domingo, 20 de noviembre de 2016

Revitalizar el poder sindical, ganar la democracia económica



Vivimos tiempos muy complicados para la clase trabajadora en Euskal Herria y en el resto del Estado español. Los cierres empresariales y deslocalizaciones, los despidos y reducciones salariales están impactando gravemente sobre las familias. La experiencia de estos años de dura crisis económica y recortes sistemáticos ejecutados por los representantes de la patronal en los parlamentos, nos ha enseñado que un sindicalismo de acompañamiento a esas decisiones es garantía segura de pérdida definitiva de derechos sociales, condiciones de empleo y vida. Por lo tanto, es necesario que el sindicalismo combativo gane capacidad de intervención en sus múltiples dimensiones: afiliativa, militante y organizativa, programática, de capacidad de acción colectiva y confrontación con los poderes político-económicos hostiles a la clase trabajadora. Mientras que el voto ciudadano se está demostrando excesivamente voluble y escorado hacia el mantenimiento de mayorías parlamentarias que apuestan por la servidumbre al poder económico, en cambio la militancia y afiliación sindical sigue siendo la principal garantía para recuperar derechos, condiciones salariales y de empleo, consolidando orientaciones de políticas económicas que nos dirijan a mayores cotas de democracia económica y bienestar social. No en vano, múltiples analistas [1] avalan que un sindicalismo fuerte implica mejores condiciones salariales, de empleo, protección social, equidad de género y defensa de la salud laboral y los equilibrios ecológicos para la mayoría de la población. Así pues, es preciso responder ampliamente a la pregunta que nos planteaba Miguel Perera, sobre si ¿debe cambiar el actual modelo sindical para recuperar el sindicalismo? , puesto qué tal cómo plantea Francisco Letamendia «los sindicatos dudan entre asumir una estrategia de contrapoder o hacer suyo el discurso empresarial de la productividad y la innovación». En este segundo caso, como expresó el autor, «se refuerza su crisis de afiliación y legitimidad, lo que da argumentos al discurso neoliberal que les presenta como inútiles».

1.- Renovar y revitalizar el sindicato. Congresos, seminarios, investigación y acción colectiva

Conscientes también de todo ello, la totalidad y pluralidad del movimiento sindical en el Estado español ha utilizado en estos años de crisis (2008-2016) sus mecanismos congresuales para repensar y revitalizar el sindicato como instrumento esencial de defensa, contrapoder y progreso social [2]. Además, en ese necesario ejercicio de autoevaluación constante en los hostiles parámetros en los que nos movemos quienes defendemos a las mayorías sociales, se han promovido multitud de seminarios y conferencias de debate, e incluso procesos específicos de análisis estratégico para reflexionar y reorientar las prácticas sindicales con el objetivo de que el sindicato concreto [3], en esencia y por extensión todo el sindicalismo por la experiencia acumulada, recupere cotas de poder social para un confrontación eficaz con los poderes que tratan de imponer sistemáticamente políticas antisociales. Ni que decir tiene que la reacción sindical a las contrarreformas laborales impuestas vía parlamentaria, así como a las diferentes estrategias empresariales en casos concretos de reestructuraciones y despidos, algunos ya emblemáticos (Coca - Cola en Fuenlabrada, Celsa Atlantic en Gasteiz y Urbina, Zardoya - Otis en Mungia, etc.), nos ha dejado una pléyade de experiencias sindicales y de huelgas que bien analizadas nos ayudan para sintetizar en este artículo algunas conclusiones de interés de cara al debate sobre la revitalización del poder sindical, que también tiene un importante desarrollo en el ámbito académico e investigador [4].

Una mirada sistemática a estas reflexiones, propuestas y experiencias acumuladas, nos permite centrar algunas cuestiones fundamentales para caminar hacia una recuperación solvente del poder sindical. Sin ánimo de dejar fuera aspectos importantes, pero con objetivo de priorizar recogiendo el núcleo esencial de las fuentes imprescindibles de poder sindical, es preciso fijarse en cuatro pilares que dependen fundamentalmente del propio sindicalismo: negociación colectiva y política sindical; gestión del conflicto laboral, huelgas y repertorios de presión; política social, empleo y economía social; formación sindical, asesoría sindical y técnica, teniendo también cómo base de la arquitectura de un sindicalismo combativo, la financiación sindical.



2.- Negociación colectiva y política sindical: el camino al control sindical
             
El primer pilar donde sustentar la revitalización sindical es la negociación colectiva y la política sindical, sin duda causa y efecto de las concretas relaciones de poder entre el empresariado y las y los trabajadores. Es el espacio dónde cristaliza la correlación de fuerzas sociales, patronales y sindicales, así como el punto de partida para sucesivas rondas de conflicto en empresas y sectores. El sindicalismo revitalizado es capaz de regular mejores condiciones sociales y de empleo gracias a su poder en la correlación de fuerzas, más allá e incluso pese a la voluntad legislativa de los gobiernos. Es en la negociación colectiva dónde se materializa la utilidad y legitimidad del sindicalismo para reclutar afiliación en tanto se mejoran -o empeoran menos en contextos de crisis económica y empresarial- las condiciones de empleo y vida. Además, la capacidad de sindicalizar la totalidad de la estructura económica y extender la cobertura de la negociación colectiva con contenidos a más ámbitos laborales, es clave para reforzar este pilar del sindicalismo revitalizado. No en vano la negociación colectiva es el eje central de las relaciones laborales, el ámbito de la primera distribución de la renta entre salarios en sentido amplio -incluidos indirectos y diferidos- y beneficios empresariales [5]. Por lo tanto sus contenidos estratégicos van a determinar el punto de partida y evolución de la capacidad sindical de incidir en el futuro sobre estos resultados sociales.

2.1.- El sindicalismo en los centros productivos: secciones sindicales y sindicato en el territorio
             
De entrada, muchas organizaciones sindicales coinciden en que es fundamental la potenciación de las Secciones Sindicales cómo espacio de trabajo sindical y reclutamiento de afiliación, fomento de la participación, movilización y militancia. El sindicato será en los centros productivos o no será, y el sindicato en los centros productivos son las Secciones Sindicales. En palabras de Holm-Detlev Kohler (pág 65): “Como tónica general de las experiencias de revitalización sindical, la relación con los afiliados y la recuperación de la militancia sindical deben ser preocupaciones principales. Al respecto, los estudios y encuestas nacionales e internacionales subrayan la presencia sindical en el centro del trabajo como factor primordial para la afiliación (Simón, 2003; Schnabel y Wagner, 2005). Todas las restantes iniciativas, como la mejora de servicios, incentivos exclusivos, fusiones, mayor participación institucional y concertación social, etc., demuestran resultados muy limitados a la hora de ganar nuevos afiliados y aumentar la presencia sindical en la sociedad.”, planteamiento que corroboran también Vidal, Jódar y Alós, en relación a la participación y militancia sindical en CCOO. Con éste objetivo de incrementar la afiliación, participación y militancia sindical, el uso de las asambleas de los y las trabajadoras cómo espacio de debate y decisión, a la vez que generar espacios de participación y trabajo sindical impulsado por las Secciones Sindicales, se torna fundamental con ese objetivo de incrementar la ratio militantes/afiliadas tanto en los centros de trabajo cómo en las federaciones sindicales territoriales. Estas asambleas pueden agrupar en los espacios laborales, no necesariamente circunscritos a los centros de trabajo fragmentarios. La solidaridad de clase debe ampliarse al ámbito del compañerismo con las personas de la plantilla conocidas, es imprescindible ampliarla entre desconocidas que comparten una realidad y práctica común, aun cuando no estén en nuestro centro, departamento, empresa o incluso región o país.

El uso de las Secciones Sindicales, además en ámbitos empresariales complejos (grupos de empresas, empresa principal – empresas externalizadas) o centros de trabajo (polígonos industriales, polígonos de oficinas, calles y centros comerciales, puertos, aeropuertos, autopistas y autovías, zonas turísticas, etc.), es imprescindible para intervenir de forma efectiva ante las estrategias empresariales postfordistas, generando unidades de negociación aparentemente imposibles, articulando de forma flexible la negociación colectiva integrándola: cómo Convenios colectivos de grupos empresariales, incluyendo las diferentes formas jurídicas con las que se fragmentan los grupos mercantiles, integrando también a empresas auxiliares, subcontratadas y proveedoras, o desde perspectiva de centro de trabajo, con convenios colectivos que consigan romper con las relaciones triangulares entre diferentes empresas en un mismo centro -ETTs, multiservicios, etc-. De esta forma se conecta con importantes colectivos de trabajadoras y trabajadores, que se afilian percibiendo el sindicalismo operativo para incidir en su realidad laboral [6]. Este aspecto se vincula además con la literatura y experiencias que se están dando sobretodo en países anglosajones de sindicalismo comunitario y sindicalismo de movimiento social, promoviendo estrategias de “organizing”, cómo forma de implicar a las y los trabajadores en las empresas, incrementar la militancia y poder sindical en la empresa, así como tejiendo alianzas con la comunidad – personas usuarias, clientela, ciudadanía- en las reivindicaciones laborales [7]. Es con esta combinación de negociación colectiva en ámbitos empresariales complejos con sindicalismo comunitario cómo se puede abordar la intervención en las precariedades, de ETTs, empresas de servicios integrales, falsos autónomos y autónomos dependientes, trabajadoras a domicilio, teletrabajo, etc... o también en los segmentos laborales potencialmente corporativistas cómo cuadros y técnicos, profesionales, etc.. Asimismo, permite globalizar la acción sindical y reducir conflictos de intereses entre personas fijas, temporales, de empresa matriz y subcontrata, de segmentos primarios y secundarios en los mercados laborales, etc. El desarrollo de planes de afiliación y organizando reivindicaciones que integren en convenios colectivos todo el espectro laboral posible permite el desarrollo de un sindicalismo de proximidad e inclusivo en éstos términos combinando intereses plurales y colectivos generando solidaridad colectiva.

