Samsic Iberia (anexo II) e incluso a nivel sectorial cómo la denominada “Axencia de Bolsa de Emprego” del convenio del metal de la provincia de Pontevedra.

[5] Empezando por la construcción desde el sindicalismo de bases de datos empresariales y sectoriales, para lo que es preciso ampliar y concretar derechos de información económica y control sindical, recoger mediante fichas de trabajo por parte de secciones sindicales y responsables sindicales, datos sobre la situación económico-financiera y productiva de las empresas con volcado y diagnóstico para las mismas. Asimismo elaborando modelos de análisis contable, económico y productivo para análisis sindicales de la situación económica de empresas, de proyección e impacto de la negociación colectiva y acción sindical –conflicto, huelga-, estructuración y agregación de modelos de planes de viabilidad y previsión empresarial, además de modelos de planificación económica, coordinación económica y proyección económica.

Una aproximación a la cuestión del control sindical y la democracia económica, se expone por ejemplo en “Democracia económica: ideas para avanzar” y en múltiples trabajos desde la teoría económica a las experiencias históricas o actuales, caso de los trabajos de Joaquín Arriola “Derecho a decidir: propuestas para el socialismo del siglo XXI”, Robin Hahnel “Del pueblo, para el pueblo. El modelo de la economía participativa” o Eric Olin Wright “Contruyendo utopías reales”.

[6] Según el diario El Mundo, ELA aboga por no firmar ningún convenio que no garantice su blindaje ante la reforma laboral y éste sindicato asegura que ha firmado 300 convenios blindados ante la reforma laboral. En algunos casos cómo las empresas Guardian Llodio, Mendiguren y Zarraua, TS Fundiciones de Zestoa, Marie Brizard o Newark San Andrés la consecución del convenio colectivo ha venido en el marco de la convocatoria de huelga indefinida para la retirada de medidas de despido colectivo o reducción salarial en paralelo a promover la negociación de un convenio con cláusulas de blindaje que dejen fuera de las empresas las contrarreformas laborales. También es de relevancia el convenio colectivo firmado por el sindicato CNT en la empresa Extracciones Levante de Valencia (2015-2017), pues contiene cláusulas de blindaje contra la reforma laboral.

[7] Desde una perspectiva internacional, economistas heterodoxos estadounidenses han impulsado una campaña para el incremento del salario mínimo/hora a 15$ en 2020 para Estados Unidos, con sustento empírico y justificativo en contra de los dogmas capitalistas neoliberales de la inoportunidad de la medida. A este respecto algunos estados como Nueva York o California se ha aprobado dicha propuesta. En Euskal Herria está abierta una campaña sindical llamada 1200 eurotik gora (Más de 1200 euros), para que se eleve el salario mínimo en esa cantidad. Casos como el convenio colectivo en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, incluyó en la reivindicación de la huelga indefinida el salario mínimo de 1200 euros, finalmente conseguido.

[8] Ver por ejemplo el art. 21 del Convenio Colectivo de la empresa ALUMALSA de Zaragoza, firmado en 2015 después de una importante huelga total de 12 días con relevante impulso del sindicato CNT.

[9] Completa esta visión de la negociación salarial la perspectiva inversa, es decir, qué elementos de poder de negociación, laboral y sindical, determinan los concretos salarios nominales en la negociación colectiva. Un excelente trabajo desde la teoría económica y la economía y sociología laboral es “Dinàmica dels salaris monetaris: unes notes teòriques i una aplicació” de Jordi Roca, publicado en castellano cómo capítulo de su tesis doctoral en “Pactos sociales y política de rentas”.

[10] Una panorámica del tema se puede encontrar en “Reducción de jornada a 30 horas semanales sin reducción salarial: análisis y perspectivas de la propuesta”. Un estudio reciente para la economía de Gipuzkoa publicado en la Revista Lan Harremanak de la UPV/EHU en el núm. 34 (2016): La reducción del tiempo de trabajo. Una propuesta para reducir el desempleo. En lo relacionado con la política de pleno empleo, Kalecki sigue de actualidad, tal cómo define Juan Torres “La batalla política por el pleno empleo”.

viernes, 2 de septiembre de 2016

La economía capitalista: conflicto, poder… y revitalización sindical

Reproduzco a continuación el artículo publicado en el blog Radicales Libres del Diario Público.


Si a cualquier estudiante de ciencias económicas se le pide que defina y ubique en el plan de estudios conceptos cómo “economía capitalista”, “poder”, “lucha de clases”, “distribución de renta y riqueza”, “sindicalismo” o “democracia económica” seguramente nos encontraremos con el decepcionante resultado de su desconocimiento o al menos de su identificación en los “márgenes” del tronco analítico central de la contabilidad, la economía de empresa, la micro y macroeconomía o la política económica. Con toda probabilidad se desconocerán profundamente corrientes de análisis económico y políticas alternativas cómo el postkeynesiano, institucionalista, neomarxista, regulacionista y radical, ecológico o feminista, de economía socialista o economía libertaria y autogestionaria, impulsadas solventemente por economistas tanto de fuera de nuestras fronteras [1], cómo también por multitud de economistas críticos de ámbitos académicos o sindicales en el propio Estado español [2].

