jueves, 27 de agosto de 2015

[Manifiesto] Economists for $15 Federal Minimum Wage as of 2020


The real, inflation-adjusted, value of the federal minimum wage has fallen dramatically over time. The real value of the federal minimum wage peaked in 1968 at 10.85 an hour, 50 percent above the current level. Moreover, since 1968, average U.S. labor productivity has risen by roughly 140 percent. This means that, if the federal minimum wage had risen in step with both inflation and average labor productivity since 1968, the federal minimum wage today would be $26.00 an hour. (References for all data cited in this petition can be found here: https://www.peri.umass.edu/publication/item/722-technical-appendix-and-references-for-15-00-minimum-wage-petition)

If a worker today is employed full time for a full 52-week year at a minimum wage job today, she or he is making $15,080. This is 21 percent below the official poverty line for a family of three. Raising the minimum wage to $15 an hour would deliver much needed living standard improvements to 76 million U.S. workers and their families. The average age for these workers is 36 years old and they have been in the labor force for an average of 17 years. Only 6 percent of the workers who would benefit from this minimum wage increase are teenagers; i.e., 94 percent are adults.

Numerous states and municipalities throughout the United States are already operating with minimum wage standards above the $7.25 federal minimum. Thus, 29 states plus Washington, DC maintain minimum wages between $7.50 and $9.50. These measures cover 61 percent of the U.S. population. The cities of Los Angeles, Seattle, and San Francisco have all established $15 minimum wage standards that, for all three cases, will be fully phased in as of 2021. A $13 minimum wage will be operating in Chicago as of 2019. Other cities, including New York and Washington, DC, are presently considering similar measures. The State of New York is also examining a $15 minimum wage proposal for the fast-food industry.

Opponents of minimum wage increases frequently argue that such measures will mean fewer employment opportunities for low-wage workers because businesses will be less willing to hire workers at the increased wage level. But the weight of evidence from the extensive professional literature has, for decades, consistently found that no significant effects on employment opportunities result when the minimum wage rises in reasonable increments. This is because the increases in overall business costs resulting from a minimum wage increase are, for the most part, modest.

We recognize that raising the federal minimum wage to $15 an hour as of 2020 would entail an increase that is significantly above the typical pattern with federal minimum wage increases. Nevertheless, through a well-designed four-year phase-in process, businesses will be able to absorb the cost increases through modest increases in prices and productivity as well as enabling low-wage workers to receive a slightly larger share of businesses’ total revenues. On average, even fast-food restaurants, which employ a disproportionate share of minimum wage workers, are likely to see their overall business costs increase by only about 2.8 percent per year through a four-year phase in to a $15 federal minimum wage by 2020. That means, for example, that McDonalds could cover fully half of the cost increase by raising the price of a Big Mac, on average, by 7 cents per year for four years—i.e. from $4.80 to $5.08. The remaining half of the adjustment could come through small productivity gains or a modestly more equal distribution of the increase in revenues generated by the U.S. economy’s overall rate of economic growth.

The economy overall will benefit from the gains in equality tied to the minimum wage increase and related policy initiatives. Greater equality means working people have more spending power, which in turn supports greater overall demand in the economy. Greater equality also means less money is available to flow into the types of hyper-speculative financial practices that led to the 2008-09 Wall Street crash and subsequent Great Recession.

Moreover, the overwhelming factor determining employment opportunities for low-wage workers is macroeconomic conditions—whether the economy is growing or in a recession. Thus, in 1968, when the U.S. minimum wage reached $10.85 in real dollars, the overall unemployment rate was 3.6 percent. By contrast, during the depths of the 1982 recession, the real value of the minimum wage had fallen to $8.22 while unemployment peaked at 10.8 percent.

In short, raising the federal minimum to $15 an hour by 2020 will be an effective means of improving living standards for low-wage workers and their families and will help stabilize the economy. The costs to other groups in society will be modest and readily absorbed.

Signers (Institutional listing for identification purposes only):

[Comunicación] Control sindical y cambio de paradigma en la política económica y laboral: una perspectiva autogestionaria

A continuación pongo el resumen de la comunicación al II Congreso de Trabajo, Economía y Sociedad de la Fundación 1º de Mayo que se celebrará en Madrid los próximos 22 y 23 de Octubre de 2015.

La crisis socioeconómica y las políticas neoliberales aplicadas en el Estado español han erosionado gravemente las condiciones de trabajo y vida de la población, así cómo también los modelos de intervención sindical en las empresas y sectores o en los cada vez más devaluados espacios de la llamada concertación social. Las políticas del Estado neoliberal, español y europeo en el marco capitalista, no garantizan perspectivas de vida dignas para las mayorías sociales lo que nos obliga a precisar alternativas fuertes al modelo económico y social vigente. En la presente comunicación proponemos sintetizar las bases para reforzar el papel del sindicalismo en la sociedad a la vez que asentar una serie de propuestas metodológicas a expandir para situar el sindicalismo cómo uno de los principales agentes del cambio de paradigma en política económica y laboral. La literatura especializada al respecto, apunta a una larga transformación de instrumentos y objetivos de la política económica con la que se ha asentado ese cambio de paradigma sin ruptura entre el keynesianismo y el neoliberalismo. Son precisas propuestas que no solo reviertan las políticas neoliberales y empresariales, sino que superen la perspectiva keynesiana de regulación capitalista para articular una orientación al cambio hacia un paradigma postcapitalista autogestionario, realmente sostenible en términos económicos, sociales y ecológicos1. En este sentido, en esta comunicación pretendemos esbozar un paradigma sociosindical en política económica y laboral. Para ello, desarrollaremos un esquema de tal paradigma en dos partes (o dimensiones).