2.2.- De la negociación colectiva en los centros productivos al sector y el territorio

Asimismo, la necesidad de asentar negociación colectiva con mejoras tangibles en el actual contexto político y económico obliga a construir la negociación colectiva desde el poder sindical en los centros productivos y la pluralidad empresarial, es decir en aquellos ámbitos dónde la correlación de fuerzas unida a la capacidad de presión económica y de huelga permita ir a acuerdos que ganen terreno sustancialmente al capital. Los ámbitos que sin duda pueden ser punta de lanza son aquellos territorios –ya citados- y sectores estratégicos, tanto para la dinámica de valorización de la economía capitalista, cómo para el desarrollo del ciclo vital, siendo éstos últimos además especialmente precarios y feminizados. Dichos sectores y subsectores se ubican territorialmente y en los ámbitos del transporte, las comunicaciones y telecomunicaciones, finanzas, la energía, la limpieza, los cuidados, etc. Son sectores dónde se podría, desde una perspectiva de revitalizar el poder sindical, poner más énfasis en la afiliación, militancia y negociación colectiva. Tal cómo expresa Daniel Albarracín: “La lucha sindical puede ser muy efectiva reconociendo los puntos débiles de la cadena de valor, en los que interrumpiendo el proceso de valorización, se pueda anclar un poder tanto de negociación como de influencia en la dirección empresarial, hasta el punto de disputar el poder en las empresas”. La dificultad de un sindicalismo inclusivo y solidario, es combinar e integrar ámbitos laborales con mayor poder de negociación con aquellos que aún siempre teniéndolo, sean menores y requieran de mayor esfuerzo organizativo y de acción. Todo lo anterior es imprescindible enlazarlo con una buena política comunicativa de logros y defensa ante discursos de ataque antisindical.

En base a ejemplos de lucha y a la extensión de estas plataformas reivindicativas con contenidos a los sectores o territorios, condicionando las patronales sectoriales y territoriales, es posible construir una negociación colectiva sectorial y territorial que mejore sustancialmente los resultados actuales. La articulación de la negociación colectiva de empresa y sectorial, el grado de conformismo sindical con los contenidos de la misma, o la aceptación de procesos de pacto social que apuntalan las políticas regresivas en el contexto de las reformas laborales están generando una fuerte confrontación en el movimiento sindical de Euskadi y Navarra, llegando incluso la patronal territorial a sugerir la ilegalización del sindicalismo más combativo de estos territorios y siendo recogida esa propuesta por parte de la CEOE. Esto nos lleva a otro elemento que es el de las alianzas sindicales. Sin duda un elemento crucial de revitalización del poder sindical, es sumar fuerzas y recursos organizativos en lo concreto de la acción sindical. Para ello la vía de los acuerdos estratégicos en cuanto a contenidos de negociación colectiva y política sindical en las empresas o sectores, son imprescindibles de explorar entre las organizaciones sindicales combativas, incluyendo también una perspectiva de alianzas internacionales también centradas en la acción sindical, la negociación colectiva o la gestión de conflictos en sectores y empresas multinacionales. Las alianzas son importantes tanto dentro del Estado cómo desde una perspectiva europea y mundial.

2.3.- Contenidos instrumentales de negociación colectiva: control sindical y blindaje ante contrarreformas laborales
             
En cuanto a contenidos propiamente, se empieza a socializar la perspectiva de poner en el eje principal, al inicio del debate y redactado de los convenios colectivos -no al final-, los derechos de información, consulta, participación y control sindical, puesto que para un sindicalismo de contrapoder real, no de acompañamiento a las decisiones del capital, supone ganar terreno a la incertidumbre generada por las decisiones empresariales, situándose en mucha mejor posición en sucesivas rondas de conflicto y negociación colectiva [8]. El acceso a la información empresarial -económica, productiva, organizativa- por parte de los sindicatos, es sin lugar a dudas uno de los principales elementos de resistencia por parte de la patronal en tanto supone acceder en igualdad de condiciones a una fuente crucial de poder en las relaciones laborales. Sin lugar a dudas "la información es poder". El poder de dirección estratégica y operativa empresarial puede encontrar un contrapoder sindical real si se adopta cómo perspectiva táctica la de introducir en la negociación colectiva un control sindical en las diferentes áreas clave de las empresas: inversión -con fondos colectivos de asalariados-, planes de producción y organización del trabajo, políticas laborales de despido -limitándolo, incrementando indemnizaciones y fijando derecho de opción para la readmisión a la persona trabajadora en caso de improcedente- y contratación -con bolsas sindicales de empleo-[9], y acceso completo a la información económico-financiera y productiva generada: documentación productiva y plan de producción, control administrativo de los ingresos y gastos en efectivo (libro de caja) o por medio de bancos, acceso a los libros contables y documentación que sustenta las partidas contables, así como a toda la demás documentación contractual, económica, fiscal y laboral, de género, ecológica y de salud laboral generada por las empresas. Es decir, lo que en otras épocas y sistemas de relaciones laborales como el inglés se ha venido a denominar contabilidad empresarial con “libros abiertos[10]. La patronal, el empresariado, tiene en la propiedad su fuente de legitimación y control legal de los medios de producción, sin embargo esto se concreta además con la apropiación de un conjunto de poderes inmateriales (técnicas, culturas, información, etc.) que no pueden ser socializados mecánicamente y requieren de un proceso social de aprendizaje en las empresas. De esta forma es posible colectivizar y sindicalizar la confrontación con las “nuevas formas” de gestión de recursos humanos y de relaciones laborales que persiguen la fragmentación e individualización a toda costa.

El  control sindical (sobre la información empresarial, el proceso de trabajo, la distribución del valor generado y las decisiones estratégicas)  permite andar el camino para ganar la democracia económica. Con un proceso gradual de agregación de objetivos e instrumentos de empresa a empresa, sector a sector, es factible construir los principales instrumentos y objetivos de la política económica, industrial y laboral para influir desde el sindicalismo en dichas políticas que son determinantes para el poder sindical: aplicación de políticas de pleno empleo, altos salarios, inversión productiva equilibrada y ecológicamente sostenible, consumo responsable, amplía la base social y potencialmente afiliativa del sindicalismo, a la vez que se reorientan los objetivos de política económica e industrial hacia objetivos realmente sociales y sostenibles [11]. Intervenir en éstos parámetros permite evitar ir a una devaluada, inoperante e incluso contraproducente concertación social con la patronal y unos gobiernos servidores de la misma, cuando se acuerdan y legitiman contenidos regresivos socialmente o que erosionan el propio poder sindical (aceptación de ETTs, temporalidad, paro masivo, etc.). 

Asimismo, también desde una perspectiva instrumental, la inclusión de cláusulas de blindaje contra las reformas laborales -ultraactividad indefinida, imposibilidad de descuelgue de convenios -salarios, jornada-, prohibición de despidos forzados e incremento de indemnizaciones para improcedentes- son un buen ejemplo de la posibilidad de legislar pro-operario desde el poder sindical dejando sin efecto las contrarreformas laborales de la derecha política y económica (PSOE y PP), a la par que asientan otro punto crucial del poder sindical, tal que el poder contractual del sindicato y su capacidad de hacer cumplir los acuerdos a la patronal. Algunos convenios colectivos acordados en Euskadi y Navarra son un ejemplo en este sentido, tanto sectoriales -alargando ultraactividad o haciéndola indefinida- y de empresa -con ultraactividad indefinida y cláusulas antidescuelgue por causas económicas, entre otras de las cláusulas citadas- [12], si bien otros convenios colectivos cómo metal de Bizkaia y Álava no se han firmado por la mayoría de sindicatos, precisamente por negarse la patronal a introducir cláusulas de este tipo. A este respecto, es preciso señalar que es en base a la acción sindical cotidiana cómo se consigue el cumplimiento efectivo y total para aspectos relacionados entre otros con la contratación, la jornada o las horas extra, la salud laboral, de forma que no se den incumplimientos por parte de las empresas de lo acordado en negociación colectiva.
 
Aunque no solamente es necesario mejorar las condiciones de los contenidos instrumentales de acción y política sindical en la negociación colectiva ya citados, sino también de aquellos contenidos sustantivos de condiciones de empleo.

