Reproduzco a continuación el artículo publicado en Sin Permiso junto a Julen Bollaín. El artículo ha sido difundido también en Rebelión y Economía Critica y Critica de la Economía
Del paro en la historia...
La
existencia de parte de la población que estando en edad, en condiciones y
en disposición de trabajar remuneradamente que carece de un empleo no
es un fenómeno surgido durante el siglo XX. Ya en la Edad Media había
personas que estaban desocupadas, conocidas por aquel entonces como
holgazanas o vagabundas. En este sentido, John Burnett en su libro “Idle Hands: The Experience of Unemployment, 1790-1990”[1], explicaba ya en 1994 cómo hasta el siglo XIX analistas ingleses “identificaban
a los desempleados principalmente con los ‘inadaptados’ y trotamundos
que dormían a la intemperie y deambulaban de noche por las calles”.
Así, no será hasta 1881 cuando por primera vez en el Reino Unido, y aunque no de manera coherente con la definición standard
actual del desempleo, será medida la tasa de desempleo. Al principio el
desempleo se basó en los datos de aquellos sindicatos ingleses que
pagaban prestaciones de desempleo a sus miembros.
Más adelante, el 16 de diciembre de 1911, el Parlamento Británico aprobó el llamado “National Insurance Act 1911”.
Éste iba más allá de las leyes sobre los seguros contra enfermedades,
accidentes de trabajo, invalidez y vejez aprobadas y lideradas por Otto
Von Bismarck en el Reichstag alemán entre 1883 y 1889, ya que otorgaba a
los trabajadores británicos un plan nacional obligatorio de seguro
contra el desempleo. De esta manera, el desempleo comenzó a medirse a
raíz de datos de trabajadores registrados y que carecieran de un empleo.
Pero en este artículo no entraremos a discutir los motivos que
incitaron a Bismarck a llevar adelante esas leyes, ni por qué el
Canciller de Hacienda y futuro primer ministro del Reino Unido, el
liberal David Lloyd George, propuso el “National Insurance Act 1911” ante
su Gobierno liberal, aun cuando sus políticas, a la vez de protección y
legitimación social, se sustentaban en las mediciones de la situación
laboral.
Dando un salto hasta el Estado español, no será
hasta 1919 cuando, tras la Ley de 27 de febrero de 1908 del Instituto
Nacional de Previsión (INP) y el Real Decreto de 11 de marzo de 1919
sobre intensificación de retiros obreros, se promulgue el Real Decreto
de 18 de marzo de 1919 sobre el seguro de paro forzoso. Todo ello al
calor de la Revolución Soviética y de las luchas sociales y sindicales
que, como la huelga de “La Canadiense”
en Catalunya, representaron un punto de inflexión en la efectividad
sindical y en la consecución de derechos sociales como la jornada
laboral de 8 horas, en la presión necesaria para la promulgación de
otras leyes sociales[2],
así como en la generación de normas protectoras del empleo por medio
del conflicto, la huelga y la formalización de bases de trabajo
(convenios colectivos) entre empresarios y sindicatos[3].
Sin embargo, el sistema de los Seguros Sociales en el Estado español no
se consolidó hasta la instauración de la II República Española, cuya
constitución de 1931 afirmaba en su artículo 46 que "la República
asegurará a todo trabajador las condiciones necesarias de una existencia
digna. Su legislación social regulará: los casos de seguro de
enfermedad, accidente, paro forzoso, vejez, invalidez y muerte, (así
como) la protección de la maternidad"[4].
Este
sistema de Seguros Sociales fue convertido finalmente en 1963 en un
sistema de Seguridad Social a través de la Ley de Bases de Seguridad
Social de 28 de diciembre de 1963. Y fue en este marco cuando, por
primera vez, el Instituto Nacional de Estadística (INE) creado en 1945,
realizó la primera Encuesta de Población Activa en 1964.
…al paro en el capitalismo postfordista
Pero
no cabe duda de que la realidad actual es muy distinta a la de hace más
de medio siglo. En los países centrales de la economía mundial, se
conformó un capitalismo industrial que generó mercados internos de
trabajo y bajas tasas de desempleo, gracias también a políticas de
regulación keynesiana donde primaba el pleno empleo como objetivo de
política económica y un sistema de relaciones laborales con sindicatos
fuertes en las empresas. El giro neoliberal y conservador en las
políticas económicas en la década de 1980 asentaron, en un paulatino
cambio de paradigma, un capitalismo desatado[5]
donde la lógica financiera se impuso a la lógica industrial-productiva,
y donde en esta última la norma del empleo ha pasado a ser la
flexibilidad laboral, la externalización, subcontratación y precariedad
laboral. A ello se ha unido el ataque
contra el sindicalismo para destruir, debilitar o devaluar la
influencia del mismo en la negociación colectiva y la huelga,
desgastando sus recursos de poder y aislando también los elementos más
combativos con la intención de limitar el contrapoder a las políticas
empresariales que asientan este modelo de empleo, precariedad y
desempleo[6].