Una primera dimensión respecto al incremento del control sindical y social en las actuales instituciones económicas y de prestación de servicios comunitarios (empresas, administraciones y servicios públicos). Para ello se requiere por un lado de una ampliación de instrumentos y organismos sindicales para tales fines. En paralelo, es precisa la promoción y apoyo de instituciones socioeconómicas arraigadas en el territorio, con participación de las clases trabajadoras y la sociedad civil (finanzas y economía social, organizaciones sociales), orientadas a los objetivos del cambio económico estableciendo las pertinentes interrelaciones entre dichas instituciones y el movimiento sindical. Estos instrumentos se basan en la construcción de bases de datos empresariales y sectoriales2, herramientas de análisis y planificación económica de las empresas o administraciones3 y de la economía en general4, estadísticas e indicadores para la posterior intervención en ellos5, etc. Esto supone su articulación instrumental como base para influir en las principales políticas microeconomicas con repercusión macroeconómica desde la intervención sindical en las empresas y administraciones, así cómo en los territorios: política laboral6, política de rentas7, política fiscal y financiera8, asentando con ello las bases de la política social, políticas agrarias e industriales y de servicios9, política monetaria10 y política exterior11.

En una segunda dimensión, es preciso introducir en las políticas sindicales, en las propuestas de negociación colectiva y de mayor control sindical y social de los principales instrumentos de la política económica y laboral, acciones y propuestas aplicables a nivel microeconomico y mesoeconómico, que a su vez van tener una repercusión a nivel macroeconomico. Dichas acciones y propuestas se pueden aplicar de forma autónoma si bien subsidiariamente pueden servir de orientación al cambio legislativo y de acción de gobierno en los diferentes niveles de las instituciones parlamentarias. Dichas acciones y propuestas se abordan como una “desestructuración" de las políticas económicas, laborales y empresariales actuales, apuntando a una orientación de políticas para una salida social de la crisis en aquellos ámbitos necesarios para la calidad de vida y el empleo. Se trata pues de “construir” las políticas económicas y laborales a corto plazo desde abajo y desde el sindicalismo en el sentido de articularlas para reorganizar la economía y el empleo atenuando los impactos del ciclo económico capitalista para las clases trabajadoras y promoviendo un modelo de desarrollo económico social y comunitario sostenible, endógeno y autocentrado12.

1Existe un amplio debate económico sobre modelos postcapitalistas autogestionarios en términos sistémicos, de sistemas económicos comparados, algunas de cuyas principales aportaciones se pueden resumir en Arriola (2005) y Hahnel (2014).

2Ampliando y concretando derechos de información económica y control sindical. Recogiendo información mediante fichas de trabajo por parte de secciones sindicales y responsables sindicales, datos de la situación económico-financiera y productiva-organizativa de empresas y administraciones, con un volcado y diagnóstico para las mismas: ventas y producción, márgenes comerciales, productividades, estructura de costes, gastos de personal y distribución de rentas, resultados de explotación, estructura financiera, margen de fraude, etc.

3Modelos de análisis contable, económico y productivo para análisis sindicales de la situación económica de las empresas. Modelos de análisis y proyección del impacto de la negociación colectiva y la acción sindical, estructuración y agregación de modelos de planes de viabilidad y previsión empresarial.

4Modelos de planificación económica, coordinación económica y proyección económica.

5Mediciones realistas ajustadas y territorializadas del empleo, las rentas, los precios, los materiales y deshechos, etc.

6Control y nivel de empleo, jornada y condiciones de trabajo, etc.

7Distribución de rentas antes y después de cotizaciones e impuestos, control de precios, etc. 

8Control sindical del fraude empresarial y de la Seguridad Social, control de fondos de inversión económica, etc.

9Orientación del cambio económico implementado sectorialmente y por ramas de actividad.

10Regulación de la oferta monetaria y tipo de interés. Gobernanza financiera.

11Balanza de pagos y balanza comercial, tipo de cambio, aranceles y comercio internacional, etc.

12Propuestas cómo salarios mínimos y máximos, control de precios, reducción de jornada laboral y reparto del empleo, orientación del consumo e inversión económica de empresas y cooperativas, de consumo e inversión pública con generación de demanda global en ámbitos de infraestructuras, tanto económicas cómo sociales, desarrollo agrícola para el abastecimiento de mercados territoriales de proximidad, industrial enfocado a la sustitución de importaciones o de servicios, explorando sectores emergentes y nuevos yacimientos de empleo. Por último con creación de redes de economía alternativa para una planificación económica de este desarrollo territorial con tendencia a la desconexión de los sistemas de mercado capitalista.