2.4.- Contenidos sustantivos de negociación colectiva: empleo, salarios y jornada
            
Respecto a la negociación contractual y de empleo, solamente mediante la negociación colectiva es posible limitar la discrecionalidad legal en cuanto a contratación limitando o eliminando la contratación temporal, el uso de subcontratación y ETTs, pese a su cobertura legal otorgada por las directivas europeas, por medio de la autonomía negocial y la mejora de condiciones de empleo que permite la legislación de los Estados miembros. Asimismo la extensión del empleo a tiempo parcial cómo ahorro empresarial y desempleo encubierto, obliga a limitar su uso. Por lo tanto la norma social debiera estar en coordenadas de contratación indefinida a tiempo completo cómo principal. Lo contrario supone no solamente precariedad sino dar todo el poder contractual a la patronal dividiendo el segmento asalariado y favoreciendo dicha división entre  personas fijas, subcontratadas, precarias y desempleadas. Además, en esta área sería preciso implementar medidas de control sindical del empleo por medio de bolsas de empleo cómo las citadas en el apartado de contenidos instrumentales de negociación colectiva. Es evidente que cualquier política sindical que acepte el mantenimiento o empeoramiento de las condiciones legales o las políticas empresariales de contratación y empleo, está erosionando sus propias fuentes de poder sindical en el mercado de trabajo. Romper con la precariedad facilita la afiliación y participación sindical.

En cuanto a la negociación salarial, sin duda es preciso recuperar salarios para recuperar empleo, fijando la subida agregada salarial, en relación al nivel agregado de producción y ventas -o mayores incluso-, sin que afecte a la viabilidad empresarial ni al margen financiero para la generación de empleo. Lo anterior permite recuperar salarios perdidos que han ido a rentas del capital productivo o financiero, limitando dichas rentas y ampliando las laborales además del nivel de empleo. En palabras de Kalecki (pág 50): "un aumento salarial que refleje un mayor poder sindical conduce –contrariamente a los preceptos de la economía clásica– a un aumento del empleo. E inversamente, una reducción salarial que refleje un debilitamiento del poder de negociación de los sindicatos conduce a una reducción del empleo. La debilidad de los sindicatos en una etapa de depresión que se manifieste en la aceptación de reducciones salariales contribuye a profundizar el desempleo en lugar de mitigarlo.". Por la configuración de la economía española, el incremento salarial fuerte estimularía el crecimiento dado que cualquier posible perjuicio del aumento salarial sobre la inversión se compensaría con el aumento de la demanda agregada a él asociado (véase Naastepad, C.W.M. y Storm, S. (2007) “OECD demand regimes (1960-2000)”. Journal of PostKeynesian Economics, 29, 211-246). Sin duda también es imprescindible introducir en toda la negociación colectiva salarios mínimos dignos que permitan sostener la vida rompiendo la precariedad y el fenómeno “working poor” –persona empleada pobre- [13]. Asimismo es necesario vincular las subidas al coste de vida con cláusula de salvaguarda de IPC real del territorio, que varía sustancialmente según el territorio de referencia. En cuanto al modo de las subidas, la negociación salarial reciente siempre ha referenciado las subidas al incremento de precios y/o a un porcentaje igual para todos los salarios, lo que supone el mantenimiento de abanicos con diferencias salariales muy amplias y por lo tanto mucha desigualdad de ingresos entre el conjunto de las y los trabajadores. Hay que tener en cuenta también que muchos altos salarios de cuadros superiores, gerencia, administración y el conjunto de socios capitalistas, son en realidad beneficios o reparto de dividendos disfrazados en nómina fija, variable e incluso en especie. A este respecto, es necesario recoger la experiencia nórdica en la negociación colectiva para, por un lado integrar en los convenios colectivos y fiscalizar correctamente todo devengo salarial en las empresas estableciendo salarios máximos en relación al salario mínimo, e implementar subidas salariales lineales sobre el salario base, ya sea un montante igual en cada tramo de la estructura salarial o de forma inversamente proporcional, es decir mayor incremento lineal para los salarios más bajos, cómo forma de acelerar la reducción del abanico salarial en la negociación colectiva, reduciendo con ello de forma muy importante también la brecha salarial por género [14]. La experiencia del modelo Sueco impulsada originariamente por los economistas sindicales Gösta Rehn y Rudolf Meidner, trataba de implementar la lógica de “a igual trabajo, igual salario”, lo que se vino a denominar “política salarial de solidaridad[15]. Por último, en relación a la desigualdad y a la imposición por parte de la patronal de una “política salarial de individualización y control” es imprescindible eliminar las dobles escalas salariales, toleradas por la jurisprudencia, así como los salarios variables vinculados a objetivos individuales que controlan los empresarios. Lo anterior permite reconfigurar las relaciones de poder al eliminar discrecionalidad empresarial a la vez que homogeneizar las condiciones de las plantillas eliminando divisiones al igualar condiciones salariales [16].

En cuanto a la negociación de la jornada laboral, es precisa la reducción de jornada laboral sin reducción salarial y el reparto del empleo, para reducir el desempleo orientando desde la negociación colectiva la política económica hacia el pleno empleo. Lo anterior implica la limitación y/o prohibición de horas extraordinarias y la limitación del uso de flexibilidad de jornada u horaria. Este tipo de medida favorece además la conciliación entre trabajo productivo, reproductivo y comunitario a la vez que centrando el objetivo en la creación de empleo, con una orientación hacia el pleno empleo, con contratación indefinida, se aborda la recomposición estratégica de la fractura desempleo-precariedad-empleo. Todo ello supone también incrementar la base social potencialmente afiliativa y militante sindical en el marco de esa “batalla política por el pleno empleo” [17].

Por último y cómo cierre de este apartado, sin duda es obvia la fuerte interrelación laboral, productiva y económica de las tres variables apuntadas, que por lo tanto se deben abordar en relación y coordinación para evaluar su impacto económico en las empresas. Esta coordinación de contenidos sustantivos permite, pese al discurso empresarial dominante, maximizar empleo y salarios. Acotando el debate, es factible en la negociación colectiva el establecimiento de salarios máximos (y control del gasto superfluo a la vez que de los ingresos fraudulentos) que permitirán a las empresas disponer de capacidad financiera para: incrementar salarios mínimos y más bajos de la estructura salarial, reducción de jornada laboral sin afectar el salario/hora, y consecuentemente la posibilidad de un incremento de la contratación y empleo. Por tanto, sí es posible articular una orientación de política económica de pleno empleo e incrementos salariales para la mayoría de trabajadores y trabajadoras desde la negociación colectiva. Quizás también es la única forma realmente efectiva de hacerlo.

2.5.- Contenidos sustantivos de negociación colectiva: reestructuraciones empresariales y política industrial
             
En lo que respecta a la negociación colectiva defensiva, eso es, en los procesos de reestructuración empresarial con planteamiento de despidos colectivos o modificación sustancial de condiciones de trabajo, son si cabe más importantes las cláusulas de anticipación económica y control sindical citadas anteriormente desde una perspectiva instrumental. Además, una de las principales críticas que hacen los  y y las trabajadoras a las organizaciones sindicales se da precisamente en estos contextos, por el hecho de ceder en el mantenimiento del empleo y aceptar despidos forzados en caso de EREs. Por lo tanto una política sindical firme debe rechazar, cuando no prohibir mediante negociación colectiva despidos forzados en procesos de reestructuración empresarial o en las administraciones públicas, siendo solamente posible el ajuste “por arriba” y frente al capital, así como implementando alternativas de menor a mayor impacto -movilidades y recolocaciones, reducción salarial, suspensión de contratos- y centradas en el reparto defensivo del empleo, siempre que exista causa económica y productiva proporcionada para ello y no se deba a descapitalización y fraude económico. Asimismo, con la inclusión de cláusulas de blindaje en la negociación colectiva sobre la imposibilidad de descuelgue de convenio colectivo (reducción de salario, aumento de jornada, etc.), puede permitir abordar con un control sindical potente procesos de este tipo cuando existan causa económicas y productivas suficientes para ello y no se deba, cómo en los procesos de despido, a descapitalización y fraude económico. Asimismo, un sindicalismo revitalizado es capaz de cubrir el flanco de la reinversión productiva y el apoderamiento de los medios de producción por parte de los y las trabajadoras, impulsando la recuperación y cooperativización autogestionada de empresas en crisis que se pueden insertar en el tejido de economía social del territorio, tal cómo se apunta más adelante. A ello se une la importancia de la generación de propuestas alternativas en ámbitos de política industrial y sectoriales globales, de forma que afrontar dichos procesos de desinversión empresarial con impacto laboral, se pueda contrarrestar con acciones de reinversión productiva y desarrollo económico. Para que dichas propuestas se puedan articular con implementación factible, son sin duda cruciales los instrumentos sindicales de política económica apuntados sobre control sindical de la inversión e información empresarial.

