Reproduzco a continuación el artículo publicado en el blog Borroka Garaia da!
“Autobusean ez duk ohiturazko aurpegia, aurrera egiteko hoa inoiz ez bezala”*
Vivimos tiempos de resistencia y alternativas en Euskal Herria. Resistencia sindical al desempleo, la precariedad laboral, las reducciones de salarios, los cierres de empresas, deslocalizaciones y desmantelamiento industrial. Alternativas en la política económica e industrial instrumentada por medio de propuestas sindicales para un cambio de modelo, en la extensión de las sociedades laborales y el cooperativismo como redes de economía social y transformadora, también en encuentros para el debate, visualización y consolidación de modelos económicos alternativos como el II Encuentro del asesoramiento laboral y social sobre negociación colectiva y control sindical, los III Encuentros ecosocialistas o Alternatiben Herria en Bilbo.
La
economía capitalista es voraz y los gestores del capital, también el vasco,
pretenden desmantelar la economía productiva, subordinándola a lógicas de
rentabilidad financiera, sosteniendo crecientes niveles de explotación y
extracción de excedentes económicos de forma legal o fradulenta para su
beneficio. El análisis y síntesis de John Bellamy Foster sobre “Marx, Kalecki,
Keynes y la estrategia socialista”, nos sirve para situar algunos aspectos
clave del por qué y hacia dónde ir respecto a la política económica que aplica
el capitalismo neoliberal vasco, subordinado al español y europeo. Por una
parte, la orientación de política fiscal regresiva del Gobierno Vasco o Navarro
y las Diputaciones Forales es funcional para que sean las empresas privadas
quienes determinen el empleo por medio de sus niveles de inversión y producción.
Además, éstas ven con buenos ojos las políticas generalizadas de
externalización de servicios para sus áreas de negocio y beneficio, o la propia
retirada del sector público de forma que no interfiera en sus negocios privados
a costa de los impuestos de toda la ciudadanía vasca. La aplicación de
políticas fiscales de inversión social orientadas al pleno empleo serían
percibidas por la patronal cómo ataques a su poder para dictar la política
económica tal como lo hacen actualmente. Y no solamente por eso, sino también
por qué políticas orientadas al pleno empleo, por ejemplo con políticas
fiscales progresivas y laborales protectoras, harían sin duda que la posición
de fuerza de la clase trabajadora en Euskal Herria aumentara y así también los
salarios y condiciones laborales. Desde una perspectiva más amplia, cualquier
programa de transformación social necesita establecer una garantía de empleo y
seguridad económica a la clase trabajadora para contraponer a la autoridad y
poder empresarial un cambio social orientado a formas de planificación
económica democrática.
Asimismo, los
encuentros citados al principio apuntan a esa necesidad de que el sindicalismo
retome centralidad en la influencia sobre las políticas estratégicas empresariales
y económicas, así como a la imperiosa urgencia de poner en el centro de la
actividad económica la vida, los cuidados, los tiempos de trabajo y los
equilibrios ecológicos, transformando el modelo productivo y de consumo hacia
una economía social a la par que democrática. El capitalismo vasco y sus
portavoces políticos (PNV, PSE, PP), nunca querrán orientar la actividad
productiva hacia criterios de eficiencia ecológica y económica, satisfacción de
necesidades y desarrollo endógeno o propiamente de pleno empleo con reducción
de la precariedad y la pobreza: prefieren el desempleo y la precariedad que
imponga disciplina y miedo en las empresas, que mantenga a ralla la
reivindicación de mejores salarios y condiciones de empleo, prefieren
subordinarse al capital nacional y extranjero, demostrando con ello la
obsolescencia de un sistema económico, el capitalista, que debe ser sustituido
por sus negativos impactos sociales, económicos y ecológicos. Es evidente también
en este contexto político, que la transformación del modelo productivo solo
puede venir de una propiedad social de los medios de producción, de un control
social de las decisiones de inversión a medio plazo y de los procesos de producción a
corto plazo. Esto es precisamente lo que plantea la economía social y transformadora.
Dos patas, resistencia y alternativas, resistencia sindical,
es decir sindicalismo de contrapoder y alternativas económicas, economía social
y transformadora en definitiva.
De la economía social al sindicalismo de
contrapoder
El análisis de
las interrelaciones entre sindicalismo y economía social en el contexto
antedicho, debe empezar por remarcar la importancia de la economía social a la
hora de prefigurar la economía que necesitamos la clase trabajadora a la vez
que de establecer alternativas hoy mismo. Una transformación del sistema
económico necesariamente pasará por el impulso de muchas experiencias concretas
y la integración de las mismas. El cooperativismo y la economía social son también una forma de
generar autoocupación, sea en contextos de crisis empresarial, sea en contextos
de desempleo masivo dónde la patronal castiga la militancia sindical. Asimismo
la economía social se puede orientar a apoyar luchas sindicales, cómo el caso
de Coop57
ejerciendo como caja de resistencia. Por otra parte el sindicalismo es clave
para la economía social al sostener unos valores y prácticas que no deben
abandonarse pese a la dinámica que genere la inserción en una economía
capitalista. Asimismo, la negociación colectiva de referencia permite una guía
de mínimos en lo concreto de las relaciones laborales en la economía social.