Es
necesario optimizar los indicadores que utilicemos en el presente para
medir la precariedad y el desempleo. Debemos entender la realidad del
siglo XXI, en la que el desempleo no puede ser medido como se hacía en
el siglo XX. Porque en el siglo XXI deben darse respuesta a los
problemas con métodos del siglo XXI.
La dinámica de los
mercados de trabajo actuales nos demuestra que existe una gran
precariedad en el empleo, afectando en el Estado español a la mayoría de
la población asalariada: menos de la mitad de la población afiliada al
régimen general de la Seguridad Social en 2017 tenía un contrato
indefinido a jornada completa (47,9%) y la mayoría (52,1%) presentaba
algún tipo de precariedad: subiendo los contratos a tiempo parcial y
fijos-discontinuos, contratos temporales y/o trabajo por horas, etc. A
su vez, la Encuesta de Población Activa confirma la precariedad del
empleo generado en la recuperación, en el periodo 2013-2017 con la
creación de 1’86 millones de empleos, siendo 918.000 de éstos temporales
e incrementando la tasa de temporalidad del 23,7% al 26,7%[7].
Para completar este mapa de precariedad, hay que sumar la temporalidad
involuntaria, con pocas mediciones al respecto pero seguramente con una
mayoría de contratos en esa situación. También las mediciones de
contratación parcial involuntaria, que en el Estado español afecta a 2,8
millones de personas trabajadoras, de las cuales 1,2 millones de
mujeres y 500.000 hombres lo hacen de forma no voluntaria. En términos
porcentuales, según los datos de la OIT, el número de personas que
trabajan a tiempo parcial de forma involuntaria es de alrededor del 60%[8].
Nuevas tendencias de desempleo, nuevas metodologías
Y
es por todo ello que la realidad del mercado de trabajo presente es
totalmente distinta a la del siglo pasado, siendo innegable que la tasa
de desempleo se basa en una definición bastante limitada de lo que
implica no tener un empleo decente. Una definición limitada a los
factores y aspectos del siglo XX, mientras coexistimos con aquella
sociedad moderna líquida que el difunto Bauman definió.
De
acuerdo con la definición de desempleo de la Organización Internacional
del Trabajo (en la que se basa el cálculo de la tasa de desempleo en
general de la zona del euro), las personas se consideran desempleadas si
están (i) sin trabajo; (ii) disponibles para comenzar a trabajar dentro
de dos semanas; y (iii) buscando activamente empleo, en el momento de
realizar la encuesta.[9]
Una
definición demasiado estricta que no permite conocer la población que
realmente se encuentra desempleada. Además, es una forma artificial y
torticera de reducir la tasa de desempleo, al no incorporar en la misma a
personas con ánimo de trabajar remuneradamente y disponibles para
hacerlo que no están buscando empleo ya que piensan que debido a la
desfavorable situación económica no van a encontrarlo, a personas con un
empleo precario e inconstante que quisieran un empleo a tiempo
completo, e incluso a personas que por cualquier otro motivo querrían un
empleo compatible con su situación de estudios o de cuidados y que no
lo encuentran.
Y es ante esta definición tan sesgada,
cuando países como Estados Unidos diseñaron una nueva metodología para
estimar una tasa de paro con el objetivo de reflejar mejor la realidad
laboral del siglo XXI. Este método consiste en calcular nuevos
indicadores a partir de la tasa de paro oficial. Y para ello añaden
distintos indicadores con el fin de contabilizar como parados a aquellas
personas que se encuentren en los siguientes 3 supuestos.
1.
Las personas que aunque quieren trabajar, no buscan empleo porque creen
que no van a encontrarlo. Este grupo es conocido popularmente como “trabajadoras desanimadas”.
2.
Aquellas personas que no buscan empleo porque están esperando uno que
se ajuste a su cualificación, que esperan una convocatoria de Oferta de
Empleo Público, que han sido despedidas pero confían en ser readmitidas
en su empresa, que no saben dónde dirigirse para encontrar empleo, que
esperan una estación de mayor actividad como en verano en nuestro sector
turístico estacional, que esperan los resultados de gestiones
anteriores, que tratan de compatibilizar estudios o cuidados con
trabajos que puedan ser compatibles o que confían en comenzar una
actividad propia. A las personas de este grupo se les denomina "activas potenciales".
3.
