Vivimos
tiempos muy complicados para la clase trabajadora en Euskal Herria y
en el resto del Estado español. Los cierres empresariales y
deslocalizaciones, los despidos y reducciones salariales están
impactando gravemente sobre las familias. La experiencia de estos
años de dura crisis económica y recortes sistemáticos ejecutados
por los representantes de la patronal en los parlamentos, nos ha
enseñado que un sindicalismo de acompañamiento a esas decisiones es
garantía segura de pérdida definitiva de derechos sociales,
condiciones de empleo y vida. Por lo tanto, es necesario que el
sindicalismo combativo gane capacidad de intervención en sus
múltiples dimensiones: afiliativa, militante y organizativa,
programática, de capacidad de acción colectiva y confrontación con
los poderes político-económicos hostiles a la clase trabajadora.
Mientras que el voto ciudadano se está demostrando excesivamente
voluble y escorado hacia el mantenimiento de mayorías parlamentarias
que apuestan por la servidumbre al poder económico, en cambio la
militancia y afiliación sindical sigue siendo la principal garantía
para recuperar derechos, condiciones salariales y de empleo,
consolidando orientaciones de políticas económicas que nos dirijan
a mayores cotas de democracia económica y bienestar social. No en
vano, múltiples analistas [1]
avalan que un sindicalismo fuerte implica mejores condiciones
salariales, de empleo, protección social, equidad de género y
defensa de la salud laboral y los equilibrios ecológicos para la
mayoría de la población. Así pues, es preciso responder
ampliamente a la pregunta que nos planteaba Miguel Perera, sobre si
¿debe
cambiar el actual modelo sindical para recuperar el sindicalismo?
, puesto qué tal cómo plantea Francisco Letamendia «los
sindicatos dudan entre asumir una estrategia de contrapoder o hacer
suyo el discurso empresarial de la productividad y la innovación».
En
este segundo caso, como expresó el autor, «se
refuerza su crisis de afiliación y legitimidad, lo que da argumentos
al discurso neoliberal que les presenta como inútiles».
1.-
Renovar y revitalizar el sindicato. Congresos, seminarios,
investigación y acción colectiva
Conscientes
también de todo ello, la totalidad y pluralidad del movimiento
sindical en el Estado español ha utilizado en estos años de crisis
(2008-2016) sus mecanismos congresuales para repensar y revitalizar
el sindicato como instrumento esencial de defensa, contrapoder y
progreso social [2].
Además, en ese necesario ejercicio de autoevaluación constante en
los hostiles parámetros en los que nos movemos quienes defendemos a
las mayorías sociales, se han promovido multitud de seminarios y
conferencias de debate, e incluso procesos específicos de análisis
estratégico para reflexionar y reorientar las prácticas sindicales
con el objetivo de que el sindicato concreto [3],
en esencia y por extensión todo el sindicalismo por la experiencia
acumulada, recupere cotas de poder social para un confrontación
eficaz con los poderes que tratan de imponer sistemáticamente
políticas antisociales. Ni que decir tiene que la reacción sindical
a las contrarreformas laborales impuestas vía parlamentaria, así
como a las diferentes estrategias empresariales en casos concretos de
reestructuraciones y despidos, algunos ya emblemáticos (Coca
- Cola
en Fuenlabrada,
Celsa
Atlantic
en Gasteiz y Urbina,
Zardoya
- Otis
en Mungia,
etc.),
nos ha dejado una pléyade de experiencias sindicales y de huelgas
que bien analizadas nos ayudan para sintetizar en este artículo
algunas conclusiones de interés de cara al debate sobre la
revitalización del poder sindical, que también tiene un importante
desarrollo en el ámbito académico e investigador [4].
Una
mirada sistemática a estas reflexiones, propuestas y experiencias
acumuladas, nos permite centrar algunas cuestiones fundamentales para
caminar hacia una recuperación solvente del poder sindical. Sin
ánimo de dejar fuera aspectos importantes, pero con objetivo de
priorizar recogiendo el núcleo esencial de las fuentes
imprescindibles de poder sindical, es preciso fijarse en cuatro
pilares que dependen fundamentalmente del propio
sindicalismo: negociación colectiva y política sindical;
gestión del conflicto laboral, huelgas y repertorios de presión;
política social, empleo y economía social; formación
sindical, asesoría sindical y técnica, teniendo también cómo
base de la arquitectura de un sindicalismo combativo, la financiación
sindical.
2.-
Negociación colectiva y política sindical: el camino al control
sindical
El
primer pilar donde sustentar la revitalización sindical es la
negociación colectiva y la política sindical, sin
duda causa y efecto de las concretas relaciones de poder entre el
empresariado y las y los trabajadores. Es el espacio dónde
cristaliza la correlación de fuerzas sociales, patronales y
sindicales, así como el punto de partida para sucesivas rondas de
conflicto en empresas y sectores. El sindicalismo revitalizado es
capaz de regular mejores condiciones sociales y de empleo gracias a
su poder en la correlación de fuerzas, más allá e incluso pese a
la voluntad legislativa de los gobiernos. Es en la negociación
colectiva dónde se materializa la utilidad y legitimidad del
sindicalismo para reclutar afiliación en tanto se mejoran -o
empeoran menos en contextos de crisis económica y empresarial- las
condiciones de empleo y vida. Además, la capacidad de sindicalizar
la totalidad de la estructura económica y extender la cobertura de
la negociación colectiva con contenidos a más ámbitos laborales,
es clave para reforzar este pilar del sindicalismo revitalizado. No
en vano la negociación colectiva es el eje central de las relaciones
laborales, el ámbito de la primera distribución de la renta entre
salarios en sentido amplio -incluidos indirectos y diferidos- y
beneficios empresariales [5]. Por lo tanto sus contenidos
estratégicos van a determinar el punto de partida y evolución de la
capacidad sindical de incidir en el futuro sobre estos resultados
sociales.
2.1.-
El sindicalismo en los centros productivos: secciones sindicales y
sindicato en el territorio
De
entrada, muchas organizaciones sindicales coinciden en que es
fundamental la potenciación de las Secciones
Sindicales
cómo espacio de trabajo sindical y reclutamiento de afiliación,
fomento de la participación,
movilización y militancia.
El
sindicato será en los centros productivos o no será, y el sindicato
en los centros productivos son las Secciones Sindicales.
En palabras de Holm-Detlev
Kohler (pág 65): “Como
tónica general de las experiencias de revitalización sindical, la
relación con los afiliados y la recuperación de la militancia
sindical deben ser preocupaciones principales. Al respecto, los
estudios y encuestas nacionales e internacionales subrayan la
presencia sindical en el centro del trabajo como factor primordial
para la afiliación (Simón, 2003; Schnabel y Wagner, 2005). Todas
las restantes iniciativas, como la mejora de servicios, incentivos
exclusivos, fusiones, mayor participación institucional y
concertación social, etc., demuestran resultados muy limitados a la
hora de ganar nuevos afiliados y aumentar la presencia sindical en la
sociedad.”,
planteamiento que corroboran también Vidal,
Jódar y Alós, en relación a la participación y militancia
sindical en CCOO. Con éste objetivo de incrementar la afiliación,
participación y militancia sindical, el uso de las asambleas
de los y las trabajadoras
cómo espacio de debate y decisión, a la vez que generar espacios de
participación y trabajo sindical impulsado por las Secciones
Sindicales, se torna fundamental con ese objetivo de incrementar la
ratio militantes/afiliadas tanto en los centros de trabajo cómo en
las federaciones sindicales territoriales. Estas asambleas pueden
agrupar en los espacios laborales, no necesariamente circunscritos a
los centros de trabajo fragmentarios. La solidaridad de clase debe
ampliarse al ámbito del compañerismo con las personas de la
plantilla conocidas, es imprescindible ampliarla entre desconocidas
que comparten una realidad y práctica común, aun cuando no estén
en nuestro centro, departamento, empresa o incluso región o país.
El
uso de las Secciones Sindicales, además en
ámbitos empresariales complejos (grupos de empresas, empresa
principal – empresas externalizadas) o centros de trabajo
(polígonos industriales, polígonos de oficinas, calles y centros
comerciales, puertos, aeropuertos, autopistas y autovías, zonas
turísticas, etc.), es imprescindible para intervenir de forma
efectiva ante las estrategias empresariales postfordistas, generando
unidades de negociación aparentemente imposibles, articulando de
forma flexible la negociación colectiva integrándola: cómo
Convenios colectivos de grupos empresariales, incluyendo las
diferentes formas jurídicas con las que se fragmentan los grupos
mercantiles, integrando también a empresas auxiliares,
subcontratadas y proveedoras, o desde perspectiva de centro de
trabajo, con convenios colectivos que consigan romper con las
relaciones triangulares entre diferentes empresas en un mismo centro
-ETTs, multiservicios, etc-. De esta forma se conecta con importantes
colectivos de trabajadoras y trabajadores, que se afilian percibiendo
el sindicalismo operativo para incidir en su realidad laboral [6].
Este aspecto se vincula además con la literatura y experiencias que
se están dando sobretodo en países anglosajones de sindicalismo
comunitario y sindicalismo de movimiento social,
promoviendo estrategias de “organizing”, cómo
forma de implicar a las y los trabajadores en las empresas,
incrementar la militancia y poder sindical en la empresa,
así como tejiendo alianzas con la comunidad – personas usuarias,
clientela, ciudadanía- en las reivindicaciones laborales [7].
