Traigo al blog un artículo de
Alberto Garzón sobre el enfoque que tiene la Economía Política Radical de los marcos institucionales que fomentan la acumulación de capital y el crecimiento económico en el sistema capitalista.
La teoría de las estructuras sociales de acumulación
Una de las principales aportaciones de los teóricos de la llamada
“Escuela Política Radical”, surgida en los años sesenta en Estados
Unidos de la mano de autores como D. Gordon, M. Reich, T. Weisskopf,
R. Edwards y S. Bowles, fue la noción de ‘Estructura Social de
Acumulación”. Con ella se pretendía describir los requisitos
institucionales que satisfacen en cada momento histórico el proceso de
acumulación de capital, punto central del análisis radical.
Esta teoría proporciona elementos de análisis muy interesantes a la
hora de estudiar la crisis económica y la dinámica capitalista. Por esta
razón traigo al blog algunos puntos fundamentales de dicha explicación,
a fin de que el lector interesado pueda tener una idea general del
discurso radical y surja la curiosidad para adentrarse en los textos
originales (desgraciadamente todos en inglés, pues la penetración de la
teoría radical en España es extremadamente reducida).
La reconceptualización de la Estructura Social de Acumulación
Para los teóricos de la ESA las instituciones animan la inversión
capitalista y el crecimiento económico, pero eventualmente cesan su
contribución al crecimiento económico: o bien el crecimiento
desestabiliza las instituciones o bien las instituciones crean barreras
para el crecimiento. En ese momento deviene una crisis, entendida como
un período de inestabilidad que requiere la reconstrucción institucional
para renovar el crecimiento y la estabilidad (Wolfson, 2006).
Los teóricos originales de la ESA determinaron que las instituciones
eran necesarias para apoyar el circuito del capital, pero posteriormente
afirmaron directamente que la ESA afectaba a la tasa de acumulación
(Kotz, 2006). Este último aspecto ha sido desde hace algunos años, sin
embargo, motivo de crítica por parte de los economistas radicales,
precisamente porque se considera que no hay evidencia para afirmar que
el objetivo central que guía la construcción de una estructura
institucional sea la tasa de acumulación (Kotz, 2006).
Las nuevas reinterpretaciones teóricas afirman que, en efecto, la
promoción de una rápida acumulación en el sistema no es el núcleo de los
intereses de los individuos capitalistas, sino que por el contrario sí
lo es la expectativa de ser capaz de participar en el circuito del
capital y dentro de él de apropiarse de la máxima cantidad de excedente
posible, en relación al capital invertido, lo que conduce al capital
(Wolfson y Kotz, 2010; Kotz, 2006)
Para los nuevos teóricos de las ESA no hay una tasa de acumulación
mínima, y los excedentes pueden tener otros usos además de la
acumulación. La alternativa a reinvertir el excedente (algo que
dependerá del cálculo de la tasa de beneficio esperada así como de si
dicha tasa es aceptablemente alta) es la inversión financiera. Se puede
invertir en la esfera financiera esperando condiciones más favorables en
el ámbito de la inversión real. Por eso los capitalistas pueden
mantener altas tasas de rendimientos (a través de operaciones
financieras y especulativas) sin que se invierta en lo productivo y sin
que se vean impulsados a cambiar la estructura institucional (Kotz,
2006).
En definitiva, los nuevos teóricos de la ESA consideran que cada ESA
apoya al circuito del capital pero puede o no llevar a una rápida
acumulación de capital, de tal forma que la relación entre la ESA y el
rápido crecimiento económico debe ser abandonada, apostando en su lugar
por comprender la ESA como las estructuras institucionales que
estabilizan temporalmente las contradicciones del capitalismo, que son
las que existen entre capital y trabajo, entre capital y capital, entre
trabajo y trabajo en la dimensión internacional (Wolfson y Kotz, 2010;
Kotz, 2006).