3.- Huelgas, cajas de resistencia y repertorios de presión económica
             
La negociación colectiva y la política sindical nos llevan a la necesidad de tratar el segundo pilar del poder sindical en estrecha relación cómo es la gestión del conflicto laboral, las huelgas y los repertorios de presión. Es evidente que sin presión no hay negociación, y sin presión potente no hay negociación colectiva con contenidos que sirvan para el avance social. Desgraciadamente, el contexto de crisis económica y la falta de recursos sindicales dificultan articular en todo su alcance la herramienta más potente de presión productiva, económica y financiera contra las empresas cómo es la huelga total (de días y horas de trabajo) indefinida (de extensión temporal), quizás también la máxima expresión de la acción directa colectiva de los y las trabajadoras. En su lugar las huelgas que se convocan -en realidad paros parciales o totales de unos pocos días- son más avisos de conflictividad a las empresas que mecanismos de presión económica y financiera real. El motivo por más que obvio no está de más señalarlo: los y las trabajadoras y sus familias no pueden lanzarse a huelgas totales indefinidas sin un apoyo financiero que ayude a cubrir o mitigar dejar de percibir ingresos por estar en huelga, aun cuando sea para mejorar sustancialmente las condiciones de empleo. Para solventar éste hándicap, uno de los instrumentos cruciales es la Caja de Resistencia, utilizada por sindicatos de ámbito estatal (USO) y nacional (ELA, LAB, ESK o CIG) que aportan de sus propios recursos internos, según los reglamentos prefijados, subsidios de huelga que cubren al menos el Salario Mínimo Interprofesional (764 euros en 12 pagas) para cada huelguista. Realizando un breve ejercicio de análisis, para el caso de una hipotética organización sindical de 10.000 personas afiliadas que dedicase 5 euros mensuales de la cuota sindical a una Caja de Resistencia Confederal, tendría capacidad de sostener con 50.000 euros mensuales la huelga indefinida completa de 65 trabajadoras recibiendo este subsidio de huelga mensual de 764 euros. Es cierto que en función del diseño de la estrategia de huelga, sería posible cubrir con esa financiación más huelguistas, seguramente hasta el doble. Además, todo ello sin contar con el factor ahorro continuo que implica el hecho de no convocar continuamente huelgas con esta intensidad, lo que implica multiplicar la potencia financiera. Teniendo en cuenta que la gran mayoría de empresas en el Estado español son Pymes ¿Qué empresa pequeña o mediana de hasta 250 personas puede resistir económica y financieramente una huelga indefinida total de estas características sin entrar a negociar y acordar convenios colectivos con contenidos como los anteriormente citados? ¿Acaso esta red de seguridad sindical no permite e incentiva la adhesión a la huelga y por extensión a la afiliación sindical? La experiencia demuestra que prácticamente ninguna empresa puede resistir huelgas de estas características, puesto que huelga y caja de resistencia multiplican el poder de negociación sindical, independientemente que estemos tratando o no con segmentos laborales o sectores estratégicos que disponen de un poder de negociación estructural (cómo los citados en polígonos industriales, polígonos de oficinas, calles y centros comerciales, puertos, aeropuertos, autopistas y autovías, zonas turísticas, relacionados con transportes, comunicaciones y telecomunicaciones, finanzas, energía y química, limpieza, cuidados, etc.). Ejemplos al respecto los tenemos en Euskadi y Navarra, y en algunos casos la consecución de un convenio colectivo con las características citadas, ha venido en el marco de la convocatoria de huelga indefinida para la retirada de medidas de despido colectivo o reducción salarial en paralelo a promover la negociación de un convenio con cláusulas de blindaje que dejen fuera de las empresas las contrarreformas laborales, consiguiendo ambos objetivos [18]. En un grado mayor, funcionarían cajas de resistencia intersindicales de forma permanente dentro del sindicalismo combativo con cobertura de subsidios de huelga, extendiendo las fuentes de ingresos a la solidaridad externa a las organizaciones. En un grado menor de efectividad, funcionan también cajas de resistencia de secciones sindicales o sindicatos que no son confederaciones, sin embargo éstas no consiguen el ahorro colectivo necesario para implementar fórmulas de subsidios de apoyo a huelga como las cajas de resistencia confederales y por extensión es difícil que puedan articular en toda su extensión el poder de negociación sindical. Asimismo, en múltiples conflictos laborales y huelgas como Coca – Cola, Panrico, TMB -Autobuses de Barcelona- o las del sector de la minería de Asturias, por poner algunos ejemplos, se han abierto cajas de resistencia para apoyar los gastos generados por dichos conflictos y el reparto de recursos para  las y los huelguistas de los mismos, pero pese a su interés al abrirse a la solidaridad externa, no son permanentes y no permiten ahorro para relanzar nuevos conflictos. Uno de los conflictos y huelga recientes que ha contado con el apoyo de una caja de resistencia particular, vinculada al movimiento cooperativo ha sido Correscales, con apoyo de cooperativa de finanzas Coop57. Es cierto, por otra parte, que esa dificultad de financiar la resistencia laboral en los conflictos se puede solventar incluyendo en los pactos de fin de huelga, cláusulas de recuperación de salarios y seguridad social dejados de ingresar por parte de las empresas, en tanto son las empresas las responsables de abocar las plantillas al conflicto al no querer negociar ejerciendo su poder de decisión sobre la clase trabajadora.


Por otra parte, la capacidad huelguística y de confrontación a la política económica y laboral neoliberal, tanto a nivel sectorial cómo general, también ha sido la característica diferencial del movimiento sindical vasco respecto al del resto del Estado, agrupado en la mayoría sindical vasca (ELA, LAB, ESK, STEILAS, EHNE, Hiru y en la mayoría de huelgas también CGT y CNT), abordando la convocatoria de 8 huelgas generales en el periodo 2009-2013. La huelga general sin duda es la forma de huelga con mayor potencia para presionar y proponer otra política económica y laboral a los gobiernos neoliberales que incumplen sistemáticamente su responsabilidad de servicio y protección de las mayorías sociales [19]. Es en el marco de las huelgas generales, dónde también se ha experimentado la convocatoria de la denominada huelga social, que incluye una perspectiva de huelga de consumo y huelga de cuidados, cómo forma de multiplicar la potencia de la huelga general, a la vez que de visibilizar aquellos segmentos laborales explotados por el conflicto capital-vida y con mayores dificultades de acción colectiva.

3.1.- Estrategias empresariales anti-huelga y presión sociosindical
             
Sin embargo, pese a esta capacidad efectiva de confrontación huelguística del movimiento sindical en las empresas, hoy en día fundamentalmente el vasco y navarro, es necesario citar también que el abordaje del conflicto laboral desde la parte sindical se encuentra con múltiples trabas de las empresas que vulneran sistemáticamente los derechos de huelga y tratan de impedir que se detenga la producción por todos los medios posibles [20], también por parte de los gobiernos que imponen servicios mínimos ilegales y abusivos.

La regresión que supone la imposición sistemática de trabas al ejercicio de la huelga en la forma de servicios mínimos esenciales o de seguridad y mantenimiento (que no debieran ser más que los relacionado con la vida, o con no causar daños al capital instalado), solamente es entendible para tratar de desactivar el impacto productivo y económico de las huelgas a la vez que minimiza el poder negociador de trabajadoras y sindicatos en ciertos sectores estratégicos o de servicios públicos.

Grave también es para la capacidad sindical futura, la aceptación e introducción en la negociación colectiva de las propuestas patronales de cláusulas de paz social o en los acuerdos marco, la introducción sistemática para la mayoría de convenios de mecanismos de conciliación previa a la convocatoria de huelgas, alargando de facto los preavisos y trámites para evitar la expresión y resolución obrera del conflicto estructural entre el trabajo y el capital o su lógica aplicada a los servicios públicos.

Todo lo anterior, obliga a recurrir a los piquetes y al boicot de productos y servicios, así como a explorar otros repertorios de presión sindical y social para la consecución de los objetivos predeterminados, contrarrestando el mantenimiento de la producción que realizan las empresas de forma ilícita y la mayoría de veces ilegal. El primero ya se mencionó como elemento del organizing: campañas locales e internacionales que apuntan a la imagen pública de las empresas y amenazan a sus beneficios, o a los gobiernos y su legitimidad social. Estas campañas, que también incluyen concentraciones y manifestaciones, han mostrado su eficacia desde los años setenta, contra empresas que tuvieron que ceder ante la presión, unas campañas con protagonismo de ONG y participación menor de sindicatos. Las nuevas tecnologías y canales de comunicación ofrecen amplias posibilidades de campañas y acciones sindicales también, así como formulas del llamado label sindical, cómo fórmula para asegurar desde el sindicalismo que los productos o servicios ofrecidos por las empresas cuentan en su producción con el cumplimiento de todos los derechos laborales y sociales.

4.- El sindicato cómo contrapoder social

El tercer pilar de la acción del sindicato se sustenta en su intervención en la política social, de empleo y economía social. Las organizaciones sindicales empoderadas y revitalizadas son aquellas que tienen capacidad, de forma autónoma al poder político, de ser instrumento efectivo para cubrir las necesidades materiales y morales de las mayorías sociales. Así pues, algunas organizaciones sindicales están repensando una “vuelta a los orígenes” del sindicalismo recogiendo la función que hoy en día tienen las asambleas de parados y paradas, impulsando bolsas sindicales de empleo en las federaciones territoriales y potenciando dichas asambleas cómo forma de abordar el acceso al empleo de  las y los afiliados a la vez que resarcir estratégicamente la ruptura que implica la segmentación brutal de los mercados laborales entre  personas empleadas, precarias y desempleadas [21], de forma que se apoyen por quienes están en desempleo la lucha laboral, las huelgas y la negociación colectiva en consonancia con la experiencia de por ejemplo los movimientos piqueteros argentinos. Por otra parte, en tanto que los sindicatos son espacios de apoyo mutuo entre las personas trabajadoras, se plantea también por parte de algunas organizaciones como CNT, el desarrollo de instrumentos autónomos para impulsar política social entre la afiliación cómo es el apoyo a acciones de exención o reducción de precios de bienes y servicios básicos (alimentación, vivienda), la creación de cooperativas de consumo y producción, a la vez que la intervención para promover redes de economía social que puedan influir en el desarrollo económico comarcal o superior [22]. En este sentido es importante el apoyo del movimiento sindical a iniciativas cómo Alternatiben Herria o los Encuentros Ecosocialistas Internacionales, que muestran las alternativas que se promueven desde el sindicalismo y la economía social para construir y reorientar el tejido productiva y la economía hacia otro modelo de desarrollo económico. Es en estos ámbitos dónde las alianzas con otras organizaciones y movimientos (consumidores, cooperativismo y economía social, etc) se tornan también como una fuente indispensable de poder sindical y social.
           