Es con esta combinación de negociación colectiva en ámbitos
empresariales complejos con sindicalismo comunitario cómo se puede
abordar la intervención en las precariedades, de ETTs, empresas de
servicios integrales, falsos autónomos y autónomos dependientes,
trabajadoras a domicilio, teletrabajo, etc... o también en los
segmentos laborales potencialmente corporativistas cómo cuadros y
técnicos, profesionales, etc.. Asimismo, permite globalizar la
acción sindical y reducir conflictos de intereses entre personas
fijas, temporales, de empresa matriz y subcontrata, de segmentos
primarios y secundarios en los mercados laborales, etc. El desarrollo
de planes de afiliación y organizando reivindicaciones que integren
en convenios colectivos todo el espectro laboral posible permite el
desarrollo de un sindicalismo de proximidad e inclusivo en éstos
términos combinando intereses plurales y colectivos generando
solidaridad colectiva.
2.2.-
De la negociación colectiva en los centros productivos al sector y
el territorio
Asimismo,
la necesidad de asentar negociación colectiva con mejoras tangibles
en el actual contexto político y económico obliga a construir
la negociación
colectiva desde el poder sindical en los centros productivos y la
pluralidad empresarial,
es decir en aquellos ámbitos dónde la correlación de fuerzas unida
a la capacidad de presión económica y de huelga permita ir a
acuerdos que ganen terreno sustancialmente al capital. Los ámbitos
que sin duda pueden ser punta de lanza son aquellos territorios –ya
citados- y sectores
estratégicos,
tanto para la dinámica de valorización de la economía capitalista,
cómo para el desarrollo del ciclo vital, siendo éstos últimos
además especialmente precarios y feminizados. Dichos sectores y
subsectores se ubican territorialmente y en los ámbitos del
transporte, las comunicaciones y telecomunicaciones, finanzas, la
energía, la limpieza, los cuidados, etc. Son sectores dónde se
podría, desde una perspectiva de revitalizar el poder sindical,
poner más énfasis en la afiliación, militancia y negociación
colectiva. Tal cómo expresa Daniel
Albarracín: “La
lucha sindical puede ser muy efectiva reconociendo los puntos débiles
de la cadena de valor, en los que interrumpiendo el proceso de
valorización, se pueda anclar un poder tanto de negociación como de
influencia en la dirección empresarial, hasta el punto de disputar
el poder en las empresas”.
La
dificultad de un sindicalismo inclusivo y solidario, es combinar e
integrar ámbitos laborales con mayor poder de negociación con
aquellos que aún siempre teniéndolo, sean menores y requieran de
mayor esfuerzo organizativo y de acción. Todo
lo anterior es imprescindible enlazarlo con una buena política
comunicativa de logros y defensa ante discursos de ataque
antisindical.
En
base a ejemplos de lucha y a la extensión de estas plataformas
reivindicativas con contenidos a los sectores o territorios,
condicionando las patronales sectoriales y territoriales, es posible
construir una negociación
colectiva sectorial y territorial
que mejore sustancialmente los resultados actuales. La articulación
de la negociación colectiva de empresa y sectorial, el grado de
conformismo sindical con los contenidos de la misma, o la aceptación
de procesos de pacto
social
que apuntalan las políticas regresivas en el contexto de las
reformas laborales están generando una fuerte
confrontación en el movimiento sindical de Euskadi y Navarra,
llegando incluso la patronal territorial a sugerir
la ilegalización del sindicalismo más combativo de estos
territorios y siendo recogida
esa propuesta por parte de la CEOE. Esto nos lleva a otro
elemento que es el de las alianzas
sindicales.
Sin duda un elemento crucial de revitalización del poder sindical,
es sumar fuerzas y recursos organizativos en lo concreto de la acción
sindical.
Para ello la vía de los acuerdos
estratégicos
en cuanto a contenidos de negociación colectiva y política sindical
en las empresas o sectores, son imprescindibles de explorar entre las
organizaciones sindicales combativas, incluyendo también una
perspectiva de alianzas
internacionales
también centradas en la acción sindical, la negociación colectiva
o la gestión de conflictos en sectores y empresas multinacionales.
Las alianzas son importantes tanto dentro del Estado cómo desde una
perspectiva europea y mundial.
2.3.-
Contenidos instrumentales de negociación colectiva: control sindical
y blindaje ante contrarreformas laborales
En
cuanto a contenidos
propiamente, se empieza a socializar la perspectiva de poner en el
eje principal, al inicio del debate y redactado de los convenios
colectivos -no al final-, los derechos
de información, consulta, participación y control sindical,
puesto que para un sindicalismo de contrapoder real, no de
acompañamiento a las decisiones del capital, supone ganar terreno a
la incertidumbre generada por las decisiones empresariales,
situándose en mucha mejor posición en sucesivas rondas de conflicto
y negociación colectiva [8].
El acceso a la información empresarial -económica, productiva,
organizativa- por parte de los sindicatos, es sin lugar a dudas uno
de los principales elementos de resistencia por parte de la patronal
en tanto supone acceder en igualdad de condiciones a una fuente
crucial de poder en las relaciones laborales. Sin lugar a dudas "la
información es poder". El poder de dirección estratégica y
operativa empresarial puede encontrar un contrapoder
sindical
real si se adopta cómo perspectiva táctica la de introducir en la
negociación colectiva un control
sindical
en las diferentes áreas clave de las empresas: inversión -con
fondos
colectivos de asalariados-,
planes de producción y organización del trabajo, políticas
laborales de despido -limitándolo, incrementando indemnizaciones y
fijando derecho de opción para la readmisión a la persona
trabajadora en caso de improcedente- y contratación -con bolsas
sindicales de empleo-[9],
y acceso completo a la información económico-financiera y
productiva generada: documentación productiva y plan de producción,
control administrativo de los ingresos y gastos en efectivo (libro de
caja) o por medio de bancos, acceso a los libros contables y
documentación que sustenta las partidas contables, así como a toda
la demás documentación contractual, económica, fiscal y laboral,
de género, ecológica y de salud laboral generada por las empresas.
Es decir, lo que en otras épocas y sistemas de relaciones laborales
como el inglés se ha venido a denominar contabilidad empresarial con
“libros
abiertos”
[10].
La patronal, el empresariado, tiene en la propiedad su fuente de
legitimación y control legal de los medios de producción, sin
embargo esto se concreta además con la apropiación de un conjunto
de poderes inmateriales (técnicas, culturas, información, etc.) que
no pueden ser socializados mecánicamente y requieren de un proceso
social de aprendizaje en las empresas. De esta forma es posible
colectivizar y sindicalizar la confrontación con las “nuevas
formas” de gestión de recursos humanos y de relaciones laborales
que persiguen la fragmentación e individualización a toda costa.
El
control sindical (sobre la información empresarial, el proceso de
trabajo, la distribución del valor generado y las decisiones
estratégicas) permite andar el camino para ganar la democracia
económica. Con un proceso gradual de agregación de
objetivos e instrumentos de empresa a empresa, sector a sector, es
factible construir los principales instrumentos y objetivos de la
política económica, industrial y laboral para influir desde el
sindicalismo en dichas políticas que son determinantes para el poder
sindical: aplicación de políticas de pleno empleo, altos salarios,
inversión productiva equilibrada y ecológicamente sostenible,
consumo responsable, amplía la base social y potencialmente
afiliativa del sindicalismo, a la vez que se reorientan los objetivos
de política económica e industrial hacia objetivos realmente
sociales y sostenibles [11]. Intervenir en éstos parámetros
permite evitar ir a una devaluada, inoperante e incluso
contraproducente concertación social con la patronal y
unos gobiernos servidores de la misma, cuando se acuerdan y legitiman
contenidos regresivos socialmente o que erosionan el propio poder
sindical (aceptación de ETTs, temporalidad, paro masivo, etc.).
Asimismo,
también desde una perspectiva instrumental, la inclusión de
cláusulas de blindaje contra las reformas laborales
-ultraactividad indefinida, imposibilidad de descuelgue de convenios
-salarios, jornada-, prohibición de despidos forzados e incremento
de indemnizaciones para improcedentes- son un buen ejemplo de la
posibilidad de legislar pro-operario desde el poder sindical dejando
sin efecto las contrarreformas laborales de la derecha política y
económica (PSOE y PP), a la par que asientan otro punto crucial del
poder sindical, tal que el poder contractual del sindicato y su
capacidad de hacer cumplir los acuerdos a la patronal.
Algunos convenios colectivos acordados en Euskadi y
Navarra son un ejemplo en este sentido, tanto sectoriales -alargando
ultraactividad o haciéndola indefinida- y de empresa -con
ultraactividad indefinida y cláusulas antidescuelgue por causas
económicas, entre otras de las cláusulas citadas- [12], si
bien otros convenios colectivos cómo metal de Bizkaia y Álava no se
han firmado por la mayoría de sindicatos, precisamente por negarse
la patronal a introducir cláusulas de este tipo. A este respecto, es
preciso señalar que es en base a la acción sindical cotidiana cómo
se consigue el cumplimiento efectivo y total para aspectos
relacionados entre otros con la contratación, la jornada o las horas
extra, la salud laboral, de forma que no se den incumplimientos por
parte de las empresas de lo acordado en negociación colectiva.
Aunque
no solamente es necesario mejorar las condiciones de los contenidos
instrumentales de acción y política sindical en la
negociación colectiva ya citados, sino también de aquellos
contenidos sustantivos de condiciones de empleo.
2.4.-
Contenidos sustantivos de negociación colectiva: empleo, salarios y
jornada
Respecto
a la negociación contractual y de empleo, solamente
mediante la negociación colectiva es posible limitar la
discrecionalidad legal en cuanto a contratación limitando o
eliminando la contratación temporal, el uso de subcontratación y
ETTs, pese a su cobertura legal otorgada por las directivas europeas,
por medio de la autonomía negocial y la mejora de condiciones de
empleo que permite la legislación de los Estados miembros. Asimismo
la extensión del empleo a tiempo parcial cómo ahorro empresarial y
desempleo encubierto, obliga a limitar su uso. Por lo tanto la norma
social debiera estar en coordenadas de contratación indefinida a
tiempo completo cómo principal. Lo contrario supone no solamente
precariedad sino dar todo el poder contractual a la patronal
dividiendo el segmento asalariado y favoreciendo dicha división
entre personas fijas, subcontratadas, precarias y desempleadas.