Todo ello es, sin duda, una mala noticia. Sin embargo, pese a la tenaz voluntad de quienes detentan el poder académico y de discurso político en economía por marginar, esconder y silenciar dichas corrientes, la realidad es que la economía capitalista real -y desde luego las relaciones laborales existentes- aquellas que conoce cualquier persona trabajadora, se entienden principalmente con los conceptos antedichos, que se resumen en el título de este artículo, que a su vez da nombre a un curso de introducción a la economía [3], que a su vez se ubica en una de las corrientes citadas, de economía radical, fructífera para abordar los temas aquí planteados [4]. En efecto, el sistema económico capitalista con sus aparatos políticos coadyuvantes, y máxime la empresa capitalista, se sustenta en lo que autores radicales denominan “dimensión vertical”, esto es, en el autoritarismo y el ejercicio del poder de los empresarios sobre los trabajadores y trabajadoras, de la patronal sobre la clase trabajadora, aspecto que condiciona y determina transversalmente las decisiones u organización de la producción, inversión y distribución entre salarios y beneficios [5].

Cómo posiblemente puede parecer muy abstracto y académico lo relatado hasta ahora, quizás con un par de ejemplos vividos sea posible engarzar la caracterización sistémica con la realidad económica y de las relaciones laborales.

En un caso de una mediana empresa del sector de los cuidados, sobre negociación de reducción salarial por dificultades financieras de liquidez y económicas de viabilidad, el economista de la empresa apuntaba que el peso de los salarios en la estructura de costes de la misma era muy superior al de otras empresas del sector, por lo que era imprescindible acometer la reducción salarial planteada a las trabajadoras. La respuesta de la parte social planteó que desde luego era así, pero porque la estructura salarial estaba desproporcionada por arriba, pues los cargos de dirección doblaban el nivel de salarios de referencia en la negociación colectiva sectorial, lo que implicaba que su reducción a nivel de convenio permitía cuasi-equilibrar las cuentas. Entonces se hizo el silencio en la sala y todas las presentes nos dimos cuenta que sin duda habíamos llegado al punto de expresión de un conflicto de poder, el clásico conflicto distributivo en el sistema capitalista entre salarios y beneficios -disfrazados de altos salarios- aplicado al caso recesivo de la crisis empresarial. Finalmente este conflicto se resolvió con la convocatoria de una huelga indefinida de toda la plantilla, que forzó efectivamente a la dirección a reducirse sus salarios a convenio sectorial cómo primera acción previa a evaluar otras medidas, entre otros elementos del pacto de empresa conseguido, relacionados con el control sindical productivo y económico.

Un sindicalismo fuerte implica mejores condiciones salariales, de empleo, protección social, equidad de género y defensa de la salud laboral, así como caminar hacia mayores equilibrios ecológicos.

En otro caso, un grupo empresarial del sector de la construcción de tamaño medio, planteó un despido colectivo de un tercio de la plantilla, en un contexto de muchos años de ingresos no declarados y contabilidad B, que en cualquier caso permitían la viabilidad empresarial. Este despido colectivo cómo caso paradigmático de “violencia del poder privado” utilizando términos que titulan una obra de Antonio Baylos, se tuvo que resolver judicialmente en el Tribunal Superior de Justicia, siendo ratificada la nulidad y readmisión de los despedidos por el Tribunal Supremo. A esta situación se llegó sin duda por una actitud patronal autoritaria. La postura empresarial en la negociación colectiva, defendiendo que concurría causa económica y productiva para el despido colectivo, mientras ganaban dinero de forma ilícita, desembocó en la judicialización del proceso. Se trataba pues del intento de imponer su poder de clase despidiendo a trabajadores cómo mecanismo para eliminar el sindicalismo combativo en la empresa.

Ni que decir tiene que, en general, la reacción sindical a las contrarreformas laborales impuestas vía parlamentaria, así como a las diferentes estrategias empresariales en casos concretos de reestructuraciones y despidos, algunos ya emblemáticos por implicar confrontación solvente ante deslocalizaciones productivas (Coca – Cola en Fuenlabrada, Celsa Atlantic en Gasteiz y Urbina, Zardoya Otis en Mungia, etc.), nos ha dejado una pléyade de experiencias sindicales y de huelgas que bien analizadas nos ayudan para sintetizar algunas conclusiones de interés de cara al debate sobre la revitalización del poder sindical, aquel que efectivamente hace frente a la discrecionalidad del poder empresarial y patronal, elementos indisociables de la dinámica económica capitalista.