5.- Recursos organizativos sindicales: asesoría y formación

En cuanto al cuarto pilar, relativo a la formación sindical, asesoría sindical y técnica, estos son los que sustentan y reproducen la posibilidad de una negociación colectiva potente y una gestión eficiente del conflicto laboral o la extensión de instrumentos de política social para la afiliación. Además en lo que se refiere a la formación, esta se basa tanto en el trabajo específico en dicho campo, cómo en la puesta en común de la experiencia acumulada por  las asesorías sindicales y técnicas, que retroalimentan la acción colectiva para el resto de cuadros y militancia sindical.

Respecto a la asesoría técnica –juristas, economistas, sociólogos, especialistas en salud laboral, etc.-, ésta se torna fundamental en unas relaciones laborales y conflictos cada vez más tecnificados y con oponentes de nivel en el bando empresarial, máxime cuando la ley y la jurisprudencia por lo general benefician a los intereses empresariales, por no redundar en lo dicho de las políticas gubernamentales. Son de especial relevancia los procesos de negociación colectiva atravesados del análisis y debate en torno a aspectos económicos, en grupos empresariales con fuertes interrelaciones productivas y financieras, utilizando estratagemas basados en el intercambio financiero, de productos o servicios, con precios de transferencia políticos y contabilización sesgada o fraudulenta, diseño de estructuras salariales opacas para las direcciones, etc. En contextos de conflictividad, la defensa de los derechos de huelga y libertad sindical, se tornan cada vez más importantes, puesto que son constantemente amenazados por las empresas. En este sentido, los análisis sindicales respecto a la intervención técnica, apuntan a la importancia de “sindicalizar” el enfoque jurídico y económico, construyendo discurso que amplíe la posibilidades de defensa y consecución de derechos colectivos, además de poner al servicio de la acción sindical el asesoramiento jurídico y económico, especialmente relevantes en la negociación colectiva y el conflicto laboral. Es de destacar a este respecto la importancia de la creación del Foro de profesionales del asesoramiento laboral y social de la UPV/EHU, promovido desde la Facultad de Relaciones Laborales y Trabajo Social de la UPV/EHU, dónde se pretende generar inteligencia colectiva desde perspectiva laboralista (también de ámbito mercantil, administrativo o penal) para juristas, economistas, asesorías sindicales, sindicalistas y las y los trabajadores, a la vez que relacionar las experiencias de acción colectiva y sindical con los ámbitos de intervención profesional, académica e investigadora. Además según de Holm-Detlev Kohler (pág. 62): “frente a la creciente complejidad del mundo actual, los gobiernos recurren a think tanks (grupos de expertos), y las empresas a consultoras y servicios especializados, mientras los sindicatos, al menos en España, confían en ellos mismos, en la capacidad autodidacta de unos representantes sin formación ni cualificación específica en la materia que debe negociarse y regularse. La desventaja frente al capital y la falta de capacidad estratégica son consecuencia lógica de la renuncia al conocimiento externo. Existen dos vías principales de crear conocimiento externo: la creación de una red de asesorías y consultorías sindicales y la alianza estratégica con el mundo académico e investigador, son un instrumento para ganar eficacia, reflexionar y acumular experiencias y conocimientos, y para mantener vivo y bien enfocado el discurso sindical en un mundo de creciente complejidad y heterogeneidad.”. En este ámbito sin duda las organizaciones sindicales debieran destinar más recursos para tratar de oponer con solvencia los recursos que dedican las empresas en el asesoramiento técnico.

La asesoría sindical, es fundamental para implementar las estrategias de “organizing” en las empresas, explicadas anteriormente, dando cobertura tanto a Pymes cómo a gran empresa y territorios potencialmente sindicalizables, con la generación de equipos sindicales en base a las Secciones Sindicales. Es la asesoría sindical la que canaliza el asesoramiento técnico y la acción colectiva, por lo que requiere de perfiles militantes de cuadros con experiencia y formación técnica específica. La selección por parte de las organizaciones de la militancia mejor preparada de las empresas y sectores para realizar labores de asesoría para el sindicato, es la garantía para el movimiento sindical de aprovechar la inteligencia colectiva generada en los procesos de lucha.

Por último, en cuanto a la formación sindical, esta se puede subdividir en dos grandes ámbitos cruciales para el refuerzo del sindicalismo. Por un lado la formación técnica, en ámbito contable y económico, jurídico laboral y sindical, de técnicas de negociación colectiva y dinamización de la acción colectiva y la huelga, etc... Dicha formación es necesaria tanto para técnicos, cuadros y asesores sindicales o miembros de secciones sindicales cómo forma de incrementar el poder sindical a la hora de gestionar conflictos y negociación colectiva. Por otro lado, el debate, la formación ideológica y de cultura sindical. Ésta se basa en saber conectar para una nueva cultura militante, las agresiones e injusticias con sistemas de ideas y análisis que ayuden a interpretar, den salida y alternativas sociales factibles. Para ello es necesario construir relatos para la recomposición de la conciencia de clase. En este sentido, el movimiento sindical funciona diferente que el de ámbito político-parlamentario, puesto que no son suficientes grandes lemas y campañas de comunicación, sino que lo que determina la progresiva identificación de la mayoría de plantillas con el sindicalismo es la acción cotidiana de la militancia con intervención coherente en las empresas, así como el compromiso de los sindicatos en vertebrar las reivindicaciones micro y macro, en relación a un objetivo de alternativa al modelo económico y social imperante. Bajo estas premisas, la formación sindical adquiere un refuerzo que afianza el avance sindical, potenciando la identidad de clase y la solidaridad colectiva inclusiva.

6.- La autonomía financiera cómo base para la revitalización sindical

Por último, la base fundamental que supone la financiación sindical es una cuestión sencilla, por ser un objetivo estratégico la necesidad de autonomía financiera, y ésta solamente puede provenir de un peso hegemónico de las cuotas dentro de la estructura de ingresos, no de las subvenciones estatales o empresariales. Dicho de otra forma, una tasa de financiación sindical por cuotas menor del 90% del total de ingresos supone entrar en un terreno de dependencia externa en la financiación necesaria para el despliegue completo y sin ataduras de la acción sindical y social en toda su extensión. Para ello, sin duda las cuotas sindicales deberían ser mayores que las que hoy en día se pagan por lo general, puesto que los datos disponibles indican que en los principales sindicatos no son suficientes los ingresos por cuotas para cubrir las necesidades de recursos de infraestructura, humanos y técnicos, así como los relacionados con la acción sindical y social. Es cierto que el contexto de crisis, de reducciones salariales y despidos no facilita abordar subidas de cuotas sindicales, sin embargo, ¿no debería ser la cuota sindical una aportación personal o familiar ineludible en tanto que clase trabajadora? ¿Es significativo respecto a otros gastos personales o familiares? Ejemplificando ¿quién no estaría dispuesto a pagar 20 euros mensuales a un sindicato que consigue incrementar el salario mensual el triple -60 euros-, manteniendo dichas condiciones en el tiempo además de hacer una defensa estratégica y efectiva del empleo aportando más recursos de defensa a la afiliación? Para todo ello, empezando por conseguir los incrementos salariales citados de forma generalizada, sin duda es necesario abordar con sistematicidad cada uno de los cuatro pilares anteriormente descritos, de forma que la afiliación a los sindicatos sea clarísimamente útil y efectiva, a la vez que para recomponer la acción colectiva, la identificación de clase y los vínculos sociales creados por la solidaridad y apoyo mutuo en el marco de la acción sindical. Y así sucesivamente, para romper el círculo vicioso de debilidad afiliativa con ausencia de política sindical combativa.

En conclusión, los cuatro pilares citados de revitalización del poder sindical, convenientemente articulados han permitido victorias en contextos duros y difíciles contra multinacionales poderosas cómo son las reestructuraciones y despidos colectivos citados al principio. Pero no solamente en los casos de crisis empresarial es posible oponer las reformas laborales y las políticas empresariales, sino que también se están consiguiendo resultados tangibles en negociación colectiva que ejemplifican la posibilidad de desarticular la ofensiva patronal y legal de los gobiernos capitalistas mejorando desde la base las condiciones de empleo y vida, eso sí con organización, conflicto, huelga y resistencia colectiva. Las experiencias y referencias de buenas prácticas sindicales apuntan a estas bases para homologar al sindicalismo dispuesto a ello hacia lógicas de efectividad, afiliación, contrapoder y acción orientada a la transformación social. De la misma forma, tanto desde el flanco de la negociación colectiva hacia un mayor control sindical económico, con uso de huelga y caja de resistencia, cómo desde el flanco de la política social, de empleo y economía social, es posible que el sindicalismo se oriente para influir en la política económica, industrial y laboral cómo forma de mejorar efectivamente las condiciones de empleo y vida en las comarcas, a la vez que se impulsa otro modelo de desarrollo socioeconómico más eficiente, sostenible, justo y democrático que el que nos ofrece el sistema capitalista.