Además, en esta área sería preciso implementar medidas de control
sindical del empleo por medio de bolsas de empleo cómo las citadas
en el apartado de contenidos instrumentales de negociación
colectiva. Es evidente que cualquier política sindical que acepte el
mantenimiento o empeoramiento de las condiciones legales o las
políticas empresariales de contratación y empleo, está erosionando
sus propias fuentes de poder sindical en el mercado de trabajo.
Romper con la precariedad facilita la afiliación y participación
sindical.
En
cuanto a la negociación
salarial,
sin duda es
preciso recuperar salarios para recuperar empleo,
fijando la subida agregada salarial, en relación al nivel agregado
de producción y ventas -o mayores incluso-, sin que afecte a la
viabilidad empresarial ni al margen financiero para la generación de
empleo. Lo anterior permite recuperar salarios perdidos que han ido a
rentas del capital productivo o financiero, limitando dichas rentas y
ampliando las laborales además del nivel de empleo. En palabras de
Kalecki
(pág 50): "un
aumento salarial que refleje un mayor poder sindical conduce
–contrariamente a los preceptos de la economía clásica– a un
aumento del empleo. E inversamente, una reducción salarial que
refleje un debilitamiento del poder de negociación de los sindicatos
conduce a una reducción del empleo. La debilidad de los sindicatos
en una etapa de depresión que se manifieste en la aceptación de
reducciones salariales contribuye a profundizar el desempleo en lugar
de mitigarlo.".
Por
la configuración de la economía española, el incremento salarial
fuerte estimularía el crecimiento dado que cualquier posible
perjuicio del aumento salarial sobre la inversión se compensaría
con el aumento de la demanda agregada a él asociado (véase
Naastepad, C.W.M. y Storm, S. (2007) “OECD demand regimes
(1960-2000)”. Journal
of PostKeynesian Economics,
29, 211-246). Sin
duda también es imprescindible introducir en toda la negociación
colectiva salarios
mínimos
dignos que permitan sostener la vida rompiendo la precariedad y el
fenómeno “working poor” –persona empleada pobre- [13].
Asimismo es necesario vincular las subidas al coste de vida con
cláusula de salvaguarda de IPC real del territorio, que varía
sustancialmente según el territorio de referencia. En cuanto al modo
de las subidas, la negociación salarial reciente siempre ha
referenciado las subidas al incremento de precios y/o a un porcentaje
igual para todos los salarios, lo que supone el mantenimiento de
abanicos con diferencias salariales muy amplias y por lo tanto mucha
desigualdad de ingresos entre el conjunto de las y los trabajadores.
Hay que tener en cuenta también que muchos altos salarios de cuadros
superiores, gerencia, administración y el conjunto de socios
capitalistas, son en realidad beneficios o reparto de dividendos
disfrazados en nómina fija, variable e incluso en especie. A este
respecto, es necesario recoger la experiencia nórdica en la
negociación colectiva para, por un lado integrar en los convenios
colectivos y fiscalizar correctamente todo devengo salarial en las
empresas estableciendo salarios
máximos en relación al salario mínimo,
e implementar subidas
salariales lineales
sobre el salario base, ya sea un montante igual en cada tramo de la
estructura salarial o de forma inversamente proporcional, es decir
mayor incremento lineal para los salarios más bajos, cómo forma de
acelerar la reducción del abanico salarial en la negociación
colectiva, reduciendo con ello de forma muy importante también la
brecha salarial por género [14].
La experiencia del modelo Sueco impulsada originariamente por los
economistas sindicales Gösta Rehn y Rudolf Meidner, trataba de
implementar la lógica de “a igual trabajo, igual salario”, lo
que se vino a denominar “política
salarial de solidaridad”
[15].
Por último, en relación a la desigualdad y a la imposición por
parte de la patronal de una “política
salarial de individualización y control”
es imprescindible eliminar las dobles escalas salariales, toleradas
por la jurisprudencia, así como los salarios variables vinculados a
objetivos individuales que controlan los empresarios. Lo anterior
permite reconfigurar las relaciones de poder al eliminar
discrecionalidad empresarial a la vez que homogeneizar las
condiciones de las plantillas eliminando divisiones al igualar
condiciones salariales [16].
En
cuanto a la negociación de la jornada laboral, es
precisa la reducción de jornada laboral sin reducción
salarial y el reparto del empleo, para reducir el desempleo
orientando desde la negociación colectiva la política económica
hacia el pleno empleo. Lo anterior implica la limitación y/o
prohibición de horas extraordinarias y la limitación del uso de
flexibilidad de jornada u horaria. Este tipo de medida favorece
además la conciliación entre trabajo productivo, reproductivo y
comunitario a la vez que centrando el objetivo en la creación de
empleo, con una orientación hacia el pleno empleo, con contratación
indefinida, se aborda la recomposición estratégica de la fractura
desempleo-precariedad-empleo. Todo ello supone también incrementar
la base social potencialmente afiliativa y militante sindical en el
marco de esa “batalla política por el pleno empleo” [17].
Por
último y cómo cierre de este apartado, sin duda es obvia la fuerte
interrelación laboral, productiva y económica de las tres variables
apuntadas, que por lo tanto se deben abordar en relación y
coordinación para evaluar su impacto económico en las empresas.
Esta coordinación de contenidos sustantivos permite, pese al
discurso empresarial dominante, maximizar empleo y salarios. Acotando
el debate, es factible en la negociación colectiva el
establecimiento de salarios máximos (y control del gasto superfluo a
la vez que de los ingresos fraudulentos) que permitirán a las
empresas disponer de capacidad financiera para: incrementar salarios
mínimos y más bajos de la estructura salarial, reducción de
jornada laboral sin afectar el salario/hora, y consecuentemente la
posibilidad de un incremento de la contratación y empleo. Por tanto,
sí es posible articular una orientación de política económica de
pleno empleo e incrementos salariales para la mayoría de
trabajadores y trabajadoras desde la negociación colectiva. Quizás
también es la única forma realmente efectiva de hacerlo.
2.5.-
Contenidos sustantivos de negociación colectiva: reestructuraciones
empresariales y política industrial
En
lo que respecta a la negociación colectiva defensiva,
eso es, en los procesos de reestructuración empresarial
con planteamiento de despidos colectivos o modificación sustancial
de condiciones de trabajo, son si cabe más importantes las cláusulas
de anticipación económica y control sindical citadas anteriormente
desde una perspectiva instrumental. Además, una de las principales
críticas que hacen los y y las trabajadoras a las
organizaciones sindicales se da precisamente en estos contextos, por
el hecho de ceder en el mantenimiento del empleo y aceptar despidos
forzados en caso de EREs. Por lo tanto una política sindical firme
debe rechazar, cuando no prohibir mediante negociación colectiva
despidos forzados en procesos de reestructuración empresarial o en
las administraciones públicas, siendo solamente posible el ajuste
“por arriba” y frente al capital, así como implementando
alternativas de menor a mayor impacto -movilidades y recolocaciones,
reducción salarial, suspensión de contratos- y centradas en el
reparto defensivo del empleo, siempre que exista causa económica y
productiva proporcionada para ello y no se deba a descapitalización
y fraude económico. Asimismo, con la inclusión de cláusulas de
blindaje en la negociación colectiva sobre la imposibilidad de
descuelgue de convenio colectivo (reducción de salario, aumento de
jornada, etc.), puede permitir abordar con un control sindical
potente procesos de este tipo cuando existan causa económicas y
productivas suficientes para ello y no se deba, cómo en los procesos
de despido, a descapitalización y fraude económico. Asimismo, un
sindicalismo revitalizado es capaz de cubrir el flanco de la
reinversión productiva y el apoderamiento de los medios de
producción por parte de los y las trabajadoras, impulsando la
recuperación y cooperativización autogestionada de empresas
en crisis que se pueden insertar en el tejido de economía
social del territorio, tal cómo se apunta más adelante. A ello se
une la importancia de la generación de propuestas alternativas en
ámbitos de política industrial y sectoriales globales, de forma que
afrontar dichos procesos de desinversión empresarial con impacto
laboral, se pueda contrarrestar con acciones de reinversión
productiva y desarrollo económico. Para que dichas propuestas se
puedan articular con implementación factible, son sin duda cruciales
los instrumentos sindicales de política económica apuntados sobre
control sindical de la inversión e información empresarial.
3.-
Huelgas, cajas de resistencia y repertorios de presión económica
La
negociación colectiva y la política sindical nos llevan a la
necesidad de tratar el segundo
pilar
del poder sindical en estrecha relación cómo es la gestión
del conflicto laboral, las huelgas y los repertorios de presión.
Es evidente que sin presión no hay negociación, y sin presión
potente no hay negociación colectiva con contenidos que sirvan para
el avance social. Desgraciadamente, el contexto de crisis económica
y la falta de recursos sindicales dificultan articular en todo su
alcance la herramienta más potente de presión productiva, económica
y financiera contra las empresas cómo es la huelga
total
(de días y horas de trabajo) indefinida
(de extensión temporal), quizás también la máxima expresión de
la acción directa colectiva de los y las trabajadoras. En su lugar
las
huelgas que se convocan -en realidad paros parciales o totales de
unos pocos días- son más avisos de conflictividad a las empresas
que mecanismos de presión económica y financiera real.