Es necesario pues que el sindicalismo combativo gane capacidad de intervención en sus múltiples dimensiones: afiliativa, militante y organizativa, programática, de capacidad de acción colectiva y confrontación con los poderes político-económicos hostiles a la clase trabajadora. Mientras que el voto ciudadano se está demostrando excesivamente voluble y escorado hacia el mantenimiento de mayorías parlamentarias que apuestan por la servidumbre al poder económico, en cambio la militancia y afiliación sindical siguen siendo la principal garantía para recuperar derechos, condiciones salariales y de empleo, consolidando orientaciones de políticas económicas que nos dirijan a mayores cotas de democracia económica y bienestar social. No en vano, múltiples analistas avalan que un sindicalismo fuerte implica mejores condiciones salariales, de empleo, protección social, equidad de género y defensa de la salud laboral, así como caminar hacia mayores equilibrios ecológicos [6].

Una mirada sistemática a estas reflexiones, propuestas y experiencias acumuladas, nos permite centrar algunas cuestiones fundamentales para caminar hacia una recuperación solvente del poder sindical. Sin ánimo de dejar fuera aspectos importantes, pero con objetivo de priorizar recogiendo el núcleo esencial de las fuentes imprescindibles de poder sindical, es preciso fijarse en cuatro pilares que dependen fundamentalmente del propio sindicalismo: negociación colectiva y política sindical; gestión del conflicto laboral, huelgas y repertorios de presión; política social, empleo y economía social; formación sindical, asesoría sindical y técnica, teniendo también cómo base de la arquitectura de un sindicalismo combativo, la financiación sindical.

[1] Entre otros muchos, Robinson, Sraffa, Kalecki, Minsky, Goodwin, Lerner, Bahduri, Wray, Stockhammer, OnaranBaran, Sweezy, Gordon, Bowles, Sherman, O’Connor, Marglin, Shaikh, Pollin, HahnelAglietta, Boyer, JessopGlyn, Gough, SilverJackson, Forstater, Beneria, Matthaei economistas sindicales cómo Rehn, Meidner, PalleyLiberman, Kardelj, Horvat, Lange, Bettelheim, Vanek, Schweickart, Guillén, Albert… También de corrientes económico-políticas cómo el operaísmo italiano, con Negri (Operai e stato, La forma Estado, Los libros de la autonomía obrera o El poder constituyente), Tronti, Bologna o Fumagalli cómo algunos de sus exponentes, o también autores provenientes del sindicalismo que realizan interesantes aportaciones al análisis sindical del capitalismo post-fordista y una orientación de salida socialista cómo Bruno Trentin.

[2] Agrupados en la Asociación de Economía Critica o participantes del Foro de profesionales del asesoramiento laboral y social de la UPV/EHU dónde se pretende generar inteligencia colectiva desde perspectiva laboralista (también en ámbitos mercantil, administrativo o penal) para juristas, economistas, asesores sindicales, trabajadores y trabajadoras, a la vez que relacionar las experiencias de acción colectiva y sindical con los ámbitos de intervención profesional, académica e investigadora.

[3] “La economía capitalista: conflicto y poder”. Una descripción del curso, con objetivos y plan de estudios se puede encontrar en Edwards y MacEwan. Un enfoque crítico de la enseñanza actual en economía: bases para un nuevo currículo, en el libro “Critica a la ciencia económica”. Periferia, Buenos Aires, 1972. Las lecturas del curso se editaron en los manuales de Edwards; Reich y Weisskopf. “The capitalist system. A radical analysis of american society. Prentice Hall (1ª Edición 1972; 2ª Edición, 1978; 3ª Edición 1986, las tres con lecturas complementarias).

[4] Más correctamente, Economía Política Radical, corriente vertebrada por la asociación creada en 1968, Union for Radical Polítical Economics (URPE), en el marco de la cual se creó una revista de ámbito académico y un centro de economía popular dirigido a militantes sindicales y sociales, el Center for Popular Economics, aparte de otras iniciativas de ámbito universitario cómo el Political Economy Research Institute (PERI), donde se ponen en común líneas de análisis e investigación a corto y largo plazo, así cómo para propuestas de política económica relacionada con inversión socialmente útil además de ecológica o respecto a incrementos de salarios mínimos. Los principales temas tratados por dicha corriente son “economía y poder”, “sistemas económicos comparados” -socialismo, comunismo y autogestión-, “estado capitalista, lucha de clases y distribución de la renta”, “segmentación de los mercados de trabajo” y “estructuras sociales de acumulación” para entender la dinámica medio placista del sistema capitalista.

[5] Bowles y Edwards. Introducción a la economía: competencia, autoritarismo y cambio en las economías capitalistas. Alianza, Madrid. 1990.

[6] Por ejemplo Mikel Urrutikoetxea en ¿Para qué sirve un sindicato? Reflexiones , Juan Torres desde una perspectiva económica en ¿Para qué sirven los sindicatos? o estudios cómo el de Hamann y Kelly, Andrew Glyn, Wilkinson y Pickett, Onaran et. al. a largo plazo relacionando poder sindical y distribución de la renta y riqueza. Especialmente interesante al respecto es el artículo de John Bellamy Foster “Marx, Kalecki, Keynes y la estrategia socialista: la superioridad de la economía política del trabajo sobre la economía política del capital”.