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Lluís Rodríguez Algans. Economista asesor laboral en la cooperativa Maiatzaren Lehena Aholkularitza / Consultoría Primero de Mayo. Profesor de postgrado en la Facultad de Relaciones Laborales y Trabajo Social de la UPV/EHU. Asesora en procesos de negociación colectiva de empresa y sector, casos de EREs, modificaciones de condiciones de trabajo o procesos concursales, también a abogados/as en procesos judiciales y de intervención pericial contable y económica. Ejerce docencia para trabajadores y trabajadoras en contabilidad crítica, economía de empresa, economía laboral y política económica aplicada a la negociación colectiva, el conflicto laboral y la huelga.

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Agradezco el tiempo y los comentarios críticos a borradores del artículo que han permitido mejorar sustancialmente el mismo, siendo en todo caso el autor responsable de las opiniones expresadas aquí.


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NOTAS:


[1] Por ejemplo Mikel Urrutikoetxea en ¿Para qué sirve un sindicato? Reflexiones , Juan Torres desde una perspectiva económica en ¿Para qué sirven los sindicatos? o estudios cómo el de Hamann y Kelly , Andrew Glyn,  Wilkinson y Pickett, Onaran et. al. , Economic Policy Institute (2015), a largo plazo relacionando poder sindical y distribución de la renta y riqueza. Especialmente interesante al respecto es el artículo de John Bellamy Foster “Marx, Kalecki, Keynes y la estrategia socialista: la superioridad de la economía política del trabajo sobre la economía política del capital”.


[2] Las principales organizaciones sindicales en el Estado español han tratado en los acuerdos de sus últimos congresos múltiples aspectos relacionados con la revitalización sindical.


La Confederación Sindical Euskal Langileen Alkartasuna / Solidaridad de Trabajadores Vascos (ELA/STV), mayoritaria en Euskadi con importante presencia en Navarra, ha abordado en sus congresos de 2008 (resumen de Dufour y Hege) y 2013 (resumen de Dufour y Hege) aspectos de relevancia para la revitalización sindical cómo la intervención desde la Comarca Integral, el trabajo desde las Secciones Sindicales y la acción sindical en la empresa cómo lugar estratégico, el reforzamiento de la Caja de Resistencia para huelgas y el trabajo estratégico de los Gabinetes Económico y Jurídico, etc.


El otro sindicato abertzale, Langileen Abertzale Batzordeak (LAB), abordó en su congreso de 2012 , aspectos de militancia sindical o acción en las comarcas.


La Confederación Sindical de Comisiones Obreras (CCOO), celebró congresos en 2008 y 2013 , siendo relevantes sus posicionamientos sobre Secciones Sindicales, Grupos multinacionales y propuestas de política económica e industrial.


En el caso de la Confederación General del Trabajo (CGT) en 2009 ; 2011 ; 2013 ; 2014 ; 2016, tratando cuestiones de interés en relación a la Acción Sindical y la Negociación Colectiva o los Servicios Públicos.


La Confederación Nacional del Trabajo (CNT) trató en sus congresos de 2010 y sobretodo 2015, acuerdos relevantes sobre Género, Acción Sindical, Negociación Colectiva (representatividad-implantación, empresarial o sectorial), acciones a favor del empleo (bolsas sindicales de empleo, recuperación de empresas y cooperativas autogestionadas), política sindical y social: programa económico y sociolaboral, Secciones Sindicales de empresa y grupo de empresas, despidos y Expedientes de Regulación de Empleo, Gabinete Confederal (Jurídico, Económico, Social y de Salud Laboral), etc.


[3] La Confederación Sindical ELA ha sido quizás el mayor impulsor del debate sobre la renovación y revitalización sindical en el Estado en los últimos años, con el desarrollo de diferentes Seminarios de formación sindical en 2007 (“Otro tipo de sindicalismo” y “El sindicalismo del Siglo XXI”), 2011 (“Renovación sindical” y “Trece ejemplos de lucha sindical”) 2013 (“Ejemplos de luchas que logran doblegar la reforma laboral”) y 2014 (“Innovación sindical”). También con la elaboración de relatos de conflictos laborales (“Izan ta esan”) o publicando documentos de expertos en esa línea (“Entre consenso y transformación: las dos lógicas de renovación sindical”, “Legitimidad y poder para la renovación sindical”, “El poder sindical en la economía mundial”, “El legado ideológico del pacto social y su fracaso” o “Crisis política e ideológica del sindicalismo en una Europa cada vez más autoritaria”) y artículos de divulgación cómo “Las estrategias sindicales en la negociación colectiva”, “Encargarse de la realidad”, “Futuro y excepcionalidad”, “¿Falta de sintonía entre ‘cúpulas’ sindicales y trabajadores?”, “La negociación colectiva: un problema de contenidos”, “Dar valor al sindicato” o “ELA y el Gobierno Urkullu”.  Asimismo, la tesis doctoral publicada de su anterior Secretario General, Joxe Elorrieta, economista y doctor en Ciencia Política por la UPV/EHU (“Renovación sindical: una aproximación a la trayectoria de ELA. Mecanismos y procesos“), supone un buen trabajo de análisis y caracterización de modelos sindicales, a la par que ayuda a entender la trayectoria de este sindicato y su modelo sindical de contrapoder, tal como lo caracterizó Francisco Letamendia en su libro “ELA 1976 – 2003: sindicalismo de contrapoder”.


LAB también ha impulsado recientemente el proceso [Bir]Pensatzen ([Re]Pensando), en base a jornadas de debate en 2015 y 2016. Asimismo ha publicado un documento titulado “Poder sindical: una realidad cambiante”.


CCOO ha abierto también en 2016 un proceso cuya ponencia y presentación del debate sobre el documento “Repensar el sindicato”, aporta ideas sugerentes también para el resto del movimiento sindical, sobre todo en lo relacionado con las nuevas formas de flexibilidad en el empleo y la articulación de la acción sindical. La Fundación 1º de Mayo dependiente de CCOO ha promovido también debates sobre la cuestión, publicados en los libros “Reivindicación del sindicalismo” y “Un sindicalismo para el futuro”. Asimismo ha realizado dos Congresos sobre Trabajo, Economía y Sociedad, en 2012 y 2014, dónde entre otras cuestiones también se han tratado aspectos directa o indirectamente relacionados con la revitalización sindical. Asimismo ha publicado también varios informes sobre afiliación y representatividad, negociación colectiva y políticas sindicales, tanto en el Estado español cómo a nivel europeo, por ejemplo “Sindicalismo europeo: ¿de la crisis a la renovación?” así como varios más del área de Estudios Sindicales, Empleo y relaciones laborales, Economía y desarrollo productivo y Estudios europeos e internacionales.


Por otra parte CNT, también ha impulsado en los últimos años dos Seminarios de formación sindical con diferentes expertos del campo de la ciencia política, la sociología y la economía laboral, para tratar diferentes aspectos de la revitalización sindical, las experiencias de organización en empresas y territorios (organizing), en 2013 (“Sindicalismo en la empresa y el territorio: una perspectiva anarcosindicalista e interdisciplinar”) y 2016 (“Perspectivas sobre afiliación, participación y militancia en el sindicalismo”).


[4] Entre muchos otros, son de interés para esta cuestión los trabajos de Alós (“Segmentación de los mercados de trabajo y relaciones laborales. El sindicalismo ante la acción colectiva” 2008, “Sobre la percepción social de los sindicatos” 2011 “El sindicalismo ante un cambio de ciclo” 2015), Antentas (“Los sindicatos ante la globalización. ¿Hacia qué nuevas formas de solidaridad internacional?” 2008, “El movimiento social de noviembre-diciembre de 1995 en Francia: la primera revuelta contra el neoliberalismo” 2016), Calleja (“El poder sindical en España. Estrategias y perspectivas para su recuperación” y la tesis doctoral “Estrategias de revitalización de los sindicatos españoles” 2016), Elorrieta (“Sindicalismo combativo (ELA 2012: crecer desde el contrapoder)” 2012 y tesis “Renovación sindical: una aproximación a la trayectoria de ELA. Mecanismos y procesos“ 2012), Kohler (“Los sindicatos en España frente a los retos de la globalización y el cambio tecnológico” 2008), Letamendia (“Estructura política del mundo del trabajo: fordismo y posfordismo” 2009), Manzaneda (“El sindicato como sistema. Una aproximación a la afiliación, militancia y conflicto desde la Dinámica de Sistemas”, 2014) Martín Artiles (“Flexibilidad y relaciones laborales: estrategias empresariales y acción sindical” 1995), Perera y Pérez (“La larga deriva del sindicalismo oficial: crisis, control, erosión y la reconstrucción anarcosindicalista de la reivindicación” 2013), Recio (“Sindicatos, globalización económica y crisis ambiental” 1999, “Segmentación laboral y acción sindical” 2011), Roca (“Representación y poder sindical. Elementos para el debate” 2012, “Contrapoder sindical: etnografía, crítica e investigación aplicada en las organizaciones sindicales” 2013, “Renovación sindical y etnografía del sindicalismo. Un nuevo campo de aplicación de la Antropología en España” 2014, “Izquierda radical, sindicalismo y acción colectiva en Andalucía (1976-2012)” 2014, “Narrativas de la reconversión. Historias de vida, memoria social y acción colectiva en el astillero de Puerto Real” 2015, “Transformaciones en el trabajo y movimiento sindical. Propuestas para una renovación necesaria” 2016) Torns y Recio (“Las mujeres y el sindicalismo: avances y retos ante las transformaciones laborales y sociales” 2011), Ripa et. al (“Sindicalismo, crisis económica y movimientos sociales: Identidades, debilidades y fortalezas del sindicalismo y escenarios futuros”) o Zubiri ( “El empleo juvenil en las economías salariales de servicios. Pistas para el diagnóstico y la acción sindical” 2016). A nivel público, ha habido múltiples artículos de opinión y análisis de los cuales son de mucho interés los blogs de Público “Los sindicatos en tiempos neoliberales”, Gara “Un modelo sindical para el futuro” o los diferentes artículos publicados en los semi-monográficos  en la Revista “Pasos a la Izquierda” (Trabajo y sociedad ; Sociedad, tiempo y trabajo, una relación tóxica ; La recomposición del trabajo y nuevo modelo sindical en el paradigma de la empresa global ; Los sindicatos en el cambio de ciclo), o los debates promovidos por José Luis López Bulla en su blog y el de “Sindicato y política: un debate de 2014”, entre otras aportaciones cómo la de ¿Existe futuro en el sindicalismo?.


