40 destacados economistas norteamericanos firman una declaración a favor de la resindicalización de la vida económica
Premios Nobel como Arrow, Sollow y Stiglitz, y otros 37 científicos sociales norteamericanos de primer nivel, como Dean Baker, James Galbraith, Brad De Long, Robert Frank, Richard Freeman, Frank Levy, Lawrence Michel y Robert Pollin, en apoyo de los sindicatos, de los trabajadores y de una nueva legislación que democratice la vida laboral en los EEUU.
Premios Nobel como Arrow, Sollow y Stiglitz, y otros 37 científicos sociales norteamericanos de primer nivel, como Dean Baker, James Galbraith, Brad De Long, Robert Frank, Richard Freeman, Frank Levy, Lawrence Michel y Robert Pollin, en apoyo de los sindicatos, de los trabajadores y de una nueva legislación que democratice la vida laboral en los EEUU.
Aunque su
colapso ha dominado la reciente cobertura de noticias por parte de los medios
de comunicación, el sector financiero no es el único segmento de la economía
estadounidense que atraviesa graves dificultades. Las instituciones que
gobiernan el mercado de trabajo han fracasado también, generando la insólita e
insana situación actual, en la que la remuneración horaria de los trabajadores
norteamericanos se ha estancado, a pesar del incremento de su productividad.
En
efecto: entre 2000 y 2007, el ingreso del hogar mediano en edad laboral cayó en
2.000 dólares, un desplome sin precedentes. En ese tiempo, prácticamente todo
el crecimiento económico de la nación fue a parar a un reducido número de
norteamericanos ricos. Una de las razones de peso que explican este paso que va
de una prosperidad ampliamente compartida a una creciente desigualdad es la
erosión de la capacidad de los trabajadores para organizarse sindicalmente y
negociar colectivamente.
Una
respuesta natural de los trabajadores incapaces de mejorar su situación
económica es organizarse sindicalmente para negociar una participación más
equitativa en los resultados de la economía, y ese deseo queda bien reflejado
en encuestas recientes. Millones de trabajadores norteamericanos –más de la
mitad de los que no tienen cargos ejecutivos— han dicho que desean la presencia
de sindicatos en su puesto de trabajo. Sin embargo, sólo el 7,5% de los
trabajadores del sector privado están ahora mismo representados por una organización
sindical. Y en todo 2007, menos de 60.000 trabajadores lograron una posición
sindical mediante elecciones sancionadas por el gobierno. ¿Qué es lo que
explica tamaño hiato?
El
problema es que el proceso electoral supervisado por el Comité Nacional de
Relaciones Laborales ha degenerado y se ha vuelto hostil, con feroces campañas
de la patronal para prevenir la sindicalización, a veces hasta el punto de incurrir
en flagrante violación de la legislación laboral. Los simpatizantes de los
sindicatos son rutinariamente amenazados y aun despedidos, y tienen pocos
recursos efectivos para defenderse legalmente. Y aun cuando los trabajadores
logren superar esa presión y votar por la presencia sindical en sus puestos de
trabajo, dada la resistencia de la patronal, una de cada tres veces son
incapaces de lograr contratos.
Para
remediar esa situación, el Congreso está reflexionando sobre la oportunidad de
la Ley de Libertad de Elección de los Empleados (EFCA, por sus siglas en
inglés). Esa ley cumpliría tres propósitos: en primer lugar, daría a los
trabajadores o la oportunidad de usar un mecanismo de firmas mayoritarias –instituyendo
un procedimiento sencillo para que los trabajadores pudieran indicar, con sólo
estampar una firma, su apoyo a la presencia sindical en el puesto de trabajo—,
o la puesta en marcha de unas elecciones supervisadas por el Comité Nacional de
Relaciones Laborales; en segundo lugar, triplicaría el castigo para los
empresarios que despiden a sindicalistas o violan otras leyes laborales; y en
tercer lugar, crearía un proceso capaz de garantizar que se dé a los empleados recién
sindicalizados una oportunidad justa para obtener un primer contrato, pudiendo
acudir a un arbitraje tras 120 días de negociaciones infructuosas.
La EFCA
reflejará mejor los deseos de los trabajadores que la actual “guerra en torno a
la representación”. La Ley rebajará también los niveles de acrimonia y
desconfianza que acompañan ahora a menudo las elecciones sindicales bajo el
presente sistema.
Una marea
creciente sólo levanta todos los botes cuando el trabajo y la patronal negocian
en condiciones de relativa igualdad. En las últimas décadas, el grueso del
poder negociador ha estado del lado de la patronal. La actual recesión seguirá
debilitando la capacidad de los trabajadores para negociar individualmente. Más
que nunca, los trabajadores necesitan actuar colectivamente.
La EFCA no
es una panacea, pero restauraría cierto equilibrio en nuestros mercados
laborales. Como economistas, creemos que es de vital importancia avanzar en la
reconstrucción de nuestra vida económica y robustecer nuestra democracia fortaleciendo
la voz del pueblo trabajador en el puesto de trabajo.
Firman esta declaración: Henry J.
Aaron, Brookings Institution; Katharine Abraham, University of Maryland; Philippe
Aghion, Massachusetts Institute of Technology; Eileen Appelbaum, Rutgers
University; Kenneth Arrow, Stanford University; Dean Baker, Center for Economic
and Policy Research; Jagdish Bhagwati, Columbia University; Rebecca Blank,
Brookings Institution; Joseph Blasi, Rutgers University; Alan S. Blinder,
Princeton University; William A. Darity, Duke University; Brad DeLong, University
of California/Berkeley; John DiNardo, University of Michigan; Henry Farber,
Princeton University; Robert H. Frank, Cornell University; Richard Freeman,
Harvard University; James K. Galbraith, University of Texas; Robert J. Gordon,
Northwestern University; Heidi Hartmann, Institute for Women’s Policy Research;
Lawrence Katz, Harvard University; Robert Lawrence, Harvard University; David
Lee, Princeton University; Frank Levy, Massachusetts Institute of Technology; Lisa
Lynch, Brandeis University; Ray Marshall, University of Texas; Lawrence Mishel,
Economic Policy Institute; Robert Pollin, University of Massachusetts; William
Rodgers, Rutgers University; Dani Rodrik, Harvard University; Jeffrey D. Sachs,
Columbia University; Robert M. Solow, Massachusetts Institute of Technology; William
Spriggs, Howard University; Joseph E. Stiglitz, Columbia University; Peter
Temin, Massachusetts Institute of Technology; Mark Thoma, University of Oregon;
Lester C. Thurow, Massachusetts Institute of Technology; Laura Tyson, University
of California/Berkeley; Paula B. Voos, Rutgers University; David Weil, Boston
University; Edward Wolff, New York University.
Traducción para www.sinpermiso.info: Ricardo Timón
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