Reproduzco a continuación el artículo publicado en el blog Radicales Libres del Diario Público.
Asimismo ha sido reproducido en Economía Crítica y Crítica de la Economía , ATTAC , Borroka Garaia da! , Ahotsa , Regeneración , Rebelion , Kaosenlared , Tercera información , Alainet , Unidad Civica por la Republica
Si a cualquier estudiante de ciencias económicas se le pide que
defina y ubique en el plan de estudios conceptos cómo “economía
capitalista”, “poder”, “lucha de clases”, “distribución de renta y
riqueza”, “sindicalismo” o “democracia económica” seguramente nos
encontraremos con el decepcionante resultado de su desconocimiento o al
menos de su identificación en los “márgenes” del tronco analítico
central de la contabilidad, la economía de empresa, la micro y
macroeconomía o la política económica. Con toda probabilidad se
desconocerán profundamente corrientes de análisis económico y políticas
alternativas cómo el postkeynesiano, institucionalista, neomarxista,
regulacionista y radical, ecológico o feminista, de economía socialista o
economía libertaria y autogestionaria, impulsadas solventemente por
economistas tanto de fuera de nuestras fronteras [1], cómo también por multitud de economistas críticos de ámbitos académicos o sindicales en el propio Estado español [2].
Todo ello es, sin duda, una mala noticia. Sin embargo, pese a la
tenaz voluntad de quienes detentan el poder académico y de discurso
político en economía por marginar, esconder y silenciar dichas
corrientes, la realidad es que la economía capitalista real -y desde
luego las relaciones laborales existentes- aquellas que conoce cualquier
persona trabajadora, se entienden principalmente con los conceptos
antedichos, que se resumen en el título de este artículo, que a su vez
da nombre a un curso de introducción a la economía [3],
que a su vez se ubica en una de las corrientes citadas, de economía
radical, fructífera para abordar los temas aquí planteados [4].
En efecto, el sistema económico capitalista con sus aparatos políticos
coadyuvantes, y máxime la empresa capitalista, se sustenta en lo que
autores radicales denominan “dimensión vertical”, esto es, en el
autoritarismo y el ejercicio del poder de los empresarios sobre los
trabajadores y trabajadoras, de la patronal sobre la clase trabajadora,
aspecto que condiciona y determina transversalmente las decisiones u
organización de la producción, inversión y distribución entre salarios y
beneficios [5].
Cómo posiblemente puede parecer muy abstracto y académico lo relatado
hasta ahora, quizás con un par de ejemplos vividos sea posible engarzar
la caracterización sistémica con la realidad económica y de las
relaciones laborales.
En un caso de una mediana empresa del sector de los cuidados, sobre
negociación de reducción salarial por dificultades financieras de
liquidez y económicas de viabilidad, el economista de la empresa
apuntaba que el peso de los salarios en la estructura de costes de la
misma era muy superior al de otras empresas del sector, por lo que era
imprescindible acometer la reducción salarial planteada a las
trabajadoras. La respuesta de la parte social planteó que desde luego
era así, pero porque la estructura salarial estaba desproporcionada por
arriba, pues los cargos de dirección doblaban el nivel de salarios de
referencia en la negociación colectiva sectorial, lo que implicaba que
su reducción a nivel de convenio permitía cuasi-equilibrar las cuentas.
Entonces se hizo el silencio en la sala y todas las presentes nos dimos
cuenta que sin duda habíamos llegado al punto de expresión de un
conflicto de poder, el clásico conflicto distributivo en el sistema
capitalista entre salarios y beneficios -disfrazados de altos salarios-
aplicado al caso recesivo de la crisis empresarial. Finalmente este
conflicto se resolvió con la convocatoria de una huelga indefinida de
toda la plantilla, que forzó efectivamente a la dirección a reducirse
sus salarios a convenio sectorial cómo primera acción previa a evaluar
otras medidas, entre otros elementos del pacto de empresa conseguido,
relacionados con el control sindical productivo y económico.
Un sindicalismo fuerte implica mejores condiciones salariales, de empleo, protección social, equidad de género y defensa de la salud laboral, así como caminar hacia mayores equilibrios ecológicos.
En otro caso, un grupo empresarial
del sector de la construcción de tamaño medio, planteó un despido
colectivo de un tercio de la plantilla, en un contexto de muchos años de
ingresos no declarados y contabilidad B, que en cualquier caso
permitían la viabilidad empresarial. Este despido colectivo cómo caso
paradigmático de “violencia del poder privado” utilizando términos que
titulan una obra de Antonio Baylos, se tuvo que resolver judicialmente en el Tribunal Superior de Justicia, siendo ratificada la nulidad y readmisión de los despedidos por el Tribunal Supremo.
A esta situación se llegó sin duda por una actitud patronal
autoritaria. La postura empresarial en la negociación colectiva,
defendiendo que concurría causa económica y productiva para el despido
colectivo, mientras ganaban dinero de forma ilícita, desembocó en la
judicialización del proceso. Se trataba pues del intento de imponer su
poder de clase despidiendo a trabajadores cómo mecanismo para eliminar
el sindicalismo combativo en la empresa.
Ni que decir tiene que, en general, la reacción sindical a las
contrarreformas laborales impuestas vía parlamentaria, así como a las
diferentes estrategias empresariales en casos concretos de
reestructuraciones y despidos, algunos ya emblemáticos por implicar
confrontación solvente ante deslocalizaciones productivas (Coca – Cola en Fuenlabrada, Celsa Atlantic en Gasteiz y Urbina, Zardoya – Otis en Mungia, etc.),
nos ha dejado una pléyade de experiencias sindicales y de huelgas que
bien analizadas nos ayudan para sintetizar algunas conclusiones de
interés de cara al debate sobre la revitalización del poder sindical,
aquel que efectivamente hace frente a la discrecionalidad del poder
empresarial y patronal, elementos indisociables de la dinámica económica
capitalista.
