Traigo al blog otro artículo relacionado con la profesión de los economistas y su formación. Concretamente del economista José Francisco Bellod Redondo, el artículo titulado ¿Hay economistas rojos? pone énfasis en la no-neutralidad de la profesión y del posicionamiento partidario y en defensa del poder constituido de la mayoría de economistas. Si es complicado en el contexto que cita el autor (intelectual, académico, profesional) que existan economistas progresistas, incluso anticapitalistas, mucho más lo es que los haya de ese perfil y se declaren abiertamente anarquistas. Economistas libertarios que defiendan no solamente un análisis y critica radical de la sociedad capitalista, sino que además planteen un cambio total en las estructuras económicas y sociales para que estas pasen a estar gestionadas por la mayoría de la población y no por unas clases dominantes (empresariales y políticas). Economistas que traten de ponerse al servicio de la sociedad en aras de promover la democracia económica y la autogestión, la única via -previa revolución social- para mantener la igualdad social y la cobertura de las necesidades de todos y todas. No ser afín a ningún poder político o económico que no sea de raigambre social (y por lo tanto minorizado socialmente, de momento), dificulta más si cabe la proliferación de economistas "negros". El hecho de que existan pocas instituciones educativas populares que agrupen a las interesadas y generen conocimiento (socio)económico libertario caso de ICEA, también es un factor que retrasa esa proliferación. Sea cómo fuere existimos y estamos creciendo, tanto los "rojos" como los "negros" (los hay "rojinegros"), porqué cada vez es más evidente para la población -también para los profesionales de la economía- como funciona el sistema capitalista y los aparatos del Estado neoliberal y a dia de hoy es muy dificil no posicionarse con quienes sufren la miseria social. Muchos economistas jovenes (y no tan jovenes) la sufrimos y por lo tanto tomamos posición activa desde una perspectiva profesional, divulgadora e investigadora para la transformación social.
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¿Hay economistas rojos?
Recordando la pasada campaña electoral me viene a la mente esa pregunta
que de forma recurrente me hacía la gente en los pueblos que tuve
ocasión de visitar. Sí, claro que hay economistas rojos… y economistas
gays… y economistas testigos de Jehová…
Si nos referimos a los grandes pensadores de la Economía, rojos ha
habido (con diversas tonalidades) antes y después de Marx: curiosamente,
mientras Stalin fusilaba a los economistas marxistas rusos, a la gente
de la generación de Lenin, en Gran Bretaña y Estados unidos florecían
corrientes de pensamiento nítidamente marxistas y otras que, no
siéndolo, empatizaban con aquella. Así tenemos a los economistas
marxistas, a los economistas radicales, aun sector importante de
economistas institucionalistas, los post – keynesianos, etc., etc.
Si no referimos a economistas pedestres y domésticos (que no
domesticados) como yo mismo, también los hay. Aunque bien pensado yo era
rojo mucho antes de entrar en la Facultad, de lo contrario, hoy no
estaría escribiendo cosas como estas. Y ello por varias razones.
En primer lugar los planes de estudio universitarios privilegian
descaradamente no ya la defensa del capitalismo, sino la ideología neo –
liberal. Se trata de un tipo de formación con grandes dosis de
conocimiento metafísico, acientífico, plagado de mentiras y estupideces,
que conduce al estudiante a una situación de “pensamiento cero”. Los
manuales de Economía suelen ser catecismos que hay que aprender de
memoria sin más narices si uno aspira a aprobar. No es de extrañar que
la mayoría de mis compañeros no entiendan que está sucediendo en la
crisis actual o que se limiten a balbucear algunos slogans elementales
contra el déficit público.
En segundo lugar, los economistas son víctimas de trabajos alienantes,
poco creativos, que les alejan de la actividad científica hasta
convertirlos en simples técnicos. Casi todos los economistas que logran
un empleo (el Sr. Urdangarín es una excepción: cobra 1´5 millones de
euros anuales en Telefónica aunque nunca terminó la Licenciatura) se
dedica a contabilidad, auditoría o marketing. Son trabajos duros,
aburridos en los que no hay mucho margen para opinar.
Y en tercer lugar, los economistas somos víctimas (y muchas veces
victimarios) de los valores del sistema. Logrado un empleo en una
empresa importante, una licenciatura te puede permitir progresar hacia
puesto mucho mejor remunerado: pertenecer a un sindicato, a un partido
político no burgués o expresar abiertamente opiniones críticas o
solidarias ponen fin de inmediato a cualquier expectativa de ascenso. De
inmediato: el gerente no quiere al lado un rojo, quiere un funcionario
eficaz en la defensa de los intereses de la empresa (del empresario,
diría yo). El gerente no quiere al lado a un economista que se
solidarice con los trabajadores (el economista no es un trabajador, es
un empleado). El gerente paga para que el economista sea el
guardaespaldas que justifique con números cada una de sus decisiones,
especialmente las lesivas para los derechos de los trabajadores.
Y por estas y otras razones los economistas o son abiertamente de
derechas o son abiertamente sordo – mudos: un caso típico de pragmatismo
autista.
Pero haberlos… los hay. Y podemos encontrar cada vez más experiencias en
este sentido: grupos de investigación, o revistas como la “Revista de Economía Crítica”, o web como “Economía crítica y Crítica de la economía” que acoge en su seno otras formas de pensar la economía.