Sucede lo mismo con la disputa por el salario social, indirecto -sanidad,
educación- y diferido -pensiones, subsidio de desempleo, etc.- que afecta a
toda la clase trabajadora incluidas cooperativistas o participantes de la economía
social. El sindicalismo cómo organización de masas incide en ese ámbito en
apoyo a las redes de economía social y transformadora. Por último, desde una perspectiva de
transformación social no todas las empresas pueden ser cooperativizadas o
transformadas en modelos de economía social a corto plazo, por lo que se
requiere de un fuerte sindicalismo de contrapoder para orientarse a otro modelo
económico y social.
Del sindicalismo de contrapoder a la
economía social
La acción
sindical cotidiana, la de las secciones sindicales en los procesos de
negociación colectiva, tiene mucho de los valores y fundamentos de la economía
social. Los procesos de militancia sindical orientados a la expansión de
derechos se cimientan en una adecuada recopilación de información económico-financiera,
productiva y laboral de las empresas para sustentar los procesos negociadores,
en una colectivización entre las plantillas de las reivindicaciones dirigidas a
los empresarios y la patronal, así como en la articulación de fórmulas
solidarias de acción colectiva y huelga indefinida con apoyo de caja de resistencia
que es sin lugar a dudas un mecanismo financiero colectivo de solidaridad
sindical. Ese poder sindical como herramienta democratizadora de una empresa o
sector, es la antesala a modelos de economía social y democracia económica. Esto
si cabe es más evidente en procesos de reestructuración y crisis empresarial
dónde la recuperación de empresas para su posterior laboralización o
cooperativización se torna cómo acción estratégica imprescindible para defender
las condiciones y nivel de empleo así como la estructura industrial del país,
precisamente cuando los poderes político y económico están promoviendo todo lo
contrario. Ahí la práctica sindical previa es imprescindible para acometer con
garantías dichas experiencias.
Del contrapoder sindical a la autogestión
económica
¿Cómo puede el
sindicalismo ayudar a construir otro modelo social? Sin duda el núcleo
vertebrador de la acción sindical es la negociación colectiva. Dos ideas al
respecto. Por un lado, la orientación de la política sindical y los contenidos
sustantivos de negociación colectiva hacia objetivos de política económica de
altos salarios y pleno empleo. Las dos reivindicaciones clave del movimiento
sindical vasco cómo salario mínimo de
1200 euros mensuales y jornada
laboral máxima de 35 horas semanales, deben integrarse para mejorar las
condiciones de vida con la generación y reparto del empleo. Por otro lado la
introducción de contenidos de negociación colectiva instrumentales de control
sindical económico en las empresas y sectores, esto es, promover la democracia
económica en las empresas capitalistas con ampliación de derechos de
información, consulta y control sindical de los procesos productivos, de
inversión y posterior generación de empleo. Esta mirada hacia los contenidos
instrumentales de la negociación colectiva permite avanzar hacia mayor
capacidad de control de los procesos de inversión, producción y distribución.
Asimismo un mayor control sindical de la producción y finanzas empresariales
permite limitar el fraude económico, fiscal y a la seguridad social en el que
incurren las empresas capitalistas cuyos impactos sociales son demoledores tal
como vienen exponiendo estudios
realizados por expertos economistas desde la UPV/EHU para Euskadi.
Euskal Herria tiene un privilegiado potencial, fraguado en décadas
de luchas obreras y construcción de alternativas económicas, para la configuración
de un potente marco autónomo de economía autogestionaria y lucha de clases. En
el marco de esa confrontación por el desacuerdo
total con los mecanismos capitalistas y como expresión de la conciencia
colectiva de la clase trabajadora vasca, es imprescindible dirigirse a una
sociedad de personas y pueblos libres y responsables realizable en un socialismo
en el que los medios de producción, de consumo y de cultura, estén en manos y
al servicio de las personas trabajadoras, en una auténtica democracia
económica. Ello pasa necesariamente por qué el movimiento obrero y sindical
establezca fuerte conexión entre acción sindical y los procesos dirigidos a la socialización
de los medios de producción y consumo, además de una
alianza permanente entre la economía social y el sindicalismo de contrapoder.
En palabras del sindicalista irlandés James Connolly en un artículo de 1908
titulado “Sindicalismo
industrial y socialismo constructivo”… a
la vez que incrementa el poder de resistencia del trabajador contra los abusos
actuales de la clase capitalista, lo familiariza con la idea de qué el
sindicato que contribuye a construir está destinado a suplantar aquella clase
en el control de la industria dónde trabaja.
* “Eutsi gogor”, Hertzainak (Hau dena aldatu nahi nuke, 1985).
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