Es necesario pues que el sindicalismo combativo gane capacidad de
intervención en sus múltiples dimensiones: afiliativa, militante y
organizativa, programática, de capacidad de acción colectiva y
confrontación con los poderes político-económicos hostiles a la clase
trabajadora. Mientras que el voto ciudadano se está demostrando
excesivamente voluble y escorado hacia el mantenimiento de mayorías
parlamentarias que apuestan por la servidumbre al poder económico, en
cambio la militancia y afiliación sindical siguen siendo la principal
garantía para recuperar derechos, condiciones salariales y de empleo,
consolidando orientaciones de políticas económicas que nos dirijan a
mayores cotas de democracia económica y bienestar social. No en vano,
múltiples analistas avalan que un sindicalismo fuerte implica mejores
condiciones salariales, de empleo, protección social, equidad de género y
defensa de la salud laboral, así como caminar hacia mayores equilibrios
ecológicos [6].
Una mirada sistemática a estas reflexiones, propuestas y experiencias
acumuladas, nos permite centrar algunas cuestiones fundamentales para
caminar hacia una recuperación solvente del poder sindical. Sin ánimo de
dejar fuera aspectos importantes, pero con objetivo de priorizar
recogiendo el núcleo esencial de las fuentes imprescindibles de poder
sindical, es preciso fijarse en cuatro pilares que dependen fundamentalmente del propio sindicalismo: negociación colectiva y política sindical; gestión del conflicto laboral, huelgas y repertorios de presión; política social, empleo y economía social; formación sindical, asesoría sindical y técnica, teniendo también cómo base de la arquitectura de un sindicalismo combativo, la financiación sindical.
[1] Entre otros muchos, Robinson, Sraffa, Kalecki, Minsky, Goodwin, Lerner, Bahduri, Wray, Stockhammer, Onaran… Baran, Sweezy, Gordon, Bowles, Sherman, O’Connor, Marglin, Shaikh, Pollin, Hahnel… Aglietta, Boyer, Jessop… Glyn, Gough, Silver… Jackson, Forstater, Beneria, Matthaei economistas sindicales cómo Rehn, Meidner, Palley… Liberman, Kardelj, Horvat, Lange, Bettelheim, Vanek, Schweickart, Guillén, Albert… También de corrientes económico-políticas cómo el operaísmo italiano, con Negri (Operai e stato, La forma Estado, Los libros de la autonomía obrera o El poder constituyente), Tronti, Bologna o Fumagalli
cómo algunos de sus exponentes, o también autores provenientes del
sindicalismo que realizan interesantes aportaciones al análisis sindical
del capitalismo post-fordista y una orientación de salida socialista
cómo Bruno Trentin.
[2] Agrupados en la Asociación de Economía Critica o participantes del Foro de profesionales del asesoramiento laboral y social de la UPV/EHU
dónde se pretende generar inteligencia colectiva desde perspectiva
laboralista (también en ámbitos mercantil, administrativo o penal) para
juristas, economistas, asesores sindicales, trabajadores y trabajadoras,
a la vez que relacionar las experiencias de acción colectiva y sindical
con los ámbitos de intervención profesional, académica e investigadora.
[3] “La economía capitalista: conflicto y poder”.
Una descripción del curso, con objetivos y plan de estudios se puede
encontrar en Edwards y MacEwan. Un enfoque crítico de la enseñanza actual en economía: bases para un nuevo currículo,
en el libro “Critica a la ciencia económica”. Periferia, Buenos Aires,
1972. Las lecturas del curso se editaron en los manuales de Edwards;
Reich y Weisskopf. “The capitalist system. A radical analysis of
american society. Prentice Hall (1ª Edición 1972; 2ª Edición, 1978; 3ª
Edición 1986, las tres con lecturas complementarias).
[4] Más correctamente, Economía Política Radical, corriente vertebrada por la asociación creada en 1968, Union for Radical Polítical Economics (URPE),
en el marco de la cual se creó una revista de ámbito académico y un
centro de economía popular dirigido a militantes sindicales y sociales,
el Center for Popular Economics, aparte de otras iniciativas de ámbito universitario cómo el Political Economy Research Institute (PERI),
donde se ponen en común líneas de análisis e investigación a corto y
largo plazo, así cómo para propuestas de política económica relacionada
con inversión socialmente útil además de ecológica o respecto a
incrementos de salarios mínimos. Los principales temas tratados por
dicha corriente son “economía y poder”, “sistemas económicos comparados”
-socialismo, comunismo y autogestión-, “estado capitalista, lucha de
clases y distribución de la renta”, “segmentación de los mercados de
trabajo” y “estructuras sociales de acumulación” para entender la
dinámica medio placista del sistema capitalista.
[5] Bowles y Edwards. Introducción a la economía: competencia, autoritarismo y cambio en las economías capitalistas. Alianza, Madrid. 1990.
[6] Por ejemplo Mikel Urrutikoetxea en ¿Para qué sirve un sindicato? Reflexiones , Juan Torres desde una perspectiva económica en ¿Para qué sirven los sindicatos? o estudios cómo el de Hamann y Kelly, Andrew Glyn, Wilkinson y Pickett, Onaran et. al.
a largo plazo relacionando poder sindical y distribución de la renta y
riqueza. Especialmente interesante al respecto es el artículo de John
Bellamy Foster “Marx,
Kalecki, Keynes y la estrategia socialista: la superioridad de la
economía política del trabajo sobre la economía política del capital”.
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