[5] Se entiende cómo salario indirecto la provisión de servicios comunitarios cómo Sanidad, Educación por estar financiados por impuestos (directos –IRPF- e indirectos –IVA-) que paga principalmente la clase trabajadora y no las rentas del capital. Se entiende cómo salario diferido la provisión de rentas de protección social como subsidios de desempleo o pensiones, por estar financiados por cotizaciones sociales que aporta la clase trabajadora. Aproximaciones empíricas a la cuestión las han realizado Jordi Roca (“Salaris, fiscalitat, prestacions socials i distribució funcional de la renda”, en castellano en “Pactos sociales y política de rentas”) y Rafael Muñoz de Bustillo (“Distribución de la renta, en Reflexiones de Política Económica”) para el Estado español y Anwar Shaikh (“¿Quién paga el “bienestar” en el Estado de Bienestar? Un estudio multi-países”) desde una perspectiva de Estados de bienestar comparados.




[7] Tal cómo lo expresa Beltrán Roca en su trabajo “Transformaciones en el trabajo y movimiento sindical. Propuestas para una renovación necesaria”: “Existe una abundante literatura sobre esta estrategia sindical en otros países, y muy pocas experiencias aún en España. Urge, por tanto, un debate interno en el seno de los sindicatos españoles para adaptarla a la realidad de nuestro país y lograr acceder a nichos de trabajadores que se mantienen al margen del sindicalismo (precarios, migrantes, mujeres, nuevos sectores productivos, etc.). Se trataría de realizar campañas intensivas en determinados territorios y sectores, empleando especialmente técnicas cara a cara, y recorriendo espacios de la vida social de los trabajadores (barrios, asociaciones, domicilios, fiestas, bares y otros espacios de sociabilidad), con el objeto de transmitirles la necesidad de la defensa de los derechos laborales. El trabajo de Steven Henry López (2004), a partir de su experiencia en los sindicatos de servicios estadounidenses, explica las claves del éxito en una estrategia sindical: a) emplear la interacción cara a cara, utilizando las habilidades sociales de los militantes de base; b) ir más allá de la huelga en sus métodos, recurriendo a campañas de acción colectiva y acción directa; c) construir coaliciones entre las organizaciones sindicales y las organizaciones comunitarias; y d) ubicar las demandas de justicia social e interés general antes de las estrictamente económicas.”. Son precisamente organizaciones sindicales internacionales quienes han elaborado manuales al respecto cómo “Manual de Organización” y “Construyendo poder en el lugar de trabajo”.


[8] Estos, entre otros, serán temas que se tratarán en el II Encuentro de profesionales del asesoramiento laboral y social de la UPV/EHU, con el título de “Negociación colectiva y control sindical: aspectos laborales y económicos” que se celebrará en la Facultad de Relaciones Laborales y Trabajo Social de la UPV/EHU en el Campus de Leioa (Bizkaia) los días 29 y 30 de Septiembre de 2016. Ver también las notas [10] y [11]


Evidentemente los cambios y transformaciones en las políticas económicas, empresariales y en las relaciones laborales son múltiples y complejas. Por ejemplo, las decisiones derivadas de la lógica capitalista de la financiarización de la economía o las empresas y la operativa impune de los grupos empresariales multinacionales tal cómo plantea Beverly Silver en “Fuerzas de trabajo: los movimientos obreros y la globalización desde 1870” o Daniel Albarracín y Eduardo Gutiérrez en “Financiarización, nuevos perímetros empresariales y retos sindicales”. También las estrategias empresariales postfordistas citadas en la nota [6].


[9] Ver por ejemplo los Convenios Colectivos de la empresa alavesa del metal Tubos Reunidos (art. 26 en adelante), la Residencia bizkaina Samsic Iberia (anexo II) e incluso a nivel sectorial cómo la denominada “Axencia de Bolsa de Emprego” del convenio del metal de la provincia de Pontevedra.


[10] La capacidad de control productivo y económico por parte de la representación de los trabajadores y trabajadoras, trasciende las estrictas relaciones laborales en las empresas, el grado de democracia económica en ellas, y se conecta con una perspectiva de transparencia de las unidades de producción social que habitualmente privatizan la totalidad de sus beneficios, mientras socializan todo tipo de costes sociales y medioambientales. En este sentido, la capacidad de las representaciones sociales de intervenir en el control y seguimiento de la actividad inversora, productiva y económica de las empresas, puede limitar el grado de fraude fiscal y a la seguridad social en el que puedan incurrir las empresas. Además de controlar la evolución económica y productiva real para anticiparse a procesos de reestructuración empresarial por causas económicas y productivas. Las empresas tienen múltiples formas de manipular la contabilidad oficial u operar para declarar pérdidas buscando la expulsión al desempleo de los trabajadores y trabajadoras: no declarar ingresos e imputar gastos irreales para desviar dinero y recursos materiales de las sociedades; manipular en las cuentas las amortizaciones, existencias y ventas; en el caso de grupos empresariales, pasar beneficios de unas empresas a otras de su misma propiedad utilizando precios de transferencia “políticos”, mediante compras y ventas entre ellas que también pueden ser sin declarar fiscalmente; cobrar intereses por el capital aportado que se convierte en un “préstamo”, práctica definida como “subcapitalización”; recortar inversiones en la empresa o secciones que quieran reestructurar alegando falta de competitividad; paralelamente o no, realizar inversiones en territorios con posibilidad de mayores beneficios; acumular beneficios anteriores, en inversiones inmobiliarias, especulativo-financieras, paraísos fiscales varios, dinero “negro” no declarado, que nunca vuelven para sostener el empleo y salarios; etc.


[11] Empezando por la construcción desde el sindicalismo de bases de datos empresariales y sectoriales, para lo que es preciso ampliar y concretar derechos de información económica y control sindical, recoger mediante fichas de trabajo por parte de secciones sindicales y responsables sindicales, datos sobre la situación económico-financiera y productiva de las empresas con volcado y diagnóstico para las mismas. Asimismo elaborando modelos de análisis contable, económico y productivo para análisis sindicales de la situación económica de empresas, de proyección e impacto de la negociación colectiva y acción sindical –conflicto, huelga-, estructuración y agregación de modelos de planes de viabilidad y previsión empresarial, además de modelos de planificación económica, coordinación económica y proyección económica. 


Para una relación entre control sindical y objetivos de política económica, se puede consultar el citado “Marx, Kalecki, Keynes y la estrategia socialista: la superioridad de la economía política del trabajo sobre la economía política del capital” y la experiencia Sueca en la nota [15]. Una aproximación a la cuestión del control sindical y la democracia económica, se expone por ejemplo en “Democracia económica: ideas para avanzar” y en múltiples trabajos desde la teoría económica a las experiencias históricas o actuales, caso de los trabajos de Joaquín Arriola “Derecho a decidir: propuestas para el socialismo del siglo XXI”, Robin Hahnel “Del pueblo, para el pueblo. El modelo de la economía participativa”, Eric Olin Wright “Contruyendo utopías reales” o Alec Nove “La economía del socialismo factible”.


[12] En concreto, los convenios colectivos sectoriales de Transporte escolar de CAPV (2009-2016), Residencias de Bizkaia (2014-2015), Gasolineras de Bizkaia (2011-2014), Hostelería de Bizkaia (2016-2017), Comercio Textil de Bizkaia (2009-2013), Papel de Gipuzkoa (2012-2014), Gasolineras de Gipuzkoa (2012-2015), Limpieza Viaria de Gipuzkoa (2012-2015), Transporte de viajeros de Gipuzkoa (2009-2014), Transitarios de Gipuzkoa (2009-2014), Talleres de Reparación de Navarra (2016-2018), Peluquerias y centros de estética de Gipuzkoa (2008-2016). También los convenios de las empresas Dégremont-Suez, Microdeco, Fabio Murga, Mendiguren y Zarraua, Montajes Portugalete, Meyusa, Galvanizados Izurza, Parking Ensanche, Cemosa, Ormazabal, Arkema Química, Ferroser (mantenimiento museo Guggenheim), Residencia Misericordia (Samsic), Onduline, Berziklatu, UTE Cespa – Asaser, Norten PH, Lidl, MFS, Emica Bombas y Museo de Bellas Artes de Bilbao, en Bizkaia; Residencia Villa Sacramento, Cruz Roja (Residencias Donostia e Irun), Biharko, Zu eta Biok (residencia Iurramendi de Tolosa), Eulen (residencias de Arrasate, Bergara, Oñati, Ordizia, Andoain, Hernani e Irun; centros de día y pisos tutelados de Zarautz, Elgeta, Antzuola, Zumaia y el SAD de Zumaia), CAF, Limpieza de CAF-Beasain, Jean y Chaumont, Industrias Betiko, Fundiciones Aizpurua, Echesa (Gamesa Energy), Loire, Jaso Idiazabal, Electromecánica Pasaia, Carpintería Mendiola, Flujoma, Bellota, Marie Brizard, GKN, TTT ejes, CIE Legazpi, Garay, Voith, TS Fundiciones, Korta, SELAC, Goratu, Lidl, TUV Rheinland Ibérica (ITV Irun y Urnieta) en Gipuzkoa; Tubos Reunidos, Guardian Llodio, Aianox, Lidl, DHL Agurain, FM Logistic, Beretta Benelli, Duvendeck (logística Mercedes), SAS y Faurecia en Araba; Residencia Carcar, Newark San Andrés, Savera, Funvera, Azko Mobel, Defontaine Iberia y GKN Driveline en Nafarroa. Según el diario El Mundo, ELA aboga por no firmar ningún convenio que no garantice su blindaje ante la reforma laboral y éste sindicato asegura que ha firmado 300 convenios blindados ante la reforma laboral. En algunos casos cómo Guardian Llodio, Mendiguren y Zarraua, TS Fundiciones de Zestoa, Marie Brizard o Newark San Andrés la consecución del convenio colectivo ha venido en el marco de la convocatoria de huelga indefinida para la retirada de medidas de despido colectivo o reducción salarial en paralelo a promover la negociación de un convenio con cláusulas de blindaje que dejen fuera de las empresas las contrarreformas laborales. Es preciso señalar que la mayor parte de dichos convenios se han conseguido gracias a la convocatoria de huelgas y movilizaciones. También es de relevancia el convenio colectivo firmado por el sindicato CNT en la empresa Extracciones Levante de Valencia (2015-2017), pues contiene cláusulas de blindaje contra la reforma laboral conseguido después de la convocatoria de varias jornadas de huelga.


[13] Desde una perspectiva internacional, economistas heterodoxos estadounidenses han impulsado una campaña para el incremento del salario mínimo/hora a 15$ en 2020 para Estados Unidos, con sustento empírico y justificativo en contra de los dogmas capitalistas neoliberales de la inoportunidad de la medida. A este respecto algunos estados como Nueva York o California se ha aprobado dicha propuesta. En Euskal Herria está abierta una campaña sindical llamada 1200 eurotik gora (Más de 1200 euros), para que se eleve el salario mínimo en esa cantidad. Casos como el citado convenio colectivo en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, incluyó en la reivindicación de la huelga indefinida el salario mínimo de 1200 euros, finalmente conseguido.




[15] Una perspectiva histórica tanto de la política salarial solidaria, cómo de las políticas activas de empleo, de mayor control sindical de la gestión empresarial y de los fondos de inversión de asalariados, se encuentra en los trabajos de Luis Buendía (“Dinámica de crecimiento, distribución de la renta y movimiento obrero: el estado de bienestar sueco en una perspectiva de largo plazo”) y Mario del Rosal (“El capitalismo sueco y los límites del socialismo reformista: una critica marxista del modelo Rehn-Meidner (1932-1983)”). En la actualidad, la principal central sindical de Suecia LO, ha tratado el tema en la ponencia central de su último congreso (28º) de 2016 que llevó por título “Pleno empleo y una política salarial de solidaridaddonde argumenta sobre cómo puede el movimiento sindical contribuir al establecimiento de los salarios y el pleno empleo y pide una definición del objetivo del pleno empleo, además de señalar que una política monetaria no es suficiente.


[16] Completa esta visión de la negociación salarial la perspectiva inversa, es decir, qué elementos de poder de negociación, laboral y sindical, determinan los concretos salarios nominales en la negociación colectiva. Un excelente trabajo desde la teoría económica y la economía y sociología laboral es “Dinàmica dels salaris monetaris: unes notes teòriques i una aplicació” de Jordi Roca, publicado en castellano cómo capítulo de su tesis doctoral en “Pactos sociales y política de rentas”.


[17] Una panorámica del tema se puede encontrar en “Reducción de jornada a 30 horas semanales sin reducción salarial: análisis y perspectivas de la propuesta”. Un estudio reciente para la economía de Gipuzkoa publicado en la Revista Lan Harremanak de la UPV/EHU en el núm. 34 (2016): La reducción del tiempo de trabajo. Una propuesta para reducir el desempleo. En lo relacionado con la política de pleno empleo, Kalecki sigue de actualidad, tal cómo define Juan Torres “La batalla política por el pleno empleo”.


[18] Huelgas indefinidas en los últimos años o abiertas en Euskadi y Navarra, tanto de empresa como de sector con apoyo de Caja de Resistencia Confederal, para conseguir buenos acuerdos o convenios colectivos, se han dado en Alstom-GE de Buñuel y Tudela, Eaton de Derio (60 días), Defontaine Iberia de Viana (14 días), Limpieza Viaria de Ortuella (14 días), Onduline de Gallarta (21 días), Emica Bombas (90 días), Korta de Zumaia (51 días), Limpieza de CAF-Beasain (108 días), Guardian Llodio (60 días), TS Fundiciones de Zestoa (30 días), Residencia Villa Sacramento de Donostia (9 meses), TUV Rheinland Ibérica (ITV Irun y Urnieta) (9 meses), Museo de Bellas Artes de Bilbao (41 días). Abiertas están en el sector de Residencias de Bizkaia, Reciclaje TMB-Arraiz, Mantenimiento de Carreteras de Gipuzkoa, Limpieza del Ayuntamiento del Valle de Trápaga, Kaiku Km0 en Gasteiz. Todas estas huelgas han sido o són gestionadas por el sindicato ELA.


[19] En Euskadi y Navarra se han convocado 8 Huelgas Generales desde el inicio de la crisis (por 3 convocadas en el resto del Estado): 21 de Mayo de 2009, 29 de junio y 26 de septiembre de 2010, 27 de enero de 2011, 29 de marzo de 2012, 26 de septiembre de 2012, 14 de noviembre de 2012 (convocada solo por CCOO y UGT) y 30 de Mayo de 2013. Francisco Letamendia en su artículo “La crisis en el País Vasco (2009-2012) y el clivaje de clase. Huelgas generales y discursos de los actores” apunta claves de estos procesos de huelgas generales en Euskadi y Navarra. A nivel más general se puede consultar “La conflictividad laboral en tiempos de crisis económica. Un análisis comparado de las huelgas en el Estado español durante los sexenios 2002-2007 y 2008-2013” y el Anuario del Conflicto Social de 2012 y 2013.




[21] En este sentido, ver los acuerdos del XI Congreso de CNT de 2015 en el punto 12.4.- Promoción de las Bolsas Sindicales de Empleo, estableciendo pautas para reglamentar su funcionamiento y actuación estratégica. También ELA en su XIII Congreso de 2013 trató la cuestión impulsando un Área de personas desempleadas.


[22] De la misma forma en los acuerdos del XI Congreso de CNT de 2015 en el punto 12.3.- Instrumentos para la política sindical y social de la CNT. Recuperar las Comisiones de Defensa Económica y los Consejos de Economía, se establecen cómo acciones, entre otras:


“- Mapear empresas y administraciones que realicen horas extra o puedan contratar personas trabajadoras, para realizar presión social; - Reunirse con y presionar a empresas de suministro de agua, gas y electricidad, transporte público, alquiler de vivienda, hipoteca de la misma -bancos y cajas-, etc. para disminuir o eliminar los gastos personales y familiares de los miembros de las asambleas de parados y paradas; - Impulsar cooperativas de consumo y vivienda en los sindicatos para el abastecimiento de alimentos y vivienda; - Apoyar huelgas y a la acción sindical de CNT con el objetivo también de ir implantando medidas de control sindical sobre el empleo en las empresas y administraciones; - Apoyar la recuperación y cooperativización de empresas, así como la defensa de las mismas ante los ataques de la patronal y el Estado. Apoyar la ocupación de tierras para cultivo; Asimismo, en el ámbito de la gestión económica, la CNT promueve las Empresas Recuperadas y las Cooperativas Autogestionadas estando en proceso de formación la Red de Economía Alternativa y Libertaria, conformada por estas cooperativas autogestionadas de CNT y afines. El anterior entramado sindical, social y económico bien vertebrado, debe llevarnos a intervenir en el desarrollo socioeconómico comarcal y superior.

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