El motivo por más que obvio no está de más señalarlo: los y las
trabajadoras y sus familias no pueden lanzarse a huelgas totales
indefinidas sin un apoyo financiero que ayude a cubrir o mitigar
dejar de percibir ingresos por estar en huelga, aun cuando sea para
mejorar sustancialmente las condiciones de empleo. Para solventar
éste hándicap, uno de los instrumentos cruciales es la Caja
de Resistencia,
utilizada por sindicatos de ámbito estatal (USO)
y nacional (ELA,
LAB, ESK
o CIG)
que aportan de sus propios recursos internos, según los reglamentos
prefijados, subsidios de huelga que cubren al menos el Salario Mínimo
Interprofesional (764 euros en 12 pagas) para cada huelguista.
Realizando un breve ejercicio de análisis, para el caso de una
hipotética organización sindical de 10.000 personas afiliadas que
dedicase 5 euros mensuales de la cuota sindical a una Caja
de Resistencia Confederal,
tendría capacidad de sostener con 50.000 euros mensuales la huelga
indefinida completa de 65 trabajadoras recibiendo este subsidio de
huelga mensual de 764 euros. Es cierto que en función del diseño de
la estrategia de huelga, sería posible cubrir con esa financiación
más huelguistas, seguramente hasta el doble. Además, todo ello sin
contar con el factor ahorro continuo que implica el hecho de no
convocar continuamente huelgas con esta intensidad, lo que implica
multiplicar la potencia financiera. Teniendo en cuenta que la gran
mayoría de empresas en el Estado español son Pymes ¿Qué empresa
pequeña o mediana de hasta 250 personas puede resistir económica y
financieramente una huelga indefinida total de estas características
sin entrar a negociar y acordar convenios colectivos con contenidos
como los anteriormente citados? ¿Acaso esta red de seguridad
sindical no permite e incentiva la adhesión a la huelga y por
extensión a la afiliación sindical? La experiencia demuestra que
prácticamente ninguna empresa puede resistir huelgas de estas
características, puesto que huelga
y caja de resistencia multiplican el poder de negociación sindical,
independientemente que estemos tratando o no con segmentos laborales
o sectores estratégicos que disponen de un poder
de negociación estructural (cómo
los citados en polígonos industriales, polígonos de oficinas,
calles y centros comerciales, puertos, aeropuertos, autopistas y
autovías, zonas turísticas, relacionados con transportes,
comunicaciones y telecomunicaciones, finanzas, energía y química,
limpieza, cuidados, etc.). Ejemplos al respecto los tenemos en
Euskadi y Navarra, y en algunos casos la consecución de un convenio
colectivo con las características citadas, ha venido en el marco de
la convocatoria de huelga indefinida para la retirada de medidas de
despido colectivo o reducción salarial en paralelo a promover la
negociación de un convenio con cláusulas de blindaje que dejen
fuera de las empresas las contrarreformas laborales, consiguiendo
ambos objetivos [18].
En un grado mayor, funcionarían cajas de resistencia intersindicales
de forma permanente dentro del sindicalismo combativo con cobertura
de subsidios de huelga, extendiendo las fuentes de ingresos a la
solidaridad externa a las organizaciones. En un grado menor de
efectividad, funcionan también cajas de resistencia de secciones
sindicales o sindicatos que no son confederaciones, sin embargo éstas
no consiguen el ahorro colectivo necesario para implementar fórmulas
de subsidios de apoyo a huelga como las cajas de resistencia
confederales y por extensión es difícil que puedan articular en
toda su extensión el poder de negociación sindical. Asimismo, en
múltiples conflictos laborales y huelgas como Coca – Cola,
Panrico, TMB -Autobuses de Barcelona- o las del sector de la minería
de Asturias, por poner algunos ejemplos, se han abierto cajas de
resistencia para apoyar los gastos generados por dichos conflictos y
el reparto de recursos para las y los huelguistas de los
mismos, pero pese a su interés al abrirse a la solidaridad externa,
no son permanentes y no permiten ahorro para relanzar nuevos
conflictos. Uno de los conflictos y huelga recientes que ha contado
con el apoyo de una caja de resistencia particular, vinculada al
movimiento cooperativo ha sido Correscales,
con apoyo de cooperativa de finanzas Coop57.
Es cierto, por otra parte, que esa dificultad de financiar la
resistencia laboral en los conflictos se puede solventar incluyendo
en los pactos
de fin de huelga,
cláusulas
de recuperación de salarios y seguridad social
dejados de ingresar por parte de las empresas, en tanto son las
empresas las responsables de abocar las plantillas al conflicto al no
querer negociar ejerciendo su poder de decisión sobre la clase
trabajadora.
Por
otra parte, la capacidad huelguística y de confrontación a la
política económica y laboral neoliberal, tanto a nivel sectorial
cómo general, también ha sido la característica diferencial del
movimiento sindical vasco respecto al del resto del Estado, agrupado
en la mayoría sindical vasca (ELA, LAB, ESK, STEILAS, EHNE, Hiru y
en la mayoría de huelgas también CGT y CNT), abordando la
convocatoria de 8 huelgas generales en el periodo 2009-2013. La
huelga general sin duda es la forma de huelga con mayor potencia para
presionar y proponer otra política económica y laboral a los
gobiernos neoliberales que incumplen sistemáticamente su
responsabilidad de servicio y protección de las mayorías sociales
[19].
Es en el marco de las huelgas generales, dónde también se ha
experimentado la convocatoria de la denominada huelga
social,
que incluye una perspectiva de huelga
de consumo
y huelga
de cuidados,
cómo forma de multiplicar la potencia de la huelga general, a la vez
que de visibilizar aquellos segmentos laborales explotados por el
conflicto capital-vida y con mayores dificultades de acción
colectiva.
3.1.-
Estrategias empresariales anti-huelga y presión sociosindical
Sin
embargo, pese a esta capacidad efectiva de confrontación
huelguística del movimiento sindical en las empresas, hoy en día
fundamentalmente el vasco y navarro, es necesario citar también que
el abordaje del conflicto laboral desde la parte sindical se
encuentra con múltiples trabas de las empresas que vulneran
sistemáticamente los derechos de huelga y tratan de impedir
que se detenga la producción por todos los medios posibles [20],
también por parte de los gobiernos que imponen servicios
mínimos ilegales y abusivos.
La
regresión que supone la imposición sistemática de trabas al
ejercicio de la huelga en la forma de servicios mínimos esenciales o
de seguridad y mantenimiento (que no debieran ser más que los
relacionado con la vida, o con no causar daños al capital
instalado), solamente es entendible para tratar de desactivar el
impacto productivo y económico de las huelgas a la vez que minimiza
el poder negociador de trabajadoras y sindicatos en ciertos sectores
estratégicos o de servicios públicos.
Grave
también es para la capacidad sindical futura, la aceptación e
introducción en la negociación colectiva de las propuestas
patronales de cláusulas de paz social o en los
acuerdos marco, la introducción sistemática para la mayoría de
convenios de mecanismos de conciliación previa a la
convocatoria de huelgas, alargando de facto los preavisos y
trámites para evitar la expresión y resolución obrera del
conflicto estructural entre el trabajo y el capital o su lógica
aplicada a los servicios públicos.
Todo
lo anterior, obliga a recurrir a los piquetes
y al boicot
de productos y servicios,
así como a explorar otros repertorios de presión sindical y social
para la consecución de los objetivos predeterminados,
contrarrestando el mantenimiento de la producción que realizan las
empresas de forma ilícita y la mayoría de veces ilegal. El primero
ya se mencionó como elemento del organizing: campañas locales e
internacionales que apuntan a la imagen pública de las empresas y
amenazan a sus beneficios, o a los gobiernos y su legitimidad social.
Estas campañas, que también incluyen concentraciones y
manifestaciones, han mostrado su eficacia desde los años setenta,
contra empresas que tuvieron que ceder ante la presión, unas
campañas con protagonismo de ONG y participación menor de
sindicatos. Las nuevas tecnologías y canales de comunicación
ofrecen amplias posibilidades de campañas y acciones sindicales
también, así como formulas del llamado label
sindical,
cómo fórmula para asegurar desde el sindicalismo que los productos
o servicios ofrecidos por las empresas cuentan en su producción con
el cumplimiento de todos los derechos laborales y sociales.
4.-
El sindicato cómo contrapoder social
El
tercer
pilar
de la acción del sindicato se sustenta en su intervención en la
política
social, de empleo y economía social.
Las organizaciones sindicales empoderadas y revitalizadas son
aquellas que tienen capacidad, de forma autónoma al poder político,
de ser instrumento efectivo para cubrir las necesidades materiales y
morales de las mayorías sociales. Así pues, algunas organizaciones
sindicales están repensando una “vuelta a los orígenes” del
sindicalismo recogiendo la función que hoy en día tienen las
asambleas de parados y paradas, impulsando bolsas sindicales de
empleo en las federaciones territoriales y potenciando dichas
asambleas cómo forma de abordar el acceso al empleo de las y
los afiliados a la vez que resarcir estratégicamente la ruptura que
implica la segmentación brutal de los mercados laborales entre
personas empleadas, precarias y desempleadas [21],
de forma que se apoyen por quienes están en desempleo la lucha
laboral, las huelgas y la negociación colectiva en consonancia con
la experiencia de por ejemplo los movimientos piqueteros argentinos.
Por otra parte, en tanto que los sindicatos son espacios de apoyo
mutuo entre las personas trabajadoras, se plantea también por parte
de algunas organizaciones como CNT, el desarrollo de instrumentos
autónomos para impulsar política social entre la afiliación cómo
es el apoyo a acciones de exención o reducción de precios de bienes
y servicios básicos (alimentación, vivienda), la creación de
cooperativas de consumo y producción, a la vez que la intervención
para promover redes de economía social que puedan influir en el
desarrollo económico comarcal o superior [22]. En este sentido es
importante el apoyo del movimiento sindical a iniciativas cómo
Alternatiben
Herria
o los Encuentros
Ecosocialistas Internacionales,
que muestran las alternativas que se promueven desde el sindicalismo
y la economía social para construir y reorientar el tejido
productiva y la economía hacia otro modelo de desarrollo económico.