Todas aquellas personas que trabajan menos horas de las que les
gustaría. Es decir, aquellas personas que trabajan a tiempo parcial
porque no encuentran trabajos a jornada completa tal y como ellos y
ellas quieren. Lógicamente, estas personas tampoco encuentran
satisfechas sus necesidades de trabajo en el mercado laboral y, por
ello, es razonable incluirlos como "demandantes” de empleo,
aunque no sean estrictamente desempleados. Además, conviene remarcar que
las principales afectadas son las personas jóvenes y las mujeres.
Si
añadimos estos tres grupos de personas al indicador que mide la tasa de
desempleo, hace de éste un indicador más próximo a la realidad. Un
indicador que nos da como resultado lo que muchas personas expertas
denomina como "tasa de paro real".
Si además, agregáramos
una medición del empleo temporal que no cubre jornadas completas mensual
o anualmente, obtendríamos los aspectos principales del cuadro de
precariedad laboral y, por tanto, de desempleo involuntario.
Instituciones pioneras en la medición de una “tasa de paro real” son tanto el Bureau of Labor Statistics de Estados Unidos, como la OECD, el Banco Central Europeo en su reciente Boletín Económico 3/2017 ("Evaluación del grado de holgura del mercado de trabajo") donde señaló que existen definiciones más amplias que están siendo relevantes
para evaluar una dinámica más real del funcionamiento de los mercados
de trabajo y analiza esta cuestión para el área del euro, o el propio
Banco de España en su Boletín Económico 2/2017[10].
Además existen algunos estudios a nivel académico de investigación en
la materia, aplicados tanto a nivel del Estado español como a nivel de
las diferentes Comunidades Autónomas.
Los contornos de la precariedad y el desempleo en el País Vasco
Si
hablamos propiamente de cifras, alzamos la vista y miramos a Europa,
apreciamos cómo la combinación de las estimaciones de personas
desempleadas y subempleadas, sugiere que el desempleo mirado de forma
amplia, afecta actualmente a alrededor del 18% de la fuerza de trabajo
de la zona del euro. Este volumen de subutilización es casi el doble del
nivel medido por la tasa de desempleo, que ahora se sitúa en el 9,5%.
La
misma tendencia se puede observar cuando estudiamos lo que sucede en el
Estado español. Mientras la tasa de desempleo oficial se encuentra en
torno al 18%, el desempleo real se sitúa alrededor del 30%. Un
incremento que encrudece aún más las escandalosas cifras de desempleo
que azotan al Estado español.
El País Vasco no es un oasis
pese a la propaganda del Gobierno Vasco y una estructura productiva e
industrial más robusta, además de un sindicalismo con mayor capacidad de
enfrentarse a la precariedad laboral. Según el Servicio Público Estatal
de Empleo, en 2017 vemos que en Euskadi de los contratos notificados
(958.100), 562.459 corresponden a jornada completa, 384.412 a jornada
parcial, 2.522 a fijos-discontinuos y 8.707 a contratos en prácticas.
Existe un incremento importante de formalización de los contratos a
jornada parcial y éstos representan también un volumen cada vez más
cercano al número de contratos a tiempo completo. Los contratos a
jornada parcial suponen el 40,1% del total de contratos notificados,
siendo suscritos mayoritariamente por mujeres y en el sector servicios.
Cabe tener en cuenta que la gran mayoría de contratos firmados siguen
siendo de carácter temporal y que, de hecho, éstos suponen el 92,3% del
total de contratos suscritos. Hay que añadir que además, dentro de los
contratos de carácter temporal, prácticamente la mitad fueron de una
duración menor a un mes y un 32’9% de duración indeterminada. Por tanto,
al elemento de parcialidad no deseada se le suma el de temporalidad. En
el momento que se formaliza un contrato de trabajo, ambas cuestiones
implican grave precariedad en el empleo[11].
Según datos del Eustat,
a finales de 2017 hay en Euskadi 915.900 personas ocupadas y 943.987
personas afiliadas a la Seguridad Social, frente a las 976.270 en 2008,
de las cuales aproximadamente el 23% del total corresponden a jornada
parcial y el 32% del total a contratación temporal. Son datos muy
preocupantes de precariedad en el empleo[12].
