En
el monografico publicado por la Fundación
Manu Robles-Arangiz sobre "sindicalismo y economía social y
solidaria" ,
se publica un artículo mio titulado "Del contrapoder sindical a
la autogestión económica".
Resistencia
y construcción de alternativas; la clase trabajadora necesita las
dos. Para hacer frente a la pobreza, a la precariedad, a las
desigualdades, al desempleo, a la exclusión y para ir creando el
nuevo mundo que necesitamos son imprescindibles sindicatos y
cooperativas transformadoras, es necesaria la economía social y
solidaria... Publicamos este monográfico con la intención de
reforzar esta alianza tan necesaria.
Del contrapoder
sindical a la autogestión económica
De la economía
social al sindicalismo de contrapoder
El análisis de las interrelaciones entre sindicalismo y economía social, debe empezar por remarcar la importancia de la economía social a la hora de prefigurar la economía que necesitamos la clase trabajadora a la vez que de establecer alternativas hoy mismo. Una transformación del sistema económico necesariamente pasará por el impulso de muchas experiencias concretas y la integración de las mismas. El cooperativismo y la economía social son también una forma de generar autoocupación, sea en contextos de crisis empresarial, sea en contextos de desempleo masivo dónde la patronal castiga la militancia sindical. Asimismo la economía social se puede orientar a apoyar luchas sindicales, cómo el caso de Coop57 ejerciendo como caja de resistencia. Por otra parte el sindicalismo es clave para la economía social al sostener unos valores y prácticas que no deben abandonarse pese a la dinámica que genere la inserción en una economía capitalista. Asimismo, la negociación colectiva de referencia permite una guía de mínimos en lo concreto de las relaciones laborales en la economía social. Sucede lo mismo con la disputa por el salario social, indirecto -sanidad, educación- y diferido -pensiones, subsidio de desempleo, etc.- que afecta a toda la clase trabajadora incluidos cooperativistas o miembros de la economía social. El sindicalismo cómo organización de masas incide en ese ámbito en apoyo a las redes de economía social. Por último, desde una perspectiva de transformación social no todas las empresas pueden ser cooperativizadas o transformadas en modelos de economía social a corto plazo, por lo que se requiere de un fuerte sindicalismo de contrapoder para orientarse a otro modelo económico y social.
Del sindicalismo de contrapoder a la economía social
La acción sindical cotidiana, la de las secciones sindicales en los procesos de negociación colectiva, tiene mucho de los valores y fundamentos de la economía social. Los procesos de militancia sindical orientados a la expansión de derechos se cimientan en una adecuada recopilación de información económico-financiera, productiva y laboral de las empresas para sustentar los procesos negociadores, en una colectivización entre las plantillas de las reivindicaciones dirigidas a los empresarios y la patronal, así como en la articulación de fórmulas solidarias de acción colectiva y huelga indefinida con apoyo de caja de resistencia que es sin lugar a dudas un mecanismo financiero colectivo de solidaridad sindical. Ese poder sindical como herramienta democratizadora de una empresa o sector, es la antesala a modelos de economía social y democracia económica. Esto si cabe es más evidente en procesos de reestructuración y crisis empresarial dónde la recuperación de empresas para su posterior laboralización o cooperativización se torna cómo acción estratégica imprescindible para defender las condiciones y nivel de empleo así como la estructura industrial del país, precisamente cuando los poderes político y económico están promoviendo todo lo contrario. Ahí la práctica sindical previa es imprescindible para acometer con garantías dichas experiencias.
Del contrapoder sindical a la autogestión económica
¿Cómo puede el sindicalismo ayudar a construir otro modelo social? Sin duda el núcleo vertebrador de la acción sindical es la negociación colectiva. Dos ideas al respecto. Por un lado, la orientación de la política sindical y los contenidos sustantivos de negociación colectiva hacia objetivos de política económica de altos salarios y pleno empleo. Por otro lado la introducción de contenidos de negociación colectiva instrumentales de control sindical económico en las empresas y sectores, esto es, promover la democracia económica en las empresas capitalistas con ampliación de derechos de información, consulta y control sindical de los procesos productivos, de inversión y posterior generación de empleo.
Euskal Herria tiene un privilegiado potencial, fraguado en décadas de luchas obreras y construcción de alternativas económicas, para la configuración de un potente marco autónomo de economía autogestionaria y lucha de clases. En el marco de esa confrontación por el desacuerdo total con los mecanismos capitalistas y como expresión de la conciencia colectiva de la clase trabajadora vasca, es imprescindible dirigirse a una sociedad de personas y pueblos libres y responsables realizable en un socialismo en el que los medios de producción, de consumo y de cultura, estén en manos y al servicio de las personas trabajadoras, en una auténtica democracia económica. Ello pasa necesariamente por qué el movimiento obrero y sindical establezca fuerte conexión entre acción sindical y los procesos dirigidos a la socialización de los medios de producción y consumo, además de una alianza permanente entre la economía social y el sindicalismo de contrapoder. En palabras del sindicalista irlandés James Connolly en un artículo de 1908 titulado “Sindicalismo industrial y socialismo constructivo”… a la vez que incrementa el poder de resistencia del trabajador contra los abusos actuales de la clase capitalista, lo familiariza con la idea de qué el sindicato que contribuye a construir está destinado a suplantar aquella clase en el control de la industria dónde trabaja.
No hay comentarios:
Publicar un comentario