Es en estos ámbitos dónde las alianzas
con otras organizaciones y movimientos
(consumidores, cooperativismo y economía social, etc) se tornan
también como una fuente indispensable de poder sindical y social.
5.-
Recursos organizativos sindicales: asesoría y formación
En
cuanto al cuarto pilar, relativo a la formación
sindical, asesoría sindical y técnica, estos son los que
sustentan y reproducen la posibilidad de una negociación colectiva
potente y una gestión eficiente del conflicto laboral o la extensión
de instrumentos de política social para la afiliación. Además en
lo que se refiere a la formación, esta se basa tanto en el trabajo
específico en dicho campo, cómo en la puesta en común de la
experiencia acumulada por las asesorías sindicales y técnicas,
que retroalimentan la acción colectiva para el resto de cuadros y
militancia sindical.
Respecto
a la asesoría
técnica
–juristas, economistas, sociólogos, especialistas en salud
laboral, etc.-, ésta se torna fundamental en unas relaciones
laborales y conflictos cada vez más tecnificados y con oponentes de
nivel en el bando empresarial, máxime cuando la
ley y la jurisprudencia por lo general benefician a los intereses
empresariales, por no redundar en lo dicho de las políticas
gubernamentales. Son de especial relevancia los procesos de
negociación colectiva atravesados del análisis y debate en torno a
aspectos económicos, en grupos empresariales con fuertes
interrelaciones productivas y financieras, utilizando estratagemas
basados en el intercambio financiero, de productos o servicios, con
precios de transferencia políticos y contabilización sesgada o
fraudulenta, diseño de estructuras salariales opacas para las
direcciones, etc. En contextos de conflictividad, la defensa de los
derechos de huelga y libertad sindical, se tornan cada vez más
importantes, puesto que son constantemente amenazados por las
empresas. En este sentido, los análisis sindicales respecto a la
intervención técnica, apuntan a la importancia de “sindicalizar”
el enfoque jurídico y económico, construyendo discurso que amplíe
la posibilidades de defensa y consecución de derechos colectivos,
además de poner al servicio de la acción sindical el asesoramiento
jurídico y económico, especialmente relevantes en la negociación
colectiva y el conflicto laboral. Es de destacar a este respecto la
importancia de la creación del Foro
de profesionales del asesoramiento laboral y social de la UPV/EHU,
promovido desde la Facultad
de Relaciones Laborales y Trabajo Social de la UPV/EHU,
dónde se pretende generar inteligencia colectiva desde perspectiva
laboralista (también de ámbito mercantil, administrativo o penal)
para juristas, economistas, asesorías sindicales, sindicalistas y
las y los trabajadores, a la vez que relacionar las experiencias de
acción colectiva y sindical con los ámbitos de intervención
profesional, académica e investigadora. Además según de
Holm-Detlev
Kohler (pág. 62): “frente
a la creciente complejidad del mundo actual, los gobiernos recurren a
think tanks (grupos de expertos), y las empresas a consultoras y
servicios especializados, mientras los sindicatos, al menos en
España, confían en ellos mismos, en la capacidad autodidacta de
unos representantes sin formación ni cualificación específica en
la materia que debe negociarse y regularse. La desventaja frente al
capital y la falta de capacidad estratégica son consecuencia lógica
de la renuncia al conocimiento externo. Existen dos vías principales
de crear conocimiento externo: la creación de una red de asesorías
y consultorías sindicales y la alianza estratégica con el mundo
académico e investigador, son un instrumento para ganar eficacia,
reflexionar y acumular experiencias y conocimientos, y para mantener
vivo y bien enfocado el discurso sindical en un mundo de creciente
complejidad y heterogeneidad.”.
En este ámbito sin duda las organizaciones sindicales debieran
destinar más recursos para tratar de oponer con solvencia los
recursos que dedican las empresas en el asesoramiento técnico.
La
asesoría sindical, es fundamental para implementar las
estrategias de “organizing” en las empresas, explicadas
anteriormente, dando cobertura tanto a Pymes cómo a gran empresa y
territorios potencialmente sindicalizables, con la generación de
equipos sindicales en base a las Secciones Sindicales. Es la asesoría
sindical la que canaliza el asesoramiento técnico y la acción
colectiva, por lo que requiere de perfiles militantes de cuadros con
experiencia y formación técnica específica. La selección por
parte de las organizaciones de la militancia mejor preparada de las
empresas y sectores para realizar labores de asesoría para el
sindicato, es la garantía para el movimiento sindical de aprovechar
la inteligencia colectiva generada en los procesos de lucha.
Por
último, en cuanto a la formación sindical, esta se
puede subdividir en dos grandes ámbitos cruciales para el refuerzo
del sindicalismo. Por un lado la formación técnica, en ámbito
contable y económico, jurídico laboral y sindical, de técnicas de
negociación colectiva y dinamización de la acción colectiva y la
huelga, etc... Dicha formación es necesaria tanto para técnicos,
cuadros y asesores sindicales o miembros de secciones sindicales cómo
forma de incrementar el poder sindical a la hora de gestionar
conflictos y negociación colectiva. Por otro lado, el debate, la
formación ideológica y de cultura sindical. Ésta se basa en saber
conectar para una nueva cultura militante, las agresiones e
injusticias con sistemas de ideas y análisis que ayuden a
interpretar, den salida y alternativas sociales factibles. Para ello
es necesario construir relatos para la recomposición de la
conciencia de clase. En este sentido, el movimiento sindical funciona
diferente que el de ámbito político-parlamentario, puesto que no
son suficientes grandes lemas y campañas de comunicación, sino que
lo que determina la progresiva identificación de la mayoría de
plantillas con el sindicalismo es la acción cotidiana de la
militancia con intervención coherente en las empresas, así como el
compromiso de los sindicatos en vertebrar las reivindicaciones micro
y macro, en relación a un objetivo de alternativa al modelo
económico y social imperante. Bajo estas premisas, la formación
sindical adquiere un refuerzo que afianza el avance sindical,
potenciando la identidad de clase y la solidaridad colectiva
inclusiva.
6.-
La autonomía financiera cómo base para la revitalización sindical
Por
último, la base fundamental que supone la financiación
sindical es una cuestión sencilla, por ser un objetivo
estratégico la necesidad de autonomía financiera, y ésta solamente
puede provenir de un peso hegemónico de las cuotas dentro de la
estructura de ingresos, no de las subvenciones estatales o
empresariales. Dicho de otra forma, una tasa de financiación
sindical por cuotas menor del 90% del total de ingresos supone entrar
en un terreno de dependencia externa en la financiación necesaria
para el despliegue completo y sin ataduras de la acción sindical y
social en toda su extensión. Para ello, sin duda las cuotas
sindicales deberían ser mayores que las que hoy en día se pagan por
lo general, puesto que los datos disponibles indican que en los
principales sindicatos no son suficientes los ingresos por cuotas
para cubrir las necesidades de recursos de infraestructura, humanos y
técnicos, así como los relacionados con la acción sindical y
social. Es cierto que el contexto de crisis, de reducciones
salariales y despidos no facilita abordar subidas de cuotas
sindicales, sin embargo, ¿no debería ser la cuota sindical una
aportación personal o familiar ineludible en tanto que clase
trabajadora? ¿Es significativo respecto a otros gastos personales o
familiares? Ejemplificando ¿quién no estaría dispuesto a pagar 20
euros mensuales a un sindicato que consigue incrementar el salario
mensual el triple -60 euros-, manteniendo dichas condiciones en el
tiempo además de hacer una defensa estratégica y efectiva del
empleo aportando más recursos de defensa a la afiliación? Para todo
ello, empezando por conseguir los incrementos salariales citados de
forma generalizada, sin duda es necesario abordar con sistematicidad
cada uno de los cuatro pilares anteriormente descritos,
de forma que la afiliación a los sindicatos sea clarísimamente útil
y efectiva, a la vez que para recomponer la acción colectiva, la
identificación de clase y los vínculos sociales creados por la
solidaridad y apoyo mutuo en el marco de la acción sindical. Y así
sucesivamente, para romper el círculo vicioso de debilidad
afiliativa con ausencia de política sindical combativa.
En
conclusión, los cuatro pilares citados de
revitalización del poder sindical, convenientemente articulados han
permitido victorias en contextos duros y difíciles contra
multinacionales poderosas cómo son las reestructuraciones y despidos
colectivos citados al principio. Pero no solamente en los casos de
crisis empresarial es posible oponer las reformas laborales y las
políticas empresariales, sino que también se están consiguiendo
resultados tangibles en negociación colectiva que ejemplifican la
posibilidad de desarticular la ofensiva patronal y legal de los
gobiernos capitalistas mejorando desde la base las condiciones de
empleo y vida, eso sí con organización, conflicto, huelga y
resistencia colectiva. Las experiencias y referencias de buenas
prácticas sindicales apuntan a estas bases para homologar al
sindicalismo dispuesto a ello hacia lógicas de efectividad,
afiliación, contrapoder y acción orientada a la transformación
social. De la misma forma, tanto desde el flanco de la negociación
colectiva hacia un mayor control sindical económico, con uso de
huelga y caja de resistencia, cómo desde el flanco de la política
social, de empleo y economía social, es posible que el sindicalismo
se oriente para influir en la política económica, industrial y
laboral cómo forma de mejorar efectivamente las condiciones de
empleo y vida en las comarcas, a la vez que se impulsa otro modelo de
desarrollo socioeconómico más eficiente, sostenible, justo y
democrático que el que nos ofrece el sistema capitalista.
-
- -
Lluís
Rodríguez Algans.
Economista asesor laboral en la cooperativa Maiatzaren
Lehena Aholkularitza / Consultoría Primero de Mayo. Profesor de
postgrado en la Facultad
de Relaciones Laborales y Trabajo Social de la UPV/EHU. Asesora
en procesos de negociación colectiva de empresa y sector, casos de
EREs, modificaciones de condiciones de trabajo o procesos
concursales, también
a abogados/as en procesos judiciales y de intervención pericial
contable y económica. Ejerce
docencia para trabajadores y trabajadoras en contabilidad crítica,
economía de empresa, economía laboral y política económica
aplicada a la negociación colectiva, el conflicto laboral y la
huelga.
-
- -
Agradezco
el tiempo y los comentarios críticos a borradores del artículo que
han permitido mejorar sustancialmente el mismo, siendo en todo caso
el autor responsable de las opiniones expresadas aquí.
---
NOTAS:
[1]
Por ejemplo Mikel Urrutikoetxea en ¿Para
qué sirve un sindicato? Reflexiones , Juan Torres desde una
perspectiva económica en ¿Para
qué sirven los sindicatos? o estudios cómo el de Hamann
y Kelly , Andrew
Glyn, Wilkinson y Pickett, Onaran
et. al. , Economic
Policy Institute (2015), a largo plazo relacionando poder
sindical y distribución de la renta y riqueza. Especialmente interesante al
respecto es el artículo de John Bellamy Foster “Marx,
Kalecki, Keynes y la estrategia socialista: la superioridad de la economía
política del trabajo sobre la economía política del capital”.
[2] Las principales organizaciones sindicales en el
Estado español han tratado en los acuerdos de sus últimos congresos múltiples
aspectos relacionados con la revitalización sindical.
La Confederación Sindical Euskal Langileen Alkartasuna /
Solidaridad de Trabajadores Vascos (ELA/STV), mayoritaria en Euskadi con
importante presencia en Navarra, ha abordado en sus congresos de 2008 (resumen
de Dufour y
Hege) y 2013 (resumen
de Dufour y
Hege) aspectos de relevancia para la revitalización sindical cómo la
intervención desde la Comarca Integral, el trabajo desde las Secciones
Sindicales y la acción sindical en la empresa cómo lugar estratégico, el
reforzamiento de la Caja de Resistencia para huelgas y el trabajo estratégico
de los Gabinetes Económico y Jurídico, etc.
El otro sindicato abertzale, Langileen Abertzale Batzordeak (LAB),
abordó en su congreso de 2012 ,
aspectos de militancia sindical o acción en las comarcas.
La Confederación Sindical de Comisiones Obreras (CCOO), celebró
congresos en 2008 y 2013 , siendo
relevantes sus posicionamientos sobre Secciones Sindicales, Grupos
multinacionales y propuestas de política económica e industrial.
En el caso de la Confederación General del Trabajo (CGT)
en 2009 ; 2011 ; 2013 ; 2014 ; 2016,
tratando cuestiones de interés en relación a la Acción Sindical y la
Negociación Colectiva o los Servicios Públicos.
La Confederación Nacional del Trabajo (CNT) trató en sus congresos de 2010 y
sobretodo 2015,
acuerdos relevantes sobre Género, Acción Sindical, Negociación Colectiva
(representatividad-implantación, empresarial o sectorial), acciones a favor del
empleo (bolsas sindicales de empleo, recuperación de empresas y cooperativas
autogestionadas), política sindical y social: programa económico y
sociolaboral, Secciones Sindicales de empresa y grupo de empresas, despidos y
Expedientes de Regulación de Empleo, Gabinete Confederal (Jurídico, Económico,
Social y de Salud Laboral), etc.
[3] La Confederación Sindical ELA ha sido quizás el mayor impulsor del debate sobre la renovación
y revitalización sindical en el Estado en los últimos años, con el desarrollo
de diferentes Seminarios de formación sindical en 2007 (“Otro tipo
de sindicalismo” y “El
sindicalismo del Siglo XXI”), 2011 (“Renovación
sindical” y “Trece
ejemplos de lucha sindical”) 2013 (“Ejemplos
de luchas que logran doblegar la reforma laboral”) y 2014
(“Innovación
sindical”). También con la elaboración de relatos de conflictos laborales (“Izan ta
esan”) o publicando documentos de expertos en esa línea (“Entre
consenso y transformación: las dos lógicas de renovación sindical”, “Legitimidad
y poder para la renovación sindical”, “El poder
sindical en la economía mundial”, “El legado ideológico del pacto social y su fracaso” o “Crisis política e ideológica del sindicalismo en una Europa cada vez
más autoritaria”) y artículos de divulgación cómo “Las estrategias sindicales en la negociación
colectiva”, “Encargarse
de la realidad”, “Futuro y
excepcionalidad”, “¿Falta de
sintonía entre ‘cúpulas’ sindicales y trabajadores?”, “La
negociación colectiva: un problema de contenidos”, “Dar valor
al sindicato” o “ELA y el
Gobierno Urkullu”.
Asimismo, la tesis doctoral publicada de su anterior Secretario General,
Joxe Elorrieta, economista y doctor en Ciencia Política por la UPV/EHU (“Renovación
sindical: una aproximación a la trayectoria de ELA. Mecanismos y procesos“),
supone un buen trabajo de análisis y caracterización de modelos sindicales, a
la par que ayuda a entender la trayectoria de este sindicato y su modelo
sindical de contrapoder, tal como lo caracterizó Francisco Letamendia en su
libro “ELA 1976
– 2003: sindicalismo de contrapoder”.
LAB también ha impulsado recientemente el proceso
[Bir]Pensatzen ([Re]Pensando), en base a jornadas de debate en 2015 y 2016.
Asimismo ha publicado un documento titulado “Poder
sindical: una realidad cambiante”.
CCOO ha abierto también en 2016 un proceso cuya
ponencia y presentación
del debate sobre el documento
“Repensar el sindicato”, aporta ideas sugerentes también para el
resto del movimiento sindical, sobre todo en lo relacionado con las nuevas
formas de flexibilidad en el empleo y la articulación de la acción sindical. La
Fundación 1º de Mayo dependiente de CCOO ha promovido también debates sobre la
cuestión, publicados en los libros “Reivindicación
del sindicalismo” y “Un
sindicalismo para el futuro”. Asimismo ha realizado dos Congresos sobre
Trabajo, Economía y Sociedad, en 2012 y 2014, dónde
entre otras cuestiones también se han tratado aspectos directa o indirectamente
relacionados con la revitalización sindical. Asimismo ha publicado también
varios informes sobre afiliación y representatividad, negociación colectiva y
políticas sindicales, tanto en el Estado español cómo a nivel europeo, por
ejemplo “Sindicalismo
europeo: ¿de la crisis a la renovación?” así como varios más del área
de Estudios
Sindicales, Empleo y
relaciones laborales, Economía
y desarrollo productivo y Estudios
europeos e internacionales.
Por otra parte CNT, también ha impulsado en los
últimos años dos Seminarios de formación sindical con diferentes expertos del
campo de la ciencia política, la sociología y la economía laboral, para tratar
diferentes aspectos de la revitalización sindical, las experiencias de organización
en empresas y territorios (organizing), en 2013 (“Sindicalismo
en la empresa y el territorio: una perspectiva anarcosindicalista e
interdisciplinar”) y 2016 (“Perspectivas
sobre afiliación, participación y militancia en el sindicalismo”).
[4] Entre muchos otros, son de interés para esta
cuestión los trabajos de Alós (“Segmentación
de los mercados de trabajo y relaciones laborales. El sindicalismo ante la
acción colectiva” 2008, “Sobre la
percepción social de los sindicatos” 2011 “El sindicalismo ante un cambio
de ciclo” 2015), Antentas (“Los
sindicatos ante la globalización. ¿Hacia qué nuevas formas de solidaridad
internacional?” 2008, “El movimiento social de noviembre-diciembre de 1995 en
Francia: la primera revuelta contra el neoliberalismo” 2016), Calleja (“El poder
sindical en España. Estrategias y perspectivas para su recuperación” y la
tesis doctoral “Estrategias
de revitalización de los sindicatos españoles” 2016), Elorrieta
(“Sindicalismo combativo (ELA 2012: crecer desde el contrapoder)” 2012 y tesis
“Renovación
sindical: una aproximación a la trayectoria de ELA. Mecanismos y procesos“ 2012),
Kohler (“Los
sindicatos en España frente a los retos de la globalización y el cambio
tecnológico” 2008), Letamendia (“Estructura
política del mundo del trabajo: fordismo y posfordismo” 2009),
Manzaneda (“El
sindicato como sistema. Una aproximación a la afiliación, militancia y
conflicto desde la Dinámica de Sistemas”, 2014) Martín Artiles (“Flexibilidad
y relaciones laborales: estrategias empresariales y acción sindical” 1995),
Perera y Pérez (“La larga
deriva del sindicalismo oficial: crisis, control, erosión y la reconstrucción
anarcosindicalista de la reivindicación” 2013), Recio (“Sindicatos,
globalización económica y crisis ambiental” 1999, “Segmentación
laboral y acción sindical” 2011), Roca (“Representación
y poder sindical. Elementos para el debate” 2012, “Contrapoder sindical: etnografía,
crítica e investigación aplicada en las organizaciones sindicales” 2013, “Renovación
sindical y etnografía del sindicalismo. Un nuevo campo de aplicación de la
Antropología en España” 2014, “Izquierda
radical, sindicalismo y acción colectiva en Andalucía (1976-2012)” 2014, “Narrativas
de la reconversión. Historias de vida, memoria social y acción colectiva en el
astillero de Puerto Real” 2015, “Transformaciones
en el trabajo y movimiento sindical. Propuestas para una renovación necesaria” 2016)
Torns y Recio (“Las
mujeres y el sindicalismo: avances y retos ante las transformaciones laborales
y sociales” 2011), Ripa et. al (“Sindicalismo,
crisis económica y movimientos sociales: Identidades, debilidades y fortalezas
del sindicalismo y escenarios futuros”) o Zubiri ( “El empleo
juvenil en las economías salariales de servicios. Pistas para el diagnóstico y
la acción sindical” 2016). A nivel público, ha habido múltiples
artículos de opinión y análisis de los cuales son de mucho interés los blogs de
Público “Los
sindicatos en tiempos neoliberales”, Gara “Un modelo
sindical para el futuro” o los diferentes artículos publicados en
los semi-monográficos en la Revista “Pasos a la Izquierda” (Trabajo y sociedad ; Sociedad, tiempo y trabajo, una
relación tóxica ; La recomposición del trabajo y
nuevo modelo sindical en el paradigma de la empresa global ; Los sindicatos en el cambio de
ciclo), o los debates promovidos por José Luis López Bulla en su blog y el de
“Sindicato
y política: un debate de 2014”, entre otras aportaciones cómo
la de ¿Existe
futuro en el sindicalismo?.
[5] Se entiende cómo salario indirecto la provisión
de servicios comunitarios cómo Sanidad, Educación por estar financiados por
impuestos (directos –IRPF- e indirectos –IVA-) que paga principalmente la clase
trabajadora y no las rentas del capital. Se entiende cómo salario diferido la
provisión de rentas de protección social como subsidios de desempleo o
pensiones, por estar financiados por cotizaciones sociales que aporta la clase
trabajadora. Aproximaciones empíricas a la cuestión las han realizado Jordi
Roca (“Salaris, fiscalitat, prestacions socials i distribució
funcional de la renda”, en castellano en “Pactos
sociales y política de rentas”) y Rafael Muñoz de Bustillo (“Distribución
de la renta, en Reflexiones de Política Económica”) para
el Estado español y Anwar Shaikh (“¿Quién
paga el “bienestar” en el Estado de Bienestar? Un estudio multi-países”) desde
una perspectiva de Estados de bienestar comparados.
[6] Trabajos cómo el de Daniel Albarracín (“La acción
sindical en "distritos laborales" y "cadenas de valor". Una
reflexión estratégica sobre experiencias sindicales concretas”),
Lafuente, Jamar y Martínez (“Respuestas
sindicales ante el desafío de la empresa-red: sector petroquímico y nuclear”) o Juan
Hernández Zubizarreta y Pedro Ramiro (“El
control de las cadenas mundiales de suministros y la acción sindical”) avalan
con ejemplos estas posibilidades.
[7] Tal cómo lo expresa Beltrán Roca en su trabajo “Transformaciones
en el trabajo y movimiento sindical. Propuestas para una renovación necesaria”: “Existe una abundante
literatura sobre esta estrategia sindical en otros países, y muy pocas
experiencias aún en España. Urge, por tanto, un debate interno en el seno de
los sindicatos españoles para adaptarla a la realidad de nuestro país y lograr
acceder a nichos de trabajadores que se mantienen al margen del sindicalismo
(precarios, migrantes, mujeres, nuevos sectores productivos, etc.). Se trataría
de realizar campañas intensivas en determinados territorios y sectores,
empleando especialmente técnicas cara a cara, y recorriendo espacios de la vida
social de los trabajadores (barrios, asociaciones, domicilios, fiestas, bares y
otros espacios de sociabilidad), con el objeto de transmitirles la necesidad de
la defensa de los derechos laborales. El trabajo de Steven Henry López (2004),
a partir de su experiencia en los sindicatos de servicios estadounidenses,
explica las claves del éxito en una estrategia sindical: a) emplear la
interacción cara a cara, utilizando las habilidades sociales de los militantes
de base; b) ir más allá de la huelga en sus métodos, recurriendo a campañas de
acción colectiva y acción directa; c) construir coaliciones entre las
organizaciones sindicales y las organizaciones comunitarias; y d) ubicar las
demandas de justicia social e interés general antes de las estrictamente
económicas.”. Son precisamente organizaciones sindicales internacionales quienes
han elaborado manuales al respecto cómo “Manual de
Organización” y “Construyendo
poder en el lugar de trabajo”.
[8] Estos, entre otros, serán temas que se tratarán
en el II
Encuentro de profesionales del asesoramiento laboral y social de la UPV/EHU,
con el título de “Negociación colectiva y control sindical: aspectos laborales
y económicos” que se celebrará en la Facultad de Relaciones
Laborales y Trabajo Social de la UPV/EHU en el Campus de Leioa (Bizkaia) los
días 29 y 30 de Septiembre de 2016. Ver también las notas [10] y [11]
Evidentemente los cambios y
transformaciones en las políticas económicas, empresariales y en las relaciones
laborales son múltiples y complejas. Por ejemplo, las decisiones derivadas de
la lógica capitalista de la financiarización de la economía o las empresas y la
operativa impune de los grupos empresariales multinacionales tal cómo plantea
Beverly Silver en “Fuerzas
de trabajo: los movimientos obreros y la globalización desde 1870” o
Daniel Albarracín y Eduardo Gutiérrez en “Financiarización,
nuevos perímetros empresariales y retos sindicales”.
También las estrategias empresariales postfordistas citadas en la nota [6].
[9] Ver por ejemplo los Convenios Colectivos de la
empresa alavesa del metal Tubos
Reunidos (art. 26 en adelante), la Residencia bizkaina Samsic
Iberia (anexo II) e incluso a nivel sectorial cómo la denominada “Axencia de
Bolsa de Emprego” del convenio del metal de la provincia de Pontevedra.
[10] La capacidad de control productivo y económico
por parte de la representación de los trabajadores y trabajadoras, trasciende
las estrictas relaciones laborales en las empresas, el grado de democracia
económica en ellas, y se conecta con una perspectiva de transparencia de las
unidades de producción social que habitualmente privatizan la totalidad de sus
beneficios, mientras socializan todo tipo de costes sociales y
medioambientales. En este sentido, la capacidad de las representaciones sociales
de intervenir en el control y seguimiento de la actividad inversora, productiva
y económica de las empresas, puede limitar el grado de fraude fiscal y a la
seguridad social en el que puedan incurrir las empresas. Además de controlar la
evolución económica y productiva real para anticiparse a procesos de
reestructuración empresarial por causas económicas y productivas. Las empresas
tienen múltiples formas de manipular la contabilidad oficial u operar para
declarar pérdidas buscando la expulsión al desempleo de los trabajadores y
trabajadoras: no declarar ingresos e imputar gastos irreales para desviar
dinero y recursos materiales de las sociedades; manipular en las cuentas las
amortizaciones, existencias y ventas; en el caso de grupos empresariales, pasar
beneficios de unas empresas a otras de su misma propiedad utilizando precios de
transferencia “políticos”, mediante compras y ventas entre ellas que también
pueden ser sin declarar fiscalmente; cobrar intereses por el capital aportado
que se convierte en un “préstamo”, práctica definida como “subcapitalización”;
recortar inversiones en la empresa o secciones que quieran reestructurar
alegando falta de competitividad; paralelamente o no, realizar inversiones en
territorios con posibilidad de mayores beneficios; acumular beneficios
anteriores, en inversiones inmobiliarias, especulativo-financieras, paraísos
fiscales varios, dinero “negro” no declarado, que nunca vuelven para sostener
el empleo y salarios; etc.
[11] Empezando por la construcción desde el
sindicalismo de bases de datos empresariales y sectoriales, para lo que es
preciso ampliar y concretar derechos de información económica y control
sindical, recoger mediante fichas de
trabajo por parte de secciones sindicales y responsables sindicales, datos
sobre la situación económico-financiera y productiva de las empresas con
volcado y diagnóstico para las mismas. Asimismo elaborando modelos de análisis
contable, económico y productivo para análisis sindicales de la situación
económica de empresas, de proyección e impacto de la negociación colectiva y
acción sindical –conflicto, huelga-, estructuración y agregación de modelos de
planes de viabilidad y previsión empresarial, además de modelos de
planificación económica, coordinación económica y proyección económica.
Para una relación entre control
sindical y objetivos de política económica, se puede consultar el citado “Marx,
Kalecki, Keynes y la estrategia socialista: la superioridad de la economía
política del trabajo sobre la economía política del capital” y la
experiencia Sueca en la nota [15]. Una aproximación a la cuestión del control
sindical y la democracia económica, se expone por ejemplo en “Democracia
económica: ideas para avanzar” y en múltiples trabajos desde
la teoría económica a las experiencias históricas o actuales, caso de los
trabajos de Joaquín Arriola “Derecho a
decidir: propuestas para el socialismo del siglo XXI”, Robin
Hahnel “Del
pueblo, para el pueblo. El modelo de la economía participativa”, Eric
Olin Wright “Contruyendo
utopías reales” o Alec Nove “La
economía del socialismo factible”.
[12] En
concreto, los convenios colectivos sectoriales de Transporte escolar de CAPV
(2009-2016), Residencias de Bizkaia (2014-2015), Gasolineras de Bizkaia
(2011-2014), Hostelería de Bizkaia (2016-2017), Comercio Textil de Bizkaia
(2009-2013), Papel de Gipuzkoa (2012-2014), Gasolineras de Gipuzkoa
(2012-2015), Limpieza Viaria de Gipuzkoa (2012-2015), Transporte de viajeros de
Gipuzkoa (2009-2014), Transitarios de Gipuzkoa (2009-2014), Talleres de
Reparación de Navarra (2016-2018), Peluquerias y centros de estética de
Gipuzkoa (2008-2016). También los convenios de las empresas Dégremont-Suez,
Microdeco, Fabio Murga, Mendiguren y Zarraua, Montajes Portugalete, Meyusa,
Galvanizados Izurza, Parking Ensanche, Cemosa, Ormazabal, Arkema Química,
Ferroser (mantenimiento museo Guggenheim), Residencia Misericordia (Samsic),
Onduline, Berziklatu, UTE Cespa – Asaser, Norten PH, Lidl, MFS, Emica Bombas y Museo
de Bellas Artes de Bilbao, en Bizkaia; Residencia Villa
Sacramento, Cruz Roja (Residencias Donostia e Irun), Biharko, Zu eta Biok
(residencia Iurramendi de Tolosa), Eulen (residencias de Arrasate, Bergara,
Oñati, Ordizia, Andoain, Hernani e Irun; centros de día y pisos tutelados de
Zarautz, Elgeta, Antzuola, Zumaia y el SAD de Zumaia), CAF, Limpieza de
CAF-Beasain, Jean y Chaumont, Industrias Betiko, Fundiciones Aizpurua, Echesa
(Gamesa Energy), Loire, Jaso Idiazabal, Electromecánica Pasaia, Carpintería
Mendiola, Flujoma, Bellota, Marie Brizard, GKN, TTT ejes, CIE Legazpi, Garay,
Voith, TS Fundiciones, Korta, SELAC, Goratu, Lidl, TUV Rheinland Ibérica (ITV
Irun y Urnieta) en Gipuzkoa; Tubos Reunidos, Guardian Llodio, Aianox, Lidl, DHL
Agurain, FM Logistic, Beretta Benelli, Duvendeck (logística Mercedes), SAS y
Faurecia en Araba; Residencia Carcar, Newark San Andrés, Savera,
Funvera, Azko Mobel, Defontaine Iberia y GKN Driveline en Nafarroa. Según el
diario El Mundo, ELA aboga por no firmar ningún
convenio que no garantice su blindaje ante la reforma laboral y
éste sindicato asegura que ha
firmado 300 convenios blindados ante la reforma laboral. En
algunos casos cómo Guardian Llodio, Mendiguren y Zarraua, TS Fundiciones de
Zestoa, Marie Brizard o Newark San Andrés la consecución del convenio colectivo
ha venido en el marco de la convocatoria de huelga indefinida para la retirada
de medidas de despido colectivo o reducción salarial en paralelo a promover la
negociación de un convenio con cláusulas de blindaje que dejen fuera de las
empresas las contrarreformas laborales. Es preciso señalar que la mayor parte
de dichos convenios se han conseguido gracias a la convocatoria de huelgas y
movilizaciones. También es de relevancia el convenio
colectivo firmado por el sindicato CNT en la empresa Extracciones Levante de
Valencia (2015-2017), pues contiene cláusulas de blindaje contra
la reforma laboral conseguido después de la convocatoria de varias jornadas de
huelga.
[13]
Desde una perspectiva internacional, economistas heterodoxos estadounidenses
han impulsado una campaña para el incremento
del salario mínimo/hora a 15$ en 2020 para Estados Unidos,
con sustento empírico y justificativo en contra de los dogmas capitalistas
neoliberales de la inoportunidad de la medida. A este respecto algunos estados
como Nueva
York o California se ha aprobado dicha propuesta.
En Euskal Herria está abierta una campaña sindical llamada 1200 eurotik gora (Más de 1200 euros),
para que se eleve el salario mínimo en esa cantidad. Casos como el citado
convenio colectivo en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, incluyó en la
reivindicación de la huelga indefinida el salario mínimo de 1200 euros,
finalmente conseguido.
[14]
Ver por ejemplo el art.
21 del Convenio Colectivo de la empresa ALUMALSA de Zaragoza,
firmado en 2015 después de una importante
huelga total de 12 días con relevante impulso del sindicato CNT.
[15]
Una perspectiva histórica tanto de la política salarial solidaria, cómo de las
políticas activas de empleo, de mayor control sindical de la gestión
empresarial y de los fondos de inversión de asalariados, se encuentra en los
trabajos de Luis Buendía (“Dinámica de crecimiento,
distribución de la renta y movimiento obrero: el estado de bienestar sueco en
una perspectiva de largo plazo”) y Mario del Rosal (“El capitalismo sueco
y los límites del socialismo reformista: una critica marxista del modelo
Rehn-Meidner (1932-1983)”).
En la actualidad, la principal central sindical de Suecia LO, ha tratado el
tema en la ponencia central de su último congreso (28º) de 2016 que llevó por
título “Pleno
empleo y una política salarial de solidaridad” donde argumenta sobre cómo
puede el movimiento sindical contribuir al establecimiento de los salarios y el
pleno empleo y pide una definición del objetivo del pleno empleo, además de
señalar que una política monetaria no es suficiente.
[16]
Completa esta visión de la negociación salarial la perspectiva inversa, es
decir, qué elementos de poder de negociación, laboral y sindical, determinan
los concretos salarios nominales en la negociación colectiva. Un excelente
trabajo desde la teoría económica y la economía y sociología laboral es “Dinàmica
dels salaris monetaris: unes notes teòriques i una aplicació”
de Jordi Roca, publicado en castellano cómo capítulo de su tesis doctoral en “Pactos
sociales y política de rentas”.
[17]
Una panorámica del tema se puede encontrar en “Reducción
de jornada a 30 horas semanales sin reducción salarial: análisis y perspectivas
de la propuesta”. Un estudio reciente para la economía de
Gipuzkoa publicado en la Revista Lan Harremanak de la UPV/EHU en el núm.
34 (2016): La reducción del tiempo de trabajo. Una propuesta para reducir el
desempleo. En lo relacionado con la política de pleno empleo, Kalecki
sigue de actualidad, tal cómo define Juan Torres “La
batalla política por el pleno empleo”.
[18]
Huelgas indefinidas en los últimos años o abiertas en Euskadi y Navarra, tanto
de empresa como de sector con apoyo de Caja
de Resistencia Confederal, para conseguir buenos acuerdos o convenios
colectivos, se han dado en Alstom-GE
de Buñuel y Tudela, Eaton
de Derio (60 días), Defontaine
Iberia de Viana (14 días), Limpieza
Viaria de Ortuella (14 días), Onduline
de Gallarta (21 días), Emica
Bombas (90 días), Korta
de Zumaia (51 días), Limpieza
de CAF-Beasain (108 días), Guardian
Llodio (60 días), TS
Fundiciones de Zestoa (30 días), Residencia
Villa Sacramento de Donostia (9 meses), TUV
Rheinland Ibérica (ITV Irun y Urnieta) (9 meses), Museo
de Bellas Artes de Bilbao (41 días). Abiertas están en el sector
de Residencias de Bizkaia, Reciclaje TMB-Arraiz, Mantenimiento
de Carreteras de Gipuzkoa, Limpieza
del Ayuntamiento del Valle de Trápaga, Kaiku Km0 en Gasteiz.
Todas estas huelgas han sido o són gestionadas por el sindicato ELA.
[19] En
Euskadi y Navarra se han convocado 8 Huelgas Generales desde el inicio de la
crisis (por 3 convocadas en el resto del Estado): 21 de Mayo de 2009, 29 de
junio y 26 de septiembre de 2010, 27 de enero de 2011, 29 de marzo de 2012, 26
de septiembre de 2012, 14 de noviembre de 2012 (convocada solo por CCOO y UGT)
y 30 de Mayo de 2013. Francisco Letamendia en su artículo “La
crisis en el País Vasco (2009-2012) y el clivaje de clase. Huelgas generales y
discursos de los actores” apunta claves de estos procesos de
huelgas generales en Euskadi y Navarra. A nivel más general se puede consultar
“La
conflictividad laboral en tiempos de crisis económica. Un análisis comparado de
las huelgas en el Estado español durante los sexenios 2002-2007 y 2008-2013” y
el Anuario del Conflicto Social de 2012 y 2013.
[20]
Una relación detallada al respecto se encuentra en el Capítulo del libro de
Wilfredo Sanginetti “Una
radical transformación de las estrategias empresariales antes las huelgas: el
mantenimiento de la producción como objetivo prioritario” y
en el artículo “La
tutela sustancial del derecho de huelga en las estructuras empresariales
complejas”.
[21] En
este sentido, ver los acuerdos del XI Congreso de CNT de 2015 en el punto 12.4.- Promoción de las Bolsas
Sindicales de Empleo, estableciendo pautas para
reglamentar su funcionamiento y actuación estratégica. También ELA en su XIII
Congreso de 2013 trató la cuestión impulsando un Área de personas desempleadas.
[22] De
la misma forma en los acuerdos del XI Congreso de CNT de 2015 en el punto 12.3.- Instrumentos para la política
sindical y social de la CNT. Recuperar las Comisiones de Defensa Económica y
los Consejos de Economía, se establecen cómo acciones, entre
otras:
“- Mapear empresas y administraciones que realicen horas extra o
puedan contratar personas trabajadoras, para realizar presión social; -
Reunirse con y presionar a empresas de suministro de agua, gas y electricidad,
transporte público, alquiler de vivienda, hipoteca de la misma -bancos y
cajas-, etc. para disminuir o eliminar los gastos personales y familiares de
los miembros de las asambleas de parados y paradas; - Impulsar cooperativas de
consumo y vivienda en los sindicatos para el abastecimiento de alimentos y
vivienda; - Apoyar huelgas y a la acción sindical de CNT con el objetivo
también de ir implantando medidas de control sindical sobre el empleo en las
empresas y administraciones; - Apoyar la recuperación y cooperativización de
empresas, así como la defensa de las mismas ante los ataques de la patronal y
el Estado. Apoyar la ocupación de tierras para cultivo; Asimismo, en el ámbito
de la gestión económica, la CNT promueve las Empresas Recuperadas y las
Cooperativas Autogestionadas estando en proceso de formación la Red de Economía
Alternativa y Libertaria, conformada por estas cooperativas autogestionadas de
CNT y afines. El anterior entramado sindical, social y económico bien
vertebrado, debe llevarnos a intervenir en el desarrollo socioeconómico
comarcal y superior.”
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