En
términos estadísticos (Eurostat, INE) la tasa de temporalidad vasca en
comparación con Europa, se sitúa en el cuarto peor lugar (23’9%), detrás
de la de Polonia (25’5%), Estado español (26’8%) y Montenegro (27’8%),
cuando la media de la UE-28 es del 14’3%.[13]
En
términos de tasa de paro ampliada, el caso de Euskadi es muy llamativo,
ya que con datos de la EPA del III trimestre de 2017, la tasa de
desempleo oficial era del 11,7%, mientras que la tasa de desempleo
ampliada calculada a través de microdatos de la propia Encuesta de Población Activa
llevada a cabo por el Instituto Nacional de Estadística, nos situaría
en un 22,6% de tasa de desempleo real. Una tasa 10,9% superior a la
oficial y que casi la dobla. Cabe añadir que de estos 10,9 puntos
porcentuales de incremento entre la tasa de desempleo oficial y la real,
7,8 puntos porcentuales son causa de trabajadores y trabajadoras con
empleo a tiempo parcial involuntario, sobretodo mujeres y personas
jóvenes. Es decir, personas que no encuentran trabajos a jornada
completa. Además de Euskadi, las Comunidades Autónomas que más paro
oficial consiguen reducir a costa de la parcialidad involuntaria en la
ocupación son la Comunidad Valenciana (8,7 p.p.), Andalucía (7,9 p.p.) y
Ceuta (7,8 p.p.). Es destacable cómo el País Vasco pasaría de ser la
segunda Comunidad Autónoma con menor tasa de desempleo oficial, a ser la
séptima con menor tasa de desempleo real. De esta forma, Euskadi se
colocaría en el ranking por detrás de Navarra, Baleares, Aragón, La
Rioja, Cataluña y Madrid, demostrando que no es un oasis dentro del
desierto de precariedad laboral español[14].
Iniciativas para medir el paro real en Euskadi
En este escenario, el grupo parlamentario Elkarrekin Podemos, registró una Proposición No de Ley en el Parlamento Vasco para que se midiera en Euskadi la tasa de paro ampliado. Finalmente, se aprobó una enmienda transaccional
por unanimidad en la que se instaba a que se realizará para finales de
2018 un estudio sobre la tasa de paro ampliada en el País Vasco y a que
Eustat, Euskal Estatistika Erakundea - Instituto Vasco de Estadística,
estudiará las diferentes metodologías actualmente en uso, como las del
Bureau of Labor Statistics de Estados Unidos, Eurostat e INE, para medir
la tasa de desempleo ampliada y considerar la inclusión de preguntas
adicionales en el cuestionario de la Encuesta de Población en Relación
con la Actividad (PRA) en el año 2019.
Entendemos que es
un paso adelante muy importante que debiera darse también en las demás
Comunidades Autónomas, ya que entendemos que una medición adecuada de la
tasa de desempleo es fundamental para ser capaces de entender la
realidad laboral, desarrollar análisis precisos y diseñar e implementar
políticas públicas de empleo que reduzcan las desigualdades y mejoren la
calidad del empleo: empezando por la Inspección de Trabajo y Seguridad
Social y terminando con recomendaciones de políticas de negociación
colectiva o políticas industriales y activas de empleo. Y es que es
fundamental medir el desempleo de forma que se puedan identificar los
focos, los diferentes aspectos y las diferentes variantes del mismo,
porque solo así seremos capaces de actuar eficientemente en las
políticas públicas de empleo, en las políticas de lucha contra la
precariedad laboral que provocan las empresas o por qué no decirlo, en
permitir que toda persona que quiera trabajar en dignas condiciones
pueda hacerlo.
Por ello es necesario conocer la realidad
de nuestros mercados de trabajo y la realidad del desempleo, la
parcialidad y la temporalidad. Porque así y solo así, podremos
implementar las políticas públicas de empleo óptimas que mejoren la vida
de nuestra ciudadanía.
[1] Burnett, J. (1994). Idle hands: The experience of unemployment, 1790-1990. Routledge.
[2]
Paz, O. (2010). “La crisis de 1917-1923: rupturas estructurales y
conceptuales”, en M.J. Espuny y O. Paz. Crisis y ocupación. Bosch
Editor.
[3]
Espuny, M.J. (2010). “Ocupación, paro y género en las bases de trabajo
de la Segunda República Española”, en M.J. Espuny y O. Paz. Crisis y
ocupación. Bosch Editor.
[5] Glyn, A (2010). Capitalismo desatado. Finanzas, globalización y bienestar. FUHEM - La Catarata.
[6] Elorrieta, J (2017). Una mirada sindical contracorriente. Clase, territorio y nuevas alianzas. Icaria.
[10] “Medidas alternativas del desempleo para la economía española” (pp. 21-23).
[11] Consejo de Relaciones Laborales de Euskadi. Situación sociolaboral en Euskadi: avance de resultados 2017. Febrero 2018.
[12] Ver nota anterior
Julen Bollain es Portavoz de Economía del Grupo Parlamentario Elkarrekin Podemos
en el Parlamento Vasco y miembro de la Red Renta Básica y de la Basic
Income Earth Network.
Lluís Rodríguez Algans es economista. Asesor del Grupo Parlamentario Elkarrekin Podemos en el Parlamento Vasco.
Lluís Rodríguez Algans es economista. Asesor del Grupo Parlamentario Elkarrekin Podemos en el Parlamento Vasco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario